Mostrando entradas con la etiqueta Comida. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Comida. Mostrar todas las entradas

lunes, 20 de abril de 2020

Pastel de copos de avena, aceite y chocolate




Ayer fue el cumpleaños de mi hijo Javier y lo pasamos en casa como
corresponde a este tiempo de cuarentena que debemos respetar si queremos
acabar cuanto antes con la pandemia y poder retomar nuestras vidas con el
menor coste humano, social y económico posible.

Lo cierto es que, a pesar de las circunstancias, resultó un día entrañable, con
muchas sorpresas virtuales. Se nota que estamos más emotivos y tenemos
más tiempo para idear y preparar regalos de esos que no cuestan dinero
pero generan muy gratos recuerdos (los mejores)




Y, por supuesto, hice una tarta.

Desde que comenzamos el confinamiento las redes sociales se han ido llenando
de fotografías con ricos pasteles y dulces. Parece que estemos horneando como
si no hubiese mañana y es que pocas cosas son tan reconfortantes y transmiten
esa agradable sensación de protección de hogar que el olor de un pastel en
un horno ¿No creéis?

Javier me dijo que le apetecía de chocolate y así lo hice aprovechando una
receta que surgió un día en que no tenía harina y utilicé en su lugar copos
de avena. El resultado nos sorprendió tan gratamente que ahora siempre
hago los bizcochos así porque resultan más saludables y porque deja una
textura más gruesa y natural.

También por dietética sustituyo hace tiempo la mantequilla por aceite.




Bauticé el bizcocho de copos de avena y aceite como "Pastel Serendipia" porque surgió sin buscarlo.


Os paso la receta por si queréis probar a hacerlo (utilizo como medida un vasito de cristal de yogur)

-Poner en la batidora 4 huevos y 2 vasitos de azúcar. Mezclar.
-Añadir 1 vasito de aceite y 1 de leche. Volver a mezclar
-Añadir 4 vasitos de copos de avena. Mezclar nuevamente.
-Añadir cuatro quesitos en porciones. Mezclar de nuevo.
-Finalmente añadir 1 sobre de levadura en polvo y dar una última batida.
-Untamos el molde con aceite de oliva y espolvoreamos con harina.
-Echamos la mezcla en el molde y horneamos en la bandeja media, durante 40
minutos a 180 grados con ventilador.
-Conviene comprobar que el pastel está en su punto introduciendo un pincho de
brocheta que, al sacarlo, debe salir limpio.

Si queremos que el pastel sea de chocolate, añadimos a la mezcla dos vasitos de cacao en polvo.

Para la cobertura o ganache de chocolate necesitaremos:

-100 ml de nata para montar
-130 gr de chocolate para fundir
-20 gr de mantequilla o margarina
-2 cucharadas soperas de agua
-Una pizca de sal (no es imprescindible 
pero potencia el sabor del chocolate)

Preparación de la cobertura:

-Poner en un cazo la nata y, cuando hierva, apartar del fuego y añadirle
el chocolate ligeramente troceado y la mantequilla.
-Remover bien hasta que el chocolate se disuelva por completo.
-Añadir las 2 cucharadas de agua para que la cobertura quede fluida y pueda
extenderse fácilmente por la tarta.




¡Y a disfrutarlo!

Os deseo lo mejor en estos momentos difíciles que, espero de corazón,
pasen pronto y no se vuelvan a producir.

Cuidaos mucho <3





domingo, 15 de septiembre de 2019

Visita a un viñedo de Oporto




Durante nuestro viaje a Oporto decidimos hacer alguna excursión por los
alrededores y la idea de visitar un viñedo y bodega del afamado vino de
Oporto nos sedujo desde el principio.

Es una excursión de un día que se realiza en barco subiendo por el Duero.
Son varias las empresas que organizan estas excursiones y se encuentran
en la orilla de Vila Nova de Gaia. No os será difícil localizarlas porque
aparecen anunciadas por todos lados.




El crucero sale temprano (único inconveniente cuando se está de vacaciones) y
comienza con un buen desayuno disfrutando de las vistas que nos alejan de la
ciudad para ir adentrándonos en el frondoso interior. 

No podía imaginar que esta zona fuera tan verde. Sin ser del todo comparable,
me recordó mucho a los fiordos noruegos pero en pequeñito.





El barco tiene que atravesar la presa de Crestuma-Lever y salvar los 14 metros de

desnivel que el cauce del Duero sufre en esta zona. Para ello se utiliza un sistema de 

esclusas que resultan de lo más interesante y se convierten en otro atractivo más de 

esta pequeña excursión.


Grabé un vídeo del crucero en el que muestro detenidamente nuestra sorpresa y
descubrimiento del sistema de esclusas. Lo he subido a Instagram y os dejo el
enlace por si lo queréis ver (aquí)




Mientras descubríamos, comentábamos y teorizábamos este momento
tecnológico (el fundamento de Arquímedes vino a mi cabeza acertadamente)
nos agasajaron con un riquísimo vino de Oporto como aperitivo.

Creo que os he comentado alguna vez que no soy de beber vino pero debo
reconocer que me encanta el Oporto dulce y que nunca lo había probado tan
rico como los que tomamos en la ciudad portuguesa de la que procede. Imagino
que no será solamente por la calidad del caldo sino también el tomarlo en el
escenario maravilloso de esta zona portuguesa.




Y tras el aperitivo una rica y reconfortante comida seguida de café, al que debo
no haber necesitado una siesta después de haber disfrutado de los distintos
caldos que no estoy habituada a tomar.




Las quintas vinícolas empiezan a aparecer en ambas riberas del Duero, muchas
de ellas majestuosas, haciéndome soñar sobre su interior y el modo de vida en
ellas.




Y finalmente llegamos a  la localidad de Peso da Régua donde se encuentra la
quinta en la que vamos a pasar la tarde: Quinta de Marrocos.






Esta quinta, situada en la orilla izquierda del río Duero, tiene su origen en un
monasterio franciscano que dio asilo a emigrantes marroquíes ofreciéndoles
trabajo en sus viñedos y de ahí el nombre de la finca y su bodega. 

Es una de las más antiguas de la región y, a principios del siglo pasado, el
bisabuelo del actual propietario, César Sequeira, la adquirió.

La casa, original del siglo XVII, fue restaurada y decorada con antigüedades
familiares. Posteriormente se restauraron otras dependencias y a la actividad
viticultora principal de la quinta se vinculó el agroturismo de modo que podemos
alojarnos en sus preciosas dependencias y disfrutar la auténtica experiencia de
vivir en un viñedo.

Ofrece también cata de vinos, comidas y cursos.







En nuestro viaje estuvimos visitando las vides, la bodega y después nos
deleitamos con una cata de vinos del viñedo, que produce vinos de Oporto y
Duero.




La amable guía, Raquel, nos explicó al detalle todo lo relativo a la bodega. 

Seguro que os habéis preguntado porqué hay telarañas en las bodegas. Pues
es la mejor y más natural manera de acabar con los mosquitos que podrían
estropear el vino.







Tras visitar las bodegas dimos una vuelta por el resto de las instalaciones
del complejo y las viviendas (una pena que no entrásemos en ellas) para
después realizar la cata de vinos.

En la fotografía posterior tres básicos de la cultura portuguesa: porcelana (Vista
Alegre, por supuesto), textil en ese precioso mantel y vinos del viñedo.





La cata de vinos estuvo acompañada por una riquísima mermelada artesanal
de naranja amarga (una de mis preferidas y estaba exquisita)




La vuelta a Oporto la hicimos en autobús lo que nos permitió tener una visión
distinta de la zona de viñedos y dormitar tras haber pasado un día intenso y
embriagado ;-)

Por supuesto nos llevamos algunas botellas de Oporto para disfrutarlas en casa.

Espero que os haya gustado este recorrido tanto como a nosotras
A mí me ha encantado recordarlo ^.^



jueves, 8 de noviembre de 2018

Cocina de temporada. Otoño





Tengo que admitir que no me gusta cocinar, lo hago por necesidad y siempre
corriendo. 

Por eso, desde que mi hijo Javier está fuera (si me seguís en Instagram
sabréis que este curso está estudiando en Illinois) apenas cocino. Como
alimentos poco procesados y mucho de ellos crudos en ensaladas, bowls,
smoothies... Algún filete a la plancha y huevos cocidos es para lo único
que enciendo la placa. Así que, sin buscarlo, he perdido seis kilitos a lo
que creo ha contribuido también los larguísimos paseos que me doy
por Madrid. He ido en varias ocasiones andando desde mi casa, al lado
de Plaza de Castilla, a Callao (5,7 kms según Google maps), volviendo
también andando, lo que hacen unos 12 kms porque no voy en linea
recta sino que me desvío a la búsqueda y captura de espacios bonitos
que disfrutar y compartir luego en el blog o las redes. He empezado a
buscar nuevas zonas aunque ahora con el frío suelo hacer una parte
andando y otra en transporte público.

Pero hay alimentos que sí me motivan a meterme en la cocina y, aunque
no a guisar, sí a utilizar el horno, sobre todo en otoño.

La calabaza y el boniato asados son dos de ellos y los horneo para preparar
cremas, algún bizcocho, como toppings en bowls o guarnición en platos.




La semana pasada me tomé unos días de vacaciones y fui a visitar a mi madre.
Hicimos una buena compra de hortalizas, entre ellas calabazas que adornaron
la mesa de la cocina durante unos días y cocinamos después de Halloween. 

Sacamos su libro de cocina, deshecho de tanto utilizarlo, y algunos de sus
cuadernos de recetas. Cuando estoy en su casa me siento más motivada a
cocinar y es un placer compartir con ella estos momentos. Quizás también
porque, al no tener que ir a trabajar y disponer de tiempo para comprar,
arreglar los alimentos y cocinar, lo que cotidianamente es una obligación
se convierte en un momento agradable y slow.






Para hacer pasteles y purés horneo la calabaza, el boniato e incluso las
zanahorias a la papillote, envueltos en papel de aluminio previamente
pelados, comprobando con un palito de brocheta que estén blandos en su
interior pero sin deshacerse. Antes los cocía pero en la cocción pierden
muchas de sus propiedades y sabor. 

Utilizo estas tres hortalizas, individualmente o mezcladas, tanto para cremas
como para bizcochos y os aseguro que salen riquísimos, además de ser más
saludables por su aporte nutricional y por necesitar menos azúcar que en la
receta de un bizcocho normal.




Para tomar como toppings en bowls o como guarnición en platos, troceo las
hortalizas y las horneo hasta que que estén blandas y doradas.







Ya compartí con vosotros cómo hago la base de los Buddha bowl (aquí),
todo en crudo y pasado por la batidora. Voy variando los ingredientes
según apetencia o temporada y en este caso no eché remolacha pero sí
manzana que están en su mejor momento.

Encima, semillas, pasas, aguacate y la calabaza y el boniato asados tal cual.




Para servirlo como guarnición de platos salados riego con un poco de aceite de
oliva virgen y salpimento con sal del Himalaya y un popurrí de pimientas.

Un acompañamiento exquisito con carpaccio de ternera, por ejemplo.
Y a vosotros, ¿os gustan estas hortalizas de otoño?


viernes, 21 de septiembre de 2018

Buddha bowl de inspiración tailandesa




Qué ganas tenía de volver a compartir en los Findes Frugales de Marcela
Cavaglieri pero con el verano de por medio y el slow concept que
últimamente me he auto impuesto tengo dos super DIY empezados desde
hace tiempo y no los termino.

Y como se trata de no sentirse mal por procrastinar, ese verbo que se ha puesto
tan de moda y que en realidad no quiere decir otra cosa que diferir, aplazar,
elijo hacer otra creación frugal y mostrárosla hoy.

Mi amiga Ana me regaló una preciosa falda de tejido Batik que trajo de
Tailandia. El batik es una técnica de teñido de tela por reserva, como el
Tie Dye o el Shibori, que consiste en aplicar cera sobre las zonas que no
se quieren teñir. El proceso se repite para ir formando los dibujos y
sobreponer colores. Es característico el uso de puntitos en sus diseños y
es una técnica bastante extendida en Indonesia y los países de alrededor.

Como sé que no lo voy a utilizar como falda porque para ello hay que tener
la gracia y el saber hacer de las mujeres de aquella zona, decidí convertirla
en un precioso mantel: descoser el lado corto que une la pieza y ya está.
Así de fácil y rápido.

Tanto que he tardado más en montar la mesa para mostrároslo que en
convertirlo en mantel ;-)

Saqué algunos de los souvenirs que traje de mi viaje a Tailandia hace
dos veranos y creé un Buddha bowl de inspiración tailandesa.

Los Buddha bowls tan de moda en el mundo foodie no son más que cuencos

en los que se combinan alimentos saludables: un único plato que contiene

diversos tipos de nutrientes beneficiosos para la salud.


El que os presento es un bowl dulce pero sin azúcar ¿Cómo es posible?
Utilizando plátano maduro y preferiblemente congelado.

Lo demás ingredientes: espinaca, rúcula, remolacha, frutos del bosque (también
mejor congelados), leche de coco, una cucharadita de curcuma, otra de maca y
una de jengibre.

Todo a la batidora y una vez procesado al bowl.





Después podremos completar y decorar con toppings de nuestro agrado:
semillas, ralladura de coco, frutillas...




Todos estos ingredientes son considerados actualmente superalimentos por lo
que tendremos un super cuenco dietético, saludable y rico. Si lo encuentras
poco dulce puedes añadir dátiles medjoul. Yo no tenía en ese momento pero
para mí resultó bastante dulce y eso que soy muy golosa.

Como salió mucha cantidad, más ahora con Javier fuera, distribuí en botes
lo que me sobró, lo guardé en la nevera y he estado comiendo de ello toda la
semana, cambiando los toppings o añadiendo más leche para convertirlo en
smoothie.

Una manera de batch cooking como llaman ahora a hacer más cantidad 

cuando se cocina y así poder guardarlo para otro día en que lo usaremos 

combinando o mezclando con nuevos ingredientes.



¡Os deseo un feliz fin de semana!



miércoles, 24 de enero de 2018

3 buenos restaurantes en Chueca (Madrid)



Junto con el barrio de Malasaña, Huertas o la Latina, Chueca es una de las

zonas de Madrid con mejor oferta gastronómica y de ocio, además cuenta

con un área comercial cada vez más completa y cuidada y, por supuesto, el

ambiente divertido y relajado que siempre ha caracterizado a este barrio 

del centro de la capital.



Un buen plan de sábado puede ser darse una vuelta por las tiendas de Gran
Vía y Fuencarral, buscando después un sitio agradable donde picar algo,
comer y tomar un pecadito dulce disfrutando de café y buena conversación.

Y eso es exactamente lo que hicimos mi amiga Rita y yo hace unas semanas,
salir por esta zona, hacer algunas compras y ponernos al día de nuestras
vidas porque no podemos quedar todo lo que desearíamos.


Tras visitar Zara, H&M y Primark (miedito me da siempre entrar en este
macro espacio low cost superpoblado de compradores compulsivos y
tentaciones baratas) en Gran Vía, subimos por Fuencarral (entrar en 
Muji se ha convertido en un ritual aunque no siempre compre algo) y
tomamos Augusto Figueroa para adentrarnos en Chueca (los muestrarios
de zapatos de esta calle son legendarios).

Hora del aperitivo y va apeteciendo descansar y soltar bolsas por un rato.
Las terrazas de la Plaza de Chueca son muy agradables pero un sábado a
estas horas están petadas y decidimos subir a la terraza del Mercado de
San Antón.

Tampoco allí una mesa libre, así que optamos por entrar al interior del
restaurante que dispone de una agradable zona acristalada climatizada
(mejor elección en esta época).



El restaurante La cocina de San Antón es un agradable espacio ecléctico
que combina piezas de diseño con toques geométricos, comic, jungla urbana...



Cuenta con un pequeño huerto interior de aromáticas en uno de los ventanales.
Ofrecen "cocina española con toques de aquí y allá", como a ellos mismos les
gusta decir.

Nosotros tomamos una refrescante cervecita con pincho de tortilla ¿Hay algo
más español?



Para comer decidimos acercarnos a B&B Babel que está casi a la vuelta de la
esquina (C/ Libertad, 23)

Es un espacio de ambiente cálido con paredes cubiertas de paneles de madera
lavada, estucos, ladrillo, jardines verticales... El uso de mobiliario como
librerías, piezas antiguas y otras vintage invitan a sentirte como en casa.

También la carta convierte a este restaurante en una buena opción si lo que
se busca es comida, comida, pues ofrecen comida mediterránea casera con
toques renovados.






Riquísimo el rabo de toro, uno de mis platos preferidos.
Una buena opción es tomar alguna de sus especialidades de arroz.



Cuando salgo por zonas con amplia oferta gastronómica, me gusta reservar
el café y el postre para un nuevo lugar y eso es lo que hicimos.

Nos dirigimos a Le Cocó, en el número 15 de la paralela calle de Barbieri.


Le Cocó es un Resto Bar que se ha puesto muy de moda, con una
cuidada decoración vintage y un ambiente muy agradable.

Sus tartas son todas recomendables y el coulant de chocolate es purita gloria
(babeo mientras escribo)