DESCRIPCIÓN
Antes de empezar la ruta y de camino a su inicio, es visita obligada la
pequeña Capilla del Santo Hermano Pedro, situada junto a la carretera
aproximadamente un kilómetro y medio antes. Por el exterior del Restaurante el Dornajo pasa la ETAPA
VII del sendero de largo recorrido GR-131 que comienza en Vilaflor y
continúa su dirección por el Camino del Roque hacia el destino final en el
núcleo urbano del municipio de Arona; en este punto también empieza el
PR-TF-71.2 por el Camino Lomo de la Higuera, que se aleja de dicho GR por la
derecha en forma de calle asfaltada que se dirige enseguida a cruzar el cauce
del Barranquillo Hoya del Chorrillo.
Inicio de la ruta.
Iremos por este último unos metros hasta
que veamos por nuestra derecha el inicio del Camino de Ifonche, donde hay una
señal informativa que nos inicia la dirección a seguir hacia el Barranco del
Infierno y otra del PR-TF-71.2; es un sendero muy marcado, con firme rocoso bastante
irregular y erosionado que discurre con suave pendiente de subida, entre
grandes ejemplares de Escobones (Chamaecytisus proliferus), Jaguarzos (Cistus
monspeliensis) y Amagantes (Cistus symphytifolius), acompañado de un
escaso pinar de Pino Canario (Pinus canariensis).
Mas adelante, nuestro
camino avanza cruzando varios barranquillos por las inmediaciones del Lomo de
los Pinochos y también bordeando varias huertas de cultivo donde su firme es
más compacto; luego una bajada repentina bastante pedregosa nos deja en el
cauce del Barranco Seco donde, inmediatamente después, hay un cruce de varios
caminos; a la derecha asciende el Camino de Benítez hacia la Hoya de las
Cocinas donde hay numerosas huertas de cultivo sin producción; de frente
continúa el PR-TF-71.2 en dirección al Lomo de los Aserraderos donde converge
con el principal, que es el PR-TF-71, denominado Camino de Teresme.
Huertas de cultivo bordean el paso.
A la
izquierda, prosigue nuestra ruta por el Camino de Benítez mediante una pista de
tierra algo pedregosa, que transcurre entre grandes ejemplares de Pinos
Canarios (Pinus canariensis) y en suave descenso bordeando El Morro
(1056), un promontorio rocoso bajo el cual se encuentra la Casa de Benítez;
unos metros más adelante está la Era de Benítez, una era de trilla en perfecto
estado de conservación, situada en el borde del Barranco del Infierno, justo
encima de la loma que soporta el Risco de Benítez, una fuga que converge más
abajo con el cauce principal de dicho barranco.
Casa y Era de Benítez.
Desde este punto podemos
disfrutar del paisaje panorámico que nos ofrece el lugar, viendo en primer
plano la majestuosa silueta rocosa de Montaña Carrasco (1031 m.) y en la
lejanía el casco urbano principal del municipio de Adeje y la costa, que
alberga uno de los principales núcleos turísticos de la isla.
Montaña Carrasco.
El recorrido continúa por una pista forestal que desciende suavemente
en dirección al Morro del Piñol, bordeando por un lado el Risco de Benítez,
bajo el cual discurre el cauce del Barranco del Infierno y por el otro el
Barranco Seco, una hoya con un cauce casi inapreciable que se extiende bajo el
pinar.
En un momento determinado, vemos como se desvía hacia nuestra derecha un
sendero estrecho que se adentra por una de las laderas que desembocan en el
cauce del Barranco del Infierno, es el Camino de Carrasco; avanzamos por el
mismo en descenso y mediante un firme pedregoso y algo erosionado, aunque más
adelante tiene pequeños tramos sinuosos que conservan el empedrado original; en
los bordes crecen infinidad de especies vegetales que en temporada de floración
hacen más vistoso el recorrido, podemos ver Tabaibas (Euphorbia lamarckii),
Magarzas (Argyranthemum foeniculaceum), Jaguarzos (Cistus
monspeliensis), Amagantes (Cistus symphytifolius), Tusilagos (Pericallis
cruenta), Escobones (Chamaecytisus proliferus); en los riscos
adyacentes crecen también Bejeques (Aeonium arboreum) y Cerrajones (Sonchus acaulis).
Camino de Carrasco.
El camino
continúa bastante expuesto sobre la Ladera de los Escobones y transita
zigzagueando muy marcado y acompañados de la impresionante vista del angosto
cauce del Barranco del Infierno que, si echamos la vista atrás, podremos
distinguir el Andén Angosto y la Gollada del Calderón, ambas paredes rocosas
que forman la cabecera de dicho barranco.
Laderas sobre el cauce del Barranco del Infierno.
Continuamos el descenso entre algunos ejemplares de Taginastes Azules (Echium
virescens) y otros de Bejeques Arbóreos (Aeonium arboreum), que
crecen bajo la sombra de grandes Escobones (Chamaecytisus
proliferus) que jalonan el paso; más adelante el desnivel se suaviza y
pasa a ser completamente llano, por el cual avanzaremos bajo una enorme pared
de roca que se alza sobre nuestras cabezas y bajo la Hoya de los Caños. Algunas
grandes rocas que se han desprendido las tendremos que vadear entre enormes
Vinagreras (Rumex lunaria), Granadillos (Hypericum
canariense) y algunos Helechos (Diplazium
caudatum), también podremos ver en los bordes del sendero la
espectacular Bicacarera (Canarina canariensis), la Magarza (Argyranthemum
foeniculaceum) y la Malfurada (Hypericum grandifolium). Unos metros
más adelante por la zona conocida como Las Calzadas, donde el firme del
trayecto es bastante compacto y llano, caminaremos bordeando una pared de tosca
y llegaremos enseguida a un espacio abierto y despejado de vegetación, donde se
hace necesario e ineludible estar un buen rato para disfrutar del paisaje
panorámico que desde aquí se ve.
Camino de Carrasco.
A nuestras espaldas se extienden las laderas
que forman el cauce del angosto Barranco del Infierno, frente a nosotros se
erige la mole rocosa de la Montaña Carrasco (1031 m.), que está ubicada sobre
la continuación del citado barranco y antes, un promontorio también rocoso que
alberga unas oquedades horadadas en la tosca muy curiosas; por la derecha hay
un paso que se dirige hacia la Era de Las Tosquitas, una era de trilla situada
en la degollada que da paso al camino de ascenso a la montaña. Desde este punto
empieza una senda indefinida, muy empinada y pedregosa que se dirige hacia la
cumbre de Montaña Carrasco (1031 m.).
Era de Las Tosquitas (dcha.).
Roque del Conde desde la cumbre de Montaña Carrasco.
Por la izquierda de la colina situada con anterioridad a la montaña,
continúa el Camino de Carrasco, que desciende por la Ladera del Pino hacia el
Andén de las Mulas y más abajo continúa por la Ladera de Carrasco, para dar por
finalizado su trayectoria en el núcleo urbano de Adeje. Más a la izquierda del
punto en que estamos, comienza el Camino de la Fuente del Chorrillo, por el
cual avanzamos en nuestra ruta mediante un recorrido muy evidente y marcado,
con un firme bastante compacto, que discurre entre Escobones (Chamaecytisus
proliferus), Jaguarzos (Cistus monspeliensis), Amagantes (Cistus
symphytifolius) y algunos Pinos Canarios (Pinus canariensis) que
crecen dispersos por el entorno más cercano.
Luego, unos metros más adelante y sobre
el Lomito de los Escobones, desciende bruscamente por un tramo empedrado,
aunque su estado esté algo erosionado, dirigiéndose a una zona muy sinuosa
donde el firme es de tosca rojiza; en el entorno crecen multitud de Taginastes
azules (Echium virescens), Tabaibas (Euphorbia lamarckii),
Jaguarzos (Cistus monspeliensis), Matorriscos
(Lavandula canariensis), Granadillos (Hypericum canariense) y
Pencones (Opuntia maxima), que en muchas ocasiones invaden el espacio
por donde marcha el camino.
En un momento determinado cruza perpendicularmente
al camino una antigua atarjea de tosca que proviene de la Fuente del Chorrillo,
un hito importante a destacar, ya que forma parte de la etnografía del entorno.
Sobre el camino que recorremos se extiende el Risco del Lancito, una pared
rocosa que protege la práctica totalidad del trayecto, donde podemos ver un
viejo refugio de piedra usado seguramente por pastores de antaño; bajo la misma
vereda que recorremos, se precipitan varios cauces de barranquillos y hoyas que
desembocan en el cauce principal del Barranco Madre del Agua.
Refugio de piedra bajo el acantilado.
Camino de la Fuente del Chorrillo.
Seguimos
avanzando mediante recovecos que se abren paso entre grandes rocas
desprendidas, trechos del camino bastante expuestos a los barranquillos y
algunos tramos escalonados que fueron tallados en la tosca, así como remontes
suaves y bajadas más intensas, que avanzan entre gran cantidad de Taginastes (Echium
virescens), Tabaibas (Euphorbia lamarckii) y Matorriscos (Lavandula
canariensis).
Cueva Negra (izq.)
Llegaremos más tarde a una cueva situada bajo el risco que se
encuentra casi obstruida por la cantidad de ejemplares de Helechos que crecen a
su alrededor, según reza una señal de madera situada en la entrada, es la Cueva Negra, un lugar amplio y fresco donde podemos
tomarnos un descanso. A la salida del lugar hay unos escalones tallados en el
terreno que facilitan el paso de un pequeño tramo del camino que más adelante
continúa su avance por la Ladera del Pino bastante sinuoso y con vistas
espectaculares hacia el valle donde se aprecian las zonas turísticas de la
costa del municipio de Adeje; en las inmediaciones de la Hoya del Chorrillo nos
encontramos la Fuente del Chorrillo, un manantial natural del que brota un agua
limpia que se recoge en un pequeño recipiente al lado del camino. Los
alrededores están plagados de vegetación que aprovechan la humedad que
proporciona la fuente, sobre todo de Helechos (Diplazium caudatum) y
Granadillos (Hypericum canariense), que crecen con gran porte.
Tramo escalonado y Fuente del Chorrillo.
Cueva de Las Goteras.
El sendero sigue su curso entre la frondosa vegetación y enseguida pasaremos
junto a un promontorio rocoso en forma de atalaya natural que tiene un acceso
desde nuestra posición, con el fin de acercarnos para disfrutar de las
fantásticas panorámicas que nos ofrece el lugar.
De vuelta al camino principal,
continuamos la marcha mediante una superficie bastante compacta, con continuos
remontes y desniveles sin importancia, aunque acercándonos a otra oquedad anexa
al camino, la que se denomina según una señal de madera, la Cueva de las
Goteras, se nos presenta un poco más expuesto y pedregoso. Luego la vereda
discurre un poco más estrecha y entre multitud de Jaguarzos (Cistus
monspeliensis) y Amagantes (Cistus symphytifolius), bajo el Lomo de
la Higuera, llamándonos la atención la imagen de los Picachos de Fañabé, una
serie de agujas rocosas dispuestas sucesivamente, que se precipitan bordeando
el Barranquillo de los Terreros.
Vistas panorámicas.
Continuamos la marcha ascendiendo bruscamente mediante unos escalones
tallados en el terreno, después de haber cruzado un barranquillo plagado de
Magarzas (Argyranthemum foeniculaceum), Cruzadillas (Hypericum
reflexum), Trebolinas (Oxalis pes-caprae) y donde también hay
algunos ejemplares de Tusílagos (Pericallis cruenta), especie endémica
canaria de espectaculares flores moradas. Luego, continúa zigzagueando y
ascendiendo con fuerte desnivel por unas escaleras de piedra, que nos dejan
después de subirlas, en un tramo más llano que va avanzando entre Jaguarzos (Cistus
monspeliensis) y algunas Malfuradas (Hypericum grandifolium)
aisladas; para terminar la subida llegaremos a un promontorio de tosca sobre la
Hoya de las Planchas, donde nos podemos asomar para disfrutar de las vistas del
valle.
Nariz de García (dcha.)
Luego el sendero aparece horadado en la tosca y muy sinuoso acabando en
El Pasiadero, bordeando unas huertas de cultivo sobre la Hoya de los Charcos; a
nuestra derecha nos queda la bonita imagen de la Nariz de García, una cumbre
rocosa de superficie llana que se eleva sobre el valle a unos novecientos
ochenta y siete metros sobre el nivel del mar, más alejado se encuentra el
Roque de los Brezos (1109 m.) y después de sus laderas rocosas, la parte
superior del Roque o Pica de Imoque (1108 m.).
Llegando al final por el GR-131.
Al finalizar el sendero,
conectaremos con una pista agrícola que llanea unos doscientos metros,
desembocando en el Camino del Roque, una calle asfaltada por donde discurre el
GR-131. Nuestra ruta gira en este punto hacia la izquierda, caminando entre
multitud de ejemplares de Jaguarzos (Cistus monspeliensis), Magarzas (Argyranthemum foeniculaceum) y Palominas (Echium
plantagineum), que jalonan el recorrido llano unos quinientos metros hasta
dar por finalizada la ruta en el mismo lugar donde la iniciamos.
© Texto y fotografías de Francisco Fariña