Seguramente
soy un inconsciente. O quién sabe si un soberbio. Pero no, yo tampoco tengo
miedo. Ayer fue un día triste, horrible, criminal. Hoy, ha vuelto a salir el
sol y Barcelona, Cambrils y Alcanar vuelven a ser lo que eran. Esa es la cuestión,
volver a ser, resucitar después de una muerte injusta.
No hace
mucho paseé por esas Ramblas, esa calle llena de luz y de alegría, esa calle
que une el centro de Cataluña con el Mediterráneo. Ayer en las Ramblas unos
canallas fanáticos quisieron dejar su huella, quisieron cambiar su historia,
quisieron cambiar su destino. Desgraciadamente consiguieron con su
injustificada violencia asesinar y herir a decenas de personas. Pero hoy,
podemos decir con fuerza y guardando el luto necesario que Barcelona, Cambrils
y Alcanar vuelven a la normalidad.
Estos
terroristas islámicos están consiguiendo con pocos medios hacer daño, mucho
daño, pero deben saber que no torcerán nuestro camino, que no podrán
doblegarnos, que hoy el grito en Barcelona es: “No tinc por” --No tengo
miedo--, que su intento, por desgracia, costará vidas inocentes, pero que la
guerra la tienen perdida.
Mis
condolencias a todos los heridos y a las familias de los fallecidos, con ellos
no queda sino compartir su dolor, mi máxima solidaridad.
Hoy no es
el momento de hablar de diferencias políticas, pero sí que no puedo dejar de
comentar la islamofobia que con contundencia ha aparecido en las redes sociales
y en algunos medios de comunicación. Es alarmante que ante unos hechos
criminales se trate de culpabilizar a un colectivo completo. ¡Hay que ser
miserables! Se ve que para algunos –más de los que nos gustaría— estos
atentados les sirven para alimentar su odio.
¿Cómo
culpar a millones de musulmanes de unos atentados que provocan unos cientos de
fanáticos descerebrados? Pues ya lo ven, hay quien busca sacar a pasear su
fascismo y xenofobia con cualquier excusa.
Hoy mientras que se producía el minuto de silencio, en Barcelona
transcurría una manifestación fascista y en Madrid interrumpía ese minuto un
grupo ultraderechista. Mientras tanto, la comunidad musulmana ha lanzado un
comunicado en el que, sin ambages, condena los atentados y se une a los demás
ciudadanos en su dolor.
La
islamofobia es un delito de odio y como tal debe ser tratado. Decir que los
musulmanes son terroristas es como pensar que cuando se producían los atentados
etarras, todos los vascos eran terroristas. Una simpleza y una estupidez, que
se utiliza para alimentar el odio y dividir, un objetivo que coincide con el de
los terroristas del ISIS.
Por cierto,
he visto también que se criminaliza a quien hace declaraciones en catalán y no
en castellano, como si esto fuera un delito. Se olvida que la lengua madre de
siete millones de españoles es el catalán, que además es lengua oficial en
Cataluña. Y es que los tics fascistas están vivos y muy vivos, esperando
cualquier acontecimiento para salir a flote.
Salud y
República