Hablando de música. Ah claro, no les avisé. Vamos a conversar un rato de música porque estoy un poco cansado de que lo urgente nos quite tiempo para lo importante, frase cliché si las hay pero que expresa el grado de hartazgo que me ha embebido de tanto escuchar a saramacoques que yo creía enterrados, intelectualmente hablando, y que recuperan su voz y espacio, no tanto porque los medios serios les den alas sino porque hay toda una porción de la sociedad que tiene un sorete atravesado de oreja a oreja que no le permite poner en on las neuronas correspondientes a la memoria.
Así que, llamalo escapismo o evasión, pero voy a volcar al teclado algunas reflexiones que me inundan en estos días acerca de la música, arte al que le tengo algo más que respeto y en el que he profundizado medianamente en mi condición de escuchante dedicado y prolijo y algunas vez pegándole unos palazos a la batería.
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Los concursos de “Talentos”
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Al contrario de lo que opinan los jurados de esos concursos (jurados cuyas condiciones para evaluar algo relacionado con la música están en duda desde el principio, ponele, Lucía Galán de Pimpinela) yo no creo que un buen cantante sea el que puede interpretar una canción de cualquier género. Tampoco creo que eso indique que sus condiciones técnicas son mejores: a lo sumo es una manifestación de maleabilidad lo que no es bueno en todos los casos.
El problema aquí es la autenticidad del que canta. Y alguien que canta e interpreta cualquier cosa no puede ser auténtico en ninguna, o, si lo es en alguna, esa autenticidad se diluye en medio de la impostura.
Me dirán que Mercedes Sosa también era una intérprete y que además transitaba muchos géneros musicales. Contestaré que eso es bien otra cosa. Mercedes provenía del folklore e interpretaba las canciones con ese sello particular. Y era auténtica porque sumaba a su repertorio sin perder la impronta que la hacía única. Ella ya era Mercedes Sosa cuando incorporó canciones del rock argentino, por ejemplo.
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Abuso del “soul”
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Siguiendo con los concursos antes citados, en la mayoría de los casos los entrenadores o “coach” como se dice ahora para aumentar el glamour, le enseñan a sus alumnos técnicas provenientes del soul.
Ya es hora de protestar contra ese abuso. No todos pueden ser Gregory Porter, Rox, Janelle Monaé, India Arie o un gran etcétera que me llevaría varias páginas desglosar. No hace falta replicar en cada vocalización las escalas del soul ni en todas las canciones sirve como método de interpretación. Dada la riqueza vocal que requiere, abordarlo sin tener las condiciones objetivas necesarias produce lisa y llanamente el ridículo y, cuando se tiene con qué, aplicarlo a todo el repertorio hace que muchas canciones que precisan un enfoque distinto, se vuelvan barrocas, pesadas, recargadas.
Párrafo aparte merecen las técnicas teatrales que intentan enseñarles a los protocantantes para que incorporen dramatismo a sus presentaciones. Muchos actores ilustres muertos volverían a fallecer si pudieran ver ese otro abuso.
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Los salieris de los salieris
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Los Nocheros le han aportado al folklore musicalmente hablando, nada o casi nada. Se les reconoce potencia y afinación, una banda soporte excelente y una producción impecable. Y pare de contar.
El repertorio de Los Nocheros es mediocre tirando a francamente malo. Los arreglos, la orquestación y demases detalles técnicos son convencionales y ya se han escuchado muchas veces.
Desistamos de la discusión acerca de lo popular y lo masivo que tendría que venir a continuación de estas primeras apreciaciones pero vamos a dejar en suspenso hasta que se me encienda una nueva neurona.
En resumen, basta con que existan Los Nocheros, no hace falta que aparezcan y se multipliquen grupos que los replican al infinito, duplicando además sus desaciertos (que vistos a la distancia parecen lo contrario).
Cada vez que se encienden las luces de algún festival folklórico ahí vienen como manada los grupos que pretenden coparles la parada incluso siendo más efusivos y exagerados.
Basta muchachos.
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Bonus Track
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Y ya que estamos: resulta que el grupo francés Daft Punk se llevó una pila de Grammy y muchos se están preguntando porqué. Ensayemos un par de explicaciones: el tema que distingue al disco Random Access Memories “Get Lucky” cuenta, además de sus autores, con el aporte de Nile Rodgers, Pharrell Williams, Omar Hakim y Nathan East. La elaboración les llevó 18 meses y una innumerable cantidad de grabaciones (el tiempo invertido no es indicador de nada, aunque sí de laburo).
El disco en si es un trabajo redondito y, esto parece una excentricidad, posee unidad conceptual. Fue creado con una idea de fondo y grabado en torno a ella.
Por eso uno puede escuchar todo el disco y no hay canciones de relleno (como en aquel recordado Ok Computer de Radiohead, salvando las diferencias de género).
Le dieron el Grammy como disco de pop, pero no es solo pop, aunque si lo es pero es también otro montón de cosas: Random Access Memories contiene guiños para casi todo el que escucha música y escucha en serio. Contiene referencias al funk, al rock, a las diversas vertientes de música electrónica que andan por ahí (con un particular homenaje a Giorgio Moroder), a la música clásica, a la música disco, etc. Pero excede además el mundo pop dada la duración de varias de sus canciones y los arreglos progresivos que se pueden advertir en algunas (como en "Touch" por citar una).
Que dos DJs franceses que tienen casi cuarenta años cada uno hayan creado Random Access Memories no implica que la música esté en decadencia. Al contrario. Indica que nunca hay que olvidarse de la música a la hora de pensar y grabar un disco.
Tenemos demasiado personaje por ahí poniendo el carro delante de los caballos. Primero va la música muchachos. Después viene todo lo demás.
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Conclusiones
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Claro que todo lo anterior son opiniones. Desautorizadas por otra parte. ¿Qué esperaban? ¿Críticas de Marcelo Arce?