Lo bueno del exotismo es que se cae en minutos frente al mundo real, ese que acostumbran mentar como ejemplo aquellos que, justamente, persisten en sostener dogmas económicos que no tienen sustento.
España, por ejemplo, citada por nuestros alumbrados como modelo de pulcritud moral y administrativa. A poco de andar esos presupuestos, esas peticiones de principio se derrumban.
Acá,
acá y
acá lo pueden comprobar.
Claro está, nuestros iluminados dirán que es nada más que un error y seguirán con sus comparaciones que, como decía mi abuela, son odiosas.