Las malas condiciones laborales docentes son innegables. Desde hace más de veinte años incluso. Sin embargo, no puedo estar de acuerdo con el paro de profesores que actualmente se está desarrollando en distintos lugares del país.
Por Esteban Martínez Covarrubias
Por todos son conocidas las precarias condiciones sobre las cuales se desarrolla la docencia hoy en Chile: bajas remuneraciones en relación a otros profesionales, demasiadas horas en aula versus muy pocas para planificar o analizar el trabajo, alto número de alumnos por sala de clases o dificultades prácticas para realizar cursos de perfeccionamiento. Si a eso agregamos que la carrera de pedagogía se encuentra completamente devaluada en el mercado y que muchas universidades imparten la carrera sin siquiera solicitar un puntaje PSU de corte para el ingreso de sus alumnos, que decir, el panorama es completamente desalentador. Sin embargo, no puedo estar de acuerdo con el paro de profesores que actualmente se está desarrollando en distintos lugares del país. ¿La razón? Me parece un paro político, miope en sus objetivos incluso.
El drama laboral que viven los profesores existe desde hace al menos veinte años (y más), y me parece curioso que precisamente ahora, cuando el actual gobierno está intentando llevar adelante una profunda reforma educacional que ataca las bases del modelo educativo, los profesores recuerden su situación y decidan parar.
Extraña más aún considerando que la reforma tangencialmente debería mejorar las condiciones laborales de los profesores. Me explico. Hablemos de los colegios subvencionados, que además son amplia mayoría en Chile. ¿Qué pretende el gobierno con su reforma? Basicamente que los colegios se vuelvan entidades sin fines de lucro y terminar con el copago, para que así el Estado pueda regular de manera más clara el uso de los dineros por parte de los sostenedores. En otras palabras, se pretende que los dineros recibidos por los colegios sean utilizados en labores educativas y no vayan a parar al bolsillo de los dueños. Es decir, si se cumpliesen los objetivos de la reforma, los profesores deberían ver mejorías, ya sea en materia de sueldos o condiciones laborales.
¿Por qué parar ahora entonces? ¿ Qué las peticiones inmediatas no están en la agenda de la reforma? No han estado en veinte años y los profesores no han parado, de hecho, las movilizaciones de años anteriores siempre nacieron de los secundarios. Insisto, las razones parecen ser ideológicas más que genuina preocupación por la educación y, curiosamente, las molestias de los profesores coinciden con las de sus jefes.
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