“Yo
hablaba de José León Suárez con conocimiento de causa. Andaba por ahí.
Iba mucho
porque vendía productos químicos,
con una
mano manejaba y con la otra escribía apuntes en un cuaderno”.
Moris
Sin querer Moris escribió el Himno al barrio de José León
Suárez.
Ciudad de Guitarras Callejeras editado en 1973 es un discaso que está
repleto de situaciones suburbanas, se habla de Campana, Luján, el Dock Sud, de
bares, trenes y mendigos. Entre todos los temas hay uno que llama la atención
por su larga duración y que describe a la perfección al barrio que me vio
nacer, crecer y patear botellas de plástico (durante varios años).
El tema se llama “Muchacho del Taller y la Oficina” y es una
especie de suite de casi nueve minutos que se puede dividir en tres partes.
Uno. Al principio Moris describe la vida en oscuros talleres y
oficinas de manera desordenada, y pareciera un tanto apurado casi como recitando
de improvisado. Por momentos le advierte al “muchacho” situaciones de hastío que
no tienen remedio y para relajar le dejará frases cargadas de sorna.
¡Eh! Muchacho del taller y la oficina, esta canción, esta canción es
para ti.
Está llegando ahora, en el éter de la radio, brilla afuera el sol de la
ciudad.
Aunque muchos te usan, muchos te escupen, muchos te usarán.
Encerrado entre máquinas de hierro, arrojado ahora en tu cárcel de hollín.
Aunque muchos te usan, muchos te escupen, muchos te usarán.
Encerrado entre máquinas de hierro, arrojado ahora en tu cárcel de hollín.
Y tu ídolo recostado en la pileta, te regala la alegría de vivir.
Aunque muchos te usan, muchos te escupen, muchos te usarán, uuaah
¡Eh! Muchacho del taller y la oficina, toma tu café y la obra social.
Escucha la canción de la libertad, ahora que tu jefe te está por llamar.
Ve a mirarte al espejo, ver tu cara de viejo tan orgullosa, asustada de nada
Estoy creando ahora la puerta de la fábrica. Estoy viviendo tu vida y la mía.
Aunque muchos te usan, muchos te escupen, muchos te usarán, uuaah
¡Eh! Muchacho del taller y la oficina, toma tu café y la obra social.
Escucha la canción de la libertad, ahora que tu jefe te está por llamar.
Ve a mirarte al espejo, ver tu cara de viejo tan orgullosa, asustada de nada
Estoy creando ahora la puerta de la fábrica. Estoy viviendo tu vida y la mía.
Donde está el albañil sonriente, donde está la mujer esperando
Dónde está el río podrido, el girasol solitario, dónde está la
brutalidad
Dos. Totalmente contestataria. Como si fuera
un Blas Parera (y su respectivo López y Planes) a ritmo de fanfarria pondrá de
manifiesto entre sátira y cruda realidad la situación que se vivía. Agrego entre paréntesis una frase que los milicos prohibieron en los
70 y que dicen que se recuperó en una de las últimas remasterizaciones que se
hizo. Yo no lo pude encontrar pero en vivo Moris suele cantar la frase.
En el asfalto de enero, comprando churros de acero,
estoy viendo como las luces se apagan y nos aplasta la guerra
(Estoy viendo campos de concentración forzada,
(Estoy viendo campos de concentración forzada,
muchachos de veinte años sirviendo la casta armada).
Estoy pensando en salvarme para volver a enterrarme.
Estoy pensando en salvarme para volver a enterrarme.
Pensando en salvarme para volver a enterrarme…
Tres. Sobre el final se va a ir poniendo cada vez más folk, ya
más relajado por haber cantado las verdades, pareciera que nuestro cronista se dedicara tan solo a andar. Andar por el arrabal, narrar lo
que pasa y zapar. Incluso cambia la entonación con la que se dirige al “muchacho”. Para sorpresa de uno de los amigos de esta casa
(supongo que será una sorpresa) primero se hará mención a su barrio para luego
llegar a JLS.
¡Eh! Muchacho, estoy en la calle cantando,
¿no me ves que estoy ahora cantando?
está como lloviznando en Hurlingham, oh, Hurlingham, oh.
Muchacho, ¿no me ves en la calle cantando?
Muchacho, ¿no me ves en la calle cantando?
ando parando y mirando,
ando subiendo a los trenes,
que tienen que llevarme muy pronto hasta Luján.
¡Eh! Muchacho, estoy en la calle cantando,
¡Eh! Muchacho, estoy en la calle cantando,
no me ves que estoy ahora cantando, ahora, ahora mismo cantando,
pateando botellas de plástico,
aspirando humo de camiones y chimeneas.
Estoy en José León Suárez, hay volcadores y camiones Petinari.
Estoy en José León Suárez, hay volcadores y camiones Petinari.
Mujeres rojas salen de los bares,
ferrocarriles transportando pueblos
con calor.
Estoy en José León Suárez, hay volcadores y camiones Petinari,
Estoy en José León Suárez, hay volcadores y camiones Petinari,
ferrocarriles transportando pueblos con calor…
Todo aquel que quiera revivir lo que vio Moris a principio
de los setenta que vaya hoy a Suárez (si, allá a donde termina uno de los ramales del Mitre) y se dará cuenta que
el tiempo pasa, las cosas cambian, pero otras esenciales
siguen tal cual las describía un muchacho cuarenta años atrás. Decime si al escuchar este tema no te imaginas a Moris parando y haciendo la fila en Pancho Susy.