domingo, 28 de junio de 2009

CCLXV: Film crepuscular

Fluyen dulces segundos bajo el marco del ventanal, como en una cascada perfecta que se aventura en su camino insoslayable hacia la comunión con el amplio lago, donde los hilos de agua perecen. Mis sueños se aventuran inermes a ese destino imantado, que sublima mágicamente el aleteo de blancas gaviotas. Sin saber por qué, exhibiendo orgullosas su plumas, extienden las alas y se echan a volar sobre este frío hiriente, sabiendo que no hay bajo el cielo infinito, rincón que no puedan visitar, si así lo dispusiesen sus ansias. Aves migratorias, se rebelan fortuitas contra el claustro de mi mente obstinada y se marchan sin decir adiós. Dormido en un sueño de aromas pasados, sigo viviendo el film que el amor rodó, permitiéndome ser extra del milagro de converger contigo en aquella hermosa historia inmortal. Horizontes y gaviotas, fluyendo junto al tiempo.

sábado, 27 de junio de 2009

CCLXIV: Hurtos 11 - Ecclesiastes, Holy Hebrew Bible

For everything there is a season,
And a time for every matter under heaven:
A time to be born, and a time to die;
A time to plant, and a time to pluck up what is planted;
A time to kill, and a time to heal;
A time to break down, and a time to build up;
A time to weep, and a time to laugh;
A time to mourn, and a time to dance;
A time to throw away stones, and a time to gather stones together;
A time to embrace, and a time to refrain from embracing;
A time to seek, and a time to lose;
A time to keep, and a time to throw away;
A time to tear, and a time to sew;
A time to keep silence, and a time to speak;
A time to love, and a time to hate,
A time for war, and a time for peace.

Ecclesiastes 3:1-8

jueves, 25 de junio de 2009

CCLXIII: Medio y medio

Muchos viajan a buscarse; otros, mejor aún, viajan a encontrarse. Será quizás, que en la rutina diaria no podemos tomarnos el tiempo necesario para focalizar la atención en nuestra propia alma, para leer implícitamente que rumbos ha de tomar para saberse realizada, para deleitarse de felicidad, para sentirse, al fin, en paz. Pero otros, que en alguna circunstancia hemos viajado por la certeza de que es menos triste morir un poco lejos de casa, caemos tarde en la cuenta de que no somos uno, que necesitamos. Que mi yo interno se moldea de acuerdo a la compañía que soporte mis amaneceres, o se sienta "en casa" en mis atardeceres. Porque quizás ese sea yo, ni tan de una forma, ni tan de otra. Con mi sonrisa o mis lagrimas dependientes de los labios que me contagien amor en cada capítulo de mi vida. Sí, quizás sea así de incompleto. Expectante, necesitado, triste...

domingo, 21 de junio de 2009

CCLXII: Canciones de amor

¿Qué está pasando con las canciones de amor que cada vez me suenan más ajenas, tan distantes? Pareciera haberse perdido ya toda consecuencia armónica arpegiada y menor, de esas que encierran a los sentidos en un recuerdo sin retorno. Todas esas canciones tristes, esos versos nostálgicos de llanto y vuelta a historias finitas, esos rechazos indefectibles y filosos como la hoja de la afeitadora que tan poco frecuento, parecen haberse esfumado repentinamente. Exijo esas miserias me sean cantadas nuevamente junto al más dulce bandoneón, y que acompañe así al exilio a mi oxidado corazón. Clamo misericordia divina, para que esas palabras se inyecten en mis venas, devolviéndome así la sangre de sentirse vivo, al menos una vez más. Porque es ahí, en la chance, donde reside la esperanza. En la más mínima posibilidad de que nos den vuelta la cara durante el resto de nuestras vidas, es donde duerme el anhelo de saberse libre. Y es esa grieta donde se vuelca una gota de ilusión a cada lágrima, la que cicatrizó hace ya un tiempo ausente y ensordeció desde entonces hasta el amargo sonido de la brisa que agolpa las espigas del nunca jamás.

miércoles, 17 de junio de 2009

CCLXI: Nos veremos otra vez...



Aunque te abraces a la luna,
aunque te acuestes con el sol.
No hay más estrellas que las que dejes brillar,
tendrá el cielo tu color.

No estés solo en esta lluvia,
no te entregues por favor.
Si debes ser fuerte en estos tiempos,
para resistir la decepción
y quedar abierto mente y alma,
yo estoy con vos.

Si te hace falta quien te trate con amor.
Si no tenés a quien brindar tu corazón.
Si todo vuelve cuando más lo precisás,
nos veremos otra vez.

No estes sola en esta lluvia,
no te entregues por favor.
Si debes ser fuerte en estos tiempos,
para resistir la decepción
y quedar abierta mente y alma,
yo estoy con vos.

Si te hace falta quien te trate con amor.
Si no tenés a quien brindar tu corazón.
Si todo vuelve cuando más lo precisás,
nos veremos otra vez...

martes, 16 de junio de 2009

CCLX: Transferencia

Ojalá pudieras comprender mis lágrimas, mis dolores de estómago, mi impotencia no manifiesta. Te regalaría un segundo de mi sentir, para que supieras lo que es la ausencia, y lo cambiaría por un segundo de tu hoy, del quiebre y del adiós a esos viejos estigmas, que te marcaron fuerte y hoy se niegan a tu deseo de dejarlos ir. Le pediría a algún brujo que nos intercambiara sentimientos por cuestión de segundos, sólo para aprender a comprender -o mejor dicho, para aprehender a comprehender(nos)-. Y tal vez no seguir luchando contra molinos inertes, sino vivir la dicha de disfrutar de este camino tan hermoso y efímero, como merecen vivir todos los seres humanos en alguna de sus vidas. "En esta nos encontramos"...

jueves, 11 de junio de 2009

CCLIX: Poema egoísta

Me encuentro quieto, y en movimiento, 
cantando una purga desencantada. 
Alzando al cielo mi saña más venerada, 
un susrpiro, una mirada. 

Es letargo inconducente aquel adiós, 
una y mil veces, siempre adiós; 
la ignominia de ser firme vencido, 
por ser digno, por amor. 

Y en su llanto, ya tan mío,
sin palabras ni razón;
hoy no hay cuentos sin un tiempo de descuento,
sin su risa, sin perdón, sin pasión.

miércoles, 10 de junio de 2009

CCLVIII: Sin despedidas

¿Hace falta estar solo una vez más? ¿Y otra? ¿Cuántas veces se aventurará a repiquetear sobre mi espalda el tortuoso látigo de los pasos caminados? Amanecer de una Alberdi entre la bruma, viendo rostros divinos, adolescentes, con el delineador corrido por las lágrimas derramadas. Y así sólo reafirman la creencia de que crecer es perder. Cuanto más perdemos más crecemos y cuanto más crecemos más perdemos. Es una ecuación absoluta, real, miserable. Pútrida, asquerosa y maquiavélica. ¿Quién quiere crecer perdiendo? La señora de negro que cruza la calle a paso firme, casi militar, me regala una mirada de congoja. Un sórdido perdón por ser humana como el alba. Y esas oscuras lágrimas, hoy recorren las nervaduras incipientes de una hojita maltratada por el otoño. La hojarasca alfombra un asfalto ensangrentado por un desdén inexpugnable. Y en historias que se entrelazan entre un pasado simple y un pasado perfecto, recuerdo cada ocasión en que la despedida quedó entorpecida. Aprendiendo así, quizás, a no decir adiós. Aprendiendo a dar media vuelta, suspirar, y partir hacia el nunca jamás.