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lunes, 18 de septiembre de 2017

Había pasado poco más de un mes desde el memorable evento, y allí estábamos todos juntos otra vez. Alicia y Marcos habían insistido en reunirnos a todos, a los “amiguis” como ella nos llamaba. Sólo oírla daban ganas de ponerse a favor de los sacrificios humanos.

Me senté al lado de Javier cuando Marcos presionó el ‘play’ del video con las fotos de la boda. Empezó con un primer plano de las testigos de Alicia, sus dos mejores amigas.

Flora y Fauna... –susurró Javi mirándome de reojo, y mordiéndose para no reír.
Menos mal que ella no llevaba un velo sobre el rostro, sino hubiese sido Tío Cosa... –no tardé en responder.

Aún sin habernos escuchado, Alicia nos incineró con la mirada. Luego sonrió al resto con ese modo todo suyo, tan auténtico como una moneda de tres euros.

Las fotos continuaban a pasar, una después de la otra, y yo rogaba porque no fuera una cinta de moebius. Pensaba a ello cuando una voz, que no logré identificar, mencionó con mucha ironía que el rostro de la mamá de Marcos en la salida de la Iglesia, era la representación de la felicidad. Vi como Javier seguía mordiéndose para no explotar en una carcajada.

Ahora somos todos una gran familia; mírenme sino bailando con mi cuñado... –dijo Alicia mientras se giraba hacia atrás buscando con la vista a Daniel en el fondo de la sala.

Él no dijo nada, se limitó a mirarla fijo y sonreír de lado. Pocos sabían que años atrás habían tenido una relación, por lo cual la dicha de la neo suegra no me sorprendía.

Las fotos mostraban a los novios subiendo al automóvil que los llevaría al aeropuerto donde partían para la luna de miel; y yo me preparaba para un escapada al mejor estilo Houdini.

Esperen... –dijo Marcos. No se muevan que ahora llega lo mejor...
¡Fotografíamos toda la luna de miel! –agregó Alicia.

Me hundí en la silla, miré hacia afuera y esperaba ver al perro gigante; porque si esa no era la “Historia sin fin”, no sé cuál sería. Fueron los sesenta minutos más largos que pudiese recordar.

Cuando,  finalmente, todo terminò, me despedí de ambos.

Nos vemos prontito, amiga... –dijo Alicia, con esa manía de hablar en diminutivo, mientras se hacía abrazar por Marcos.
Sí... –respondí con mi mejor sonrisa. Por nada faltaría a las bodas de plata.

(Este relato pertenece a los "52 retos de 'El libro del Escritor'".
Es el número 21Crea un relato cargado de sarcasmo
para describir la escena de unos recién casados
que organizan una cita con los amigos para ver en conjunto
todo el reportaje de boda incluyendo también la luna de miel.)

Si quieres, déjame aquí tu huella...

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