Se puede decir que soy una "chica Salvador Bachiller", siempre me han encantado
sus creaciones y soy asidua a sus bolsos y complementos.
Cuando descubrí el primer gastrobar que la firma abrió en una de sus tiendas allá
también elegí este lugar para hacer el shooting de presentación de uno de mis
DIY (aquí)
Salvador Bachiller ha sabido reinventarse apostando por una filosofía "total
lifestyle", uniendo diseño y restauración en sus tiendas más icónicas y ya son
cuatro los gastrobares que ha inaugurado. El último de ellos el que hoy os
presento, Bloom, un espacio de ensueño que es pura fantasía.
No tiene nada que envidiar a los restaurantes londinenses de estilo floral y
femenino. Yo diría que incluso los supera. Y desde luego es con mucho el espacio
más chic y glamuroso de Madrid.
Ya desde la fachada podemos hacernos una idea de lo que vamos a encontrar.
Pero os aseguro que el interior va a superar con mucho nuestras expectativas.
Haciendo honor a su nombre, Bloom es pura alegoría del renacer, la floración, la
primavera (tan necesarios en los momentos pandémicos que lo vieron nacer) por
eso está prácticamente inundado de flores, pero también representa los otros
significados del vocablo inglés (glow, shine, glitter...)
Su decoración, estilismo e iluminación lo convierten en un espacio cálido,
resplandeciente y muy glamuroso.
Aunque también debo decir que es muy, muy difícil de fotografiar debido
precisamente a esa espectacular iluminación incandescente (creo que nunca
había dedicado tanto tiempo a la edición de las fotografías que tomé para
intentar conseguir un balance de blancos sin distorsionar el ambiente mágico
que podemos encontrar en este precioso espacio)
¿Entramos?
Tras una fachada que nos recuerda a una floristería se accede a un elegante
recibidor de estilo art nouveau con flores por todas partes, tanto trepando por
la rejería con espejo que cubre las paredes, como representadas en el fresco
del techo y los mosaicos del suelo.
El mobiliario en dorado y terciopelo nos recuerda la época más glamurosa de
Hollywood.
Podría decirse que esta zona es una galería al estar abierta a la calle.
Resulta ideal para los días más cálidos y para quienes prefieren un espacio
abierto en la situación actual por el coronavirus.
Al fondo encontramos un gran tunel hecho con flores sobre una escalera que da
acceso a la planta baja donde se encuentra el restaurante propiamente dicho.
A la derecha del mismo, antes de bajar, hay también un acceso a la tienda.
La escalera de Bloom se ha convertido en photocall improvisado,
uno de los "must have" más buscados de Instagram.
La planta baja consta de una gran sala central con diferentes ambientes lo
que asegura intimidad. Además en estos momentos el aforo está limitado y
organizado para respetar las medidas de seguridad por la pandemia.
Como podéis ver la decoración resulta espectacular.
La barra para organización de la cocina y la zona de aseos se encuentran al fondo.
Olvidé tomar fotografías del baño, precioso con unos maravillosos azulejos rosa
de estilo diamante.
Pero sí grabé un vídeo de todo el restaurante incluyendo el aseo, así que si lo
queréis ver en vivo podéis hacerlo pinchando aquí
Además de la gran sala principal, el restaurante cuenta con un espacio más
reservado coronado por una magnífica vidriera en el techo.
He comido en Bloom en varias ocasiones y en todas hice fotografías (imposible
sustraerse a inmortalizar cada rincón) pero la mayor parte de las que comparto
hoy las tomé hace unos meses que quedé a comer con mi amiga Belén.
Estuvimos en esta sala y pude fotografiar y grabar a mis anchas mientras ella
echaba un vistazo a la carta y pedía por las dos. Tenemos gustos muy parecidos y
confío plenamente en que me va a encantar lo que ella elija.
Tomamos de primeros "flores de alcachofa con pimienta negra" y "tartar de
salmón con aguacate, remolacha y frutos rojos", bebimos kombucha y los
segundos fueron "presa ibérica con crema de castañas" y "pollo tikka masala"
No tomamos postre porque habíamos quedado a tomar café pero los que he
probado en otras ocasiones están exquisitos igual que el resto de la carta.
Siempre detallistas, la cuenta venía acompañada de dos bolígrafos coronados
por una peonía en una linda bolsita de la firma. Ya en casa tomé la fotografía
que sigue para mostrároslo.
Realmente una experiencia encantadora y recomendable visitar este restaurante.
Espero que os haya gustado el post y gracias por acompañarme.