Por un camino cómodo y pisado en poco más de media hora pasas de la espesura de la selva a los claros del entorno de la Borda Baines. Una pradera espectacular enclavada en la falda norte de la Peña Ezcaurri.
Las vistas de Maz y hacia Lakora, Lakartxela e incluso Ori se combinaban a la perfección con la pradera, el bosque y las peñas de Ezcaurri que tenía en los morros. Todo ello aderezado por una cuadrilla de sarrios que pacían tranquilos por la zona.
Con este panorama, me animé y me fuí en busca de la Cueva del Paso de Ezcaurri en dirección sur y remontando unos lapiaces en los que unos hitos van dibujando los mejores pasos para una traza casi inexistente.
Tras llegar a una gran dolina, cuando me di cuenta ya casi me pasaba la cueva buscada y me tocó dar marcha atrás unos metros ya que me había propuesto ver de cerca la Cueva del Paso de Ezcaurri.
Tan cerca que me metí hasta dentro. Mientras los ojos iban acostumbrándose a la oscuridad lo que mas me llamaba la atención fue las lanas, huesos y plumas que allí había. El ambiente fresco del interior facilitaba la visita y los nidos que supuestamente había en su techo también dejaban su rastro en el suelo.
Allí me entretuve un buen rato, buscando no se qué, pero entretenido. Por fin me decidí a arrancar y continué en dirección sur hasta la Collada de Ezpainpea, desde donde empecé a ver montes conocidos como la punta Gudía, Mallo Idoya y Forato, mugantes de los Valles de Ansó y Roncal y el propio puerto ansotano de Ezcaurri con su ibón.
En lugar de ir hacia la Peña Ezcaurri y puesto a innovar, llevé mis pasos hacia la Punta Baines y sus peñas, desde donde la colección de picos ansotanos desde la Mesa de los Tres Reyes hasta la Collada Anzotiello se presentaban de buenas maneras.
Una potente vaguada me separaba del Ezcaurri Txiki, pero la tentación me animó a bajar por un gran anticlinal y remontar por la arista que me llevó hasta la punta. Primero al Ezcaurri Txiki y luego al Ezcarri Txiki Occidental.
Buena sorpresa me llevé en este último ante los abismos que me encontré y que se sienten desde muy cerca. Vistas espectaculares de nuevo, esta vez con fondos navarros que observé echando un buen bocado.
Bajé buscando camino entre los dos picos hacia el fondo de la vaguada para luego girar poco a poco al este, hacia la Borda Baines, y completar así una circular que me permitiera volver a recoger el coche que había dejado en el fondo del Valle de Balabarce.
La bajada la hice por el mismo tramo de bosque por donde había subido. Fue agradable, además de por la sombra, por el hecho de retomar de nuevo un camino pisado y cómodo que durante el resto de la circular no había utilizado. El hecho de no seguir caminos señalizados ni pisados resultó un buen aliciente ya que a veces también me apetece aventurarme por zonas desconocidas y el hecho de completar una circular así, sin meterme en marrones, resultó de lo más gratificante.