Cuando vas a un colegio, lo
importante no es contarles a los niños tu proceso creativo, cómo se te ocurrió
la historia, lo mucho que te gusta leer y escribir. Lo fantástico es
encontrarte a tres autores jovencísimos, y ya con una obra en ciernes.
Los conocí el día que
hicimos el recorrido por Madrid, seguíamos la gira de los personajes de:
“Atrapados en las leyendas de Madrid” Mary Carmen Lafuente los dirigía por los
recovecos del Madrid antiguo. Marisol Perales
y yo los acompañábamos. Marisol había escrito los poemas y claves para que no
se perdiesen los personajes en el libro, y yo me había lanzado a crear los
episodios y los lances de esos protagonistas.
Teníamos un encuentro con
los alumnos del colegio “Pedro Antonio de Alarcón”, que está muy lejos. Bueno, por lo menos para mí. Está en
Valdemoro, y algunos niños no habían tenido ocasión de recorrer las callejuelas
del centro de Madrid, no conocían a Atahualpa, no sabían dónde estaba el
cementerio de pájaros, que un bandido guapísimo robaba en la corte, ni siquiera
que un decapitado se aparecía en San Ginés por las noches ¡Uuuuh!
Eran tres, se me acercaron
mientras tomaban el bocadillo a media mañana, en la plaza de la Ópera, delante
de la estatua de Isabel II. Me contaron que ellos también escribían. ¿Cómo es
eso? Bueno, me explicó Hugo Sánchez. Yo he escrito dos, uno con un amigo: “El
gran final” y “Hugo y Mario en tres dimensiones”. Mario López me explicó que su
libro también tenía título: “La generación de la historia” y “El resurgir de la
oscuridad”, David Torrejón tenía otra
obra pero le faltaba ponerle título. Les pedí que las me trajeran el día que
fuésemos al colegio para firmarles ejemplares. Y efectivamente, el día que
fuimos estaban esperándonos, con sus folios cosidos y sus geniales
ilustraciones. Me hubiera leído sus textos allí mismo, pero no había tiempo. Solo
pudimos hacernos fotos.
Sus compañeros de clase me
pidieron que los sacara en mi nueva novela, en un viaje al futuro. Sonia me animó
a que incluyera a Leonardo DiCaprio en ese futuro incierto que tenía en mente, le
sugerí que quizá DiCaprio era un poco mayor para ella, pero insistía, como yo
en mi infancia insistía con el cuarentón Paul Newman, las preferencias no
tienen edad. Ada prefería a Thomas Brodie
Sangster (lo tuvo que escribir porque no tenía controlado a ese actor)
El resto me preguntó si los podía incluir a todos. ¿Toda la clase en mi novela
sobre el futuro? Sí, gritaban ilusionados.
Luego, cuando regresaba a
casa, pensé que mientras existieran niños con esa creatividad, con esa ilusión
y con esas ganas de leer. No lo teníamos todo perdido.
Gracias al colegio, a los
profesores y a los padres que ponen tanto para tener unos hijos así de imaginativos.
A lo mejor, con suerte, por
su capacidad para leer y ponerse en el lugar de otros, no tengan nunca que
presenciar esta vergüenza de insultos y egos con los que nos obsequian nuestros
parlamentarios. A lo mejor ellos han cambiado el futuro y han aprendido a ceder
y comprenderse. A lo mejor no está
Leonardo DiCaprio pero sí hombres y mujeres capaces de entenderse y de tenderse
la mano cuando llega el momento de sacar adelante a su país.
Y en todo caso, ocurra o no
ocurra, mi enhorabuena para esta nueva generación que viene pegando tan fuerte.