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viernes, 29 de julio de 2022

JOSÉ "ZAPETTI" EN LOS RECUERDOS DE POLERÓ

Federico Madrazo y Kuntz, Detalle del Retrato de Vicente Poleró 1873 MNP 

La lectura de las memorias de Vicente Poleró con el título Recuerdos de Antaño que han sido legadas por sus descendientes a Patrimonio Nacional, nos han permitido conocer nuevos detalles de su vida personal y profesional. Interés especial teníamos en comprobar el relato original que dio lugar al artículo publicado por Francisco Alcántara (1854-1930) en la revista "Madrid Científico" (1902) que originó el llamado "Enigma Ramos-Zapetti" al que ya dedicamos un artículo en este blog. 

Concluíamos entonces con la convicción de que el mencionado artículo no encerraba una, sino dos historias que habían de ser separadas y tratadas de modo independiente para conseguir su total esclarecimiento. La primera historia relativa al apellido Zanetti, tenía que ver con el pintor-grabador José María Zanetti Paret (Lérida, 1797 - Roma, 1854), que realizó sus primeros estudios artísticos en Zaragoza y que se trasladó pensionado a Roma, donde se sitúa la narración relacionada con los inicios de la fotografía y su probable inclusión entre los pioneros inventores, cuya trayectoria ha investigado el profesor Hernández Latas de la Universidad de Zaragoza. 

La segunda, que guarda relación con el apellido Ramos, deriva exclusivamente del retrato presentado en la revista con el supuesto nombre de José Ramos Zapetti y la búsqueda de la verdadera identidad del retratado. La investigación, en este caso, me condujo, a través de documentos de toda credibilidad, a su indudable identificación como el pintor madrileño Francisco Javier Ramos y Albertos (Madrid, 1746 – 1817)

El relato sobre el pintor-grabador Zanetti, aparece dos veces en los Recuerdos con ligeras variantes. Poleró dice haber intentado dar a conocer su historia en diversas ocasiones haciendo una crítica poco velada a su colega y amigo Ossorio y Bernard: 
        
"Y a propósito de la fotografía voy a referirle a V. un episodio relativo a la misma y del cual nadie se ha ocupado hasta hoy a pesar de haberlo referido varias veces y especialmente hécholo notar a mi amigo D. Manuel Osorio y Bernal, [sic] cuando, con más entusiasmo que precisión, escribió el Diccionario Biográfico de Artistas Contemporáneos". 

A la posibilidad de confrontar la historia contada por Alcántara con los Recuerdos de Antaño de Poleró, hay que unir también la aparición de una nueva fuente, el propio Federico Madrazo, que habla del mismo tema en una entrevista realizada en 1890 (dada a conocer por el profesor Hernández Latas en El Heraldo 13.6.2019). 

El primer relato de Poleró 

Se inicia en el contexto de una charla con Federico Madrazo sobre la influencia de la fotografía en las Bellas Artes: 
               "Hablando un día con mi amigo D. Federico Madrazo sobre los adelantos de las Bellas Artes y muy especialmente los conquistados por la fotografía, a la vez que me dibujaba el carácter especial que distinguía a un condiscípulo suyo, en Roma, llamado José Zapetti, natural de Zaragoza y el que me dijo ser un ente sumamente raro, aunque de afable trato y que más bien que en el Arte, pudiera ser cualquiera cosa a que se hubiera dedicado llegando a ser notable y especialmente en lo que tenía relación con los estudios químicos. Hallábase en Roma escaso de recursos y bien fuera por esto, o porque su natural le empujase a la sobriedad, ello es, solo en su estudio se arreglaba su escasa comida que regularmente partía con un perro inseparable compañero suyo..." 

El segundo relato de Poleró 

Cambia el contexto de charla por el de una narración: 
            "En la época en la que Federico de Madrazo residió en Roma, estudiando, tuvo un compañero llamado Zapetti, natural de Zaragoza, que por las cualidades de su carácter se había hecho querer de todos sus condiscípulos. Como la pensión que tenía no alcanzaba mucho, vivía con grande economía, reuniendo en el cuarto que tenía alquilado, el estudio, la cama y la cocina y por único compañero, un perro al que llamaba Mambrino. .../... Más que el estudio del arte, se dedicaba  Zapetti a experimentos químicos por lo cual sus compañeros le conocían como el nigromántico y siempre que iba a verle, Federico y D. Carlos Ribera a los cuales debo estos detalles, lo encontraban ocupado en hacer experimentos combinando unas sustancias con otras, asegurándoles que muy pronto les daría a conocer admirables resultados que vendrían a refluir en beneficio de todos y muy particularmente, en provecho de los artistas que no tendrían necesidad de alquilar modelos ni gastos en maniquís para el estudio de paños. "

El relato de Federico Madrazo

La fuente que debemos considerar más directa de esta historia por tratarse de un testigo directo, es la de Federico Madrazo quien habla del pintor Zanetti (D. José) en el reportaje monográfico que le dedicó La Ilustración Artística en 1890. El pintor recuerda bien el nombre del artista, centra las circunstancias y el tiempo de la anécdota y aunque imprecisa en algún aspecto, resulta la fuente primaria más fiable: 

        "El pintor Zanetti (D. José), un poco poeta y un poco músico y un poco mecánico, español, de Zaragoza (que vivía en Roma en Santiago de los Españoles, en Plaza Navona, donde tenía una sala inmensa y destartalada que le servía de estudio, de laboratorio, de todo, pues que todo hacía, hasta una máquina para volar), nos enseñó a varios amigos suyos, españoles, las primeras imágenes de la cámara oscura fijadas por él de un modo bastante imperfecto en verdad, no recuerdo sobre qué materia, pero sí que eran de un color violáceo y que eran dos o tres vistas de las casas y monumentos que tenía frente a sus ventanas; esto era por los años 40 o 41". (La Ilustración Artística 1.7.1890) 

En sincronía con el recuerdo comentado, el retrato del pintor y litógrafo José Zanetti, hoy en el Museo del Prado, fue realizado por Federico Madrazo en 1842. Hay que señalar que el aspecto pulcro y conforme a la moda de los artistas de la época que presenta el modelo, no parece responder ni al comentario de Poleró"Tan raro como en esto era en el vestir su siempre descuidada persona", ni a la interpretación de Alcántara: "Su traje era tan raro como sus costumbres". 
Federico de Madrazo. Retrato del pintor y grabador José Zanetti. Roma, 1842 MNP

La historia contada por Alcántara sobre el inventor de la fotografía
Francisco Alcántara en 1911, Fotografía de Kaulak

El artículo que dio origen a esta historia, se publicó en 1902 en el nº 398 de la revista "Madrid Científico", a pesar de que su autor se había comprometido a enviarlo a la revista "La Fotografía" dirigida por el célebre Antonio Cánovas, quien la publicaría en Marzo de 1903 con una disculpa previa de Francisco Alcántara: 

        "Amigo, Cánovas; no es mía la culpa. Yo le había escrito á usted un artículo para su Revista, pero precisamente cuando se lo llevaba, tropecé con mi también querido amigo el Director del Madrid Científico, hablamos, y se me escapó el asunto de mis cuartillas ... ¡Tuve que dárselas!. .. La noticia era de interés y quiso ser el primero en divulgarla. Ya se ha publicado. Le autorizo á usted. para que reproduzca el artículo en La Fotografía."

El artículo publicado introduce desde el inicio de su narración detalles que no se encuentran en las memorias de Poleró que ahora hemos podido conocer, a pesar de que Alcántara inicia su narración diciendo: "Copio de las memorias de Poleró cuanto se refiere al que parece ser inventor de la fotografía en España": 

    «Por los años de 1834 al 40, hallándose don Federico de Madrazo estudiando en Roma, había un joven pintor llamado José Ramos Zapetti, natural de Zaragoza, pensionado por un paisano suyo. Más que para artista pintor, Ramos Zapetti había nacido para químico. Por las cualidades de su carácter se había hecho querer de todos sus condiscípulos... » 

Como vemos, Alcántara, a pesar del entrecomillado, no transcribe literalmente ninguno de los dos relatos de Poleró e introduce en la historia un nuevo apellido, "Ramos", que no figura en los Recuerdos, incluyendo a continuación una imagen del presunto retrato del protagonista con esa recién creada identidad.
Retrato que aparecía en el Artículo de la revista Madrid Científico en 1902

¿Por qué incorpora F. Alcántara el apellido Ramos que no aparece en los Recuerdos de Poleró?  

La lectura de los relatos contenidos en los "Recuerdos de Antaño" de Poleró, así como de las anotaciones directas de Federico Madrazo, ponen en evidencia que la única causa de relacionar al pintor José Zanetti con el retrato mostrado en el artículo periodístico se debe exclusivamente a la intervención directa del escritor Francisco Alcántara, que incorpora el apellido Ramos, que no figura en ninguno de los apuntes mencionados. Si retirásemos el apellido Ramos de la historia, se eliminaría automáticamente el retrato asociado a él, con lo que desaparecería la duda que se había planteado al intentar ligar el conocido autorretrato del pintor Francisco Javier Ramos con las vivencias del presunto iniciador de la fotografía, el aragonés José Zanetti

A falta de otra explicación tenemos que pensar que el Sr. Alcántara introduce de forma consciente elementos ajenos a la narración con el único objeto de "redondearla" y darle una visibilidad con la imagen de su presunto protagonista. 

Pero, como ya sabemos, Alcántara reproduce en su artículo el retrato de un conocido pintor, Francisco Ramos (1746 - 1817), anterior en medio siglo a José Zanetti, como atestigua además su modo de vestir, y sabedor de la falta de coincidencia entre la imagen y el personaje de la historia, modifica el apellido del artista aragonés incorporándole el apellido Ramos y, en consecuencia, cambia la identidad del retratado añadiéndole el apellido Zapetti. Que el articulista conoce la identidad de la persona retratada se pone en evidencia cuando añade al final del relato: "...el retrato del pintor y químico de Zaragoza fué adquirido á Poleró por el marqués de Santa Marta y hoy debe figurar en las galerías de sus herederos...", ya que el retrato había sido efectivamente catalogado por el propio Poleró como Retrato de D. Francisco Ramos, pintado por él mismo.- en la colección de dicho marqués en 1875, (en la actualidad en la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno). La amplia descripción e historia del personaje que aparece en el Catálogo de la colección del marqués de Santa Marta indica que Poleró lo investigó a fondo, lo que formaba parte de su práctica habitual, incorporando la información al catálogo. 
Det, de la página 136 del Catálogo del Marqués de Santa Marta, 1875

Izq. Pag. del Catálogo de la Exposición de Pinturas Españolas de la primera mitad del siglo XIX. 1913.   64.- Auto-retrato por D. Francisco Ramos. Propiedad del Excmo. Sr. Conde de Torre Arias
Der. Autorretrato de Francisco Ramos. Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno.

Sabemos que Poleró no conoció a Zanetti, por lo que su imagen le era desconocida. Solamente cabría la posibilidad de que hubiera visto el retrato pintado por Madrazo, que de ningún modo podría confundirse con el de Ramos. Por ello Poleró nos sorprende cuando indica al final de su relato: 
        "En el catálogo manuscrito y parte impreso que va unido, de todos los retratos que poseo adquiridos a fuerza de paciencia, de tiempo y de trabajo, todos ellos de personas notables, se encuentra el de Zapetti." 
Ese catálogo de retratos que menciona no figura entre los Recuerdos de Antaño. Cabe la posibilidad de que esta información sobre el retrato pudiera haber sido añadida por la persona que transcribió o mecanografió las memorias en las que además incorporó la fotocopia del artículo de Alcántara publicado en Madrid Científico.

Es posible que el "octogenario" Poleró pudiera tener un lapsus de memoria y confundir el nombre del pintor Zanetti por Zapetti; incluso, aunque mucho más difícil, es que al cabo del tiempo atribuyera su personalidad a otro artista bien conocido por él por haber restaurado su retrato e investigado su identidad y su historia; pero no cabe la indulgencia de la edad o la falta de memoria para el Sr. Alcántara, quien, consciente de la falta de coincidencia entre la historia y el retrato, decide modificar el apellido del protagonista para conciliar la discrepancia.

En las conclusiones de su investigación el profesor Hernández Latas habla de una doble imprecisión de la historia: la del propio Poleró que registra un relato recibido por transmisión oral y la de su transcripción posterior por el crítico Francisco Alcántara, provocando entre ambos un error en la historiografía de la fotografía durante más de un siglo. La aparición del testimonio directo de Madrazo debería ser suficiente para poder situar a Zanetti en el lugar que le corresponde en esta historia e identificar su imagen, exclusivamente, con la captada por el maestro del retrato de la época Federico Madrazo.

Otras "intervenciones" de Alcántara en el relato

No fue esta la única licencia que se permitió el escritor del artículo, ya que introdujo ciertas informaciones que no aparecen en el texto de los Recuerdos, pero que figuran entrecomilladas como si de una transcripción textual se tratara. Aporta datos o comentarios que desvirtúan el relato y lejos de aportar claridad inducen a confusión. 

Así Alcántara, a diferencia de Poleró que no menciona fecha alguna, sitúa la escena entre 1834 y 1840, periodo que no resulta coincidente con la trayectoria personal de Federico Madrazo, que databa cartas y diarios de tal modo que nos permiten hacer el seguimiento temporal de su vida con poco margen de error. Como ya indicábamos en el artículo del blog arriba citado, es un hecho que Madrazo no llega a Roma hasta octubre de 1839, habiendo conocido personalmente el invento de Daguerre antes de dejar París. Por su parte en su relato Madrazo dice:  "esto era por los años 40 o 41".

Poleró comenta, dando un cierto toque dramático -probablemente infundado- al relato,  que Zanetti "vivió en la miseria y murió en el olvido" y Alcántara añade de su propia cosecha que falleció "unos cuatro años después de realizar su descubrimiento". No parecen ser ciertas ninguna de estas afirmaciones ya que hoy sabemos que Zanetti falleció años más tarde en Roma, concretamente el 8 de julio de 1854, a los 57 años, teniendo propiedades, pues la Gaceta de Madrid, de 30.6.1865 publica un llamamiento de su testamentaria a posibles herederos del pintor en relación con las mismas.

Una curiosidad es que el nombre del perro no era Maestrino, como sin duda por error debió transcribir Alcántara, sino Mambrino; nombre mucho más castizo que lo relaciona con la famosa anécdota quijotesca.

Hemos de concluir tras la lectura de los Recuerdos de Antaño de Vicente Poleró que ya no podremos seguir hablando de enigmas en relación con los apellidos Ramos y Zanetti. Cada uno de los integrantes de este binomio tiene una personalidad y una historia propia distinta y distante en el tiempo, aunque la sorprendente manipulación de un escritor, generalmente bien considerado en el mundo de la cultura, los haya unido en una crónica periodística.


Puede leerse el artículo de Alcántara completo de la revista Madrid Científico núm. 398 de 1902, en la Hemeroteca digital de la BNE.

viernes, 29 de abril de 2016

RAMOS # ZAPETTI - ENIGMAS CRUZADOS

Una historia contada por Francisco Alcántara Jurado, publicada en el nº 398 de la revista Madrid Científico en 1902, relativa a los inicios de la fotografía y a la posibilidad de que un español, concretamente un zaragozano apellidado Ramos Zapetti se encontrara entre los pioneros inventores, ha sido el origen de diferentes indagaciones encaminadas a identificar al personaje del que, sorprendentemente, nadie sabe nada, hasta el punto de que la búsqueda ha sido bautizada como el "Enigma Ramos Zapetti"

Madrid científico 1902. Colaborador: Francisco Alcántara

Tendemos a dar credibilidad a aquello que vemos escrito en documentos que tienen una cierta antigüedad y además en este caso la historia apareció en una revista de carácter científico divulgativo  aunque, como veremos más adelante todo es susceptible de interpretación y la memoria a veces juega malas pasadas, sobre todos cuando nos encontramos ante personas de una cierta edad y frente a anécdotas en las que intervienen muchos actores.

El autor de la crónica, Francisco Alcántara, (1854-1930) natural de Pedro Abad (Córdoba), fue un hombre de amplia formación y gran predicamento, profesor de la Escuela de Artes Industriales, colaborador como crítico de arte en diarios y revistas, que estuvo relacionado con Giner de los Ríos y la Institución Libre de Enseñanza, con M. Bartolomé Cossío y Aureliano Beruete y mantuvo una estrecha amistad con José Ortega Munilla, padre de Ortega y Gasset quien se referirá a Alcántara como “mi maestro”.

La fuente de información primaria, bien conocida en este blog, es Vicente Poleró y Toledo, personaje digno de toda confianza, ganada por su amplia formación y erudición, plasmada en más de una docena de publicaciones relacionadas con el mundo del Arte, museos, colecciones, restauración, grabado y un largo etcétera.
Federico Madrazo, Retrato de Vicente Poleró 1873
 MNP  Depositado en el Museo de Lugo


¿EL INVENTOR DE LA FOTOGRAFÍA?

Así se titulaba la crónica que Francisco Alcántara publica en 1902 en la revista Madrid Científico y merece una lectura detenida. El cronista cuenta que realizando una visita al pintor y restaurador octogenario D.Vicente Poleró, a quien colma de elogios, se puso a hojear unos tomos en los que éste había recogido sus memorias:
       "Chocóme al hojear uno de dichos tomos el retrato, cuya reproducción acompaña estas líneas y obtuve sobre él los siguientes pormenores: 
Retrato que aparece en la publicación citada

        "Lo adquirió de un chamarilero antiguamente establecido en la Carrera de San Jerónimo, ... Después de limpio y aderezado mostróse una pintura de mérito. Púsose á investigar quién sería el retratado sin conseguirlo, hasta que un día y aquí llega el momento en que la casualidad presta gran interés científico a las investigaciones del artista, fue a su estudio don Federico de Madrazo a quien sorprendió grandemente la pintura, reconociendo en ella acto continuo a su compañero de Roma, José Ramos Zapetti, natural de Zaragoza."

Hasta aquí la crónica resulta creíble en todos sus aspectos; sabemos que Poleró tiene la afición de adquirir pinturas antiguas de ocasión y restaurarlas y que mantiene una relación de amistad con Federico de Madrazo que además será su jefe directo como Director del Museo Nacional de Pinturas (El Prado) en su trabajo de restaurador oficial de la institución. 

Las dificultades comienzan con la transcripción que Alcántara dice realizar de las Memorias escritas por Poleró sobre el personaje retratado:

      «Por los años de 1834 al 40, hallándose don Federico de Madrazo estudiando en Roma, había un joven pintor llamado José Ramos Zapetti, natural de Zaragoza, pensionado por un paisano suyo."

La primera frase ya nos provoca dudas ya que Federico Madrazo no llega a Roma hasta finales del año 1839. Hasta entonces la mayor parte del periodo para el que obtuvo la beca lo pasó en París. Del 29 de octubre de 1839 es la primera carta que le escribe a su padre desde la ciudad eterna en la que le cuenta los pormenores de su llegada.

      "Más que para artista pintor, Ramos Zapetti había nacido para químico. ... Sus compañeros le llamaban el nigromántico, pues siempre que iban a verle encontrábanle ocupado en sus experimentos. ... Sobre esto daban muchos detalles, tanto D. Federico de Madrazo como D. Carlos Rivera, a quien debo estas noticias."

La entrada del pintor Carlos Luis de Ribera en el relato contribuye a aumentar las dudas sobre la historia, pues este pintor, colega y amigo de Federico Madrazo, nunca estuvo con él en Roma, ya que durante todo el periodo de su beca residió en París, desde el año 1836 al 1845, por tanto no es posible que pudiera aportar noticias de unos hechos acaecidos en Roma.

Izq.: Retrato de Federico de Madrazo pintado por Carlos Luis de Ribera (Hispanic Society) 1839
Dcha.: Retrato de Carlos Luis de Ribera pintado por Federico de Madrazo (MNP) 1839

          "Asegurábales Ramos cuantas veces se encontraban que muy pronto había de darles a conocer los admirables resultados obtenidos con su cámara oscura, que redundarían en beneficio de todos y muy especialmente de los artistas sus compañeros que podían ahorrarse el modelo y maniquí. Un día, citados de antemano D. Carlos y don Federico, vieron asombrados reproducida en brillante lámina de cobre una figura y parte del estudio, que con júbilo grandísimo les mostró Ramos Zapetti comprobando cuanto les había anunciado."

Además del hecho de que "D. Carlos" [Ribera] no pudo asistir a la cita que se menciona por no hallarse en Roma, sorprende el asombro que se menciona, dadas las fechas del relato, en relación con el invento de la fotografía, dado que Madrazo cuando llega a Italia era conocedor de que la fotografía ya estaba inventada.

En efecto, a lo largo del año 1839, viviendo Madrazo en París, ya se habían sucedido diversas presentaciones privadas de lo que vino a llamarse el daguerrotipo, que fue oficialmente expuesto al público por su artífice, Louis-Jacques Mandé Daguerre, el 19 de agosto de ese mismo año ante la Academia de las Ciencias francesa. Estas experiencias fueron reflejadas por Madrazo en al menos seis de las cartas que en esa época dirige a su padre. En la última que le escribe antes de su partida a Roma, el 7 de septiembre, le comenta:

          "He visto por fin el resultado, o sea las pruebas, que se pueden obtener por el daguerrotipo y es verdaderamente cosa maravillosa, increíble, a no verlo. Roca [de Togores] ha comprado un aparato que ya se venden..."
Carta de Federico de Madrazo a su padre  7 de septiembre de 1839

Esto, por tanto, ocurría antes de que Federico Madrazo llegara a Roma, por ello la anécdota contada a Poleró en la que habla de "admirables resultados obtenidos  con la cámara oscura" por Ramos no podían sorprender de ningún modo a un Madrazo que había conocido personalmente en París los resultados efectivos del nuevo invento. Por ello no es posible aceptar la veracidad de esta historia, al menos en el tiempo y lugar en que se sitúa.

El colofón de la transcripción corrobora esta imposibilidad:

         "Fue éste un acontecimiento celebrado entre los artistas. Hubo quien hizo proposiciones para la adquisición del invento, que Ramos no aceptó. Unos dos años después se hizo público el invento de Daguerre».

Como hemos comentado, el invento de Daguerre ya había sido presentado en público en París en 1839 y había sido bien conocido por Madrazo antes de que fuera a establecerse a Roma por lo que esta conclusión, relativa a ese tiempo y lugar es claramente imposible.

El autorretrato de "Ramos Zapetti"

Descartada la vía de búsqueda del personaje por los hechos narrados queda la pista de la imagen reproducida en la revista de la que se dice ser el autorretrato del pintor Ramos Zapetti, siguiendo la cual se puede indagar acerca de su verdadera identidad. Empezamos buscando estos apellidos y no es posible encontrarlos juntos en ningún personaje dentro o fuera del mundo del arte. Lógicamente la dificultad está en el apellido Zapetti ya que con el apellido Ramos podemos encontrar más de un pintor español de la época.

En esta situación y con ocasión de una visita a la exposición Effigies Amicorum, en el Museo del Prado en la que se presentaban diversos retratos de Federico Madrazo realizados con distintas técnicas, veo entre los personajes expuestos al pintor y grabador José Zanetti y pienso en la posible confusión entre Zanetti y Zapetti. La información que se aporta dice que el retrato fue realizado en Roma el año 1842.

Federico de Madrazo. Retrato de José Zanetti
Firmado y fechado: Roma 1842

A pesar de la similitud del nombre y la coincidencia con el lugar y el tiempo de la narración, el cotejo de la imagen con el autorretrato de la revista resulta poco convincente, pero este nuevo nombre de Zanetti permite abrir una nueva línea de investigación.

La crónica de la revista finalizaba con una información puntual sobre el paradero de la obra:  

        "El retrato del pintor y químico de Zaragoza fue adquirido a Poleró por el marqués de Santa Marta y hoy debe figurar en las galerías de sus herederos". 

Por ello me dirijo a la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, fundada en 2012 por la marquesa de Santa Marta y condesa de Torre Arias, heredera de dicha colección de pintura, preguntando por el presunto Autorretrato de José Zanetti. A pesar de una primera respuesta negativa, insisto remitiendo la imagen publicada en la revista de 1902 y desde la Fundación me envían amablemente diversas fotografías de la obra con diferentes detalles de la misma entre los que figura la indicación de un nombre: Francisco Ramos y diversos detalles ampliados que pueden ilustrar sobre el personaje y la antigua pertenencia de la obra a la colección Torre Arias.

Original del Autorretrato reproducido en la revista Madrid Científico
Col. Fundación Tatiana de Guzmán el Bueno

La coincidencia con la imagen de la revista queda fuera de toda duda por lo que a partir de ese momento descarto la búsqueda de Zanetti, (que es la que han seguido otros investigadores, como el profesor Hernández Latas de la Universidad de Zaragoza, quien ha realizado una exhaustiva investigación en torno a ese pintor y litógrafo) y por mi parte decido continuar el camino en busca de Francisco Ramos, retomando algunos pasos anteriores relacionados con el apellido Ramos.


BUSCANDO A FRANCISCO RAMOS

La primera señal de estar en el buen camino la encontré en un Catálogo de Pinturas de una Exposición realizada por la Sociedad de Amigos del Arte en 1913.

Anuncio de la exposición en la revista Por el Arte, Mayo 1913

En el Catálogo aparece la obra con el nº 64.
Catálogo de la Exposición de Pinturas Españolas 
de la primera mitad del siglo XIX. Año 1913. 
 64.- Auto-retrato por D. Francisco Ramos. Propiedad del Excmo. Sr. Conde de Torre Arias
Imagen del Auto-retrato reproducido en el Catálogo


El siguiente paso, que no puede faltar en cualquier búsqueda, es la consulta a la Fototeca de Patrimonio Histórico, donde efectivamente se encuentra la fotografía del Autorretrato, coincidiendo el nombre del autor.
Nº de inventario: 3085 B
Título: Autorretrato
Autor de la obra:  Francisco Ramos
Archivo Moreno. IPCE

Como puede verse, el nº 64 que figura en el marco se corresponde con el número asignado en la Exposición de la Sociedad de Amigos del Arte anteriormente mencionada.

Pero la pieza de convicción fundamental proviene de un documento anterior en el tiempo: el Catálogo de la Colección de Enrique Pérez de Guzmán, Marques de Santa Marta realizado en 1875 por el propio Vicente Poleró, en el que a pesar de que no aparece la imagen de la obra se aporta una exacta descripción del Autorretrato y la identificación indubitable del pintor: D. Francisco Ramos y Albertos. 
275 Retrato de D. Francisco Ramos, pintado por él mismo.- Figura de medio cuerpo, tamaño natural. Alto, 0,60. Ancho, 0,54. (Obsérvese que el nº 275 es el que aparece pintado con tiza en la fotografía del IPCE)
       "Aparece en actitud de pintar, rodeado de varios libros de la profesión, en uno de los que se ve la firma. Su edad será de cincuenta años, su semblante animado, facciones angulosas y color arrebatado, boca de labios gruesos. Viste una especie de bata de color azulado y por encima una especie de toquilla encarnada."

En la información biográfica que aporta Poleró del personaje incluye que "En la invasión francesa fue privado de su empleo y hallándose sin recursos se vio obligado a vender a vil precio sus obras". lo que explicaría el hecho de que su retrato estuviese en manos de un chamarilero cuando Poleró lo encuentra.

En 1959 el historiador, D. Juan Contreras, Marqués de Lozoya, publica unas Cartas de Nicolás de Azara a Francisco Javier Ramos y en la semblanza preliminar del pintor hace referencia a este autorretrato de la colección del marqués de Santa Marta:

La presencia de la obra en el Catálogo nos hace pensar que sea cierta la primera parte del relato del cuadro contado por Vicente Poleró, es decir el hecho de haberlo comprado en un establecimiento de la Carrera de San Jerónimo, haberlo restaurado y posteriormente vendido al Marqués de Santa Marta, todo ello antes de 1875, fecha en que realiza el Catálogo. Es un hecho que la dedicación a la restauración que Poleró inicia tempranamente de modo autodidacta, le lleva a la adquisición de obras en el mercado de viejo con las que realizar sus prácticas. Afición que se convertirá en el fundamento de su carrera profesional y la principal razón por la que ha pasado a la historia. 

Quizás pueda sorprender que en 1902, Vicente Poleró pueda haber olvidado este extremo y a preguntas del Sr. Alcántara lo haga formar parte de una historia plagada de inexactitudes. Solo cabe pensar que el octogenario restaurador pudiera en ese tiempo tener fallos de memoria.


EL PINTOR FRANCISCO RAMOS

Francisco Javier Ramos Albertos nació en Madrid el 30 de marzo de 1746, y murió en la misma ciudad el 11 de octubre de 1817. Recibió sus primeras enseñanzas de pintura en el taller del fraile pintor y académico Bartolomé de San Antonio (1708-1782). Fue un alumno destacado pues a los diecisiete años ya ganó un premio en la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando.

Pensionado por Carlos III para proseguir sus estudios en Roma, salió de Madrid en enero de 1777 con otros cuatro jóvenes pintores para seguir su formación junto a Anton Rafael Mengs que hacía poco tiempo que había conseguido el permiso para trasladarse a Roma a causa de sus problemas de salud. Por estos años la huella de las enseñanzas de Mengs estaba muy presente en la Academia madrileña a la que Ramos siempre será fiel. Tras la muerte de Mengs se mantuvo en contacto con el diplomático D. José Nicolás de Azara, gran admirador y amigo del maestro, con quien Ramos mantuvo una entrañable amistad: hecho que se evidencia en las cartas publicadas por el Marqués de Lozoya quien considera que "El culto a Antonio Rafael Mengs, profesado por ambos con fervor de devotos, fue, sin duda, la base de esta compenetración espiritual."

Residiendo todavía en Roma, en 1787, remitió un cuadro de San Pedro curando al paralitico que fue objeto de elogio por la prensa especializada italiana: Se fosse vivo il gran Maestro, si gloriarebbe d’un tanto Scolare". La obra gustó tanto al rey que decidió quedarse con ella y encargó una copia para la iglesia granadina a la que estaba destinado y poco después le nombró pintor de cámara «con la precisa obligación de enseñar el arte de la pintura a los jóvenes que le proponga la Academia», lo que requería su vuelta a España que se realiza en 1788.

F.J. Ramos, San Pedro curando al paralitico 1783 Colección particular

La muerte del monarca dejo en suspenso ese nombramiento que su sucesor, Carlos IV no ratificó. No obstante, al llegar es nombrado académico de mérito de la Academia de San Fernando, y posteriormente, en 1794, teniente director de pintura de la misma.

De su actividad de carácter más neoclásico se conservan las obras que realizó para el embajador de Rusia Ángel Sáez y Sebastián Martinez que se conservan en el Museo estatal Arkhangelskoye (Moscú).
Francisco Ramos Albertos, Izq.: Ganímedes (1786c)  Dcha.: Hebe (1784)
Museo estatal Arkhangelskoye (Moscú)

De su mano se conservan también dibujos como el retrato de su amigo el grabador Manuel Salvador Carmona, casado en segundas nupcias, con la hija mayor de Mengs o los dibujos de personajes que fueron grabados por Doménico Cunego que se conservan en la Biblioteca Nacional de Portugal y en la de España.
F. Ramos, Retrato de Manuel Salvador Carmona (1778) BNE
Dos de los grabados de Cunego con dibujo de F. Ramos BNP

Tras la invasión francesa se quedó sin destino y padeció unos años de estrecheces "quedando reducido a la miseria y viéndose obligado, vender vil precio todos sus trabajos" (Osorio y Bernard 1868) para su subsistencia. Como hemos comentado éste puede ser el momento en que vende su retrato al establecimiento donde lo encontrará posteriormente Poleró. En 1812 es repuesto como profesor y como pintor de cámara, lo que le permite disfrutar de nuevo de su actividad aunque por poco tiempo pues la muerte le sorprende cinco años después, en 1817.

Aunque no se trata de un pintor muy conocido no es difícil hallar referencias suyas en autores de la época y posteriores, en las cuales casi siempre figura una mención explícita a su Autorretrato.

Enrique Serrano Fatigati, fundador de la Sociedad Española de Excursiones, habla de la desigual fortuna del pintor y menciona su autorretrato en un artículo publicado en La Ilustración Española y Americana el 15 de mayo de 1911, dedicado al filósofo y pedagogo suizo J. H. Pestalozzi, que fue retratado por él:

    "Revélase en esta obra Francisco Ramos Albertos como un artista que no tenía nada de adocenado, y su fama fue, sin embargo, tan escasa, y su nombre tan obscuro, que sólo llegó aquella a las columnas de los diccionarios y apenas es conocido éste de gentes que no formen en el grupo de los eruditos. Disfrutó, sin embargo, no hace aún muchos años, de honores y distinciones, leyéndose en sus biografías detalles que le hacen digno de ser más recordado."

  "De su pincel quedó en Madrid el Tránsito de San Agustín en la iglesia de la Encarnación, y por Toledo, Ciudad-Rodrigo, Jumilla, Academia de Méjico y otras localidades y corporaciones, se repartieron otros muchos lienzos suyos, unos buenos y otros apreciables, habiendo hecho también varias obras para el Embajador de Rusia, ... y un autorretrato que se conserva en la colección de Santas Martas" (sic). 

Francisco Ramos. Retrato de Pestalozzi. RABASF

El retrato de Pestalozzi, que se conserva en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, se considera una de sus producciones más acertadas y tiene evidentes paralelismos con su propio autorretrato por el fondo utilizado y por el tratamiento de la figura.

Sobre la actividad de Francisco Ramos Albertos y otros discípulos de Mengs ver “Crear artífizes yluminados en el buen camino de el Arte: los últimos discípulos españoles de Mengs de J. Jordán de Urríes y de la Colina, de Patrimonio Nacional. (Goya. Revista de arte, núm. 340, 2012).


LOS DETALLES DE LA OBRA QUE CONFIRMAN LA IDENTIDAD DE SU AUTOR

Además de que todos los autores de la época ofrecen la seguridad de que estamos ante el retrato del pintor Francisco Javier Ramos Albertos, en la obra aparecen una serie de elementos y detalles que no hacen sino confirmar la identidad del artista retratado. Esta inclusión de elementos identificativos es bastante frecuente en retratos de la primera mitad del XIX.

En primer lugar es evidente que estamos ante un pintor por la presencia de un lienzo vertical a la derecha y la paleta que el artista sostiene con la mano izquierda sujetando un pincel entre el pulgar y el índice. Todos ellos atributos habituales del pintor que se presenta "en actitud de pintar". Es probable que la obra, quizás por hallarse deteriorada antes de su restauración, hubiera podido ser recortada por la parte inferior pues sorprende que no se muestre la mano derecha.

La ropa que viste, que aparece cubierta por un guardapolvo de tono verdoso con un forro rojo-anaranjado de suave material para hacerlo confortable y abrigado, muestra detalles de calidad como la chaqueta de terciopelo azul con un adorno blanco de la que apenas se entrevé la solapa, o el pañuelo de seda coordinado con las tonalidades de la ropa que le dan un toque de distinción. Como en otras ocasiones la moda de la época es fundamental para su datación. Podemos ver el mismo tipo de bordados en retratos del mismo momento realizados por su compañero Luis Paret, también alumno de Mengs en la misma época.

Situados ligeramente detrás del lienzo se pueden ver dos libros de cierto volumen. En el lomo del superior aparece el nombre del autor clásico P. Virgilius, autor de la Eneida, dedicada al fundador de Roma, que puede representar el ideal neoclásico del pintor y al mismo tiempo su presencia en la ciudad eterna. En el volumen inferior podemos distinguir claramente, aunque esté incompleto, Tdo. de Anat [omía].
Detalle de los tejuelos de los libros en la obra

La presencia del Tratado de Anatomía, además de ser un elemento habitual para el estudio de la figura humana tiene importancia especial en este caso ya que sabemos, por el artículo mencionado del Marqués de Lozoya, que Ramos, escribe un memorial para que en la Academia madrileña se utilice el Tratado de Anatomía de Mr. Epilé, pintor del Rey de Francia en 1765, en el que además de otras razones aduce "el aprecio que Mengs hacía de este tratado, que hacía poner en manos de sus discípulos para su instrucción en este ramo importante de la pintura". Finalmente, en la esquina inferior izquierda, vemos como su brazo se apoya en otro libro oscuro en el que distinguimos claramente el nombre de su maestro y mentor MEN/GS.

Detalles de la obra

La parte trasera del cuadro, que como dice el profesor J. Mª Luzón guarda a menudo valiosas informaciones, muestra detalles que informan sobre la obra entre los que distinguimos el nombre del autor, Fr. Ramos, y la procedencia de la colección Torre Arias.


Detalles de la parte trasera en la que figura el nombre del autor y de la colección

A pesar de algún encomiable estudio queda mucho por investigar sobre este pintor y su época. Ya en 1959, el Marqués de Lozoya decía refiriéndose a Francisco Ramos: "Sería interesante un estudio de los cuadros del más fiel de los discípulos de Mengs, hoy completamente olvidado" , y en relación con su época reivindicaba "la revisión de los valores de la generación académica de fines del siglo XVIII, injustamente exaltada en su tiempo e injustamente desdeñada en el nuestro".

CONCLUSIÓN

El "Enigma Ramos Zapetti" no encierra una sino dos historias que han de ser separadas y tratadas de modo independiente para conseguir su total esclarecimiento. Habría que hablar en su caso de un "Enigma Ramos" y de un "Enigma Zapetti" o mejor "Zanetti". 

La historia relativa al apellido Zanetti, tiene que ver con un pintor-grabador que realizó sus estudios en Zaragoza y que se traslada a Roma donde se sitúa la narración de su historia relacionada con los inicios de la fotografía y su probable inclusión entre los pioneros inventores, trabajo que ha avanzado extraordinariamente el profesor Hernández Latas de la Universidad de Zaragoza.  

La segunda historia en relación con el apellido Ramos, deriva exclusivamente del retrato presentado en la revista y su verdadera identificación, es la que he intentado esclarecer en esta entrada y que salvo nuevas aportaciones, siempre posibles, me ha conducido a través de documentos de toda credibilidad a su indudable identificación como autorretrato del pintor madrileño Francisco Javier Ramos y Albertos.

Sería un error intentar casar ambas historias ya que la indudable atribución del retrato Francisco Ramos por todos los autores mencionados de la época y los documentos que avalan tal identificación no pueden en ningún caso aplicarse a la historia del pintor-grabador Zanetti, posterior en casi medio siglo, aunque los azares de una crónica periodística los haya unido. 

En todo caso y dada la imposibilidad de que el hecho que se cuenta pudiera haber ocurrido en el tiempo y lugar que recoge el artículo, si consideramos la posible verosimilitud de la anécdota narrada, habría que pensar en trasladar la investigación desde la Roma "de 1834 al 1840" al París de esos mismos años para que pudieran encajar los distintos elementos y protagonistas de la misma.

Puede leerse el artículo completo de la revista Madrid Científico núm. 398 de 1902, en la Hemeroteca digital de la BNE.