La gran promesa neoliberal se cae a pedazos, y si sobrevive es unicamente porque la izquierda históricamente jamás ha logrado ponerse de acuerdo en algo. Pero Chile, el experimento latinoamericano capitalista por excelencia, vuelve a dar muestras de que a la hora de vivir una crisis, la única respuesta que el modelo puede darle entregarle a la ciudadanía es el desamparo y la incertidumbre.
Para muestra un botón: la presente pandemia del Covid 19, frente a la cual el gobierno de Sebastián Piñera no tuvo mejor idea que presentar la llamada "Ley de protección del empleo" para entregar tranquilidad (?) a los trabajadores del país. Esta ley permite que el empleador suspenda los contratos laborales vigentes y pueda no pagar remuneraciones mientras se extienda la crisis. ¿Cuál es el objetivo del proyecto? Uno solo: darle aire a las empresas, que estas no quiebren y así evitar despidos masivos. ¿Alguna garantía para los trabajadores? Solamente una: que al término del confinamiento seguirán teniendo trabajo... al menos por un rato, ya que nada asegura en que condiciones laborales se producirá dicho regreso. ¿Se mantendrán las condiciones contractuales previas? ¿Por cuanto tiempo? Nadie asegura nada.
Por si fuese poco, el Estado confía ciegamente (una vez más) en la mano invisible, es decir, permite que empleadores decidan unilateralmente el suspender el pago de remuneraciones sin que absolutamente nadie revise si efectivamente esta medida era imperiosamente necesaria de tomar. El gobierno, por tanto, coloca todas sus fichas en la idea de que el resguardo a la fuente laboral es lo principal, mientras que el bienestar de los trabajadores pasa a ser un asunto secundario. Una declaración de intenciones propia de un gobierno comprometido hasta las raíces con políticas neoliberales absolutamente salvajes.
¿Y de qué vivirán los trabajadores mientras dure esta crisis? La ley permite que estos puedan subsistir cobrando su seguro de cesantía en las AFC, sin embargo, esta situación presenta dos inconvenientes evidentes. En primer lugar el que este seguro reembolsa solo parcialmente la remuneración del trabajador (un 70% del sueldo bruto en un primer mes, luego un 55%, un 45%, un 40%, etc), es decir, durante los meses en que el virus impida regresar a trabajar los trabajadores deberán vivir mes a mes con solo una parte de su sueldo habitual (una parte cada vez menor). Así mismo también existe el inconveniente de que no todos poseen fondos suficientes en su cuenta de AFC, cabe recordar que este pozo se compone mes a mes con un aporte del 3% de la renta bruta (0,6% lo entrega el propio trabajador mientras que un 2,4% es aportado por el empleador), dicho en simple: si un trabajador gana 750 pesos mensuales imponibles (600 mil líquidos), mensualmente aportará 22.500 pesos a su cuenta, o sea, 270 mil pesos en un año. ¿Cuántos años de cotizaciones necesitará este para tener un pozo que le permita subsistir durante dos o tres meses ? Al menos entre seis a ocho años en condiciones regulares...
Por si esta inestabilidad salarial fuese poco, existe incertidumbre respecto a lo que ocurrirá al término de la crisis. A día de hoy, más de 500.000 trabajadores (*) se han visto afectados por la Ley de protección del empleo, un 42% de estos aproximadamente corresponden a Pymes, un 27% a micro empresas y un 31% a Grandes empresas. Es de suponer que estas últimas estarán en mejores condiciones para afrontar el regreso, sin embargo, ¿qué ocurrirá con esos cerca de 200 mil trabajadores pertenecientes a pequeñas y medianas empresas que podrían verse afectados por reducciones salariales, quiebras o incluso despidos? Existe la posibilidad de que cientos de ellos queden en la más completa indefensión: sin trabajo y con sus fondos de cesantía ya consumidos. Eso sin mencionar que el mercado laboral podría abaratar muchísimo sus costos, afectando remuneraciones y condiciones laborales de diverso índole.
De esta manera, los trabajadores chilenos han quedado a merced del mercado. Una vez más el modelo neoliberal da muestras de absoluta incompetencia a la hora de entregar bienestar y seguridad a las personas. Ante la crisis el neoliberalismo te abandona y el fracaso del modelo ya no puede ser más evidente.