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5 de octubre de 2015

Sobre el caso Asunta


Se trata de una duda planteada a través de Twitter que me come por dentro.
Pregunto a abogados o a entendidos en el asunto pero todos podéis opinar.
Pensad por un momento que sois vosotros los acusados e imaginad, además, que sois inocentes. Podría ser, aunque los de ahí fuera ya hayan decidido el veredicto con la información (desinformación) que llueve a través de estos medios cada vez más podridos.
Este circo da asco. Mucho asco.
¿Algo que añadir?...

Dejemos trabajar a la Justicia, por favor.

13 de febrero de 2014

Curiosidad sobre un personaje

No. No es el Papa ni Sánchez Dragó. Tampoco Pedro Ruiz. Esta vez no.
Se trata de Baltasar Garzón. Tengo curiosidad por saber qué opináis de él. ¿Qué os inspira este personaje que, sin duda, se ha hecho notar a lo largo de los últimos años en este país y también en otros?.

Feliz tarde de lluvia, navegantes de aguas revueltas.
Aprovechadla.



23 de enero de 2014

El TSJ de Madrid avala procesar por prevaricación al juez que encarceló a Blesa

Rechaza el recurso de Elpidio José Silva contra su imputación formal. Los siguientes pasos: escrito de acusación del fiscal, auto de apertura de juicio oral y previsible separación cautelar de la judicatura

ANDRÉS MUÑIZ Madrid 22/01/2014 15:38 Actualizado: 22/01/2014 18:46

Vía libre al proceso y enjuiciamiento por prevaricación del juez Elpidio José Silva, por la causa en la que envió dos veces a la cárcel al exbanquero Miguel Blesa. La Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha rechazado el recurso de apelación planteado por Silva contra la decisión del instructor de su querella, adoptada el pasado mes de diciembre, de transformar en procedimiento abreviado las diligencias contra él, lo que supone el primer paso para sentarle en el banquillo de los acusados.
A partir de la decisión del TSJ madrileño, los pasos que se esperan son el escrito de acusación de la Fiscalía --que considera a Silva autor de delitos de prevaricación, de libertad contra las personas y de retardo malicioso en la administración de justicia--, y a continuación el auto de apertura de juicio oral del instructor, Jesús Gavilán. Esa resolución supondría previsiblemente la suspensión cautelar de funciones del juez por parte del Consejo General del Poder Judicial. Todo ello puede suceder en los próximos diez días, según fuentes jurídicas.
La confirmación del auto de imputación formal del juez Silva se ha producido antes de la cita de Blesa este viernes en los Juzgados de Madrid, para ser interrogado nuevamente como imputado por la compra por Caja Madrid de un banco de Miami. Esta causa ha estado parada seis meses, el mismo tiempo transcurrido desde que el fiscal se querelló con Silva. Y es el mismo caso por el que este juez ordenó la prisión de Blesa.
En su auto, el TSJ de Madrid rechaza el recurso de Silva argumentando que existen"claros indicios de la participación del querellado en un delito continuado de prevaricación", así como en otro de retardo malicioso en la administración de justicia. En cuanto a los dos delios contra la libertad individual de Blesa, el tribunal señala: "Nos encontramos con que se dicta auto de prisión sin motivación, solicitado por la 'acusación particular' (Manos Limpias) que no estaba personada". Y que posteriormente se volvió a dictar la prisión en la misma causa, sin fianza y sin resolver nada sobre la fianza impuesta anteriormente.
La resolución considera que en los hechos imputados a Silva se desprende "una situación obvia de abuso, que excede de las meras infracciones administrativas".
Asimismo, rechaza que pueda dudarse de la imparcialidad de Jesús Gavilán como instructor de la querella, y entiende que sus autos se encuentran "muy motivados" y que no hay razón para declararlos nulos. La resolución del TSJ de Madrid ha sido dictada por una sala compuesta por su presidente. Francisco Javier Vieira, y las magistradas Paz Redondo y Susana Polo --esta última, ponente--.
 Fuente de la noticia


No estoy muy puesta en estos asuntos pero, lo que sí está claro, es que algo está cambiando.
Creo que lo de Burgos marca un precedente y muchos debieran tomar nota de lo que ha ocurrido y sigue ocurriendo al respecto.

Vuelvo a decir que también tiene algo de bueno el que fluya la información y no sólo salga de las bocas alimentadas, que tanto daño nos están haciendo. Cada vez menos...

La gente se está cansando, y no digo que sea mañana o pasado, pero algo se está cociendo dentro de una sociedad que cada vez tendrá menos que perder y mucho más que ganar.

¿Utopía?. Ya lo veremos.

17 de noviembre de 2013

"Nunca Máis", "No a la guerra" y otros cuentos que nos cuentan...



Tanto me da que me da lo mismo. Vaya, que estas plataformas y otras del estilo esconden detrás tantas intenciones basadas en fundamentos vacíos o, peor aún, dañinos, que ya sólo por eso quiero tenerlas lejos. Cuanto más lejos, mejor. Se os ve el plumero de tal manera que cada día engañáis a menos gente, como era de esperar. Sólo hacéis daño. No aportáis nada positivo a nuestra sociedad. Nada útil.

No se equivoquen. No estoy de acuerdo con muchas de las decisiones que se toman a nuestro alrededor pero el "buenismo" de estas gentes me pone enferma. Ese "buenismo" que huele a chamusquina; que apesta a chamusquina y a intereses varios.

22 de junio de 2012

"Necesitamos como respirar que se nos cuente la verdad"



Hay noticias que me crispan, que me asustan, que me entristecen.
Me crispa por lo que se esconde detrás de esa "legalización".
Me asusta por el mismo motivo y el pasado escrito (y el futuro por escribir).
Me entristece también tener que ver cómo se echa a la gente que se deja la piel por un motivo, que cree justo y necesario para que nunca desaparezca la libertad de los seres humanos.
Admiro, por otro lado, la valentía de ciertas personas.

Quizá me pierda algo pero no entiendo nada. NADA.
Admito, por supuesto, toda serie de explicaciones.
A ver si me sacan de dudas.

25 de mayo de 2011

Un artículo de José Saramago muy de actualidad: Este mundo de la injusticia globalizada

 Creo que merece la pena leer este artículo.
Sobre todo, AHORA (en los días que corren, me refiero...)

Fuente de la imagen

TRIBUNA: JOSÉ SARAMAGO

Este mundo de la injusticia globalizada

JOSÉ SARAMAGO 06/02/2002

Comenzaré por contar en brevísimas palabras un hecho notable de la vida rural ocurrido en una aldea de los alrededores de Florencia hace más de cuatrocientos años. Me permito solicitar toda su atención para este importante acontecimiento histórico porque, al contrario de lo habitual, la moraleja que se puede extraer del episodio no tendrá que esperar al final del relato; no tardará nada en saltar a la vista.


Estaban los habitantes en sus casas o trabajando los cultivos, entregado cada uno a sus quehaceres y cuidados, cuando de súbito se oyó sonar la campana de la iglesia. En aquellos píos tiempos (hablamos de algo sucedido en el siglo XVI), las campanas tocaban varias veces a lo largo del día, y por ese lado no debería haber motivo de extrañeza, pero aquella campana tocaba melancólicamente a muerto, y eso sí era sorprendente, puesto que no constaba que alguien de la aldea se encontrase a punto de fenecer. Salieron por lo tanto las mujeres a la calle, se juntaron los niños, dejaron los hombres sus trabajos y menesteres, y en poco tiempo estaban todos congregados en el atrio de la iglesia, a la espera de que les dijesen por quién deberían llorar. La campana siguió sonando unos minutos más, y finalmente calló. Instantes después se abría la puerta y un campesino aparecía en el umbral. Pero, no siendo éste el hombre encargado de tocar habitualmente la campana, se comprende que los vecinos le preguntasen dónde se encontraba el campanero y quién era el muerto. 'El campanero no está aquí, soy yo quien ha hecho sonar la campana', fue la respuesta del campesino. 'Pero, entonces, ¿no ha muerto nadie?', replicaron los vecinos, y el campesino respondió: 'Nadie que tuviese nombre y figura de persona; he tocado a muerto por la Justicia, porque la Justicia está muerta'.


¿Qué había sucedido? Sucedió que el rico señor del lugar (algún conde o marqués sin escrúpulos) andaba desde hacía tiempo cambiando de sitio los mojones de las lindes de sus tierras, metiéndolos en la pequeña parcela del campesino, que con cada avance se reducía más. El perjudicado empezó por protestar y reclamar, después imploró compasión, y finalmente resolvió quejarse a las autoridades y acogerse a la protección de la justicia. Todo sin resultado; la expoliación continuó. Entonces, desesperado, decidió anunciar urbi et orbi (una aldea tiene el tamaño exacto del mundo para quien siempre ha vivido en ella) la muerte de la Justicia. Tal vez pensase que su gesto de exaltada indignación lograría conmover y hacer sonar todas las campanas del universo, sin diferencia de razas, credos y costumbres, que todas ellas, sin excepción, lo acompañarían en el toque a difuntos por la muerte de la Justicia, y no callarían hasta que fuese resucitada. Un clamor tal que volara de casa en casa, de ciudad en ciudad, saltando por encima de las fronteras, lanzando puentes sonoros sobre ríos y mares, por fuerza tendría que despertar al mundo adormecido... No sé lo que sucedió después, no sé si el brazo popular acudió a ayudar al campesino a volver a poner los lindes en su sitio, o si los vecinos, una vez declarada difunta la Justicia, volvieron resignados, cabizbajos y con el alma rendida, a la triste vida de todos los días. Es bien cierto que la Historia nunca nos lo cuenta todo...


Supongo que ésta ha sido la única vez, en cualquier parte del mundo, en que una campana, una inerte campana de bronce, después de tanto tocar por la muerte de seres humanos, lloró la muerte de la Justicia. Nunca más ha vuelto a oírse aquel fúnebre sonido de la aldea de Florencia, mas la Justicia siguió y sigue muriendo todos los días. Ahora mismo, en este instante en que les hablo, lejos o aquí al lado, a la puerta de nuestra casa, alguien la está matando. Cada vez que muere, es como si al final nunca hubiese existido para aquellos que habían confiado en ella, para aquellos que esperaban de ella lo que todos tenemos derecho a esperar de la Justicia: justicia, simplemente justicia. No la que se envuelve en túnicas de teatro y nos confunde con flores de vana retórica judicial, no la que permitió que le vendasen los ojos y maleasen las pesas de la balanza, no la de la espada que siempre corta más hacia un lado que hacia otro, sino una justicia pedestre, una justicia compañera cotidiana de los hombres, una justicia para la cual lo justo sería el sinónimo más exacto y riguroso de lo ético, una justicia que llegase a ser tan indispensable para la felicidad del espíritu como indispensable para la vida es el alimento del cuerpo. Una justicia ejercida por los tribunales, sin duda, siempre que a ellos los determinase la ley, mas también, y sobre todo, una justicia que fuese emanación espontánea de la propia sociedad en acción, una justicia en la que se manifestase, como ineludible imperativo moral, el respeto por el derecho a ser que asiste a cada ser humano.


Pero las campanas, felizmente, no doblaban sólo para llorar a los que morían.cumplimiento de las obligaciones rituales y el gesto iluminado del campesino de Florencia se vería como la obra desatinada de un loco o, peor aún, como simple caso policial. Otras y distintas son las campanas que hoy defienden y afirman, por fin, la posibilidad de implantar en el mundo aquella justicia compañera de los hombres, aquella justicia que es condición para la felicidad del espíritu y hasta, por sorprendente que pueda parecernos, condición para el propio alimento del cuerpo. Si hubiese esa justicia, ni un solo ser humano más moriría de hambre o de tantas dolencias incurables para unos y no para otros. Si hubiese esa justicia, la existencia no sería, para más de la mitad de la humanidad, la condenación terrible que objetivamente ha sido. Esas campanas nuevas cuya voz se extiende, cada vez más fuerte, por todo el mundo, son los múltiples movimientos de resistencia y acción social que pugnan por el establecimiento de una nueva justicia distributiva y conmutativa que todos los seres humanos puedan llegar a reconocer como intrínsecamente suya; una justicia protegida por la libertad y el derecho, no por ninguna de sus negaciones. He dicho que para esa justicia disponemos ya de un código de aplicación práctica al alcance de cualquier comprensión, y que ese código se encuentra consignado desde hace cincuenta años en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aquellos treinta derechos básicos y esenciales de los que hoy sólo se habla vagamente, cuando no se silencian sistemáticamente, más desprestigiados y mancillados hoy en día de lo que estuvieran, hace cuatrocientos años, la propiedad y la libertad del campesino de Florencia. Y también he dicho que la Declaración Universal de los Derechos Humanos, tal y como está redactada, y sin necesidad de alterar siquiera una coma, podría sustituir con creces, en lo que respecta a la rectitud de principios y a la claridad de objetivos, a los programas de todos los partidos políticos del mundo, expresamente a los de la denominada izquierda, anquilosados en fórmulas caducas, ajenos o impotentes para plantar cara a la brutal realidad del mundo actual, que cierran los ojos a las ya evidentes y temibles amenazas que el futuro prepara contra aquella dignidad racional y sensible que imaginábamos que era la aspiración suprema de los seres humanos. Añadiré que las mismas razones que me llevan a referirme en estos términos a los partidos políticos en general, las aplico igualmente a los sindicatos locales y, en consecuencia, al movimiento sindical internacional en su conjunto. De un modo consciente o inconsciente, el dócil y burocratizado sindicalismo que hoy nos queda es, en gran parte, responsable del adormecimiento social resultante del proceso de globalización económica en marcha. No me alegra decirlo, mas no podría callarlo. Y, también, si me autorizan a añadir algo de mi cosecha particular a las fábulas de La Fontaine, diré entonces que, si no intervenimos a tiempo -es decir, ya- el ratón de los derechos humanos acabará por ser devorado implacablemente por el gato de la globalización económica.


¿Y la democracia, ese milenario invento de unos atenienses ingenuos para quienes significaba, en las circunstancias sociales y políticas concretas del momento, y según la expresión consagrada, un Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo? Oigo muchas veces razonar a personas sinceras, y de buena fe comprobada, y a otras que tienen interés por simular esa apariencia de bondad, que, a pesar de ser una evidencia irrefutable la situación de catástrofe en que se encuentra la mayor parte del planeta, será precisamente en el marco de un sistema democrático general como más probabilidades tendremos de llegar a la consecución plena o al menos satisfactoria de los derechos humanos. Nada más cierto, con la condición de que el sistema de gobierno y de gestión de la sociedad al que actualmente llamamos democracia fuese efectivamente democrático. Y no lo es. Es verdad que podemos votar, es verdad que podemos, por delegación de la partícula de soberanía que se nos reconoce como ciudadanos con voto y normalmente a través de un partido, escoger nuestros representantes en el Parlamento; es cierto, en fin, que de la relevancia numérica de tales representaciones y de las combinaciones políticas que la necesidad de una mayoría impone, siempre resultará un Gobierno. Todo esto es cierto, pero es igualmente cierto que la posibilidad de acción democrática comienza y acaba ahí. El elector podrá quitar del poder a un Gobierno que no le agrade y poner otro en su lugar, pero su voto no ha tenido, no tiene y nunca tendrá un efecto visible sobre la única fuerza real que gobierna el mundo, y por lo tanto su país y su persona: me refiero, obviamente, al poder económico, en particular a la parte del mismo, siempre en aumento, regida por las empresas multinacionales de acuerdo con estrategias de dominio que nada tienen que ver con aquel bien común al que, por definición, aspira la democracia. Todos sabemos que así y todo, por una especie de automatismo verbal y mental que no nos deja ver la cruda desnudez de los hechos, seguimos hablando de la democracia como si se tratase de algo vivo y actuante, cuando de ella nos queda poco más que un conjunto de formas ritualizadas, los inocuos pasos y los gestos de una especie de misa laica. Y no nos percatamos, como si para eso no bastase con tener ojos, de que nuestros Gobiernos, esos que para bien o para mal elegimos y de los que somos, por lo tanto, los primeros responsables, se van convirtiendo cada vez más en meros comisarios políticos del poder económico, con la misión objetiva de producir las leyes que convengan a ese poder, para después, envueltas en los dulces de la pertinente publicidad oficial y particular, introducirlas en el mercado social sin suscitar demasiadas protestas, salvo las de ciertas conocidas minorías eternamente descontentas...


¿Qué hacer? De la literatura a la ecología, de la guerra de las galaxias al efecto invernadero, del tratamiento de los residuos a las congestiones de tráfico, todo se discute en este mundo nuestro. Pero el sistema democrático, como si de un dato definitivamente adquirido se tratase, intocable por naturaleza hasta la consumación de los siglos, ése no se discute. Mas si no estoy equivocado, si no soy incapaz de sumar dos y dos, entonces, entre tantas otras discusiones necesarias o indispensables, urge, antes de que se nos haga demasiado tarde, promover un debate mundial sobre la democracia y las causas de su decadencia, sobre la intervención de los ciudadanos en la vida política y social, sobre las relaciones entre los Estados y el poder económico y financiero mundial, sobre aquello que afirma y aquello que niega la democracia, sobre el derecho a la felicidad y a una existencia digna, sobre las miserias y esperanzas de la humanidad o, hablando con menos retórica, de los simples seres humanos que la componen, uno a uno y todos juntos. No hay peor engaño que el de quien se engaña a sí mismo. Y así estamos viviendo.


No tengo más que decir. O sí, apenas una palabra para pedir un instante de silencio. El campesino de Florencia acaba de subir una vez más a la torre de la iglesia, la campana va a sonar. Oigámosla, por favor.

Fuente: EL PAÍS

27 de febrero de 2011

Caso Mari Luz


Me da vergüenza que esto pueda ser posible en nuestro país. Estoy escuchando lo que puedo, porque os aseguro que me resulta difícil, los vídeos protagonizados por Isabel García (esposa de del Valle) y me resulta totalmente miserable el modo de trabajar de algunos periodistas, de tal o cual cadena porque me da exactamente igual.

Indignante. Me parece indignante.
Mientras, los buitres frotándose las manos con exclusivas mediáticas.

¿Dónde queda el papel de la Justicia? (me pregunto yo)

http://www.elmundo.es/elmundo/2011/02/26/television/1298745496.html

http://www.publico.es/363276/la-mujer-de-santiago-del-valle-confiesa-en-television-que-su-marido-mato-a-mari-luz

14 de abril de 2010

Recuperación de la Memoria Histórica y demás...


Al leer esta noticia de hoy de EL PAÍS, iba a poner la fotografía que sigue en el blog pero me parecía un poco fuerte en un principio.
Fuente de la imagen
Al final la voy a poner porque si no, me quedaré con las ganas (eso no es bueno para Campurriana) y creo que es perfecta para añadir sólo un matiz:

LA HISTORIA SIEMPRE TIENE DOS CARAS, DOS REALIDADES. O, MEJOR DICHO, TANTAS COMO EXPERIENCIAS VIVIDAS.

Leer fragmentos como éste que aparece a continuación me crispa. No lo puedo evitar. ¿Por qué no haría yo caso a las recomendaciones de Náufrago para no leer los periódicos?...

Representantes del mundo de la cultura como Pedro Almodóvar, José Sacristán, Pilar Bardem, Luis García Montero o Almudena Grandes anunciaron ayer que desde hoy llevarán a cabo un encierro indefinido en la Facultad de Relaciones Laborales de la propia Complutense.
En el encierro se recogerán firmas de apoyo al juez, se proyectarán documentales y se podrá escuchar el testimonio de víctimas. "Ven y cuéntanos. Tu memoria es nuestra historia", les animó ayer Carlos Agüero, de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica.
A ver si tenemos suerte y se encierran una buena temporadita estos representantes de la cultura. Me pregunto qué pintan aquí. Qué pintan éstos y qué pintan los otros, claro.

13 de julio de 2008

Entre la valentía y el dolor

Hoy hace seis meses, la muerte de su hija lo mató. La pasividad judicial lo remató después. Juan José Cortés se ha impuesto una misión: recoger firmas para endurecer la ley contra los pederastas; hacerle justicia a Mari Luz. Las cámaras muestran a un líder carismático. De cerca es un hombre roto.

Fuente: EL PAÍS

Mi homenaje de hoy es para él. Por su fuerza a pesar de todo.