lunes, 2 de diciembre de 2024

MISTERIOS MISTERIOSOS: EL ARCO

 


Cuando vemos documentales sobre pirámides, es habitual que surjan debates sobre la autoría de esas gigantescas construcciones cuyo origen es cada vez más discutido. De ser obras faraónicas hemos pasado a obras alienígenas, y de tumbas faraónicas a cualquier cosa menos tumbas. De hecho, actualmente nadie es capaz de datarlas de forma fehaciente. Lo mismo ocurre con otras obras similares repartidas por el mundo. Misma forma, tamaños descomunales y una finalidad que no está del todo clara. Todos los estudiosos se hacen la misma pregunta: ¿quién y para qué leches se invirtió un esfuerzo monstruoso al construirlas? Ah, misterio misterioso, y me temo que nunca lo sabremos.

Bien, pues no hace falta irse a contemplar pirámides para devanarse la sesera ya que hay mogollón de objetos que, por comunes, nadie repara en ellos. Pero, sin embargo, son artefactos muy complejos y, lo más intrigante, también surgieron por todo el planeta sin que exista, al menos en teoría, la posibilidad de propagar el invento entre primates que no tenían conocimiento de lo que había a poco más de dos o tres días de camino de sus asentamientos. Hablamos del arco. ¿Qué vaya chorrada? Bueno, bueno, ahora veremos...

Escena de caza en uno de los abrigos del Barranco de Valltorta,
en Castellón. En el mismo vemos a un grupo de cazadores disparando
sus flechas sobre una manada de ciervos. Se aprecian las hembras
con sus crías, e incluso el macho de la manada

Ante todo, debemos tener en cuenta un detalle: las pinturas rupestres donde aparecen estas armas en escenas de caza y guerra están datadas en unos 10.000 años las más antiguas. Estamos hablando del Neolítico Inicial, cuando en Europa aún no existía la agricultura y los primates veganos tenían que conformarse con recolectar lo que pillaban. En todo caso, si hay constancia de la existencia del arco desde hace al menos 10.000 años, quiere decir que ya existía antes. Ante todo, debemos considerar que el arco surgió como una necesidad para poder abatir presas a distancia, ya fuesen de caza o de ciudadanos de otra tribu. La lanza ya estaba inventada, pero es obvio que, a la hora de enfrentarse a un enemigo armado con una maza obtenida del fémur de un mamut o de dar muerte a un oso cavernario, era menos peligroso hacerlo a una distancia prudencial. El mismo razonamiento nos vale para los herbívoros que, siempre asustadizos y extremadamente veloces, eran bastante difíciles de abatir a lanzazos. Para solucionar el brete, un probo troglodita se debió pasar un año dándole vueltas al magín para idear cómo arrojar una proyectil a distancia.

Juro por mis muelas que a ninguno de nosotros se nos ocurriría esa idea partiendo del cero más absoluto porque no había nada ya existente en qué basarse y mejorarlo. Además, debemos considerar que el inventor era un fulano que farfullaba un vocabulario de unas decenas de gruñidos y que su nivel intelectual debería estar, al menos en teoría, por debajo del nuestro. No sabía cultivar la tierra, no sabía lo que era la escritura, no sabía tejer pero, sin embargo, era capaz de recrear vívidas escenas con unos pigmentos que llevan 100 siglos en perfecto estado y, además, fabricar un arma de lo más sofisticada sin tener una base de partida. Deducir que si a un palo le sacaba punta pinchaba más no era complicado. Añadirle un cacho piedra a otro palo para hacerlo más contundente, tampoco. Pero idear que colocando una cuerda en un palo podía lanzar un dardo y, encima, acertar a un blanco situado aunque sea a 10 o 20 metros, era todo un alarde.

Porque el arco, como hemos dicho, es un artefacto complejo. Sí, muy complejo, aunque su aspecto de palo con un cacho cuerda le de una apariencia muy simple. Pero un arco es una máquina capaz de transformar energía mecánica en energía cinética que, además, requiere una serie de conocimientos que cualquiera de nosotros no tiene. No todas las maderas valen, hay que saber el estado de secado óptimo de la misma para obtener su máximo rendimiento, hay que saber fabricar las cuerdas, ya sean de fibra vegetal o de tendones. Y, aún más difícil, hay que saber fabricar las flechas, cuyas puntas de sílex eran verdaderas obras de arte. Algunas son diminutas, de apenas un par de centímetros de largo, y eran sólidamente unidas al astil con una fina tira de piel cruda que, al secarse, se contraía, reforzando así el conjunto. En la foto de la derecha pueden ver el proceso de fabricación, a base de sacar mínimas lascas de una pieza de sílex con la ayuda de un trozo de asta de ciervo. En el detalle pueden ver varios tipos que nos muestran que ya tenían muy clara la morfología más idónea para dificultar su extracción al añadirles barbas y un pedúnculo de enmangue que se introducía en el astil  para fijarlas. ¿Quién de nosotros sería capaz de terminar una punta decente en menos de un mes tras desollarnos la mano 53 veces como mínimo? Pocos o ninguno, me temo...

En esta recreación podemos ver el aspecto de un punta unida al astil con una fina tira de piel. Obsérvense las entalladuras en la base de la punta para afianzarla aún más al astil. Y, por si no lo saben, el filo de un instrumento de sílex es similar o incluso superior al que se puede dar al acero, por lo que esas flechas no solo se clavaban, sino que producían una serie de daños muy importantes en los músculos, tendones y, sobre todo, los vasos sanguíneos de la víctima

Pero la cosa no queda ahí. Para la elaboración del astil se requería un vara totalmente recta, ligera y, a la par, sólida y, lo más sofisticado: ¿a qué genio se le ocurrió añadirle estabilizadores fabricados con plumas? ¿Cómo dedujo que si añadía plumas partidas en dos en el extremo del astil, éste tendría una trayectoria más estable y precisa? Y a eso, sumemos el proceso de fabricación, separando las dos mitades de las plumas y que precisan de agua para recuperar su forma ya que, tras quedar unidas al astil, habría que unir las barbas separadas al pasarles un hilo de fibra vegetal. ¿Quién leches se dio cuenta de que la única forma de repararlas era humedeciéndolas para que la queratina actuase? Muchos de nosotros no sabemos qué carajo es la queratina, y menos aún que las barbas se reparan humedeciéndolas. Yo me enteré por un documental del inmortal Rodríguez de la Fuente, pero ahora los jóvenes prefieren hacer el gamba con el esmarfon de los cojones y no saben un carajo de nada.

Pintura rupestre en Tassili n'Ajjer, Argelia, que muestra una
batallita entre primates cabreados. Las pinturas de Tassili están
datadas entre los diez mil y tres mil años de antigüedad
Veamos ahora los entresijos del arco que, en sí, tiene menos mecanismos que un chupete. Ante todo, reparemos en un detalle: desde su invención hasta el día de hoy, el principio del artefacto no ha variado un ápice. Es exactamente el mismo. Podrán variar los materiales, podrán ser recurvados, de poleas o largos. Las flechas podrán tener el astil de aluminio o de fibra de carbono, los estabilizadores de plástico y las puntas de acero, pero el funcionamiento es igual. No ha variado nada en siglos, ergo fue creado siendo inmejorable. Ya tiene mérito, ¿no? Sin embargo, si vemos un cañón de mano del siglo XV y una pistola moderna, en lo único que se parecen es en que ambas hacen "pum" y poco más. Pero el arco no. Hoy día podemos fabricar un arco réplica de uno de hace 5.000 años y obtener de él el mismo rendimiento que con uno moderno. 

Escena de caza en una cueva de Alta, en Noruega, que muestra
un cazador disparando contra un alce desde una canoa. Observen
la peculiar forma del arco, muy similar a la del arco turco. Estas
pinturas tienen unos 4.000 años
Y, como decíamos, para fabricar un arco no vale cualquier madera. Recordemos que, por ejemplo, para el arco galés era preferida la madera del tejo español por ser el que otorgaba las mejores prestaciones. No tejo inglés, francés o alemán, sino español. Por lo tanto, los probos trogloditas tuvieron que efectuar un largo proceso de prueba y error para dar con la más idónea y, además, averiguar qué momento era el más adecuado para cortar la rama y cuánto tiempo debía dejarse secar antes de acometer la elaboración del arma. Así mismo, debían tener en cuenta el veteado, así como darle una forma ahusada para obtener más elasticidad. Fabricar algo tan simple como la cuerda no era un tema baladí hace decenas de siglos. Había que buscar las fibras vegetales más finas y resistentes, trenzarlas y, una vez terminada, hacer una lazada en cada extremo y confiar en que sería lo suficientemente robusta como para soportar la tensión. ¿Y a qué eminencia se le ocurrió que los tendones eran mejores para ese cometido? ¿A quién leches se le pasó por la cabeza echar mano de los grandes tendones de las patas de los herbívoros que mataban, dejarlos secar, sacar cada fibra y trenzarlos? La mayoría de nosotros no tendríamos ni puñetera idea de que un tendón sirve para eso, y menos aún cómo trabajarlo, pero a un fulano de hace miles de generaciones sí. Manda cojones, ¿qué no?

Probo troglodita de Lakha Juhar, en la India. Observen
las flechas a la espalda provistas de estabilizadores y la
muesca del arco donde se engancha la cuerda,
posiblemente fabricada con hueso o asta 
Bien, ya hemos visto que idear, fabricar y usar un arco fue una genialidad, y salió tan bien que, pasados los siglos sigue funcionando perfectamente. Nadie ha podido superar su diseño. Si acaso, mejorar su rendimiento gracias a los materiales modernos, pero nada más. Eso no requiere genialidad, solo disponer de los medios adecuados. Pero ahora viene la pregunta que se me antoja la más misteriosa de todas: ¿Cómo es posible que el arco aparezca en pinturas rupestres de todo el planeta? Hablamos de una época en la que un fulano de China tenía complicado copiar a uno de África del Sur, por no hablar de Oceanía o de América. ¿Cómo es posible que un artefacto tan complejo surgiera en diversas partes de un planeta habitado en aquel entonces por unos milloncejos de primates cuyo mundo se terminaba cuando topaban con un río excesivamente caudaloso, por el cual no podían cruzar su impedimenta? ¿Acaso un rayo celestial impactó en la sesera de varios homínidos al mismo tiempo? ¿O también fueron los marcianos los que les entregaron el manual de instrucciones? El arco no pudo ser inventado por casualidad. No es un garrote que, al golpear en la cabeza a un cuñado, ves sorprendido que le has roto el cráneo y cae fulminado. Un arco requiere un diseño muy específico, una serie de requerimientos sin los cuales no funciona, y una selección de materiales muy meticulosa. No, no pudo surgir por casualidad, y menos en todo un planeta más o menos al mismo tiempo. Pero la cosa es que se inventó. El cómo y el quién o quienes es el misterio misterioso que, como las pirámides, nunca podremos desentrañar. Pero, ¿a que nunca habían pensado en este tema? ¿Ven como no? Ya se los advertí... Ah, y si creen que este es el único misterio misterioso sobre este tema, va a ser que no. Ya seguiremos...

Hale, he dicho



miércoles, 27 de noviembre de 2024

BESTIARIO HERÁLDICO. EL CABALLO

 


Desde mucho antes de que Noé se sacara la maestría de armador por indicaciones de Yahvé, el caballo ya había sido domesticado por el hombre. Hace pues mogollón de tiempo que los homínidos aprendieron a someter a estas bestias para ponerlas a su servicio, independientemente de que hubiera un período inicial de aproximación en el que los equinos servían de alimento hasta que se percataron de que traía más cuenta usarlos para otros menesteres más provechosos que filetearlos. Se cree que la representación más antigua de un jinete aparece en el abrigo X la cueva de La Gasulla, en Castellón, del que podemos ver un calco en la ilustración de la derecha, pero muchos expertos opinan que se trata de una superposición de dos figuras, caballo y hombre, que aparentan lo que no es. 

La teoría que se acepta de forma mayoritaria es que la domesticación del caballo tuvo lugar hacia el 3500 a.C. en Shah Tepe, un yacimiento situado en la llanura de Gorgan, al nordeste de Irán y a unos 20 Km. al este del mar Caspio. Se supone que inicialmente fueron empleados como animales de tiro y carga para, posteriormente, hacerlos aptos para transportar un primate encima. Hablamos pues de que hace al menos unos 5.000 años, el caballo ya se usaba como transporte de personas y, por ende, como arma de guerra. Un penco ofrecía ventajas indudables: permitía viajar sin tener que caminar, permitía llevar la maleta sin tener que cargar con ella, permitía tener un campo de visión más amplio al circular desde una posición elevada, y en la guerra proporcionaba una posición dominante sobre el enemigo que luchaba a pie, aparte de contar con la ayuda extra que suponía el empuje de un bicho de varios cientos  de kilos que, si daban un topetazo al enemigo, lo mandaba al carajo. Está de más decir que la domesticación de caballos fue extendiéndose por todas partes, llegando a Hispania donde había gran abundancia de equinos salvajes. La figurita de bronce que vemos a la izquierda, conocida como el Guerrero de Moixent, representa precisamente a un jinete ibero cabalgando sobre su pequeño caballo. Fue hallada en La Bastida de los Alcuses, y salta a la vista de que se trata de un régulo tribal de cierta importancia.

Los belicosos habitantes de la Península no tardaron mucho en congraciarse con sus pencos, hasta el extremo de que en el Epítome XLIV de Justino nos informan de que EQVI ET ARMA SANGVINEM IPSORVM CARIORA (aman más a sus caballos y armas que a su propia sangre). Según Marcial, un poeta romano nacido en Bílbilis, la actual Calatayud, en el año 40, en el Libro XIII de sus Epigramas menciona a los asturcones, unos caballitos pequeños que eran fácilmente domesticables y que capturaban sin problemas para su empleo en trabajos rurales, transporte y demás labores propias de un animal doméstico. Sin embargo, para menesteres menos pacíficos preferían otra raza denominada por los naturales como thieldones, animales de más alzada que eran destinados a la guerra y a cazar. Los caballos alcanzaron tal predicamento entre los hispanos que los asimilaron hasta el tuétano en su cultura. Vemos caballos por todas partes: en fíbulas, en las empuñaduras de sus falcatas, en ajuares funerarios y en numerosos bajorrelieves, amuletos, figuritas y demás objetos. El caballo adquirió tal prestigio que acabó siendo el acompañante de las élites militares de las tribus, y su posesión eran símbolo de un elevado estatus social. De hecho, era habitual que, cuando un régulo palmaba, su penco predilecto fuese sacrificado para que lo acompañase en el más allá, acabando su osamenta mezclada en la tierra con la de su amo.

Con todo, parece ser que entre los hispanos el caballo no constituyó un arma de guerra en sí. Era empleado para llegar al campo de batalla, pero allí el jinete desmontaba y combatía a pie, procurando que a su amado penco no le ocurriera nada malo. Tras la batallita, pues lo usaban para volver victorioso o derrotado al terruño. Esto probaría hasta qué extremo eran apreciados estos animales. Por otro lado, los régulos formaban pequeños grupos de fieles guerreros, los llamados soldurios, nutridos por jóvenes a los que cedían uno de sus caballos para adiestrarlos en su manejo. De esta forma, crearon una élite militar ecuestre que, además, quedaba vinculada con ellos y los defenderían con sus  vidas si hiciese falta, lo que venía muy bien en batalla o cuando alguno de sus cuñados tramaba un complot para arrebatarles el poder por la vía de hechos consumados. En resumen, la presencia de los equinos en el mundo hispánico fue abrumadora, hasta el extremo de ser el protagonista de los reversos de muchas monedas iberas, como la que vemos a la izquierda. Se trata de un denario de plata acuñado en Bolskan, la actual Huesca. La imagen nos muestra a un guerrero a caballo armado con una lanza, muestra del poder del fulano bajo cuyo mandato se acuñó la moneda. La figura, por cierto, es muy similar a las de las monedas de 5 y 10 céntimos de tiempos del Caudillo, las famosas perras chicas y perras gordas que consistía precisamente en una copia de una de estas monedas.

Caballero villano
Bien, como hemos visto, la asimilación del caballo con el rango de un primate es más antiguo que los balcones de palo, y con la llegada de la Edad Media se acentuó aún más. La condición de caballero se ganaba precisamente por la posesión de un caballo, y entre plebeyos adinerados se creó la figura del caballero villano, lo que le daba un estatus social superior asimilable a la hidalguía, pero siempre y cuando pudieran seguir permitiéndose la posesión del penco. Si sus medios económicos menguaban y tenía que deshacerse de él, pues perdía su aspiración a elevar su clase social. Para demostrar que seguía siendo propietario del caballo tenía que acudir todos los años a un alarde donde mostraba al personal su penco, y esta condición era incluso hereditaria. Muchos miembros de esta caballería villana pudieron con los años y la fuerza de sus brazos acabar formando parte de la baja nobleza, obtenida por la simple posesión de un caballo. Acabaron siendo los llamados caballeros cuantiosos, uniéndose así a la hidalguía y, con ello, a la posesión de un escudo de armas, por el que ya sabemos que, en aquella época, el personal vendía a sus cuñados y suegras en los mercados de esclavos.

Este introito equino nos bastará para comprender la importancia del caballo en la heráldica, donde ocupa el quinto lugar tras el león, el águila, el lobo y el perro. La presencia de estos animales es mucho más frecuente en los blasones más añejos, precisamente por haber sido obtenidos por los caballeros cuantiosos que lograron ascender al estatus de la baja nobleza. Con todo, no fueron pocos los que, posteriormente, procuraron eliminar a estos nobles brutos de sus blasones, precisamente para borrar la huella de un linaje villano. 

En nuestra heráldica, el caballo se representa habitualmente de cuerpo entero, mirando hacia la derecha (recuerden, una vez más, que la posición de las figuras se describen como si uno estuviera dentro del escudo), sin que haya una preferencia concreta al esmalte. Pueden ir en gules, plata, etc., o incluso al natural. Una forma de sustituir el caballo era recurrir a figuras relacionadas con el mismo, como las espuelas, las rodajas de las mismas o las herraduras. Ojo, en este caso hay que especificar que no debemos confundirnos cuando hablemos de armas parlantes, uséase, escudos cuyas figuras se asemejen o tengan relación con el apellido, en este caso Herrera o Herrero. De lo contrario, pueden ser perfectamente asimilados a atributos del caballo. Un ejemplo lo tenemos en el blasón de la izquierda, correspondiente a uno de los linajes orensanos de los Puga. La descripción sería: Cuartelado, 1º y 4º de plata con una espuela de azur; 2º y 3º de plata con una caldera de sable. En este caso, podríamos hablar de un caballero cuantioso que obtuvo medios de fortuna como para levantar en armas a una mesnada propia, lo que nos es indicado por las calderas.




Otro ejemplo de blasones con figuras asimiladas al caballo lo podemos ver a la derecha. En este caso se trata del linaje gallego de García de Couto, que podemos describir como: De sinople, cinco herraduras de oro en sotuer. Como vemos, de este modo podía disimularse bastante bien la ascendencia villana, trocando pencos de cuantiosos con herraduras que podrían ser atribuidas a otros hechos.









Pero, volviendo al protagonista cárnico de este articulillo, vayamos a las diferentes formas de presentar el caballo como bestia heráldica. En este caso tenemos un caballo trotante, uséase, con una pata levantada, en actitud de trotar. Menos frecuente es ver caballos galopantes, aplomados o alberados, es decir, galopando, con las cuatro patas apoyadas en el suelo o levantado de manos. En este último caso, si además apareciese coceando con las traseras hablaríamos  de un caballo encabritado
 Mucho menos frecuente es verlos pastando o sedentes, o sea, con las ancas traseras en el suelo. Sentados, vaya. Muy raros son, por el contrario, blasones en los que aparezcan partes del cuerpo del caballo, concretamente las cabezas. Por contra, en la heráldica europea, sobre todo la alemana, suelen ser más frecuentes, especialmente como decoración para las cimeras. Por lo demás, en este caso vemos al animal desprovisto de arreos, lo que indica libertad. Este blasón pertenece a un linaje de los Bernal, y podemos describirlo como: De gules, un caballo trotante de plata. Al no indicar lo contrario, ojos, cascos y crines también deberán ir con ese esmalte ya que, de lo contrario, se especificaría que debe estar animado, bien al natural o concretando el color de cada parte. 

La otra forma de presentar a los equinos es con sus arreos, o sea, ensillados y embridados. También pueden presentarse cinchados, es decir, solo con la cincha ciñendo el cuerpo, siendo esta de distinto color. Y también embardados, uséase, con la armadura típica de estos bichos, o engualdrapados, que eran los caparazones de tela decorados con los blasones de sus propietarios para ser fácilmente identificados en el campo de batalla. A la derecha tenemos un ejemplo de lo dicho, correspondiente a un linaje de los González de Cossío. Sus armas son: De sinople, un caballo alberado de plata, embridado, ensillado y cinchado, uséase, con los arreos al completo. Al no especificarse el color de los mismos, queda al arbitrio del ilustrador, yo en este caso, darles el color que estime oportuno. Por ello, he decorado las partes de cuero con rojo, la silla en su color natural, y el bocado y los pinjantes de oro.

Para concluir, nos detendremos en la combinación de caballo más jinete, que supone la mitad de las figuras que aparecen en los blasones equinos. Obviamente, aquí tenemos al caballero cuantioso que, con su inestimable penco, arremete contra los enemigos para convertirlos en brochetas con su lanza. Ponemos como ejemplo este blasón de un linaje de los Arrojo de Aragón que traen: De oro, y en punta, ondas de agua azur y plata; en el centro de estas ondas , una peña, y en ella un caballo chorreando agua, como si acabase de salir de ella, y un caballero con armadura de sable y una lanza en la mano diestra. 
Solo restaría mencionar a los caballos fantásticos, como los unicornios o los Pegasos, pero estos son bastante raritos en la Heráldica hispana, siendo muy escasos los blasones donde aparecen y que, por razones obvias, no tienen nada que ver con los linajes añejos de los caballeros cuantiosos, a quienes se atribuyen la mayor parte de blasones caballunos. Por cierto, debemos mencionar también los escudos donde aparecen San Jorge matando al dragón o a Sancti Yago matando agarenos, pero en este caso tampoco tienen nada que ver con blasones familiares por lo general, siendo mucho más frecuentes en los de corporaciones municipales, sobre todo las que ostentan como santo patrono a estos dos ignotos ciudadanos. Ya saben que la misma Iglesia tachó al tal Jorge de la lista de santos comprobados, aunque se permitió la consecución de su culto "por tradición". En cuanto a Yago, pues más o menos lo mismo. No hay una sola prueba que demuestre que vino en patera a la Península.

Bueno, bichos, con esto concluimos tras dos meses de inactividad. Ya saben que los cambios de estación me sientan como una coz en el bazo, mis cefaleas alcanzan cotas dignas de erupciones volcánicas y, en resumen, me quedo hecho una birria hasta que logro nivelar mi delicado biorritmo.

Hora de merendar. Condió.

Hale, he dicho

miércoles, 25 de septiembre de 2024

ACTOS ABSURDOS

 

El comportamiento habitual de los primates contiene una serie de gestos que, si uno se detiene a analizarlos con la mente adecuadamente fresquita, podrá comprobar que, no solo carecen de utilidad, sino que incluso a veces son absolutamente repulsivos si nos atenemos a su vertiente higiénica. Sin embargo, el hecho de que se practiquen a diario y a que están incrustados en nuestra memoria genética desde hace miles de generaciones, hacen que no reparemos en ellos y que formen parte de nuestras atribuladas existencias sin detenernos ni medio nanosegundo en preguntarnos por qué los hacemos.

Así pues, y aprovechando que la malvada que habita sobre mis hombros lleva unos días amotinada y los ataques con guerra química no acaban de derrotarla, pues pasaré el rato escribiendo esta gilipollez que, por otro lado, creo que hará pensar a más de uno que, en efecto, nuestra vida está plagada de gestos totalmente absurdos, inútiles e incluso nocivos. Procedamos...

DAR LA MANO

¿A que imbécil se le ocurrió eso? ¿Qué carajo significa? ¿Por qué tengo que tocar la mano de otro primate con la cual quizás se haya limpiado el culo o se haya sacudido el churro para soltar la gota postrera y no se las ha lavado? ¿Por qué tengo que tocar la mano de un fulano que igual tiene la gripe caucásica, ha tosido largamente cinco minutos antes y se ha llenado la mano de gérmenes? Es obvio que lo más sensato es lo que hacen los orientales: una somera inclinación de cabeza y punto. Contacto cero.

Pero la cuestión principal es lo primero que dije: ¿a quién se le ocurrió y con qué significado? Ya sabemos que los primates en general somos bastante dados al roce, pero eso de saludar estrechando la mano solo se da en las culturas occidentales que yo sepa. ¿Qué impelió al inventor del apretón de manos a apretar manos? Imposible de saber. Lo único cierto es que ese contacto anti-higénico y totalmente prescindible solo sirve para sentir asco cuando te dan una mano blanducha, fofa, de esas que solo te agarran los dedos; o apretar demasiado como muestra de poderío y dominación y que el otro se sienta molesto; o a la inversa, que un fulano te joda los escafoides. 

El culmen del gesto es agarrar con la mano libre las dos que se estrechan, lo que se interpreta como un gesto de afecto superlativo, como queriendo dar a entender que el otro te cae muy bien aunque estés deseando acudir a su entierro para, cuando se larguen los dolientes, mearte en su tumba y soltar un escupitajo sobre ella. Sea como fuere, los psicólogos, esos licenciados totalmente prescindibles y cuyo único cometido es el de auditores de miserias y complejos del personal, han asacado diversas explicaciones a las diversas formas de dar la mano: si la pones con la palma hacia abajo, eres dominante. Si la pones hacia arriba, eres sumiso. Si aprietas mucho, eres, además de un animal, uno que va por la vida de machito alfa. Si eres de mano fofa, eres un gilipollas, etc. etc. El caso es justificar su licenciatura buscando memeces para salir en las noticias de corta-pega en los diarios digitales que no leen ni los cuñados de los becarios que las editan. 

Ah, y ojo con pasarse con el apretón al hembrerío, que tardan 0'2" en tacharte de machista hetropatriarca que le acabas de oprimir la mano. Se planta en el hospital diciendo que le duele la manita, se da un mes de baja porque no se le quita el dolor de manita y te busca una ruina por opresor de manitas. A las hembras, un somero y muy breve gesto de salutación con la cabeza y punto, que son capaces de rebuscar la ofensa más pintoresca para joderte la existencia. Ya saben que el solo hecho de ser hombres no convierte en todo lo malo en potencia.

APLAUDIR

Hasta los macacos aplauden, es curioso. Cuando parece que están contentitos palmotean el suelo o, a veces, la manos, si bien de una forma poco coordinada. Es evidente que nuestro cerebro, más... ¿desarrollado?, nos permite hacerlo de forma más rítmica y uniforme. Pero, al igual que estrechar la mano, ¿a qué primate se le ocurrió palmotear para mostrar satisfacción? ¿Nunca se han parado en analizar fríamente lo ridículo que es ver a cientos de homínidos chocando las palmas de las manos y, por ende, produciendo un sonido seco y bastante molesto? Sería más lógico, digo yo, hacer uso del lenguaje, habilidad única en nuestra especie. Se podría decir "¡Me ha gustado!", o "¡Muy bien!", por ejemplo, y ya está. No tirarse cinco o diez minutos palmoteando como una foca a la que han obsequiado con un arenque, cosa que, por otro lado, acaba resultando bastante agotadora. ¿Qué mecanismo cerebral impulsó a los primates a chocar las manos como muestra de que algo les ha gustado? Misterio misterioso... pero no por ello menos absurdo, inútil e incluso grotesco.

BAILAR

Juro por mis muelas del juicio que jamás he visto algo más incoherente, grotesco y ridículo que bailar. Ojo, bailar lo que sea, no solo las convulsiones que practican el personal en las discotecas esas, antros especializados en aniquilar los huesecillos del oído medio, desempolvarse el hígado trasegando porquerías y respirando un aire más nocivo que el de una trinchera bien regada con fosgeno. ¿No han reparado en lo risible y ridículo que es ver a una fulana dando saltitos sobre las puntas de los pies, lo que con el tiempo les producirá deformaciones en los dedos, dolores, molestias de todo tipo, etc.? ¿Y un vals? Una pareja de primates agarrados y dando vueltas como peonzas al ritmo de una música bastante empalagosa. Y por no hablar de esos bailes procedentes de nuestras posesiones de Ultramar que parecen cuasi coitos sin penetración. Esos tangos en los que la hembra se retuerce y envuelve al varón como si sus piernas fueran culebras. Y, como es lógico, volvemos a la misma pregunta. ¿A qué chalado neolítico se le ocurrió ponerse a dar saltos mientras su cuñado aporreaba un tronco con una estaca? En resumen, es una acción similar al aplauso: totalmente inútil, no reporta nada y, peor aún, debe cansar una burrada, porque tirarse un rato haciendo el mono solo es apto para los monos.

BESAR

Este es sin duda el atavismo más incomprensible de todos. Consiste en apretar los labios y extenderlos a modo de trompita, acercarlos a alguien, generalmente a su jeta, y a continuación absorber un poco, lo que produce una especie de chasquido. Que sí, es que una muestra de afecto- a veces- pero, ¿por qué ese intrincado movimiento bucal con banda sonora incluida? ¿Quién lo inventaría? Con todo, debemos diferenciar entre tres clases de besos, a saber...

1. El beso afectuoso. Es el que solemos dar a seres más o menos queridos. Se suele dar en la cara, y es especialmente regalado a los cachorros de la especie. Hasta yo mismo, que nunca he sido besucón, me ha gustado besuquear los suaves, gorditos y tiernos mofletes de mi progenie cuando eran pequeños. Supongo que ellos a mí no tanto porque les picaría mi pelambre facial, pero bueno... Ahora, su pelambre pica más que la mía. Combinamos el beso afectuoso con achuchones y tal, pero los achuchones sí tienen una explicación lógica: es una muestra de protección hacia nuestros cachorros. Los protegemos con nuestros cuerpos de cualquier daño, del frío o los consolamos cuando, no se sabe por qué, berrean incansablemente como demonios desollados sacados del abismo. Sin embargo, el beso queda en el espacio dedicado a los actos absurdos. No tienen una explicación lógica, como una hostia a mano vuelta si un imbécil se pone chulo.

2. El beso de salutación. Muy habitual en España y extremadamente raro en otros países salvo entre familiares o personas muy cercanas. Aquí no. Aquí, cualquier desconocido/a te estampa dos besos en la jeta sin saber si tienes moquillo o algo supercontagioso. A veces, muchos limitan ese gesto a un pseudo-beso ya que hacen el amago, pero no lo culminan, como los dos primates de la foto de la derecha, en donde vemos que se limitan a juntar las jetas y punto. En todo caso, volvemos al punto inicial: ¿no basta con una mera inclinación de cabeza o, más lógico aún, a saludar de palabra? Yo he detestado siempre esta abominable costumbre, y cuando me han presentado alguna hembra he tendido la mano para cerrarle el paso y darle a entender que no tengo interés en que me deje medio kilo de afeites pringándome el careto. Sin embargo, algunas te agarran la mano y, encima, se te tiran encima a cumplir con la ridícula salutación besuquera. Es una costumbre que, aparte de incomprensible y absurda, se me antoja irritante tanto en cuando invaden tu espacio vital.

3. El beso erótico. Es, sin ningún género de dudas, el acto más antihigiénico, repulsivo y asqueroso que se pueda concebir, y reconozco que nunca he sido precisamente un mojigato y he tenido bastantes lances con el hembrerío. Demasiados, quizás. Sin embargo, al día de hoy y analizando mis actos del ayer, puedo asegurar y aseguro que es algo que no volveré a hacer en mi vida. Solo pensarlo me produce náuseas, lo juro. Coges a una persona que conoces hace apenas media hora y, sin más, le plantas el morro en el suyo. Se produce un lengüeteo interno con el consiguiente intercambio de babas, bacterias y porquerías de todo tipo que, naturalmente, aterrizarán en tu estómago. Y no sabes, o esa persona no sabe, si la boca opuesta está infestada de caries, si no se cepilla los dientes hace un mes, si tiene cualquier enfermedad de transmisión por la saliva... ¿No se dan cuenta de que es algo rotundamente repugnante? De todo lo mencionado hasta ahora, esto se me antoja como lo más absurdo, aparte de abominable. Que sí, que si las terminaciones nerviosas, que si las feromonas, y blablabla... pero eso no quita que el intercambio de gérmenes sea galopante. Es simple y llanamente una porquería insana.

Bueno, vale por hoy. Tengo un dolor de cabeza fastuoso, como es habitual en mí, y solo tengo ganas de que el chute de química haga efecto de un puta vez.

Hale, he dicho

CETERVM CENSEO PETRVM SANCHODICI ESSE DELENDAM

ATQVE SINISTRA DELENDA EST IN VNIVERSA TERRA

sábado, 31 de agosto de 2024

PARÁSITOS

 

Madriguera donde se reúne la mayor cantidad de parásitos de nuestra vapuleada España. En sus poltronas tapizadas de cuero del bueno, 375 sanguijuelas chupan la sangre de millones de ciudadanos. Tras ellos se oculta un verdadero ejército de pelotas, correveidiles, lamesuelas, agradadores, conseguidores, trincones, robacapas, cortabolsas y demás fauna de patio de Monipodio

PARÁSITO, TA

Del latín PARASITVS, y este del griego παρἁςιτος parásitos, "comensal", "gorrón".

3. Adj. Dícese de una persona que vive a costa ajena.

Sinónimos: aprovechado, abusón, vividor, chupón, gorrón, sablista.

DISTOPÍA

Del latín DYSTOPIA, y este del griego δυς, dys- y τόπος, topos

1. Representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana.

Antónimo: utopía.


Actualmente, podemos afirmar sin temor a ser acusados de desbarre de que estamos viviendo una tenebrosa distopía. A diario vemos como en Occidente se recortan sin prisa pero sin pausa las libertades del personal, y los parásitos que gobiernan, amparados en hipotéticas buenas causas y escudándose en un progreso que nos está haciendo retroceder al medioevo más obscuro, no paran de pergeñar maldades para convertirnos en un sumiso rebaño empobrecido hasta la miseria más rotunda. Creo que estas afirmaciones serán aceptadas por la mayoría de los que me leen, salvo los mantenidos por los regímenes, sus palmeros y los miembros de la extensa red clientelar que aumentan a base de prebendas, paguitas y demás canonjías. 

Bien, este articulillo es más bien una serie de 20 cuestiones que, al igual que yo, creo que nos planteamos muchos españoles pero que nuestros pseudo-traslúcidos gobiernos jamás nos responden porque, obviamente, no van a tirarse piedras en sus techumbres. En fin, no me enrollo más y procedo:

1. ¿Por qué mantenemos una ley electoral que permite que minorías mínimas tengan la llave de la gobernanza de la nación?

2. ¿Por qué los parásitos de ambas cámaras se escaquean sin que nadie les pida cuentas y, a pesar de ello, cobran aunque practiquen el absentismo laboral?

3. ¿Por qué para ser celador, ujier o chupatintas en cualquier organismo oficial se exigen unos estudios mínimos pero para ser parásito no preguntan siquiera si saben leer y escribir, incluyendo el parásito en jefe?

4. ¿Por qué para cualquier trabajo de mierda te exigen una experiencia mínima, pero un parásito puede ser ministro aunque no tenga ni puta idea de cómo gestionar su ministerio?

5. ¿Por qué se permite que parásitos sin la más mínima cualificación en otra cosa que no sea parasitar dirigen la vida de los españoles?

6. ¿Por qué se ponen en sus manos partidas multimillonarias si no saben ni recitar la tabla de multiplicar del 1?

7. ¿Por qué se les permite contratar a dedo legiones de asesores para que hagan su trabajo, sin que además se tenga constancia de la preparación de los asesores y sin que tengan que dar explicaciones de nada?

8. ¿Por qué se regala a los parásitos un Aifon de última generación, un Aipad, un ordenador portátil y hasta la línea de internet?

9. ¿Por qué, teniendo como tienen unos salarios suntuarios, se les pagan dietas y bonos de transporte cuando cualquier currante se tiene que pagar el autobús, el metro o la gasofa para el coche, más el menú de 10 euros en el bar poligonero o la cafetería de la esquina?

10. ¿Por qué la cafetería de las madrigueras cobran menos que un bar poligonero a pesar de que los parásitos cobra cinco veces más que el currante?

Madriguera principal en Bruselas, donde 720 parásitos con un sueldo base de 119.705 € anuales más tropocientos pluses se dedican a tocarse el níspero o el potorro para joder la existencia a todos los habitantes de la nefasta Unión Europea a base de leyes draconianas derivadas de la siniestra "Agenda Veinte Treinta", algo equiparable al Holodomor del padrecito Iósif, la Solución Final del ciudadano Adolf o la Revolución Cultural del camalada Mao Zedong

11. ¿Por qué si un parásito parasita durante dos legislaturas se larga cobrando su paga aunque se busque trabajo en otro lado, o si quiere se jubila con 30 años con una pensión suntuosa, mientras que el resto de españoles tienen que cotizar 35 o 40 años para una pensión de mierda?

12. ¿Por qué el parásito en jefe se va de vacaciones a un palacio propiedad del estado a mesa y mantel con una tropa de criados, cocineros, coches oficiales, etc., mientras que la mayoría de los españoles no se pueden pagar ni una semana en la playita?

13. ¿Por qué un parásito trinca la poltrona y durante cuatro años se dedica a leer el periódico, jugar con su Aifon y apretar el botón que le ordenan sin que,  ni una sola vez, salga a la tribuna a defender los intereses de los ilusos que le votaron?

14. ¿Por qué no sacan una sola ley que favorezca a la mayoría, y si sacan alguna es para favorecer a las minorías gritonas, que son cuatro gatos pero hacen mucho ruido?

15. ¿Por qué se detiene la actividad en las madrigueras en Navidad, Semana Santa y verano cuando la inmensa mayoría de los españoles trabajan en Navidad, en Semana Santa y muchos no pueden disfrutar ni de vacaciones estivales para añadir un poco más de dinero a las magras economías domésticas?

16. ¿Por qué una larva de parásito se apunta a las juventudes de su partido con 15 años, con 20 sale elegido porque ha lamido los ojetes necesarios y, a partir de ahí, a vivir que son dos días, pero un ciudadano que invierte años y dinero en sacar una carrera se acaba viendo de camarero con 30 años sin poder ejercer?

17. ¿Por qué gozan de inmunidad los parásitos salvo que lo autorice un Tribunal Supremo vendido al poder, mientras que al resto de primates lo crujen hasta por una multita de la Zona Azul o te clavan un 20% de recargo si sobrepasas el límite del pago de un impuesto cinco minutos?

18. ¿Por qué nos quieren imponer los coches eléctricos para contaminar menos mientras el parásito en jefe coge un helicóptero para ir desde Torrejón a Moncloa, que en coche se tarda cosa de media hora como mucho?

19. ¿Por qué intentan convencernos de que comer grillos y quinoa es guay y devorar chuletones es cancerígeno mientras que el parásito jefe se pone de grana y oro a base de jamón del buenísimo durante sus paseos en Falcon para llevar a la parienta de compras?

y 20. ¿Por qué el pueblo acepta mansamente los abusos de una ralea de parásitos, nadie dice ni pío y soporta lo insoportable, mientras que si cuatro histéricas con las tetas al aire exigen cualquier chorrada les hacen caso aduciendo "el clamor social de todo un pueblo"?

Y vale de momento, que mi libelo me está provocando severas palpitaciones en las arterias del pescuezo. Ya seguiremos.

Hale, he dicho

CETERVM CENSEO PETRVM SANCHODICI ESSE DELENDAM

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La madriguera senatorial, donde 266 parásitos trabajan a destajo por el pueblo a cambio de un módico estipendio de 42.702 € más pluses. En la foto pueden ver una sesión plenaria donde debatieron intensamente para aprobar leyes benéficas apenas 54 eximios parásitos cuando, en teoría, deberían estar todos. ¿Dónde estaban los 212 restantes? Ah, chi lo sa...

domingo, 25 de agosto de 2024

EL ODIO

 


No veo las Olimpiadas desde que la falange macedónica fue derrotada sin paliativos en Pidna a manos de los probos imperialistas latinos. El motivo es simple: a pesar de que en mi mocedad era un deportista consumado, la cosa es que no me gustan absolutamente nada los deportes. Sin embargo, a la ciudadana austral de la foto la tengo más vista que el cabezón de jabalí que corona la chimenea del salón. Te metas donde te metas aparece esa prójima verdosa meneándose como una culebra atropellada en una carretera comarcal ante la befa, mofa y vilipendio de la humanidad entera. Ha tenido el dudoso honor de ser el primer competidor de la historia olímpica en obtener un ostentoso y orondo cero por su patética actuación. Bien, según la progresía, acabo de perpetrar un delito de odio por, supuestamente, regocijarme con su fiasco. Pero la australoide no ha reconocido que su ejercicio ha sido un auténtico y verdadero bodrio, sino que ha optado por la estrategia que siguen a rajatabla todos los inútiles del momento: victimizarse y aprovechar su condición de hembra de la especie luchando denodadamente en un pseudo-deporte dominado por los malvados machos opresores. No reconoce que no ha estado a la altura, sino que afirma haber sido víctima de una campaña de odio orquestada por el machismo rampante. No reconoce que su pericia no llega al nivel de las suelas de los machos opresores, sino que alega que su arte es incomprendido por su condición de hembra, etc., etc., etc. En resumen, el planeta entero la odia porque, simplemente, se han cachondeado de ella cuando parecía un gato agonizando mientras se agitaba en el suelo como un barbo fuera del agua.

Otro caso de odio planetario se lo ha llevado la pseudo-mujer argelino/a que, aprovechando su manifiesta superioridad física y su superávit de testosterona, ha forrado a hostias a todas sus oponentes. Según el controvertido seguimiento que se le ha hecho, juraría que estamos ante un síndrome rarito o un caso de hermafroditismo. El/la ciudadano/a argelino/a es un hombre a medio fabricar. Sus cromosomas son XY, produce más testosterona que un rinoceronte en celo y, por ende, tiene una potencia física superior a la de cualquier hembra, lo que se traduce en hostias más contundentes, mayor resistencia física y más agresividad, atributos viriles por excelencia. Como vemos en la foto, no tiene pinta de mujer. Carece de tetas, su estructura física es varonil, su jeta es de tío, sus gestos tienen la brusquedad propia de los machos de la especie e incluso en algunos planos se le atisba una delatadora nuez en el pescuezo. Ante este subterfugio, paralelo al de otro espécimen rarito de origen asiático que ha dado menos que hablar, el/la argelino/a ha sido/a objeto/a de todo/a tipo/a de críticas/os y acusado/a de tramposo/a. En resumen, todo/a el/la planeta/o la/lo odia, y como justa réplica ha decidido demandar a unos cuatro mil millones de primates por odiarlo/a a muerte. Curiosamente, aún no ha optado por la solución drástica: bajarse los gayumbos ante un comité médico independiente y mostrarles el potorro, caso de que tenga potorro, naturalmente, y ahí terminaría la polémica.

Otro caso más lo tenemos en la ciudadana con obesidad mórbida que participó en la blasfemia inaugural ocupando el lugar de Jesucristo en la Última Cena. Tampoco se ha molestado en reconocer que la ceremonia fue un cagarro que insultó a cientos de millones de primates piadosos, pero no para de graznar asegurando que todos la odian aunque ella se prestó a la bochornosa parodia, no solo de buen grado, sino incluso cobrando un estipendio. Sin embargo, según ella, la bilis que ha recibido no ha sido a causa de su patética actuación, sino a su exceso de grasa que la convierte en una candidata de primera clase para no cumplir los 50 años y palmarla antes de un paro cardíaco, un infarto fulminante, un hígado convertido en paté o una hemorragia cerebral debido a la ingesta masiva de grasas saturadas. Curiosamente, si le dices a un fumador que deje el vicio para no acabar con una EPOC o un cáncer el pulmón, o a un bebedor que deje el alpiste para no terminar con una cirrosis de las buenas, nadie te lo reprochará. Pero si le dices a la gorda que está gorda, te escupirán en la jeta afirmando que la odias por manifestar lo obvio: que está gorda. Curiosa vara de medir.

Bien, como vemos, lo que antaño era mostrar disconformidad ante cualquier cosa ahora es odio. Ojo, es odio todo lo que la rojambre no permite que sea odio. Si digo que odio al ciudadano Adolf, seré aplaudido porque el ciudadano Adolf era un sujeto nada recomendable. Pero si digo que odio al actual presidente del gobierno, seré acusado de inmediato como un delincuente a pesar de que es un mitómano patológico, un psicópata narcisista y un sujeto amoral y sin escrúpulos. Pero no puedo odiarlo o decir que lo odio porque la progresía lo tiene en sus altares particulares. La fórmula mágica para protegerte del odio es simple, pero efectiva:

-Lo hice con la mejor intención...

-Yo lucho contra el machismo, la gordofobia, la LGBTetc. fobia, la xenofobia, la homofobia más las mil cosas que se suponen odiables.

-Me odian porque he grabado un disco con canciones que solo hablan de inclusión y feminismo y blablabla...

-Me odian porque quise explicarle a críos de 4 años como tocarse la colita o la rajita para pasarlo bien y descubrir su sesssualidá.

En fin, la lista de excusas es interminable. Sin embargo:

-Lo hiciste con la mejor intención, como cuando empujé briosamente a un fulano para que no tropezase con una abuelita candorosa, pero con tan mala suerte que acabó arrollado por una hormigonera que pasaba por allí.

-Lucha por lo que te de la gana, so cansino, pero no estés tooooooooodo el santo día repitiendo como un loro la consignas que te dictan.

-No te odian por defender la inclusión y el feminismo, sino porque tus canciones son una mierda que no tienen por qué gustar a toda la galaxia, cretino/a.

-Los críos no te necesitan para que les enseñes a tocarse la colita o la rajita, degenerado/a de mierda. Eso lo hemos aprendido todos de forma totalmente instintiva desde tiempos del parantropo boisei.

En esta siniestra distopía que vivimos, la progresía nos ha impuesto un puritanismo ñoño y ridículo que nos hace a todos odiadores de oficio. Todo aquel que muestre su disconformidad con cualquier cosa implica que la odia. Si el fulano que canta de puta pena es criticado, se siente odiado. Si el corredor es lento como una tortuga y llega el último, se sentirá odiado, etc. Sí, es cierto que las redes sociales permiten derramar bilis de forma anónima, pero los receptores de la bilis deberían tener la suficiente capacidad para no sentirse aludidos por gilipollas que ni se atreven a dar la cara para cagarse en tus muelas.

Sea como fuere, la cuestión no radica en que cualquier ofendidito se sienta odiado por cualquier soplapollez sino en lo que hay tras tanta persecución al... ¿odio? Veamos...

Según el cocinero, este sushi de sabandijas es digno de mesa
pontificia, y si le haces ascos es porque lo odias y te cancelarán
en las redes sociales por mala persona
Ante todo, hay un detalle que parece que la progresía casposa olvida, y es que los sentimientos son irreprimibles. Si una serpiente te produce repulsión, por mucho que un herpetólogo te asegure que son unos animalitos muy cariñosos esa repulsión no cederá jamás. Si comer caracoles te da asco, aunque veas a 50 primares devorándolos a sorbetones poniendo jeta de éxtasis místico, seguirán produciéndote un asco invencible. Si para tu desgracia te has enamorado hasta el tuétano de una gachí/gachó que pasa de ti y, encima, no para de hacerte desaires, seguirás atrapado en esa inmisericorde red que, ya puestos, ha sido causa de autolisis en más de uno/a. Y si fulano te cae mal por el motivo que sea y le tienes una tirria espantosa, por muy bien que le caiga a otros tú lo seguirás odiando porque te resulta absolutamente odioso cual cuñado. En resumen, la cosa es tan surrealista que si digo que me dan asco los caracoles, pues no pasa nada, pero si digo que odio a la gorda, a la pseudo-boxeadora o a la culebra austral, de inmediato me acusarán de delito de odio porque odiar, aparte de estar muy mal, es un nuevo delito. Aún más, puedo odiar a los cazadores, a los carnívoros, a los de derechas o a los taurinos, pero bajo ningún concepto puedo odiar a los animalistas, a los veganos, a los rojos o a los antitaurinos. ¿Por qué? Pues porque los primeros están en la lista negra de la rojambre y los otros no.

Probos ciudadanos enviados a un campo de trabajo para que admitan
que odiar al gordito sonriente está muy feo, y que el Amado Líder
se preocupa mucho por su bienestar
Sin embargo, colijo que tras esta persecución a los odiadores selectivos hay algo mucho más obscuro y tenebroso que poner a caldo a un fulano que le da una soba a una boxeadora en unas Olimpiadas, y no es más que la enésima ventana de Overton, esa que todos los días abren un poco para ver cómo reacciona el personal hasta que la abren del todo. En este caso, la ventana pretende ir colando con vaselina el control absoluto de las redes sociales, cosa que, por cierto, el psicópata ya está planteando sin ningún pudor. Acogiéndose a una supuesta causa honorable que sería defender la honra de las gordas, las pseudo-boxeadoras y las culebras australes, controlar y perseguir a todo aquel que manifieste su disconformidad con la dictadura de facto que tiene instaurada. Uséase, una autocracia en la que el Amado Líder será un dios viviente como el gordito sonriente de Corea del Norte, al que sus súbditos aclaman hasta el paroxismo para no verse camino de un campo de trabajo para reeducarlos en que el odio a su persona es una mala costumbre que hay que erradicar porque odiar está feo.

¿Se imaginan a estos dos bichos con el poder que da actualmente
controlar lo que dice, piensa, hace o incluso calla cualquier ciudadano?
En realidad, esto no es nuevo. Solo se trata de antiguos métodos adaptados a los tiempos actuales. El padrecito Iósif controlaba hasta los chismes de comadres gracias a sus agentes del GPU y, posteriormente, del NKVD. El ciudadano Adolf sabía quiénes los criticaba gracias a la extensa red de soplones creada por el siniestro Heydrich, que llenaba de micrófonos hasta las casas de los miembros del partido, y así en cualquier dictadura que se precie. Hoy día, las redes sociales lo han puesto más complicado, pero siempre hay una forma de controlar al personal. Ya vimos hace poco cómo, amparándose en proteger a una infancia que no dudan en pervertir con sus talleres de sexo en las escuelas, pretenden que se faciliten los datos personales para ver películas cochinas por internet. Y ahora, con la persecución de los odiadores que, simplemente, manifiestan una opinión de forma más o menos abrupta, se pretende entrar a saco en la privacidad del personal, de forma que lo que he escrito más arriba podría ser constitutivo de delito ya que me he referido al psicópata como psicópata ya que lo considero un psicópata, un amoral y un canalla CVM LAVDE. ¿Soy por eso un criminal? Al parecer sí. Tengo que hacer como los coreanos, jurar por mis muelas que adoro al psicópata, que me da el pan que me alimenta y el aire que respiro.

En fin, el odio no es, como digo, más que la enésima excusa para cerrar un poco más el cerco a la libertad y la privacidad de los ciudadanos fritos a impuestos para mantener a una caterva de parásitos que nos chupan la sangre y a sus chiringuitos y demás palmeros que los jalean con tal de seguir mamando de la teta que, por cierto, cada vez da menos leche y menos que dará si las cosas siguen como hasta ahora. Sirva de aviso.

Ah, una cosilla más... ¿Por qué quemar la bandera de España o la foto del Rey, pitar el himno nacional o insultar a los españoles es libertad de expresión, pero exigir que se acabe con la inmigración ilegal o manifestar que los inmigrantes han aumentado los niveles de delincuencia es odio?

Hale, he dicho

POST SCRIPTVM: ¿Por qué si una ciudadana sale en cualquier red social poniendo a caldo a los hombres, asegurando que todos somos unos malvados sociópatas misóginos no pasa nada,  pero si sale un ciudadano diciendo que las feministas son unas misándricas que están como una cabra y que las mujeres son insoportables, tardan 0'2 nanosegundos en cancelarlo y marcarlo a fuego como odiador impenitente? Ahí lo dejo

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domingo, 4 de agosto de 2024

BESTIARIO HERÁLDICO. EL JABALÍ

 


Por si alguien lo duda, ahí tienen un ejemplo de lo que puede
hacer un jabalí. Si en vez de en el culo te lo hace en la barriga o
te secciona la femoral puede dejarte listo de papeles allí mismo

Otra de las fieras más destacadas dentro del bestiario heráldico es el jabalí. Desde tiempos muy remotos ya se le consideraba como un enemigo temible, poseído de una fuerza y una agresividad que, posiblemente, los que no lo hayan visto nunca en su ambiente natural no lo lleguen a imaginar siquiera. Los que hayan practicado la caza mayor sabrán de lo que hablo, y no son raras las monterías en las que no acaban con varios perros heridos o muertos, e incluso más de un rehalero se ha ido a su casa con un costurón producido por las terroríficas defensas de estos animales. Están afiladas como navajas, pueden abrir en canal a un perro grande con la fuerza de su poderoso cuello, y su increíble agilidad, sus reflejos y su velocidad a pesar de su rechoncho aspecto hacen muy difícil esquivar uno se sus ataques. Porque el jabalí no le teme a nada. Se abalanza ciegamente contra sus enemigos sin dudarlo, y cuando se ve acorralado se convierte en un auténtico demonio. Yo he llegado a presenciar como uno de estos bichos despachó de una tacada un rehala de 18 perros, dejando solo dos vivos y maltrechos que hubo que llevar al veterinario de Aroche a que gastara hilo en cantidad para recomponerlos.

Según Cirlot, el jabalí es "símbolo de la intrepidez, y del arrojo irracional hasta el suicidio (...) y el desenfreno", por lo que su inclusión en el bestiario heráldico estaba totalmente justificado si vemos su trayectoria a lo largo del tiempo, la cual expondremos en este

INTROITO

Bien, la cosa es que el jabalí ha sido desde hace miles de años una bestia envuelta en un halo de poder, hasta el extremo de que su caza suponía un trofeo superlativo. El que lograba darle muerte se veía recompensado con la transmisión de la bravura y la fuerza de este animalito. El jabalí vencido era todo un regalo para el clan, que aprovechaba la ocasión para ponerse como el quico con su sabrosa carne y, por supuesto, festejar al heroico cazador que se apropiaba de sus colmillos para hacer ostentación de que era un ciudadano cavernícola valeroso y chinchar largamente a sus timoratos y menguados cuñados. Esos colmillos, a modo de amuletos, le insuflarían todas las virtudes de la fiera, y advertiría al personal de que era un tipo bragado. Buena prueba de la admiración que sentían por el jabalí es el testimonio gráfico que vemos en la foto de la izquierda, donde aparece uno de ellos en el muestrario de bichos de las cuevas de Altamira. Por cierto que el fulano que lo pintó era un verdadero genio, plasmando de memoria la fisonomía del animal e incluso, como algunos sugieren, sus ocho patas pretendían reflejarlo en movimiento. 

El paso de los siglos no menguó el prestigio del jabalí, que siguió siendo una de las fieras más relevantes a la hora de iniciar a los jóvenes guerreros y como símbolo de las élites militares. Esto se traducía en que, el que no era capaz de hacer frente a un enorme suido provisto de dos mortíferas dagas en las fauces, era un cagueta indigno de figurar entre el rol de guerreros del clan, sería despreciado, sus novias los mandarían a paseo y se vería toda la vida bajo el estigma de la cobardía. 

Los probos imperialistas latinos también tenían claro que el jabalí era un bicho muy adecuado para usarlo como emblema de sus legiones, y dar así a entender a los enemigos que tenían muy mala leche y, además, un valor temerario. Hay constancia de tres de ellas que lo adoptaron para tal fin: la LEGIO I ITALICA, creada por el nefando Nerón en el 66, y que sirvió hasta principios del siglo V; la LEGIO X FRETENSIS, formada por Augusto hacia el 41 a.C. y cuya duración fue similar a la anterior. Su hecho de armas más notable fue su participación en el asedio de Masada, del que hablamos en su día. En la foto de la derecha pueden ver a un probo ciudadano recreacionista actuando como SIGNIFER de dicha legión. En el SIGNVM podemos ver el número de la misma y el fiero jabalí usado como emblema.

La tercera sería la LEGIO XX VALERIA VICTRIX, formada también por Augusto en la misma época que la FRETENSIS. Esta unidad, que sirvió en la Hispania, Germania y la Britania, permaneció en servicio hasta al menos finales del siglo III d.C. Un testimonio de su existencia y su emblema lo tenemos en la teja antefija de la izquierda, donde aparece el número de la unidad y el jabalí de lomo hirsuto debajo del mismo. Las antefijas eran unas piezas decorativas que se colocaban al final de las IMBRICIS del alero, las  tejas onduladas que cubrían las uniones entre las TEGULÆ para que no se colara el agua. Curiosamente, la forma de representar a este bicho no varió prácticamente nada cuando empezó a formar parte del bestiario heráldico: avanzando hacia el hipotético enemigo y con el lomo cubierto por una pelambre recia y erizada, que acojona más. FIN DEL INTROITO


Bien, creo que con lo dicho ponemos en contexto la relevancia del jabalí a lo largo del tiempo, y su especial significación de cara a simbolizar el valor temerario de los guerreros que lo usaban como emblema y hacían uso de sus cráneos y defensas como amuletos para que la bravura de estos animales les acompañasen en las situaciones en las que se requerían grandes dosis de testiculina. Y ojo, que por el hecho de que sus usuarios primigenios fuesen unos paganos de tomo y lomo, eso no quiere decir que los BELLATORES cristianos renunciaran a seguir haciendo uso del jabalí y toda su carga simbólica para dejar claro a propios y extraños que eran unos ciudadanos de armas tomar. Un magnífico ejemplo lo tenemos en el sepulcro de Fernán Pérez de Andrade, ubicado en la iglesia de San Francisco, en Betanzos (La Coruña), que vemos sustentado por dos poderosas bestias heráldicas: a la izquierda, un jabalí, y a la derecha un oso, atributos, como ya sabemos, del valor, la fuerza y demás virtudes necesarias para asesinar ciudadanos con propiedad. Pero, además, en el lateral tenemos un interesante bajorrelieve que muestra una escena de caza en la que varios caballeros persiguen y lancean a un jabalí con la ayuda de una rehala. Y es que la caza de este animal, como miles de años antes, seguía siendo botón de muestra a la hora de dar testimonio de la bravura de cada cual, siendo una de las piezas venatorias predilectas de la nobleza de la época.

Y no solo era adoptado por nobles, sino también por monarcas como Ricardo III, el último Plantagenet, que ya lo incluyó en su estandarte cuando aún era duque de Gloucester. En la ilustración de la izquierda lo podemos ver en la batalla de Bosworth convirtiendo en aceituna de martini a Sir William Brandon, abanderado de Enrique Tudor, que se alzó en armas contra Ricardo para iniciar una nueva dinastía. Junto al monarca podemos ver a 
Sir Percival Thirlwall, que porta el estandarte real. En el mismo podemos ver la cruz de San Jorge, símbolo de Inglaterra, y su insignia personal, un jabalí de plata rodeado por las rosas blancas de la Casa de York. Esta batalla, que se saldó con la victoria del Tudor, dio término a la Guerra de las Rosas.

Sin embargo, y a pesar de su simbología tan potente, a comienzos del siglo XIII la Iglesia, que por aquel entonces tenía que ser el perejil de todas las salsas, la tomó con el jabalí de la misma forma que lo hizo con el oso, y de paradigma del guerrero que jamás retrocede ante nada ni nadie por chunga que esté la cosa, pasó a convertirse en un vil atributo de la glotonería y la lujuria. Un bicho que pasaba el día hozando en busca de golosinas subterráneas y fornicando a destajo con su serrallo de jabalinas no podía ser un símbolo de virtudes, sino de vicios nefandos. A la derecha pueden verlo, a modo de aviso a los fieles, decorando un canecillo de la iglesia de San Pedro, en Caracena (Soria). Esta anatema zoológica hizo que muchos blasones hispanos trocaran sus jabalíes por leones, tal como aconsejaban los curas, que era un bicho más elegante y virtuoso que un gorrino salvaje. Esto menguó la presencia de los mismos en las armerías hispanas, quedando relegados al séptimo lugar entre la selección de bichos heráldicos. Sin embargo, en Centroeuropa y en la brumosa Albión (Dios maldiga a Nelson) se pasaron los entredichos eclesiásticos por el forro, porque no renunciaron a sus jabalíes nobiliarios. De hecho, la presencia de estos en su heráldica es mucho más abundante que en España.

Bien, ya hemos visto la "trayectoria" del jabalí hasta convertirse en miembro del bestiario heráldico. Veamos a continuación sus presentaciones más significativas en los escudos de armas españoles.

A la izquierda tenemos la forma más habitual, que abarca más de un 90% de los blasones donde aparece el jabalí: solo, adiestrado, pasante y casi siempre de sable (negro), con las defensas en plata. Esta negrura dio lugar a que se le denominara como "Bestia Negra" y, aunque son bastante escasos, también se les puede representar en su color. Las cerdas aparecerán hirsutas, la boca abierta y con la lengua fuera que, salvo que se indique lo contrario, tendrá el mismo esmalte. Otra opción es que vaya lampasado de gules (lengua color rojo). También puede variar el esmalte de los ojos, en cuyo caso se llamará iluminado, las pezuñas, siendo llamado ancornado, y vilenado si nos referimos al órgano sexual del bicho. Si de forma excepcional lo que cambia de esmalte son las defensas, que como hemos dicho se suelen representar en plata, diremos que está defendido de... (el color que sea). En este caso, el blasón que presentamos corresponde a un linaje de los Cuesta, y su descripción sería: De oro, un jabalí pasante defendido de plata, si bien la posición del animal y el color de las defensas podrían omitirse tanto en cuanto son las habituales. Veamos otro...

Otra opción es presentar solo la cabeza. Esta tuvo al parecer su origen en costumbre de los pueblos celtas de cortar las cabezas de sus víctimas, hombres o animales, para apropiarse de su fuerza. Con todo, la razón más frecuente radicaba en una mera necesidad de espacio. Como sabemos, a los escudos de armas se les solían añadir más mobiliario a medida que los retoños de cada linaje llevaban a cabo alguna hazaña, por lo que llegaba un momento en el que el jabalí entero no cabía. Así pues, se conformaban con poner solo la cabeza, con o sin sangre, junto al resto de piezas. En este caso, el escudo en cuestión pertenece al linaje de los Fernández Rubio. Por cierto que las cabezas pueden representarse limpiamente cortadas, como es este caso, o con jirones de piel desgarrada en el cuello.


Otro ejemplo más, en este caso perteneciente al linaje de los Gómez de Vilafañe. Tenemos al jabalí en su presentación habitual, pero son destacables los tres virotes de ballesta que vemos sobre el animal. En este caso hace una clara referencia a que, en algún momento, uno de los miembros de este clan se distinguió por su destreza y valor en los lances de caza. También puede aparecer el animal con los virotes clavados, o bien con las heridas recibidas durante el lance venatorio. Queda patente que, a pesar del tiempo transcurrido, la caza del jabalí seguía siendo un referente a la hora de mostrar valentía y tal. La descripción de este escudo sería: de sinople, un jabalí pasante surmontado por tres virotes en faja.


Y para concluir, porque no es plan de mostrar cada caso por mínimo que sea, a la derecha vemos una composición similar a una de las más frecuentes en el caso de los lobos, con un significado similar. El árbol simboliza en este caso la raigambre y el abolengo de un linaje, en este caso el de los Ibarra. Empinados a cada lado del árbol podemos ver dos jabalíes de terrorífico aspecto que nos indican que, aunque enemigos poderosos y fieros intentaron ofender al clan en algún momento, los miembros del mismo fueron capaces de resistir sus ataques hasta derrotarlos bonitamente. Su descripción sería como sigue: De oro, un árbol arrancado de sinople acostado de dos jabalíes empinados en el mismo. Bordura de plata con ocho aspas de gules. Como era habitual, la bordura debió ser añadida a posteriori en las armas primigenias por algún hecho de armas relevante.

Bueno, eximios lectores, con esto concluimos. Espero que les haya resultado ilustrativo y esas cosas que se dicen. Ya seguiremos viendo más bestias nobiliarias.

Hale, he dicho

CETERVM CENSEO PETRVM SANCHODICI ESSE DELENDAM
ATQVE SINISTRA DELENDA EST IN VNIVERSA TERRA

Escena de la caza del jabalí en la Edad Media. En primer término vemos a un montero lanceando a una de estas fieras, mientras que los caballeros acuchillan a otro de mayor tamaño con sus espadas. Fallar el lance podía suponer un riesgo importante porque el jabalí, sintiéndose acosado y seguramente enfurecido por las heridas, atacaría ciegamente al cazador. Si este había caído de la montura o iba a pie, solo los que tenían una agilidad superlativa podrían esquivar su embestida