Los amantes del buen cine saben que las películas de Federico Fellini desarrollaron una estética propia, que dio lugar al término “Felliniano”. Los personajes fellinianos transitan el mundo real y el imaginario y son criaturas frágiles que están solas, con una existencia insignificante y sólo algún sueño puede salvarlos en una realidad tan cruel y desoladora. La dualidad y ambivalencia fueron marcando sus obras y las distintas lecturas que se pueden hacer de sus films casi siempre dejan una puerta abierta a la interpretación personal del espectador.
Hablaremos hoy de una característica recurrente en sus films: la música presentada como algo natural y onírico. Fanfarrias ambulantes, caravanas espontáneas, música de circo callejera. Recordemos que Nino Rota fue su músico colaborador y al parecer se complementaban muy bien en la elaboración visual-musical, de ahí los buenos resultados.
Ya en su ópera prima, la
agridulce El Jeque Blanco (1951), la desesperación del personaje perdido en
la gran ciudad en dos ocasiones es interrumpida por música en forma atropellada
y repentina...
I vitelloni (mal traducida como “Los inútiles”,1953)
fue bien recibida por estos lares –acá sería algo así como “Los Atorrantes”- tal
vez por la empatía con la temática: la
ociosidad, el miedo a crecer, el adios a los viejos tiempos por parte de los
jóvenes. Todos son seres atrapados en una existencia tediosa y sofocante y
la obra se centrará en la elección de vida de las personas. Quedarse o no
quedarse, he ahí el dilema.
Casi como un video de Los Auténticos Decadentes, con este film arriba Il Carnevale. Luego de una fiesta, ¿a quién no lo ha perseguido alguna vez una trompeta?
En La
Strada (1954) se pinta el mundo de la
calle y de los artistas ambulantes tal cual era, acomodándose a esa corriente
neorrealista tan típica del cine italiano de la época en donde se mostraban los
ambientes y comportamientos de personas humildes como documento de una
realidad que estaba ahí y que era muy diferente de lo que el cine
hollywoodiense solía mostrar (Cowboys y guerras ganadas). Entre lo ficcional y lo documental aparecerán melancólicas
escenas de instrumentos de viento y tristes redoblantes callejeros.
Película melancólica y
dramática: timadores que estafan a personas humildes como forma de combatir el
Sistema y la moral impuesta. En Il Bidone (“Almas sin conciencia”, 1955)
encontramos una pequeña escena típica de Fellini y la música ambulante.
En Las noches de Cabiria (1957) Fellini describe
la vida de una prostituta que en lugar
de una vida fácil sólo encuentra desengaños amorosos. Su bondad y una cierta ingenuidad la convierten en víctima de sucesivos
vividores que se aprovechan de ella. En esta escena (no diremos qué pasó antes y qué pasará
inmediatamente) vaga desesperada por un bosque,
de noche, donde encuentra un grupo de jóvenes alegres y felices en plena
caravana musical.
La dolce vitta (1960): trata de la ambigüedad de
vidas en una persona, por un lado la vida superflua, la dolce vita y por otro
una vida familiar "normal". La película fue un enorme escándalo
con protestas de la jerarquía eclesiástica, de la nobleza italiana. Tiene
dos escenas memorables: la de la fontana di Trevi y la escena del
falso milagro donde dos niños mienten ante una multitud acerca de una supuesta
aparición de la Virgen en las afueras de Roma.
La que seleccionamos es tan sólo un casual trencito rockero.
Las tentaciones del Doctor Antonio -episodio de
Boccaccio 70 (1962)-. Trata de
un moralista intransigente al que debajo de las
ventanas de su habitación le colocan un cartel publicitario gigante en el cual
se ve la imagen de una mujer hermosa, que con su sonrisa cautivadora exhorta a
tomar más leche. Al mismo tiempo que lucha para
que lo quiten, tiene vívidas fantasías sexuales.
Se mezclarán la caravana
de festejo de músicos tropicales, la fanfarria militar y el jingle hipnótico de
niños cantando que Nino Rota compuso para el film.
De 8 y 1/2 (1963) sólo diremos que cuenta la crisis creativa de un artista, el
problema de confrontarse con las expectativas de todos (productores,
periodistas, amigos), y también la crisis existencial de un hombre, que se
aferra a los recuerdos y a los sueños para soportar el peso de la vida. Una
película llena de metáforas, donde lo ficticio y lo real, y el presente y el
pasado se entremezclan.
Acá la famosa escena final en que se pone a
orquestar la banda. Todo Fellini. Todo Nino Rota. Abstenerse de recordarme a Susana Gimenez por favor.
I Clowns (1971) es el
homenaje de gratitud hacia los payasos y feriantes que tanto le han
influenciado. Por un lado es un documental de valor histórico y por otro es un
film alucinante acerca de la supuesta muerte del circo. Mezcla extraña entre música de carnaval y de funeral.
Roma (1972) Fascinante recorrido por la ciudad de
Roma entre el documental y el ensueño mágico de sus imágenes. Fellini
aporta su visión particular que, desde el pueblo, se tenía de la capital cuando
era niño, la pensión romana, el teatro, los prostíbulos, el bullicio de las
calles nocturnas, coches atascados en plena lluvia, focos, bocinazos, gritos y
sirenas de policía. Acá la escena del vecindario cenando en plena
calle...obviamente con música callejera. ¡Tutti a cena!
Con Amarcord (1973) Fellini recuerda y reinventa su
vida en su ciudad natal en la primera mitad de los años treinta. Los
protagonistas son su misma ciudad y sus personajes grotescos, recuerdos
que se transfiguran en ambos. Como ya el título revela es un amigable y
coloquial relato entre viejos amigos con experiencias comunes. Fellini
hace un melancólico y divertido retrato de la Italia de entreguerras, controlada
por el fascismo y la Iglesia.
El tema compuesto por Rota recorre todo el film. Apto
para banda militar, flauta “mágica” y acordeón…
Ensayo de orquesta (1978): Presentado como un falso
documental con dosis de caricatura y burla, sobre un ensayo en un viejo
oratorio del siglo XIII.
Lo que parece un canto de admiración hacia la
música clásica, y hacia la relación de amor entre el músico y su instrumento, y
entre los distintos instrumentos entre sí, se transforma en una interesante
fábula sobre clases dominantes y sometidas, en este caso entre el director y
los músicos, con connotaciones políticas incluidas, sin renunciar en ningún
momento al humor.
La música se presenta espontánea a lo largo toda de
la película (dura apenas 70 minutos). Seleccionamos una de las escenas
surreales.
Y la nave va (1983) también nos embarca en el mundo
de la música. Trata de un grupo de personalidades de la alta sociedad
europea que lleva las cenizas de una célebre diva de ópera para arrojarlas al
mar. Las escenas musicales son numerosas y se dan en forma espontánea. De todas
ellas destacamos dos que ponen de manifiesto ese mundo mágico, surreal e
insólito de Fellini.
Quedaron afuera algunos films, pero los presentados aquí son los más recomendables a mi gusto. El libro de quejas queda a vuestra disposición.