Estos días son un tanto especiales para la mayoría de
nosotros. En parte porque las tradiciones se mantienen y parece que es necesario
que te recuerden que compartir es imprescindible, también parece que tienen que
recordarte que querer y que te quieran te alegra el corazón y que el alma se
pone en pie ante la gente buena. Y además, nos recuerdan sin descanso, que todo
esto debe estar acompañado de regalos, de felicidad, de buenos propósitos, de
buenas comidas y de qué sé yo… Y mientras, el mundo sigue girando con su incomprensible
proceder, bien alejado de todo lo importante. Qué paradoja… una más.
Junto a toda esta vorágine conviven, como el resto del año pero
por alguna razón con más intensidad, los recuerdos de otros tiempos pasados, los
momentos compartidos con personas que ya no están o ya no son lo mismo, los
besos al aire y las sillas vacías. Convive la soledad y el buen hacer de mucha
gente que no hace ruido pero hace lo que puede para sobrevivir a estos días un
tanto especiales.
Marta decía que aunque no soportaba esta algarabía, era el
único momento del año en que todo parecía correcto y que cada cosa ocupaba su
lugar.
Cristina, que vivía lejos, buscaba el calor de la familia.
Pili decía que quería celebrar estas reuniones más que nada
por sus padres… “Vaya usted a saber si es
el último año que podemos hacerlo”, y así pasaron muchos.
Lucía no quiere morirse en estas fechas tan señaladas… “Menudo recuerdo les quedaría a mi familia
para el resto de sus Navidades”.
Elena quiere llegar al menos a su cumpleaños, que es el 12 de
enero. “Si… yo creo que llegaré,… qué os
parece?”.
Antonio no quiere pasarlas en la residencia. “Si al menos uno de mis hijos me llevara a
su casa estos días... Desde que no está mi mujer ya nada es igual”.
Benita hará un puchero del que disfrutarán su hija, “Quizá el último…”, y su nieto.
Jesús sólo pide no sufrir en estas fechas para no amargarle
la fiesta a su familia y, sobre todo, que no tengan que ingresarlo. “Las Navidades en el hospital son muy
tristes…”.
Bruno sólo pide no tener dolor para poder disfrutar de la
compañía de su nieta.
Y yo… sólo quiero que me dejen como estoy. Y en caso de
pedir, pido salud, que es lo fundamental para continuar. Fuerza, ganas, mente
clara. Paz y amor. Quizá un unicornio azul. De lo demás creo que podré
encargarme yo. Tampoco quiero sobrecargar…
Sigo pensando que la Felicidad es una Actitud y la Vida un
Regalo.