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02 septiembre 2023

Gracias, Peko

 Querido Peko:

Hoy, más que nunca quiero darte las gracias. Hoy que te has ido, necesito decirlo. ¡Ha sido tanto lo que nos has enseñado! Para muchos has sido un ejemplo, un modelo a imitar. Tu sonrisa, tu palabra, tu vida nos ha servido para encontrar momentos alegres, para compartir risas, llanto, emoción y felicidad. Muy grande la huella que has dejado. Una surco lleno de optimismo, generosidad, alegría y vitalismo.

Sé que físicamente no te veré más, pero te aseguro que siempre estarás presente. Y no sólo para mí. Han sido muchas las personas que conozco y que al enterarse me han hecho llegar su pesar. Empezando por mis hijos, familia, amigos, simples conocidos de aquí y de allá, de Madrid y del Baix Ebre. Todos te querían, todos te han disfrutado.

Tú, más que una persona, eras un personaje. Un personaje peculiar. Con tus costumbres singulares. Tu uso de la k en vez de la c, tu animadversión y rechazo a las máquinas infernales (tu llamabas así a toda máquina informática, como el móvil, el ordenador y demás artilugios ‘demoniacos’), tu bandera republicana expuesta en tu balcón desde hace muchos años, tu amor al nudismo que practicabas en cuanto podías, tu facilidad de acercarte a los demás sin cortapisas.



Te recuerdo en todos los ambientes en los que te he encontrado. Quién puede olvidar los buenos momentos que hemos compartido en Alitalia con Roberto y Gemma, o nuestros cabreos ante jefes injustos. Nuestros viajes a Roma (seguro que te acordarás que allá por los años sesenta me llevaste a una pensión donde había un tufo a alterne que quitaba el hipo), o aquellos posteriores que compartimos, primero a Amsterdam y años después a París.

Cómo olvidar al ingeniero de piedras que vivía allá en el Baix Ebre, en La Colina, aquel que nos invitaba a su casa, te recibía en pelotas y después de comer se levantaba a fregar los platos –era su gran contribución de ayuda a la Peka-- y a continuación se dormía la siesta, como obligación.

Qué decir de aquel sujeto (me refiero a ti) que visitaba Kabila y era capaz de comerse tres platos de judías o de compartir calçotada con sus hermanos y con nosotros. Eso sí, carne comías poca, porque bien que presumías de ser casi vegetariano –naturalmente a excepción del jamón, que para eso los cerdos comen bellotas--.

O cómo no recordar aquél día que en La Olivera, la finca de tus hermanos, fuimos a celebrar, con coña, una capillita que había puesto Carmina. Fuimos al encuentro con mi nieta Lucía –tenía dos años--, y que al verte desnudo, sólo vestido con una mitra y unos guantes de obispo, dijo aquello de: Jo, Peko, yo contigo lo flipo.

Qué agradable recordar nuestras comidas en Tortosa o nuestros bocatas en ‘Torrente’, o aquella excursión cuando un chino nos salió a ofrecer melocotones, cerca de Sant Blai. Cómo nos hemos reído, con ganas, con descaro. No puedo olvidar esa risa tuya de boca grande y esas lágrimas de gozo que nos provocaban y contagiaban.

Y también es para recordar nuestras comidas en Madrid, muchas de ellas con Gemma y Paco, donde tampoco han faltado los buenos y alegres momentos, nuestras risas clamorosas (sobre todo la de Gemma). En fin, no podremos repetirlo, pero de ninguna manera lo olvidaremos, y que quieres que te diga, que nos quiten lo bailao.

Podría extenderme mucho más, te lo aseguro, pero no quiero ser pesado y ojalá que esto sirva de punta de iceberg de todo lo que hemos vivido juntos, mucho y bueno, aunque nos hubiera gustado que fuera más.

No quiero dejar de hablar de otro personaje muy importante, sin el que tú no hubieras sido tú. Y ya sabes de quién hablo: La Peka. Tú, mejor que nadie, sabes lo que ha significado para ti. Casi todo. Ha sido tu soporte, ha llevado con dignidad y amor tu alegría y también tus excentricidades. Ha sido no sólo tu compañera, también tu máximo apoyo. Te ha cuidado, ha soportado tus ‘quistes’ y siempre ha estado ahí, contigo. Una prueba de su éxito como mujer ha sido sus hijos, a los que ha educado no sólo con cariño, también con libertad, dignidad y honestidad. Una familia modelo que siempre ha estado ahí y que hoy sigue unida y añorándote.

Sin duda, tendría que hablar también de tu lado político y social, pero para no hacer más larga esta misiva me remito al artículo que te escribí hace cinco años.

Gracias, Peko. Por todo. Por habernos acompañado y habernos dado tanto. Si tuviera que definir lo que es un amigo lo haría con la palabra: Peko. Y déjame que me siga desahogando contigo, porque aunque no estés, estás. Y como dijo el poeta ...tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero.

Salud y República



14 julio 2023

Roberto: tal cual


Hace una semana que me dieron la noticia. Sabíamos cuál era su situación, pero siempre esperas que dure lo que no puede durar, que el tiempo dé una tregua. Me llamó Montse, su esposa, su guardián, su cuidadora impecable desde que hace años dejó de ser quien era. ¡Que tristeza vivir durante los últimos años sin saber que se vive, sin recuerdos, sin gente conocida, sin conciencia de existir! La noticia me llegó de sopetón, pero sin sorpresa.


Hacía mucho que no le veía. Unos cuántos años. Él, refugiado en Canarias, ya no conocía quién le llamaba, ya no reconocía a su propia gente, a veces para él, su hija o su mujer eran extrañas, nuevas en una vida ya añeja, desconocidas después de tantos años de convivencia.


A su problema de memoria, como para cumplir con el famoso refrán: ‘a perro flaco, todo son pulgas’, le diagnosticaron un grave problema del colon. Ahora, no sólo tenía desvalida la memoria, también las tripas.


La cosa empeoró y desde hace unos años ya no hablaba con él, sino con Montse. Él no me reconocía, a pesar de que su esposa le enseñaba una foto mía cuando se ponía al teléfono. Me hablaba sin sustancia, de cuestiones ajenas a ambos --y mira que teníamos una historia en común--, del tiempo, de política en cuestiones básicas, de su mujer o su hija a las que amaba profundamente y así me lo hacía saber, a pesar de que yo bien lo sabía. Repetía mantras y generalidades. Fue entonces cuando me di cuenta de lo inútil que era hablar con él. No sabía con quién estaba hablando y hacía esfuerzos imposibles para reconocer al otro, sin que pudiera conseguirlo.


Desde entonces, hablaba con Montse. Esa mujer abnegada que vivía para él desde que empezó a olvidar. Me contaba cómo estaba, si tenía dolores, si recordaba algo, si la reconocía, si se quejaba de sus ojos o si tenía dificultad para ir al váter. Afortunadamente, a pesar de sus males, las visitas programadas en paliativos parece que le domaban el dolor, haciéndolo más llevadero.


Pues sí, arriba y abajo. Cabeza y colon. Fue viviendo los últimos años con dificultad pero con la ayuda inestimable de su esposa y de los paliativos. También, Áurea, su hija que vive en Valencia, se acercaba a Tenerife cuando podía y le cuidaba, como seguro había hecho él con ella de pequeña.


Inmerecido. Éste es el adjetivo que se puede aplicar. Rober, fue un hombre bueno, inmerecedor de este final tan largo como injusto. Yo lo conocí bien. Podría decir que fue uno de esos pocos amigos íntimos, de verdad, que tenemos. Había trabajado muchos años con él en Alitalia. Y fue allí mi jefe durante cierto tiempo. Siempre he dicho que el mejor jefe que he tenido, y es verdad. Un jefe peculiar. Serio cuando tenía que serlo, y amable y cooperador con sus empleados siempre.



Recuerdo escenas que no podré olvidar nunca. Esas mañanas que empezaban con risas desaforadas, con lágrimas de alegría. Eran las ocho y sólo habíamos llegado, Roberto, Peko, Gemma y yo. Los cuatro decidíamos, antes de empezar a trabajar y de que llegaran otros compañeros, contarnos chascarrillos, criticar a otros, hablar de política, naturalmente con críticas a la derecha, a la monarquía y a las instituciones malditas que hacen la vida más difícil. Un día nos pilló el director general, el único día que llegó pronto, y recuerdo la escena como una fotografía: Roberto, Gemma y yo llorando de risa (no recuerdo por qué) y el Peko tratando, con su ojo pipa, de leer el periódico. El gran jefe sólo pudo decir, buenos días y se quedó mirando al Peko cuyo periódico, estaba a unos dos centímetros de distancia, debido a ese ojo vago que se empeñaba en hacer trabajar a la fuerza. Después, se marchó, quién sabe qué pensó, pero no hizo ningún comentario. Nosotros seguimos riendo, era nuestro cuartito de hora.


Sí, lo he comentado, Rober era un hombre peculiar. Tengo de él, además de muchos recuerdos, alguna que otra fotografía mental. Escenas inolvidables. Recuerdo alguna reunión en su despacho, con sus gafas puestas, las mangas de la camisa arremangadas, la corbata suelta y, cómo no, un cigarro en la boca –algo habitual-- cuya ceniza estaba a punto de caer. En su mesa, sin falta, un rollo de papel higiénico, que bien le servía para limpiar las gafas como para aliviar ese constipado que, a menudo, pillaba los inviernos.


Roberto empezó hace más de setenta años, trabajando de ascensorista en un hotel en Barcelona. Sin duda, en aquel momento no pudo imaginar que, años después, ese entrenamiento fue premonitorio y tendría que subir y bajar a diario, unas cuantas veces los once pisos de la Torre de Madrid, donde estaba la oficina.


Una de las últimas veces que le vimos los tres –Gemma, Peko y yo--, fue en su casa de Tacoronte, cuando celebramos su sesenta y cinco cumpleaños. Difícil olvidar cómo nos recibió, cómo nos acogió y cómo lo pasamos con él.


Duró lo que duró, desgraciadamente no tanto. Porque su vida fue extinguiéndose poco a poco, si es que se puede decir eso cuando los recuerdos son el olvido.


Decir que lo he sentido, creo que no es necesario. Decir que fue un hombre bueno, tampoco, toda su vida, a pesar de haber obtenido cierto éxito autodidacta en el trabajo, la pasó defendiendo ideas de libertad, de solidaridad y de justicia social. Nunca negó lo que pensaba, aunque eso a veces le creara problemas. Sincero, único, leal a sí mismo y a sus amigos: Roberto, tal cual.


Hasta la victoria siempre, compañero, estés donde estés.


Salud y República


28 julio 2022

Un hombre bueno: Luis Escriñá

Se veía venir y ocurrió. Ayer, mi amigo José Manuel me ha llamado y me ha dado la noticia. Luis, Luis Escriña, se ha ido. Eran muchos años los que llevaba herido de muerte. Un maldito ictus le prendió con ganas, y poco a poco ha ido marchitándolo. Hoy ya es historia.

Luis era grande, muy grande. No he conocido a nadie que sin pudor, pero sin inquina, fuera capaz de transmitir tanta energía de forma tranquila, sosegada, sin alzar la voz, pero con contundencia, con fuerza y con verdad, sobre todo con su verdad.

Conocí a Luis, en Rivas, por los años 83 u 84, y enseguida congeniamos. Nos unían muchas cosas, pero la mecha que encendió nuestra amistad fue nuestra afición a correr. Y sí, empecé a recorrer Rivas con él, cuando este pueblo apenas tenía tres o cuatro mil habitantes, entre matojos y yesos, entre piedras y caminos cubiertos de matorrales. Y juntos reíamos, charlábamos, cantábamos, por el camino hacia el casco viejo, siguiendo una vereda al lado de la vía del tren de Arganda, que todavía funcionaba.

Después, a nuestras carreras se unieron Jesús, José Manuel, Carlos, Rogelio, Antonio y algún otro que no recuerdo. Un grupo que recorría los Cortados a menudo, que daba la vuelta al municipio por placer y cuya amistad creció con las zancadas.

De ese grupo, Luis era quien corría mejor, sin quererlo nos vacilaba. Mientras que los demás íbamos con esfuerzo subiendo y bajando los caminos, él no se conformaba y subía o bajaba por los laterales sin pestañear y de forma natural. A veces, en verano, se desnudaba y corría en pelotas, fundiéndose con la naturaleza, diría él. Siempre hacía lo que le venía en gana, con la pericia, la valentía y la voluntad de un ánarquista redomado. Y sin hacer daño a nadie.

No olvidaré el día, uno de tantos, que salimos a correr con mi perra. Y, sin saber ni cómo ni por qué, en un acto extraño, Laika, se puso delante de la vía dejándose atropellar por el tren de Arganda, ese que decían que pitaba más que andaba. Él me consoló y seguimos corriendo, su compañía y su presencia me ayudaron a pasar el trago.

Luis, amigo, te aseguro que en esos miles de kilómetros, que fueron muchos, me enseñaste muchas cosas. Me alejaron un poco de la competitividad, de la que tú eras enemigo, me hicieron amigo del hombre más vitalista que he conocido. Un hombre al que no había que recordarle lo que es el ‘carpe diem’, porque lo practicaba de manera instintiva.

Últimamente teníamos menos contacto y cuando te veía, intuía que el tiempo no perdona y que tu deterioro era mayor. ¡Qué tristeza!, tú, que tanto has hecho por vivir, que tanto has luchado por pervivir, que tanto has soportado para sobrevivir, hayas tenido que malvivir sufriendo a la fuerza, a pesar de tus empeños inútiles para tratar de revertir la situación.

Eras una persona buena, pero nunca dejaste de criticar lo que sentías injusto. En tu trabajo, en la Escuela, en el Ayuntamiento, con los amigos, pero siempre ayudando. Yo mismo he sido, en ocasiones, blanco de esas críticas, con fundamento, con fuerza, sin resentimiento, sin rencor. Con tu arma favorita: la ironía.

He seguido tus pasos, aunque últimamente menos, y puedo decir con orgullo que tú has sido un maestro de vida. Hoy, que ha ocurrido el final, estarías orgulloso de ver a Lola y a mis hijos e hijas, los seis, llenos de tristezas y lágrimas por ti. Y así, estoy seguro, todo el mundo que te conoce y te quiere. Has hecho algo que pocos pueden: ‘Dejar huella’. Estoy convencido de que muchos ripenses están conmocionados, a pesar de que se esperaba el desenlace.

Pero todos, tu familia, tus alumnos, tus amigos, tu gente tiene en su historia páginas inolvidables vividas contigo. Eso nadie nos lo podrán quitar. Hay que ver cómo te quieren, por ejemplo, en Aspadir, donde estos últimos años has acudido como paciente.

Gracias amigo, por todo, por ser como eras, por lo que nos enseñaste, por tu vitalidad. Y te aseguro que has sido para mucha gente un ejemplo, parte importante de nuestra biografía, hemos aprendido contigo que la vida es para vivirla, para beberla con pasión, para disfrutarla. Lástima que cuando mejor estabas, hace unos quince años, te haya privado de disfrutar. Hoy sufrimos el desenlace, ¡Qué injusto este último periodo!

Mi pésame profundo para Capi, su buena y querida compañera que tanto le ha cuidado siempre. Y a su hija Estrella y demás familia.

Y a ti, Capi, que has sido su pareja durante tantos años y sé que lo estarás pasando mal, te deseo lo mejor. Imagino tu tristeza y tu pesar, pero ahora sólo tienes una cosa que hacer: ‘Vivir por ti’. Y aquí estamos, si es preciso, para ayudarte. Un beso y hasta siempre.


17 septiembre 2019

Ascensión Mendieta al encuentro con su padre


Ascensión nos ha dejado pero nos queda su vida ejemplar. Se pasó toda la vida tratando de recuperar los restos de su padre y después de una total dedicación lo consiguió.

Su padre Timoteo Mendieta, de UGT, fue asesinado el 16 de noviembre de 1939. Fusilado sin juicio, sin abogado, sin sentencia, por sindicalista, castigo máximo para los franquistas: ‘ser rojo’.

Ascensión recorrió un camino de barbecho, de desprecio, de desinterés y desvergüenza. Todas las autoridades le cerraron el paso. Fueron muchos los años de lucha donde los distintos gobiernos la ignoraron o le pusieron piedras en el camino. Qué triste tener que reconocer que –mientras nuestros gobiernos la ignoraban o la despreciaban-- gracias a una querella de la jueza argentina, María Servini, --amparada en la jurisdicción universal--, a la ayuda económica de un sindicato noruego de electricistas y al trabajo de voluntarios de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, Ascensión pudo, por fin, después de tantos años de lucha y sacrificio, encontrar los restos de su padre en una fosa común.

Al fin, en junio de 2017 se encontró su tesoro. Y le volvió la sonrisa, la alegría, la satisfacción. Por fin, después de tantos años y a pesar de todos los obstáculos había conseguido su objetivo. Y con esa voz suave y profunda que poseía dijo: “Ahora a vivir con alegría, si vivo. Y después, que me entierren con él”

Antes había tenido que viajar, para contar la verdad a la jueza argentina, a Buenos Aires, con su mochila de ochenta y ocho años llena. Y ese paso fue el principio del fin. Cuatro años después pudo ver cumplido su largo empeño.

Mantengo en mi memoria –en primera fila--, el día que la conocí personalmente. Izquierda Unida de Rivas le otorgó el premio “14 de abril” del año pasado. Tuve el honor de llevarla desde el lugar donde residía hasta el recinto donde le entregaron el premio. Acompañada de su hija Chon pude charlar con ella y poder sentirla cerca.

Y encontré a una mujer con 92 años, tranquila, serena, frágil y tierna. Con una voz suave y cariñosa. Nunca pude imaginar que aquel cuerpo pequeño pudiera tener una mirada tan transparente, unas ideas tan claras, y una fuerza tan convincente. Entonces entendí cómo había dedicado su vida, con obstinación, firmeza y contundencia, a encontrar el cuerpo de su padre.

Recuerdo con emoción su forma de hablar, sin odio pero con convicción. Como comentaba su triunfo, porque cuando muriese quería que la enterraran con su padre. Había conseguido su objetivo. Lo que es difícil de calcular, son las penalidades, los obstáculos, el desprecio y el olvido que tuvo que soportar de las instituciones políticas de este país. Pero, al final, obtuvo su recompensa. Su lucha no fue en vano, y su ejemplo único. Y es que Ascensión fue más grande que sus gobiernos.

Cada día que pasa quedan menos ‘Ascensión Mendieta’, el tiempo, irrecuperable, va pasando y las vidas de los familiares y amigos de esas víctimas, 115.000 asesinados por el franquismo y desaparecidos, se van nublando. Tristeza, rabia y dolor es lo que queda. Víctimas de la represión franquista siguen olvidadas por las autoridades, mientras que, como debe ser, se rinde homenaje a otras víctimas terroristas como las islámicas o las de ETA.

Víctimas de segunda o de tercera. Víctimas olvidadas, Víctimas sin juzgar, Víctimas del odio, Víctimas del poder totalitario. Estas parecen no contar, son agua pasada. Mientras, todavía se rinden honores a franquistas reconocidos, a torturadores canallas, a defensores del mayor genocidio español.

Hoy, que Ascensión se ha ido, quiero volver a sentirla cerca, a escuchar su voz, a ver su mirada limpia y transparente, a extrañar sus cortos pero firmes pasos, a sentir su beso de agradecimiento. Hoy no puede ser un día cualquiera. Ascensión Mendieta y su ejemplo deben permanecer, a pesar de las dificultades, en nuestra lucha por conseguir Justicia, Verdad y Reparación.

Querida Ascensión que la tierra te sea leve, y ojalá que tengamos fuerza para mantener tu memoria y tu ejemplo.

Salud y República

25 noviembre 2016

Marcos Ana, siempre con nosotros

Hoy ya no estás, pero estás. Y fue dura. Muy dura una vida que amanece dos veces. Desde chico, oliendo a pobre fuiste creciendo, creando un mundo mejor en tu cabeza. Eso te llevó a defender los valores de la vida con coraje ilimitado: la libertad, la solidaridad, la justicia, la democracia. Y todo ello con pasión, con honradez, con humildad y con intensidad.

A tus padres debes tu conocido sobrenombre. Cambiaste Fernando por Marcos Ana, marcando con orgullo tu procedencia y tu cariño. A los dieciséis años te alistaste para defender a tu patria de la rebelión fascista. Después vino la cárcel. Con diecinueve años, en plena juventud te encerraron, lo que duró veintitrés años. Ni más ni menos.

Allí, condenado a muerte, te salvaste de milagro más de una vez. A esa experiencia amarga y fría supiste darle la vuelta para sacar provecho. Y bien que lo conseguiste. A pesar de constantes torturas, aislamientos y demás castigos, fue para ti una especie de universidad. Allí estudiaste y te formaste intelectualmente, allí encontraste acomodo ideológico entre otros compañeros y camaradas y allí tuviste tiempo y coraje para demostrar que, aunque te quitaran la libertad, propiciabas y participabas en todas las actividades políticas que se producían dentro. Y además, tuviste ganas y tiempo para escribir, demostrando el poeta que llevabas dentro.

(Documental de mi querido Javi Larrauri, donde Marcos Ana cuenta su propia vida. Verlo es necesario para entender su vida, su poesía, su solidaridad, por su propia boca. ¡Vale la pena!)


Porlier, Ocaña y sobre todo Burgos, tus nefastos domicilios durante los casi cinco lustros de tu turismo penitenciario, hasta que volviste a nacer, allá por 1961. Y seguiste en la brecha. Desde París y viajando por todo el mundo fuiste dando el apoyo a los exiliados y opositores del franquismo y denunciando la falta de derechos humanos del régimen.

Y llegó la muerte del dictador y volviste, sin rencor. Seguiste con tu militancia comunista haciendo política en tu tierra hasta que te has ido. Hace bien poco te pudimos ver en la manifestación contra el TTIP. Siempre activo, siempre activista, siempre defendiendo a los más débiles, siempre reclamando los derechos humanos. Hasta el final.

Compañero, ojalá que tu ejemplo nos persiga, ojalá que tus fuerzas nos ayuden, ojalá que tu palabra nos alivie y nos aliente.

Que tu árbol sea el nuestro, que tu vida sea nuestro ejemplo. Ya te echamos de menos, compañero.

Salud y República

05 julio 2016

Necrología de un hombre bueno: Antonio Aramayona

Cuando menos lo esperas, se hace de noche y aparece una estrella nueva. Su resplandor nos alumbra el camino, un camino forjado durante muchos años con hoz y martillo, golpe a golpe, sin desmayo, con fortaleza. Y ahí está Antonio, desde hace apenas unas horas, con luz propia marcándonos la senda que sabiamente nos trazó. Marcando su propio final con precisión y valentía.

Antonio era amigo de mis amigos, los Pekos, y como tal lo conocí. Seguí, desde este mundo virtual sus escritos y sus libros. Escribo con los ojos húmedos, recordando a este pequeño gran hombre. Sencillo, humilde y sin embargo tan necesario para su gente.

Fue profesor de filosofía y disfrutó haciendo su trabajo. Durante toda su vida defendió coherentemente sus ideas, ideas siempre solidarias con los más débiles. Y cuando se jubiló decidió combatir directamente en un campo de batalla que le era adverso.

He coincidido con Antonio en tres o cuatro actos en Madrid y sobre todo pude gozar de su compañía cuando celebró su tercer año delante del portal de la Consejera de Educación en Zaragoza. Y allí pude ver cómo la policía, en un acto ridículo, tomó nota de los treinta que estábamos para luego citarnos judicialmente. Por el mero hecho de acompañar a Antonio, de solidarizarnos con él, ante una protesta justificada: los recortes en la Educación.

Hoy, Antonio, ha decidido bajarse de este mundo. Lo explica muy bien –como siempre ha hecho con todo— en su último artículo. Sólo su libertad le hizo pensar que era el momento justo. Ni más ni menos. Encontró que la vida era también morir, y que morir en el momento adecuado era lo que quería hacer.

Fue un gran defensor del Laicismo, presidió la asociación MUHEL de Aragón durante años. Se enfrentó, siempre de forma pacífica pero con energía, con el alcalde socialista de Zaragoza, Bellocq, que como bien se sabe, defendió, mientras duró su reinado, algo cercano al nacional-catolicismo.

Siempre, activista total, se enfrentó con el poder, pero hoy ha decidido decir basta. Estaba en su derecho aunque me joda enormemente. Ha llevado la coherencia hasta el último momento. Hoy ya forma parte del firmamento, y es una estrella que sin duda brillará eternamente, mientras que sus amigos y conocidos nos acordemos de él, de su lucha, de su vida.

Después de haberle conocido, de haberle leído y escuchado no puedo por menos que decir que su influencia me ha abrazado, que sus sentimientos y pensamientos son también los míos.

Parece que cuando alguien se va, los elogios surgen de todas partes. Por eso, no quiero excederme en ensalzarle, a él no le hubiera gustado. Con los ojos húmedos, su acto me ha provocado una gran contradicción –él diría hegeliana--, por un lado, siento que ha vencido a la vida, que la ha dominado, que la ha dejado cuando ha querido, que ha cabalgado en su coherencia hasta el final, pero, por otro lado, tengo el dolor de esa ausencia que me provoca pensar que no podré leer más sus sabios escritos, que no le podré acompañar más en sus charlas. Y eso me hace decir, con rabia: ¡¡MIERDA!!

Siempre en mi recuerdo, compañero del alma.

18 abril 2014

¡Adiós, Gabo, adiós!

Acabo de enterarme, la primera noticia de la mañana: te has ido definitivamente, y aunque era un adiós esperado, no por ello menos doloroso. Hoy, el mundo de las letras mira a Macondo, a tu patria literaria,

Si tuviera que escoger a un escritor, no tendría dudas, tú serías el elegido. Contigo me emocioné, viví otras vidas, me sentí libre, enamorado, triste, explotado, feliz e indocumentado.Gabriel-Garcia-Marquez Contigo aprendí a apreciar la corriente literaria más importante del siglo XX: El realismo mágico. Y bebí de tus obras, a las que vuelvo de vez en cuando. Y siempre encuentro algo nuevo, algo que me vuelve a emocionar.

No por esperada, tu muerte me ha causado menos dolor, aunque siempre tendré tus obras para recordarte. Fuiste además de un gran escritor, un hombre vitalista y comprometido con la causa de los débiles, y nunca te gustó la pompa y el boato. Fuiste libre, Gabo, como pocos, porque siempre hiciste lo que te propusiste.

Hoy quiero recordarte con un post que escribí en otro blog, hace tiempo, y que repito aquí:

Nací en Macondo, allá donde la soledad dura cien años. Mi infancia fue difícil, de pequeño tuve que asistir a funerales, a los de mi madre, a los de Mamá Grande, a tres guerras civiles, a varias plagas, demasiado duro para un niño. Dicen que mi aspecto era cruel, que miraba con ojos de perro azul. Y todavía les extraña.

En mala hora cuando crecí, me aliste en el ejército. Llegué al grado de general, fue como vivir en un laberinto, cuarteles sin puertas, soldados sin armas, enemigos sin alma. Por aquel entonces me llegaron malas nuevas de mi amigo el coronel Buendía, la noticia de su secuestro, me la contó su hermana llorando: “Benigno no sabemos nada de él, hoy el coronel no tiene quien le escriba”. 
Después llegó el amor. Y allí estaba Eréndira. Reconozco que fueron buenos tiempos, aunque por aquel entonces el amor vino acompañado de otros demonios. Y llegaron los tiempos del cólera. Murió mucha gente, yo pude salvarme, me curé allá, en La Hojarasca, la finca de Aureliano, mi primo, donde pasé gran parte de la convalecencia. Tumbado en una hamaca y bajo el olor de la guayaba.

Hoy que he llegado a eso que se puede llamar el otoño del patriarca, me pregunto qué es la vida. Hay que vivir para contarla. La mía pudo ser una crónica de una muerte anunciada. Siempre jugué a morir. Ahora, después de tanto tiempo, sólo me queda la memoria de mis putas tristes. Fueron mi gran consuelo.
¡Qué tiempos aquellos cuando era feliz e indocumentado!
Me llaman Gabo y todavía recuerdo aquella tarde remota en que mi padre me llevó a conocer el hielo.

Un ejercicio literario que quiere ser un homenaje a un gran escritor, a un gran hombre, a un maestro que supo romper con los cánones clásicos para encontrar una forma mágica de contar. Querido amigo, gracias por todo lo que has escrito, gracias por tanto, y ahora, si me lo permites, me quedo releyendo: El coronel no tiene quien le escribe. ¡Adiós, Gabo, adiós!

Salud y República

23 marzo 2014

Suárez: una transición inacabada

Ha fallecido Adolfo Suárez, después de pasar once años muerto en vida. Mucho se puede hablar de él. Bien y mal. De todo. Y no soy de los que cuando alguien muere se ve en la obligación de hablar bien del fallecido.

Viví la transición como una época de ilusión y de esperanza, de movilización y de crítica, de cambio político. Critiqué con todas mis ganas a Suárez y voté no a la Constitución. Sin embargo, el paso del tiempo me ha hecho comprender que en aquel momento era difícil haber ido más allá.

Pasamos de la dictadura a la democracia –incipiente pero democracia-- y Suárez tuvo mucho que ver. Viniendo del franquismo fue capaz de acometer reformas que permitieron dar un salto cualitativo, el principio de lo que debía ser.

Pero recordemos la situación, por un lado, ETA matando día si y día también, por otro lado la mayoría de los militares, la Iglesia y los franquistas tratando de mantener el viejo régimen. A todo eso, únase la oposición institucionalizada de los partidos constitucionales. No, no fue fácil.

Suarez Constitución

Hoy, sentados en nuestro sillón del 2014 podemos ver que hubo dificultades casi insalvables para ir más lejos. Suárez, estoy convencido, que hoy pensaría que esta Constitución que tanto defendió hace treinta y seis años necesita importantes reformas, que entonces se quedaron en el tintero.

A diferencia de esos políticos que le han sucedido, Suárez cambió y supo moverse donde debía, mientras que sus sucesores no han sido capaces de renovar nuestra ley de leyes. A sabiendas de que es necesario, han mantenido y mantienen nuestra Constitución invariable –salvo para anteponer intereses bastardos a intereses generales—, cuando hoy es espurio mantener invariable unas normas que no responden a los intereses ciudadanos.

Lo que seguramente nunca pensó Suárez es que esta Constitución que fue necesaria en aquel momento, tuviera que durar treinta y seis años y que se convirtiera en algo inalterable. Estoy convencido de que este hombre que fue capaz de cambiar en aquel momento, hoy vería necesario las modificaciones que demanda la ciudadanía, las que los políticos de los dos grandes partidos no son capaces de acometer.

No añoro a Suárez, pero reconozco que fue un hombre honrado, que supo estar a la altura de las circunstancias y que cumplió con su deber. Son sus sucesores los que han bajado el listón y nos han abandonado, haciendo que aquello que pudo ser un paso –el primero de la Transición-- hacia un estado democrático, se haya quedado en una democracia de baja intensidad y obsoleta.

Al menos, es justo devolverle el honor  --ha sido una figura muy denostada-- y el reconocimiento a esa valentía que demostró, aunque hoy nos parezca poco, aunque la Transición se haya quedado corta e inacabada, pero eso hay que apuntárselo a sus sucesores, el dio el primer paso, los otros siguen, sin pasar página, abrazados a esa Constitución que tantos privilegios les sigue otorgando.

Salud y República

23 mayo 2013

Adieu, Moustaki, mon ami!

Hoy no quiero hablar de política. No quiero encontrarme con gusanos y con buitres. No quiero hablar de urdangarines, aznares, blesas, bárcenas y demás hierba podrida. Quiero hacer un paréntesis, que no un olvido, para enfrentarme con otra cara de la vida. Porque la vida es algo más que esa política oscura y lamentable, aunque ésta parece que últimamente, por desgracia, marca el rumbo de aquella.

georges moustakiHay días que el calendario debería saltarse. Días con noticias luctuosas, dolorosas. Esta mañana me he quedado un poco más huérfano. Poco a poco, vas caminando y al tiempo que encuentras adherencias, amistades, pasiones, la vida te va despojando de algunas de ellos. Sin prisas, pero sin pausa. Y cada vez que algo se olvida o alguien se va, te arrebatan algo tuyo. Te roban algo íntimo.

George Moustaki se ha ido. Y con él, también un poco de mi historia. Menos mal que quedan los recuerdos. Su música reconocida, su poesía musicada quedará grabada en muchos de nosotros, su recuerdo será parte de la historia, de nuestra historia.

Con aire de extranjero desgarbado, pelo desgreñado y barba libre, marcando su origen mediterráneo conquistó París. Nació en Alejandría de familia griega, y se marchó a París. Allí, por los años cincuenta, conoció a los grandes: Brel, Brassens o Édith Piaff. De ésta última se enamoró y convivió con ella durante años. Le compuso la letra de una de sus canciones más bellas y conocidas: Milord

Moustaki tocaba varios instrumentos, y empezó componiendo para llegar a su primer disco grabado y que ha sido su gran éxito: Le Métèque (el extranjero). Una canción autobiográfica donde se retrata y donde da las gracias a Francia como país de acogida. Por cierto, disco editado en 1968 y que se convirtió en himno de la revolución de Mayo del 68, con la que coincidió.

 

Fue un gran soñador, una especie de pastor griego con ovejas voluntarias, un vagabundo. Un hombre capaz de componer canciones tan bellas como esta; Il est trop tard (es demasiado tarde).

Un poeta que cantó al amor, a la libertad, a la igualdad. Un músico que dominaba la guitarra, el acordeón y el piano. Sus canciones tenían un fondo musical griego. Y cantó a la vida, a su vida y dejó una canción bellísima dedicada a quien le enseñó muchas cosas, su abuelo: Grand-Père

Tuve la suerte de verle en Rivas, en 2001, en la sala Covibar. ¡Impresionante! Fue un acontecimiento muy emotivo. Algo difícil de olvidar. Allí cantó muchas de sus canciones, y no faltó una de sus más famosas y bellas: Ma solitude (Mi soledad).

Allá por 2011, declaró su imposibilidad de seguir cantando (siempre había dicho que moriría con las botas puestas) por una enfermedad respiratoria. La que ha acabado con él.

Hoy, después de volver a escuchar sus canciones, de recordar su arte, de encontrarme con él, sé que sólo podré compensar su pérdida, escuchando sus canciones y eso, no nos lo puede quitar nadie. Adieu, mon ami!

Salud y República

09 abril 2013

Adiós Sampedro: Humanista universal

Con dos días de retraso nos hemos enterado de que José Luis Sampedro se ha ido. Quiso irse sin ruido y en la intimidad. Seguro que entre hoy y mañana aparecerán en todos los medios obituarios y noticias sobre lo que fue su intensa vida. No, no voy a hablar de todo lo que fue y consiguió, eso lo podrá leer todo el mundo en otros medios. Quiero, desde aquí, hablar de sensaciones, de mis sensaciones sobre este hombre. De las que él y su obra me han producido.

Este hombre, al que por edad se esperaba su final, ha sido un renacentista en el siglo XX. Libre y sensible hizo lo que quiso y le dejaron hacer. Ya desde su nacimiento estaba marcado para ser un hombre de mundo. Su padre había nacido en La Habana, su abuelo en Manila, su madre en Argelia y su abuela en Lugano, Suiza italiana. Y con un año su familia fue a vivir a Tánger, donde estuvo hasta los trece años.

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Su formación universitaria le dio los conocimientos necesarios para poder hablar sagazmente sobre los problemas económicos que vivimos, y siempre, siempre lo hizo desde un horizonte humanista. Su objetivo fue siempre intentar vivir momentos felices y poder ayudar a encontrar caminos para que la justicia, la libertad y la igualdad pudieran encontrarse en el ser humano.

Fue catedrático dentro y fuera de España, fue un escritor de primera magnitud, obtuvo muchos premios aquí y en el extranjero, pero nunca abandonó a su gran compañera, la humildad. Siempre que habló lo hizo con sencillez, para que todos le entendieran, expresando conceptos complejos con palabras fáciles, entendibles. Y siempre preocupado por los más necesitados, por los desheredados, por los que desgraciadamente sufren más las consecuencias de este capitalismo salvaje.

He leído casi todas sus novelas, y no puedo dejar de citar algunas que me atraparon: Octubre, octubre, El río que nos lleva, La Sonrisa etrusca y El amante lesbiano. Con una prosa ágil y cuidada, fue capaz de articular historias distintas, unas localistas, otras íntimas, todas universales. Siempre puso la cabeza y el corazón en todas sus obras, también las técnicas tienen un sello característico: la búsqueda del humanismo. El ser humano y su dignidad como centro de sus trabajos.

Recuerdo que una vez, en la feria del libro de Madrid, en el Retiro, hará unos quince años, hable con él para que participara en un programa cultural de Radio Rivas, que conducíamos desde el Grupo Frida. Me miró, con esa mirada profunda y sincera que tenía y me dijo que él siempre estaba dispuesto a hablar de temas políticos y culturales, y más en una ciudad como Rivas. Desgraciadamente no pudo ser, cuando estaba previsto, el profesor enfermó y la entrevista no pudo celebrarse. Sin embargo, todavía recuerdo su disposición positiva para llevarla a cabo.

Siempre que le he escuchado, he encontrado que dice cosas que me llegan, con las que estoy de acuerdo y que cuando las oigo, son esas cuestiones que siempre me han preocupado. Firme en sus convicciones y tolerante con todos, conseguía decir lo que muchos pensábamos.

Tenía que llegar y llegó, ya sé que decir de una persona desaparecida que ha sido una gran persona es común y parece un tópico. Lo que ocurre es que en el caso de Sampedro, sin duda hay documentos que lo acreditan. Para unos un economista, para otros un filósofo progresista, para mí, sobre todo un hombre vitalista y solidario.

Se fue un hombre lleno de cariño, de compromiso con los débiles, de indignación profunda ante las injusticias. Recuerdo como dividía a los economistas, los que hacían más ricos a los ricos y los que hacían menos pobres a los pobres. Él se sentía de los segundos.

Siento su pérdida, aunque su edad anunciaba que no estaba lejana, pero haberle oído hace poco decir que es lo que tocaba y que no le asustaba, da idea de la fortaleza de este hombre. Un hombre que jamás se acomodó al poder, pudiendo haberlo hecho, que luchó con su palabra y sus obras contra las injusticias y que antepuso siempre la dignidad a la rivalidad, la solidaridad al éxito, la felicidad a la riqueza y la protesta al miedo. Un humanista y vitalista cuyos valores le han convertido en icono universal.

Adiós maestro, sin duda te añoraremos. Nunca olvidaré una de tus frases:

Que no me lloren, que luchen

Salud y República

06 marzo 2013

Hugo Chávez: ¡Adiós presidente!

Como todo ser humano, Chávez ha tenido sus claroscuros. Fue, sin embargo un hombre que ha dejado huella. Una huella regada por las lágrimas de millones de personas a las que dio voz y esperanza.

Es verdad que a veces su boca le perdía. Es cierto que, en muchas ocasiones, actuaba de forma histriónica y prepotente. chavez_fotoSeguro que podía mejoras sus formas. Y decir que su gestión ha sido perfecto, sería obviar puntos grises y negros que los ha habido. Pero, tratar (como han hecho desde la mayoría de medios de comunicación y partidos políticos –también de los que se dicen de izquierdas— del primer mundo) de descalificarle globalmente hasta hacerle parecer el mismo demonio convertido en un payaso, ha sido el empeño de esos medios y de esos partidos, que hoy deberían reconocer datos objetivos, como los de la ONU y la UNESCO, y que sin embargo vuelven a hablar de dictador muerto, de alivio para Venezuela, de una nueva oportunidad.

Y le llamaron de todo: populista, loco, dictador. Para poder valorar a Chávez hay que saber y entender cómo era y cómo estaba Venezuela antes de 1998. El 80% era pobre o muy pobre, el 2% era muy rico y el resto era clase media. Hoy todo eso ha cambiado rotundamente.

Y entre sus datos positivos sabemos que:

    • Ha ganado elección tras elección, y a pesar de que todas han sido controladas por observadores internacionales (también fueron representantes del PP), no han encontrado ni el más mínimo fraude.
    • Ha mantenido la soberanía de su país, –a pesar de USA, siempre dispuesta a que poner obstáculos--, cosa que no hemos hecho nosotros que hoy somos una sucursal alemana.
    • Ha conseguido la integración continental, Iberoamérica hoy, no son más unos países sometidos al imperio yanqui, es un continente unido, con muchos objetivos comunes y con un pueblo orgulloso de serlo.
    • Se ha enfrentado a las multinacionales extranjeras cuando ha pensado que dañaban los intereses venezolanos, sin vacilación y contundencia.
    • Ha ayudado al proceso de paz en Colombia, sirviendo de intermediario, cuando le llamó el presidente Santos –para el anterior presidente  Uribe, amigo íntimo de USA, él era un enemigo visceral— y consiguiendo unos acuerdos históricos.
    • Dio reconocimiento e indemnización a las víctimas del Caracazo (más de tres mil, entre muertos y heridos) que provocó el presidente socialdemócrata Carlos Andrés Pérez, íntimo amigo de Felipe González.
    • Sus datos económicos y sociales han experimentado un cambio brutal del país. La Educación, la Sanidad y los demás derechos sociales han dado pasos de gigantes. Datos que han recabado organizaciones como la ONU o la UNESCO, entre otras. Así tenemos que la pobreza ha sido reducida del 49 al 27%. El gasto social representa el 60% de todos los ingresos del país (en España es el 22%). Ha entregado más de 146.000 viviendas sociales a los más pobres, en 2011 (en España se producen 500 desahucios diarios). Hoy Venezuela es el país de Iberoamérica que tiene la diferencia menor de brecha social (entre pobres y ricos). De la población no instruida, en los últimos diez años se ha alfabetizado y escolarizado al 92%. Las llamadas “misiones” –medicina ambulante— han podido paliar en los lugares más recónditos y alejados, problemas de salud que antes eran insalvables.

La llamada comunidad internacional (comandada por los países poderosos) han intentado, por todos los medios, desacreditarle. Un claro ejemplo fue cuando en 2002, con Chávez como presidente, dieron un golpe de estado en Venezuela, propiciado por Washington con Bush al frente, y los titulares de la prensa internacional fue rotunda, aceptándolo, en su gran mayoría. Esta cuestión es una de las pocas que ha unido a El País y a El Mundo, que coincidieron y en vez de calificar la acción de golpe de Estado, sus portadas fueron estas:

El Mundo: Venezuela derroca a Chávez”

El País: "Venezuela fuerza la renuncia de Chávez"

Curiosa versión de un golpe de Estado dado a un gobierno elegido democráticamente.

Entre sus puntos negativos se cuenta:

    • No haber conseguido reducir la alta inflación.
    • Haber devaluado la moneda
    • El enfrentamiento con los medios de comunicación ajenos a su revolución
    • No haber podido bajar el porcentaje elevado de delincuencia y actuar de una forma histriónica y muy personal.

Un hombre que ha marcado una época, cuyo balance, a mi modo de ver, ha sido positivo. Nadie puede negar que consiguió ayudar a los más desvalidos, aunque ellos supusiera un desapego a la burguesía venezolana que no quiere consentir que sus derechos se vean menoscabados, en aras de un progreso social.

Sólo queda desear que, sin Chávez, Venezuela pueda seguir progresando y que la democracia siga consolidándose. Así lo deseo y espero.

Salud y República

27 septiembre 2012

…Y punto pelota. ¡Adiós Geni!

Éste fue el título de tu último post. De eso hace ya diez meses. Llevabas ya casi dos años luchando contra tu enemigo. Y, decidiste poner fin a tu bitácora. Nos habías contando todo sobre tu enfermedad, sin reparo, con tranquilidad pero temiendo lo que se avecinaba. Te despediste de todos y te quedaste esperando que llegara el final, uniendo todas tus fuerzas para intentar recuperarte.

No hubiera querido escribir esta entrada nunca. Hace unas horas, todavía no me he repuesto de la noticia, tu hija Patty me ha comunicado que has fallecido, después de dos años y medio de lucha contra la bicha. ¡Maldita sea!

Eras una mujer estupenda. Te conocí en la blogosfera hace cinco años. No sé cómo fue, pero sí sé que me enganchaste. Porque eras una de esas personas que contabas lo que sentías, que decías lo que pensabas, que hablabas con voz propia, que priorizabas los sentimientos. Noté esa química que se produce cuando alguien te llega. Abierta, directa, sencilla y sincera. Tus entradas más que preparadas, eran bocanadas de sentimientos que tenías que expulsar a borbotones, sin alharacas, sin medias tintas, haciendo honor al título de tu blog: Llamps i Trons.

Trabajaste en Iberia durante muchos años, eso nos unió más, a veces comentábamos anécdotas aéreas, tú de Iberia, yo de Alitalia, que nos recordaban tiempos pasados pero comunes.

Geni en Girona

Mantuvimos una relación amistosa que se completó con esa comida en Girona, hace casi dos años. Allí, Bernardo (otro bloguero de pro) con su familia, Lola y yo, tuvimos el placer de conocerte personalmente. Unas horas maravillosas. Y te encontramos bien, aunque ya estabas con ese tratamiento que tanto rechazabas.

Eras mujer de pocas palabras pero certeras, de miradas intensas, de gestos cariñosos, alegre, generosa y amiga de tus amigos. Siempre añorabas a tu marido y tenías un amor especial por tu hija Patty y por tu nieto Marc.

Has dejado un hueco en mi blogosfera que no se podrá llenar. Ya no podrás venir como querías a la Kabila Tarraconense. Siempre me decías: “cuando mejore me voy a pasar unos días con vosotros”. Y los dos nos lo creímos, no contamos con la bestia. Eso ya no podrá ser y bien que lo lamento. Nos hubiéramos reído, hubiéramos convivido con tranquilidad, con cariño, compartiendo mesa, mantel, paseo, montaña y mar. Y seguro que hubiéramos disfrutado.

Hoy, es un día triste para los que te hemos conocido. Pero me quedo con lo mejor: haber compartido contigo muchas reflexiones, mucha vida, y haber reído y sufrido con temas que nos afectaban. Y me alegro enormemente de ese encuentro personal que mantuvimos. Eso no nos lo puede quitar nadie. Me quedo con el beso que de tu parte me ha mandado tu hija. Fue un gran placer. Seguro que tu recuerdo llenará esta ausencia.

Un beso, guapa.

Salud y República

P.D. Mis condolencias a Patty, su hija, y al resto de su familia

19 septiembre 2012

El hombre de la peluca: Uno de los nuestros


Noventa y siete años son muchos años. Aunque muchos, cuando le escuchábamos, pensábamos que su adiós estaba lejos por sus atinadas reflexiones. Sereno, cauto, con una tranquilidad que le daban los años y esa socarronería que siempre le acompañó, Carrillo ha sido uno de los políticos más importantes del siglo XX. Y del XXI porque, aunque sin cargos en este siglo, entendía perfectamente lo que pasaba y desde su particular visión nos alumbraba con su sabiduría, su sensatez y su lucidez.

Es verdad que como cualquier persona de larga vida, tuvo luces y sombras. Pero, sin duda, el resplandor de sus luces superan con creces esos momentos difíciles.

Hoy, podríamos reprocharle el pacto que hizo en la transición, cuando se tuvo que tragar unos cuantos sapos, pero, ¿somos capaces de ponernos en su piel y en esa época? ¿Qué hubiera pasado si Carrillo no hubiera pactado? Ahora la crítica es fácil, y es verdad que a muchos no nos gustó ni nos gusta esa falsa transición que fue más una transacción.

Acostumbro a decir lo que pienso, aunque sea en un obituario, así es que no me puedo callar que en un momento determinado rompió el partido comunista, al que había liderado por mucho tiempo para fundar otro partido, el Partido de los Trabajadores, que terminó cayendo en el foso del PSOE. Y ese para mí fue un grave error. Pero, fue tanto lo que dio y tan poco lo que recibió que su fulgor tapa, de sobra, su penumbra.

No debemos olvidar que si otros “hombres de izquierda” después se aprovecharon de una transición y coparon el poder durante muchos años, fue porque Carrillo y su partido habían luchado en los años difíciles y supieron estar a la altura de las circunstancias, dirigiendo la única oposición que existió durante el franquismo y anteponiendo luego lo que él creyó que era el interés general al suyo propio. Y eso no se puede olvidar.

Ha sido un hombre odiado por la derecha mediática. Por mucho que hoy valoren algunas actitudes positivamente, no dejan de recordar episodios que nunca se pudieron probar. Son aquellos que lanzaron loas cuando murió Fraga, “un hombre de Estado” y que todavía justifican razones para el golpe de Estado del 36. Estoy convencido de que Carrillo estaba encantado de que gente de tal calaña le difamara, eso le ensalzaba. Y es normal que no reconozcan a Carrillo sus méritos e intenten demonizarlo, porque él siempre estuvo enfrente, acusándoles y llamándoles por su nombre.

Ayer mi nieta me hizo una pregunta: Abuelo, ¿quién fue el hombre de la peluca?
Un hombre que se jugó la vida por unas ideas, que siempre defendió a los más débiles y que tuvo que ponerse una peluca –una peluca que llevaba dentro el sueño de un mundo justo e igualitario-- para que este país pudiera ser homologable a los de nuestro entorno. Un hombre que cometió errores pero que acertó en lo importante. Al que hay que dar las gracias por lo que hizo por todos, también por los que le odian. Carrillo fue y es uno de los nuestros.
Y llegó hasta los noventa y siete años. Y un día durmiendo la siesta, con la cajetilla de tabaco en la mesilla, tranquilamente, serenamente, nos dijo adiós, sin abrir los ojos. ¿Dónde hay que firmar?

Salud y República

22 agosto 2012

Samia, de la gloria al infierno

Tenía diecisiete años y consiguió su sueño dorado. Participar en los Juegos Olímpicos de Pekín, representando a su país: Somalia. Sabía que su marca estaba lejos de la de sus oponentes, pero eso no le importaba. Samia llegó a Pekín para demostrar que las mujeres de Somalia también podían ser deportistas, para tratar de salir de esa espiral de miseria y guerras que existía en su país.

Y orgullosa, con responsabilidad, consiguió correr doscientos metros en Pekín, rodeada de lo más granado de las atletas del mundo. Tardó diez segundos más, pero se llevó el mayor aplauso. Los espectadores entendieron que en esa mujer había algo más que una atleta mediocre. Había una joven de diecisiete años, de carne y hueso, que había podido llegar allí. En ella se encerraba el espíritu olímpico, por un lado: “lo importante es participar” y, por otro lado, una vida nueva que comenzaba.

Samia 2

Somalia en guerra desde 1991, año en que nació Samia, nunca ha tenido medios para promocionar el deporte. Samia lo sabía muy bien, el fanatismo islámico además se lo ponía más difícil. Primero, tuvo que pasar por la penalidad de todas las mujeres de su país, la ablación. Pero ella siguió, sabía que había otra vida y quiso intentarlo. En Pekín, consiguió empezar su carrera vital. Mientras estuvo allí, pudo saborear lo que era una vida normal. Dormir en una villa olímpica, en una habitación doble en vez de con sus cinco hermanos menores. Comer todos los días, tres veces, entrenar en una pista lisa, sin tener que esquivar soldados, disparos, bombas y miradas de desprecio de su gente.

Fue entonces cuando decidió probar esa vida. Una vida sin discriminación para la mujer, una vida con algo de comer y con futuro, sin muertes alrededor, sin gente tirada por la calle. Y empezó un peregrinaje para poder salvarse. Tenía fe en ella misma, sabía que si quería, podría. Primero fue a Etiopía, después Sudán y luego decidió, estando en Libia, dar el gran salto. En Italia podría comenzar su vida, todavía tenía veintiún años y un futuro por delante.

Su padre había muerto en esa miserable guerra de su país. Su madre la ayudó, vendieron todo para poder comprar un billete de la muerte a esas mafias desaprensivas que comercian con carne fresca, un sitio en una patera llena de gente con inquietud, demasiada gente, con hambre y con pena en busca de una nueva vida. Italia, su isla Lampedusa, era el destino. Todo a cambio de un posible futuro. Todo por nada. Pero la cosa no fue tan lejos, en pleno Mediterráneo la patera se hundió, y allí acabo su aventura. Samia encontró el infierno en el fondo del mar. Esa fue su última carrera, y allí no perdió diez segundos, allí perdió su presente y su futuro, su sueño, su vida.

Una historia que debería sobrecogernos. Pero hoy, estamos inmunizados, nos ha crecido un caparazón que nos priva de la sensibilidad, para no tener que estar maldiciéndonos como seres inhumanos todo el día.

Samia Yusuf Omar es hoy un ejemplo, una prueba de la desvergüenza humana. ¿Cuántas Samias tienen que morir para que seamos capaces de darnos cuenta del grave problema de este mundo? Quizá muchas. Quizá todas. Pero ahí seguimos, impotentes, viendo morir a medio mundo, mientras nos llenamos la barriga, sin importarnos demasiado el hambre ajena. No sé, pero algo debemos estar haciendo mal, y además no somos capaces de corregirlo.

La solución al problema es fácil, pero nadie toma la decisión, porque al Primer Mundo le importa mucho más la prima de riesgo que las samias del mundo. Y aquí seguimos, con la panza llena y mirándonos el ombligo.

Salud y República

06 agosto 2012

Chavela: ¡Que te vaya bonito!


¿Qué ponemos? le preguntaba a Lola, mientras conducía. Y ella, hacía que cogía un CD al azar y, en la mayoría de las ocasiones, allí estaba Chavela.

Innumerables los viajes que nos ha acompañado. Su voz ronca, aguardentosa y acompasada nos transmitía fuerza, pasión y emoción. Esa fuerza que tenía hacía que termináramos, más de una vez, cantando juntos, en un coro horrible que afortunadamente Chavela no escuchaba.



Mujer con poncho rojo, vaso en mano, pelo plateado, voz rota, cara volcánica, con ochenta discos a sus espaldas, libre, mujeriega, sincera y socarrona. Así era Chavela.

Su sufrida infancia le hizo fuerte y libre, y valorar lo más hermoso. Vivir en libertad. Y bien que lo practicó. Fue sincera siempre, le costara lo que le costara. Porque nunca pretendió caer bien a los demás, sino que la aceptaran como era.

Chavela se ha ido a los 93 años, pero ella sigue allí, en su Boulevard de los sueños rotos, con su Macorina, con su voz quebrada por el tequila. Sigue estando en mi casa, sigue siendo esa mujer capaz de recitar canciones que otros cantan, capaz de hacer con las canciones lo que hizo con su vida, todo a su aire, en libertad. Porque si alguien ha conocido la libertad, porque si alguien amó la vida, esa ha sido Chavela.

Vivió, primero como pudo, luego como quiso, se bebió su vida, amó todo lo que pudo, cantó lo que le dio la gana, sin importarle el que dirán, sin someterse a nadie. Fue revolucionaria, habló de sus emociones, nunca negó lo que hizo, vivió, siempre con pasión, a su manera. Cometió excesos, visitó todas las cantinas y se arrastró suplicando amor.

Hoy más que nunca, pero como siempre, vuelvo a tenerte presente, mientras escribo, escuchando tus quejidos, esos hermosos versos que escribió un tal José Alfredo.

Fuiste lo que quisiste ser, sin nacer en México, fuiste mexicana, fuiste amante de la luna mientras te quemabas en alcohol, dijiste siempre lo que pensabas aunque estuviera prohibido, aunque no fuera correcto. Tuviste sueños rotos y pasiones desatadas. Amaste y odiaste, mujer, con gran pasión. Pero siempre fuiste tú, sólo tú.

Podrán decir lo que quieran, que tu voz no era la mejor, que tu ejemplo de vida fue un desastre, que eras incorrecta y demasiado sincera, pero nadie como tú ha gozado de la libertad, porque a libre, a eso, no hubo quien te ganara. Y esa pasión la transmitías con tu voz.

Hace poco viniste a Madrid, querías presentar tu último disco ‘Luna grande’, con poemas de García Lorca, aquí en la Residencia de Estudiantes. Caíste enferma y volviste a México. Allí te preguntaron si había valido la pena ese viaje a España que te había debilitado la salud, y, como siempre, contestaste con sinceridad, diciendo lo que sentías:


“Yo sabía perfectamente bien cuáles eran los costos, y claro que valió la pena. Le dije adiós a Federico, les dije adiós a mis amigos y le dije adiós a España. Y ahora vengo a morir a mi país”
Hoy, no sólo México, todo el mundo te llora, te recuerda, te escucha, te rinde homenaje. Chavela, mi querida Chavela, déjame brindar contigo como tú me acostumbraste, en el último trago, por un mundo raro que tú supiste torear.Tú, paloma negra, sabes bien que te quedas en un rincón del alma de todos nosotros, allí nos veremos en el boulevard de los sueños rotos, y mientras tanto, quedo contemplando esa luz de luna y deseándote que te vaya bonito.

Salud y República

27 julio 2012

A propósito de Gregorio Peces Barba

Hay una costumbre, muy extendida, de tratar de recordar a los difuntos, que han sido personajes públicos, exagerando su bondad y prodigando elogios de forma extrema. En el caso de Peces Barbas, también ha ocurrido. Y al igual que todos los personajes públicos, tiene y ha tenido sus luces y sus sombres, y sobre todo, es un personaje positivo o negativo de acuerdo con la forma de pensar de cada uno.

Por ello, y por el empacho de buenas virtudes que se le añaden al finado, es necesario por bien de la historia, buscar la otra parte que tienen, sin otro propósito que ayudar a que no se cree una historia interesada sin sombras.

De ahí, que, estando de acuerdo con el amigo Floren Dimas, publique un artículo suyo que me ha llegado por email. La historia se debería escribir por vencedores y vencidos. Mientras que esto no ocurra, seguiremos sesgando nuestro pasado y contando sólo lo que ocurrió, olvidando la cruz de la moneda.

UN OBITUARIO HETERODOXO

Tras el fallecimiento el pasado 24 de julio de Gregorio Peces Barba, era de esperar una avalancha de sentidos y laudatorios obituarios, en todos los medios de comunicación, con las firmas de personajes de la vida pública engarzada, por convicción y/o por interés, personal o corporativo, con todo cuanto ha representado, y aún representa, la transición de la dictadura a esta cosa que tenemos, a la que llaman democracia.

Siendo comprensible en sus allegados, el dolor natural que toda pérdida humana representa, y desde el respeto al marco personal del finado y su familia, nada impide que al coro de los sentidos discursos oficiales, para-oficiales, institucionales y de otros más de variados ringo-rangos, se unan el particular de quiénes no hemos pinchado ni cortado, en los pasillos enmoquetados de los grandes salones, donde se han dirimido durante la aquellos años, los grandes intereses de la política partidista, de la intelectualidad de toga y birrete, de los grandes consorcios financieros y económicos, y de almibarados besamanos a la jerarquía eclesiástica, siempre atenta a avalar in extremis a sus hijos más preclaros.

Biografías hagiográficas escritas a toda prisa, marcadas por destacar un mundo de exquisitas relaciones en el finado, en donde se funden las genéticas familiares de los próceres de ambos bandos, sacrificando historia e ideologías, a la pragmática de repartirse de forma equitativa y consensuada, el pastel de la España post franquista.

Peces Barba fue uno de los Padres de aquella constitución-trágala, en donde se nos imponía (a la fuerza ahorcan), además de la impunidad de los crímenes franquistas, una forma de estado, la Monarquía juanfranquista, testaferro y garante de aquel testamento en donde todo quedaba atado y bien atado.

La devoción que don Gregorio profesaba a la figura del monarca designado por Franco, además de pública y notoria, ha sido reconocida ahora por el vástago del rey, al afirmar que “Peces Barba ha sido un gran valedor de la Corona” –una afirmación que suscribimos-, después de recordar emocionado, que fue él quien le tomó juramento, como heredero de la corona de su padre, en 1986.

Peces Barba y el príncipe

Hijo de un fiscal de la República condenado a muerte y conmutado, Peces Barba ha pasado a la historia, como uno de los artífices de un sistema de poder enraizado con el franquismo, por la vía de su impunidad, y de la traición a los valores históricos republicanos socialistas, abrazando la Monarquía encarnada por un rey que, no se olvide, no ha jurado la Constitución, -como sí lo hizo con las Leyes Fundamentales del Movimiento-, haciendo que hoy podamos considerar su proclamada amistad con Fraga Iribarne, como rasgo inequívoco de claudicación ante los magnates del franquismo.

Así, pudiera resultar histórica y contractualmente reprochable, el trascendente papel jugado por el extinto jurista, cuya vida ha venido discurriendo por lustrosos itinerarios claustrales y políticos, generosamente gratificados, flanqueados por una élite intelectual y política, en la se codeaban, saludaban y emparentaban, marital e intelectualmente, los hijos de las víctimas y las de los verdugos, escenificando uno de los pasajes de conchabamiento y traición a los principios republicanos, más bochornosos de nuestra Historia.

Todo ello en nombre de una falsa reconciliación, en la que los únicos reconciliados han sido ellos mismos, los que renunciaron en provecho propio, a toda exigencia de Verdad, Justicia y Reparación hacia las víctimas del régimen precedente, alardeando ostensiblemente el resto de sus vidas, de aquel chalaneo con quiénes participaron activamente con la dictadura de Franco.

Ni Peces Barba, ni ninguno de sus compañeros de paternidad constitucional**, jamás dijeron en su descargo, nada parecido a que hicieron lo que pudieron, dadas las circunstancias. Al contrario: mantuvieron hasta el último momento a título de mérito, haber impuesto a los españoles una Monarquía franquista y un orden democrático trampeado, en donde los mismos sectores político-económicos heredados del franquismo, son los que nos han llevado a donde estamos.

No. No se trata esta de una despedida injusta ni poco generosa.

La marcha definitiva de estos personajes, no solo sugiere el reconocimiento de sus valores personales, sino que cuando se desencadena, como ha sucedido, una cascada de odas desmedidas, que ocultan pasados oscuros y complicidades censurables, cuyas consecuencias trascienden la existencia del difunto, comprometiendo negativamente el pasado, el presente y el futuro de varias generaciones de españoles, no se puede permanecer en silencio, por mor de parecer ceremonialmente correcto.

Para los otros Padres de la Patria, José Pedro Pérez Llorca y y Miquel Roca y Junyent, que todavía disfrutan sus confortables jubilaciones, esperamos que por muchos años, aprovecho para decirles que se den por despedidos, para evitarme el trabajo de tener que volver a repetirme cuando llegue el momento, en los mismos términos que aquí lo hago.

Don Gregorio, descanse en paz.

Calabardina, 26 de julio de 2012

Por Floren Dimas

Sólo me queda dar las gracias a Floren por su punto de vista, justo al otro lado del espejo de lo que se ha leído estos dos últimos días.

Salud y República

16 enero 2012

Fraga: “La calle es mía”

“Cuando despertó, el dinosaurio ya no estaba allí”

Fraga Iribarne ha muerto. Sesenta años de vida política, sesenta años sin bajarse del coche oficial. Todo tiene su fin.

Hoy, hasta los que no le deben nada, hasta los que se han visto vilipendiados y abochornados por el totalitario político han decidido que tenía cosas buenas. ¡Faltaría más! Ni el mayor asesino deja de tener un momento de bondad. Y no digo que no lo tuviera con algunos o muchos de los suyos.

No se por qué, existe esa falsa manía de hablar bien de los que mueren, aunque hayan sido lo que fue Fraga. Parece una obligación hacer panegíricos del fallecido. A los fallecidos hay que valorarlos por su saldo vital. Y el de Fraga es deficitario, negativo.

fraga jurando fidelidad al régimen

Ser ministro de Franco ya es algo que sólo podían aceptar los que tuvieran estómago. Porque suponía tragar y corresponsabilizarse --cuando no decidirlo personalmente—, con políticas totalitarias, vengativas, acciones contra la dignidad y los derechos humanos, y por otro lado, favorecer a los afines, de forma clamorosa.

Y, perdónenme ustedes, pero si un tipo es capaz de estar bajo gobiernos de Franco, con el cargo de ministro, durante los años sesenta, y además sentarse en un consejo de ministros que decidió, de forma corresponsable, el asesinato de Julián Grimau, simplemente por ser comunista, sólo puede ser lo que fue. Un tipo despreciable. Se refirió a Grimau, como “ese caballerete”, de forma burlona, justificando el asesinato de Estado.

Manejó la censura, atentando contra la libertad de expresión, obligando a que los medios se autocensuraran por miedo al cierre. Su presión consiguió, por ejemplo, que Miguel Delibes dimitiera ante el intento de que Fraga impusiera la línea editorial de “El Norte de Castilla”, el secuestro del “ABC” o el cierre del diario “Madrid”. Como se puede ver, gente y medios nada sospechoso de ser revolucionarios.

Durante el principio de la transición fue nombrado Ministro de la Gobernación (Interior) y en esa época, con Franco muerto y con aires democráticos en las calles, actuó como era, de forma inflexible, teniendo bajo su responsabilidad dos hechos criminales, los sucesos de Vitoria, donde murieron cinco trabajadores y fueron heridos otros cien, y el de Montejurra, donde sabiendo que la extrema derecha iba a cometer un crimen colectivo no actuó, y en el que murieron dos personas y hubo varios heridos..

En esa época acuño una de sus frases más famosas: “La calle es mía” en relación a una manifestación no autorizada el 1º de Mayo. Una frase que denota la verdadera relación de Fraga con los ciudadanos. Una relación de amo y esclavos. Lo que podían hacer, era fruto de la concesión del poder, encarnado en gran parte por él. Así lo entendía.

Después vino la etapa democrática. Aquí Fraga, inteligente sin duda, no viendo otro camino para seguir tocando poder, tuvo que emplear sus dotes de camaleón y convertirse a la recién nacida democracia burguesa. Para ello, fue parte de la comisión que se encargó de redactar la Constitución de 1978, apoyando la tesis de “mirar adelante” y tapar con una capa de impunidad los crímenes del franquismo.

Luego, fundó Alianza Popular que terminó convirtiéndose, después del hundimiento de UCD, en el actual Partido Popular. Al no conseguir ganar las elecciones generales, decidió presentarse a las gallegas, donde presidió la Xunta durante quince años.

Fraga fue un hombre que vivió para y por el poder. Esa fue su obsesión. Tuvo mucho poder, pero no tuvo el Poder (con mayúsculas). Porque su objetivo era ser Presidente del Gobierno español y ahí siempre fracasó.

Repito lo que dije hace unos días: no he deseado su muerte. Ojalá hubiera vivido más. Lo suficiente para que fuera juzgado por sus responsabilidades políticas durante la dictadura franquista y los primeros años de la transición.

Sin embargo, representa parte de esa herida que no se cierra por acuerdo de tirios y troyanos y que ha hecho de este país, una democracia imperfecta donde los criminales mueren en la cama, mientras que muchos que defendieron el orden constituyente siguen por las cunetas.

Y que no vengan con historias, no es odio, no es revancha, lo que pedimos los que creemos en la Memoria Histórica, es Verdad, Justicia y Reparación.

Salud y República

10 julio 2011

¡Pobrecito mi patrón! Asesinaron a Facundo Cabral

Facundo Cabral fue de los más queridos cantautores argentinos, allá por los setenta, cuando tratábamos de que este país se homologara con el resto del mundo democrático.

Sus canciones nos ayudaron, sus letras comprometidas fueron bálsamo ante los muros de la intolerancia y el franquismo. Escucharle y acompañarle era parte del rito de transición, del franquismo a esa nueva etapa que se abría.

Ayer, le asesinaron. Me he enterado aquí en Neogéminis. Y hoy quiero hacerle mi último homenaje. Aquí les dejo con dos de sus más conocidos éxitos. Esas canciones que significaron y significan, libertad, esperanza y vida, la vida que le han arrebatado unos sicarios en Guatemala, cuando menos se lo esperaba.

Pudo salvarse a duras penas de la dictadura argentina, marchándose a México, pero no pudo impedir que unos asesinos a sueldo –no se sabe por qué, todavía—, acabaran con su vida, cuando había ido a Guatemala a cantar. Su sentido del humor era conocido y siempre estuvo al lado de los desfavorecidos.

Adiós, amigo. Tus canciones y tu persona nos acompañarán en el camino de la libertad, del compromiso, de la vida.

Estas son dos de sus canciones más conocidas:


¡Te echaremos de menos!

Salud y República

P.D. El amigo Antonio, también le echa de menos.

25 junio 2011

Adiós Misha, adiós

Llegué ayer a la Kabila Tarraconense. Rivas ha quedado lejos, hasta septiembre. Ahora toca un par de meses de verano, aquí entre mar y montaña.

Y al llegar, la eché de menos. Ocurrió hace dos meses, más o menos. Ella era de aquí. Aquí la encontramos hace seis años, fue un regalo. Apareció por sorpresa y se pasó toda la noche de un frío enero en el alféizar de la ventana del dormitorio. Tenía frío y la recogimos.

Era un cachorro, de unos cuatro meses nos dijo el veterinario. Una gatita siamesa. Desde entonces, ha vivido con nosotros, aquí en su tierra y allí en Rivas. Viajaba con nosotros. La cuidábamos, fue, yo creo que feliz. Pero sobre todo fue libre. Ella me pedía salir y llamaba para entrar. Hacía lo que quería. Cada seis meses, era su único miedo: la visita al veterinario. Vacunas y controles. Siempre la encontraron sana.

Ella, ya saben que era mi musa. Cuando quería algo me lo hacía ver. Venía, me daba con la patita y me llamaba la atención. Dormía donde quería. Tenía su sitio, pero a veces venía y se ponía en la cama, a los pies, sigilosa sin hacer ruido.

En ocasiones, quería algo y me encontraba en el ordenador, me llamaba la atención, pero no le hacía caso, entonces, ni corta ni perezosa se subía al teclado, como diciendo aquí estoy. Y se me quedaba mirando.

Hoy la he echado mucho de menos. En Rivas, hay más follón, hijos, nietos, amigos. Aquí, en su tierra, ella era la reina de la casa. Y lo sabía. Aquí, Lola, yo, y mi cuñado Rosendo cuando estaba, éramos sus esclavos. Siempre pendientes de ella. Si aparecía por la ventana, la abríamos para que entrara, si quería salir lo mismo. Sabía que podía hacer y deshacer. Eso sí, siempre fue autosuficiente. Su comida, su agua y su arena. Lo demás era cosa suya. Limpia y siempre llena de vitalidad.

No sé qué pudo pasar, pero, esa noche del último abril, vino a quejarse a las cuatro de la mañana, la encontré apagada y supe que estaba enferma. En seguida, se retiró a su sitio tranquila y triste. Por la mañana, pidió salir. Lola le abrió la puerta. Era domingo, y decidí que si seguía así la llevaría al médico al día siguiente. No me gustaba su mirada, pero parecía como si hubiera mejorado. Se fue caminando y se quedó debajo de un laurel.

Más tarde salí a buscarla para ver cómo estaba. No la encontré. Entonces fue cuando junto a Lola la buscamos por la finca. Y allí estaba, debajo de una higuera, tumbada, como si estuviera dormida. Allí estaba. Ya no respiraba. No podéis imaginar cómo nos sentimos. Seguramente había comido alguna yerba envenenada, no sé. Campaba por todos los sitios, cualquier cosa pudo ser.

Terminó, donde la encontramos seis años antes. Y nos ha dejado un vacío. Hoy, miro la ventana por donde solía entrar, y busco sin encontrarla cuando sé que ya no volverá. Todavía me traiciona el instinto y casi la llamo, cuando me doy cuenta de que es inútil. Ahora mismo daría cualquier cosa porque saltará, como hacía a menudo, sobre mi ordenador para interrumpirme. ¡Ojalá!

Creo que la tratamos bien, que fue feliz aunque vivió poco. Que fue libre. Hay quien me ha dicho que los gatos caseros viven más. No sé si eso es verdad, lo que sí sé es que Misha no merecía estar encerrada, que sin saltar por el campo y perseguir pájaros o mariposas no hubiera podido aguantar. Que le gustaba subirse a los árboles (un día tuve que subir con una escalera a rescatarla pues no se atrevía a bajar) Que las prisiones no son buenas. Vivió lo que vivió, pero sin duda, siempre fue libre, y eso no tiene precio.

Perdonad que os cuente esta historia, pero quería compartirla. Hasta hoy no he tenido la valentía de hacerlo, pero se lo debo a ella. Le debo este pequeño homenaje. Y lo mismo que compartí con vosotros otras entradas donde hablaba de ella, he querido que lo supierais, porque ella era también Kabila, y con ella se ha ido un poco de esta casa.

Salud y República