En vista del tiempo reinante, tomé la decisión de no subir valle arriba, ya que las nubes de cierzo tapaban toda la cabecera y el destino viró en torno a las localidades de Ansó y Fago.
Tomé la pista de Ezpelá para ascender cómodamente por ella. Al llegar al final de ésta, me dirigí hacia el Marrón o Morrón del Toro, donde un pequeño tramo ciclable era flanqueado por otros dos cortos tramos de pequeña porteada hasta llegar al citado lugar.
Ahí, en la divisoria de aguas, las vistas hacia el barranco de Romendía y el Fraile y la Monja son de lo mejor. También observo lo acertado de la decisión de no ir a la cabecera del valle y me veo contento de ponerme a resguardo del cierzo reinante en el giro hacia la solana que voy a realizar.
El camino resulta bastante ciclable, con algún que otro corte, hasta la Loma de Campuyó, donde se vuelve a tomar una trocha muy cómoda y casi con nula pendiente hasta la pista de Fórcala.
Al llegar al enlace de la trocha con la pista, me vuelvo a encontrar con Basteré. El ya se volvía hacia casa después de completar su carrera matutina por Ezpelá y Changarrapán. Yo decidí tomar la pista de Fórcala en dirección Fago para abandonarla, a escasos cien metros, y coger la trocha que baja por el Paco Ablento, umbría del barranco del mismo nombre y que, con una pendiente muy válida, desciende hasta el fondo del valle.
La bajada por la trocha resulta bonita. La única pega era la abundante hierba que aparecía en el suelo, provocada por humedad del verano y el casi nulo uso que tiene este recorrido. La hierba en realidad no resultaba incómoda, pero si ocultaba los zaborros movidos por los jabalíes y que aparecían por sorpresa entre ella dándome algún que otro susto y obligándome a disminuir la velocidad considerablemente para evitar males mayores.
Nada más cruzar el Barranco de Ablento remonto un escalón para coger el camino que me lleva a Fago. El estado del camino hace que alterne tramos montado con algún pequeño corte, principalmente en las barranqueras que lo cruzan. Otra alternativa que me hubiera permitido mantener la continuidad, en cuanto a mantenerme montado en la bici, era la de bajar por los campos del fondo de valle. Las numerosas aliagas que casi cerraban la traza, unido a los pantalones cortos que llevaba, hicieron que me decantara por la opción más incómoda para la bici.
Después de tropezarme con Pilar, Andrea, Petra, Juanita,...que salían de misa justo cuando yo bajaba la cuesta del cementerio, me tomé un buen avituallamiento en Casa Alejos. Esta parada me dio fuerzas para subir por la carretera hasta Puyeta con un montón de recuerdos enviados para mis padres de casi todas las mujeres de Fago.
Una vez en el alto, me dirijo la Loma Escalerilla, junto a la Borda y Barrera de Foria para bajar por el camino viejo hasta Ansó. La bajada por el GR es de lo más disfrutona, e incluso anima a remontar por la pista el corto tramo que permite continuar por el mismo GR hasta la tejería, donde el camino, limpio de piedras, te hace sentir como un auténtico "rider".
La llegada a casa a la hora de comer, completa un paseo ideal para una fresca mañana de verano.