El pibe está muriendo. El no lo sabe,
pero está muriendo. Algunos preferirán llamarlo el delincuente, o el ladrón.
Pero tiene 25 años y agoniza. Está aplastado contra un poste por un auto. Nunca
tendrá nietos, ni siquiera hijos. No llegará a ser un hombre maduro. En esas
condiciones, el hecho de que sea un chorro es un tema menor. Es un pibe que
vivió la mitad que yo, y no pasará de ahí.
Su asesino está mirando.
Algunos preferirán llamarlo el
carnicero, o el justiciero. Lo cierto es que ese muchacho podrá cambiar la
manera en que se gana la vida (de la misma manera que podría haberlo hecho el pibe
que agoniza, pero ya no, porque está muriendo, aunque no lo sepa) y de ninguna
manera es un justiciero.
Justiciero es el que respeta y hace
respetar la justicia con severidad y rigor.
La justicia dice que el estado tiene
el monopolio de la fuerza, y que nadie es culpable hasta que se demuestre lo
contrario en un juicio justo. La justicia dice que jamás el castigo puede ser
más dañino que la ofensa. Este muchacho puede ser muchas cosas, pero justiciero
jamás.
Por eso voy a llamarlo el asesino.
Porque podrá la justicia demostrar que
nadie persigue, caza y asesina en
defensa propia a un ladrón que huye, o beneficiarlo
con la legítima defensa. Lo que nunca, nunca jamás podrá borrar de su mente
(condenado o absuelto) es que mató a otra persona. Morirá asesino. Aunque
todavía no lo sepa.
También están los otros. Festejando
la muerte y exigiéndola. "No es persona, ni se merece que lo
atiendan" dice uno "Que lo lleven a la cárcel y lo maten" dice
otro. Una mujer se acerca e increpa al moribundo. Otro grita: "Rata, te
dejaron tirado".
El asesino se acerca y le grita:
"Te voy a matar" y lo golpea. No sabe que ya lo hizo. El pibe se
protege la cara como puede. Nadie hace nada por protegerlo.
Ninguno de los presentes sabe que al
otro día un diario de mierda titulará "El ladrón abatido por el carnicero
había matado con su auto a otro delincuente"
Ninguno de los presentes sospecha que
cuatro meses antes habrían festejado viendo como el pibe (en ese caso en el rol
de asesino) atropellaba a un chorro (otro pibe) por haber asaltado a su hermano.
Curiosa (de ser cierta) cabriola de
la vida.
Más le hubiera convenido al matador leer a Borges: "Cumplida su tarea de
justiciero, ahora era nadie. Mejor dicho era el otro: no tenía destino sobre la
tierra y había matado a un hombre."
Solo el futuro sabrá si habrá el
matador de pasarse la vida cuidándose de las consecuencias de su error, o, si,
confiando en la continuidad del círculo mortal en el que está inmerso, saldrá
una tarde en moto, a encontrarse con su destino como quién entrega una posta.
La posta que en un momento le pasará su víctima, aunque
ninguno de los dos lo sabe.
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