Si miramos al río parece que estemos en abril, ya que hoy apenas a helado y llevamos así toda la semana.
Pasada la Cantalera chesa y al llegar a Guarrinza, cruzamos el Baranco de Lacherito y nos encaminamos hacia el barranco de las Foyas, adentrandonos definitivamente en territorio ansotano.
Pronto observamos con algo de sorpresa y más tristeza, que a la caseta del Solano Buxe se le ha hundido el tejado.
Aprovechanos la última oportunidad para coger agua y seguimos la marcha por el fondo de valle bien vigilados por Chipeta, Peñaforca y Lenito que nos guardan las espaldas.
Pronto aparece nuestro objetivo a la vista, la Punta a Ralla, y hacia el nos dirigimos sin perder tiempo. En los mapas aparece como Pico Lariste, pero yo siempre he oído "Punta a Ralla", desde que de pequeño me llevaban a coger usones por ahí. Comentando esto con mi amigo Alberto de casa Bizén, que podríamos decir que se ha criado allí cuidando sus vacas, no solo me confirmó el nombre de esta punta, sino que me delimitó las mugas de los diferentes "borregariles" que hay por la zona de Las Foyas con una precisión extrema. Gracias Alberto por tan valiosa información.
Cruzando el "borregaril" de a Ralla, nos plantamos en la base del pico casi sin darnos cuenta. Un último apretón para salvar la pendiente final, que se va compensando con las vistas que nos ofrece en cada "vuelta maría" y llegamos a la punta con los esquís puestos, ¡todo un lujo!.
En la cima se notaba bastante la llegada del frente anunciado para esa tarde-noche. El aire era frío y el nublado se iba apoderando del cielo. Nos ponemos ropa, quitamos pieles y perdemos poco tiempo ahí arriba.
Solo restaba disfrutar de la bajada y lo conseguimos gracias a esa temperatura fresca que mantuvo la nieve en bastante buenas condiciones. Tal fue el disfrute que no paramos ni para quitarnos ropa y lo que más puede demostrarlo es que tampoco paramos para comer hasta que no llegamos a Guarrinza.
Eso sí, cuando llegamos al cargue de ganado, la venganza fue terrible en forma de jamón, longaniza, queso, fruta, chocolate, ... había que reponer fuerzas para la remada por la carretera hasta Oza.
Al pasar por Siresa, paramos para tomar algo y celebrar así sus fiestas en honor a San Blas, antes de seguir camino a casa.