Uno más de los millones de blogs,¿ por qué hacerlo entonces? Para comunicar algunas cosas, eso sí, sin grandes pretensiones. Lecturas, músicas, películas,TV, ...elementos de los andamios con los que se va configurando nuestro pasar por la vida y que la hacen más atractiva. Y también, por qué no hacerlo, algunas impresiones y/o reflexiones y/o opiniones sobre la actualidad. El autor: Un exprofesor de Geografía e Historia de secundaria con varias aficiones y sin ninguna especialización.
miércoles, 28 de octubre de 2009
Algunas citas un poco bestias sobre la enseñanza. Claro, son de E.Cioran
Nunca se criticará demasiado al siglo XIX por haber favorecido a esa ralea de glosadores, esas máquinas de leer, esa malformación del espíritu que encarna el Profesor—símbolo de la decadencia de una civilización, de la degradación del gusto, de la supremacía del trabajo sobre el capricho.
(...) En el pasado los profesores se consagraban con preferencia a la teología; al menos tenían la excusa de enseñar lo absoluto, de limitarse a Dios, mientras que ahora nada escapa su competencia asesina.
E. M. Cioran, Silogismos de la amargura
Siendo el gusto por el mal innato, no tenemos ninguna necesidad de fatigarnos para adquirirlo. ¡Con qué habilidad el niño ejerce de entrada sus malos instintos, con qué competencia, con qué furia!
Una pedagogía digna de ese nombre debería prever cursillos de camisa de fuerza. Habría quizá que extender, más allá de la infancia, esta medida a todas las edades, por el bien de la comunidad.
E.M. Cioran, Ese maldito yo
Lejos de mí el deseo de pervertir sus esperanzas: la vida se encargará de ello. Igual que todo el mundo, irá usted de decepción en decepción. A su edad, tuve la ventaja de tener gente que me desilusionó y me hizo enrojecer de mis ilusiones; ellos me educaron realmente. ¿Acaso, sin ellos, habría tenido el coraje de afrontar o de padecer los años? Imponiéndome sus amarguras, me prepararon para las mías.
E.M. Cioran, La tentación de existir.
martes, 27 de octubre de 2009
Algunas ideas sobre la profesión de alumno
Lo primero, una justificación del título. Hace ya muchos años que en algún momento del curso les decía a los alumnos que esa era precisamente su profesión, es más, que por ella recibían un sueldo que, además, no era demasiado malo. Caras de incredulidad, gestos de desaprobación, etc. Tras ello pasaba a justificar mi afirmación. En un instituto como el de Calvià con unos 700 alumnos y más de 100 profesores, y sin considerar todo aquello que sería preciso para llegar a la cifra exacta, se puede decir sin temor a equivocarse demasiado que cada alumno le cuesta a la administración una cifra entre 5.000 y 6.000 euros. Bien, pues ese es vuestro sueldo, les decía; lo que sucede es que lo cobráis en especie. “Pues a mí que me lo den en mano” saltaba el típico graciosillo.
Efectivamente, el coste de un alumno en la enseñanza secundaria resulta ser bastante elevado y de ahí que haya que exigirles que lo aprovechen el máximo posible. En este sentido, considerarlos como profesionales de la enseñanza creo que es lo más adecuado. Y ¿qué implicaciones tiene esto? En principio, las de cualquiera otra profesión.
Veamos. Lo primero y principal aunque no lo más importante: acudir a su puesto de trabajo y hacerlo con la puntualidad y el aseo debido. A continuación, tratar a sus compañeros y a sus “jefes” con el mismo respeto que para él desearía. En tercer lugar, cumplir con las tareas que le sean encomendadas a lo largo de la jornada laboral que, en el caso de estos profesionales como en de muchos otros (médicos, abogados, profesores,…), no es sólo el tiempo que están en el centro de trabajo. Para algún sociólogo de la educación éste es, bien que de forma larvada, el objetivo principal que la sociedad otorga al sistema educativo.
Estos serían los aspectos básicos. Ahora bien, exactamente igual que en la realidad laboral, en esta profesión además del sueldo base existen algunos pluses, el principal de los cuales es el de productividad que consiste en una mejor nota en las evaluaciones. A este plus todo el mundo tiene derecho y, por lo tanto, se deben dar en el aula las condiciones para que todo aquel que quiera pueda obtenerlo.
Hasta aquí hemos visto las principales obligaciones del alumno como “profesional”. No parecen demasiado difíciles de cumplir y, sin embargo, para un porcentaje cada vez mayor de estudiantes sí parece que cada vez les cuesta más trabajo cumplirlas. Esto nos lleva a hacer unas consideraciones complementarias.
La primera es que el esfuerzo, algo fundamental para seguir con aprovechamiento los estudios, ha dejado de ser algo valorado en nuestra sociedad y, desde luego, entre los jóvenes. Obtener la máxima satisfacción con el mínimo esfuerzo podría ser el lema para muchos de ellos. Y está muy bien si no se lleva hasta las últimas consecuencias de no hacer esfuerzos si la satisfacción no es inmediata como, por otra parte, sucede en el caso de los estudios. Muchas de las cosas que se estudian en la secundaria no parecen necesarias para nada en la vida y, sin embargo, la mayoría lo son aunque no se vaya a seguir estudiando.
En segundo lugar, los estudios, el conocimiento en definitiva, no aseguran ni mucho menos un mejor futuro económico (y yo diría que es bueno que sea así), pero mejoran nuestra calidad de vida en la medida en que nos abren muchas posibilidades “intelectuales” que sin las herramientas básicas que nos proporcionan no se podrían aprovechar.
Por último, hay un grupo de alumnos que, aunque no demasiado numeroso, queda al margen de todo lo dicho hasta ahora. Son los que, no sé si muy acertadamente, llaman objetores escolares, es decir, aquéllos a los que todo lo dicho hasta ahora les suena a música celestial. En este caso es muy poco lo que pude hacerse. Quizás, como parece que se plantea cada vez más la administración, buscar una cierta preparación para salidas profesionales pero que apenas tenga carga académica.
Efectivamente, el coste de un alumno en la enseñanza secundaria resulta ser bastante elevado y de ahí que haya que exigirles que lo aprovechen el máximo posible. En este sentido, considerarlos como profesionales de la enseñanza creo que es lo más adecuado. Y ¿qué implicaciones tiene esto? En principio, las de cualquiera otra profesión.
Veamos. Lo primero y principal aunque no lo más importante: acudir a su puesto de trabajo y hacerlo con la puntualidad y el aseo debido. A continuación, tratar a sus compañeros y a sus “jefes” con el mismo respeto que para él desearía. En tercer lugar, cumplir con las tareas que le sean encomendadas a lo largo de la jornada laboral que, en el caso de estos profesionales como en de muchos otros (médicos, abogados, profesores,…), no es sólo el tiempo que están en el centro de trabajo. Para algún sociólogo de la educación éste es, bien que de forma larvada, el objetivo principal que la sociedad otorga al sistema educativo.
Estos serían los aspectos básicos. Ahora bien, exactamente igual que en la realidad laboral, en esta profesión además del sueldo base existen algunos pluses, el principal de los cuales es el de productividad que consiste en una mejor nota en las evaluaciones. A este plus todo el mundo tiene derecho y, por lo tanto, se deben dar en el aula las condiciones para que todo aquel que quiera pueda obtenerlo.
Hasta aquí hemos visto las principales obligaciones del alumno como “profesional”. No parecen demasiado difíciles de cumplir y, sin embargo, para un porcentaje cada vez mayor de estudiantes sí parece que cada vez les cuesta más trabajo cumplirlas. Esto nos lleva a hacer unas consideraciones complementarias.
La primera es que el esfuerzo, algo fundamental para seguir con aprovechamiento los estudios, ha dejado de ser algo valorado en nuestra sociedad y, desde luego, entre los jóvenes. Obtener la máxima satisfacción con el mínimo esfuerzo podría ser el lema para muchos de ellos. Y está muy bien si no se lleva hasta las últimas consecuencias de no hacer esfuerzos si la satisfacción no es inmediata como, por otra parte, sucede en el caso de los estudios. Muchas de las cosas que se estudian en la secundaria no parecen necesarias para nada en la vida y, sin embargo, la mayoría lo son aunque no se vaya a seguir estudiando.
En segundo lugar, los estudios, el conocimiento en definitiva, no aseguran ni mucho menos un mejor futuro económico (y yo diría que es bueno que sea así), pero mejoran nuestra calidad de vida en la medida en que nos abren muchas posibilidades “intelectuales” que sin las herramientas básicas que nos proporcionan no se podrían aprovechar.
Por último, hay un grupo de alumnos que, aunque no demasiado numeroso, queda al margen de todo lo dicho hasta ahora. Son los que, no sé si muy acertadamente, llaman objetores escolares, es decir, aquéllos a los que todo lo dicho hasta ahora les suena a música celestial. En este caso es muy poco lo que pude hacerse. Quizás, como parece que se plantea cada vez más la administración, buscar una cierta preparación para salidas profesionales pero que apenas tenga carga académica.
jueves, 22 de octubre de 2009
Diana Krall.
Actualmente una de las cantantes de jazz más famosas y,seguramente, la que más gente arrastra en sus actuaciones en directo a pesar de los elevados precios de las entradas. ¿Qué tiene de singular para que sea así? No es una gran voz ni una pianista extraordinaria, pero tiene una buenísima selección de temas
(mayoritariamente standards como el que he seleccionado) lo que unido a su swing y a su susurrante voz explicaría su éxito. Tiene muchos detractores dentro del mundo del jazz pero desde luego a mí me encanta escuchar sus CDs y ver las grabaciones que se han editado de sus conciertos en Montreal, París y Río de Janeiro.
(mayoritariamente standards como el que he seleccionado) lo que unido a su swing y a su susurrante voz explicaría su éxito. Tiene muchos detractores dentro del mundo del jazz pero desde luego a mí me encanta escuchar sus CDs y ver las grabaciones que se han editado de sus conciertos en Montreal, París y Río de Janeiro.
miércoles, 21 de octubre de 2009
Les Luthiers. ¡Qué madrigal!
Hace unos días, al hablar de Pepe Rubianes, hacía alusión a este grupo argentino. Son enormemente conocidos y populares tanto en su país como en España. Humor "inteligente" a base de juegos de palabras y dobles significados, con buenas interpretaciones en la parte musical, unido a una extraordinaria puesta en escena. Todo ello hace que sus actuaciones en directo sean verdaderamente hilarantes. También son recomendables sus grabaciones tanto en DVD como en CD. En ambos sistemas está la mayor parte de su obra.
lunes, 19 de octubre de 2009
Novela negra interesante
La quinta y, seguramente, última novela de este estupendo escritor escocés con su personaje habitual el policía o ex-policía, según los casos, Bernie Gunther. La trama se desarrolla en el Berlín de 1932 y la Argentina de 1950. Aparte de la historia propiamente detectivesca, se hacen permanentes alusiones a la situación sociopolítica de ambos momentos que resultan bastantes precisas e interesantes. Novela negra en estado puro por los personjes y las situaciones.Está escrita con la fluidez tìpica del género y se lee de un tirón. Los otros cuatro volúmenes se pueden adquirir fácilmente en librerías en colecciones de bolsillo.
Una frase del protagonista que puede dar una idea de quén se trata: "No hay asesinos-dije-. Sólo hay fontaneros y tenderos y abogados que matan. todo el mundo es bastante normal hasta que aprieta el gatillo. En eso consiste la guerra. Es un montón de gente corriente que mata a un montón de gente corriente. No puede ser más sencillo".
En palabras del propio Kerr en una entrevista en El País del 10/4/2009 :"Si hay un mensaje es ése. Nunca es inútil combatir la maldad"
Una frase del protagonista que puede dar una idea de quén se trata: "No hay asesinos-dije-. Sólo hay fontaneros y tenderos y abogados que matan. todo el mundo es bastante normal hasta que aprieta el gatillo. En eso consiste la guerra. Es un montón de gente corriente que mata a un montón de gente corriente. No puede ser más sencillo".
En palabras del propio Kerr en una entrevista en El País del 10/4/2009 :"Si hay un mensaje es ése. Nunca es inútil combatir la maldad"
domingo, 18 de octubre de 2009
Artículo de Javier Marías del 18 de octubre
Un infierno ahuyentador
JAVIER MARÍAS 18/10/2009
El pasado 2 de octubre, día en que se decidía la ciudad que organizaría los Juegos Olímpicos de 2016, una tertuliana de la Cadena SER empezó su intervención más o menos así: “Yo, como todos los españoles salvo Javier Marías, deseo que Madrid sea elegida”. Vaya fama me he creado, sin duda por el artículo que saqué aquí hace cinco meses, titulado “Tengo un razonamiento”, en oposición al equivocado “Tengo una corazonada” con que políticos, gente de renombre y particulares nos han dado la matraca. Lo curioso –y algo preocupante– es que en aquella pieza yo no expresaba deseo alguno respecto a la candidatura, sino que me limitaba a no llamarme a engaño y a vaticinar su fracaso, y lo argumentaba. “Lejos de una corazonada”, escribí, “lo que yo tengo es un razonamiento según el cual es imposible que a Madrid le otorguen esos Juegos”; y, tras mi exposición, concluía: “Lo siento por el 90% de mis conciudadanos, pero no puede haber Juegos Olímpicos en Madrid”. Ya sé que es inelegante citarse a uno mismo, y más aún incurrir en la antipática actitud que se resume en la frase “Te lo dije”. Pero qué quieren: la lata que se nos ha dado con la famosa, carísima e inútil candidatura ha sido tal que justifica casi cualquier reacción por parte de quienes la hemos padecido. En todo caso me disculpo con los que crean que, pese a todo, carezco de justificación.
Hay una contradicción evidente –pero apenas percibida por nadie– entre las inmensas ansias de albergar unas Olimpiadas aquí, pregonadas por los políticos locales y nacionales, los deportistas, los Reyes y la población en general, y lo que se hace por conseguir traerlas. No basta con las infraestructuras, las instalaciones deportivas, la red de transportes, la seguridad o la adecuación de las normas antidopaje a las de la comunidad internacional, cosas sobre las que se ha hecho tanto hincapié. Tampoco con la ilusión. Hay algo mucho más esencial, que sin duda los miembros del COI tendrán en cuenta a la hora de votar: la vida en la ciudad aspirante. Y es de todo el mundo sabido que, desde hace veinte años (desde Álvarez del Manzano en adelante: recuérdese que se lo llamaba “el alcalde topo”), Madrid es un lugar invivible por culpa de sus autoridades, dedicadas a desventrarla permanentemente sin necesidad ni ton ni son, a destruir los pocos parajes bonitos que le quedan, a violentarla sin pausa para jamás mejorarla, a tenerla como mero escenario de sus extraños negocios con empresas de obras públicas y constructoras, a enviar el mensaje de que nada de lo realizado aquí a lo largo de la historia vale la pena y que todo se puede destrozar. El vídeo que la delegación madrileña presentó en Copenhague era una sarta de mentiras. Se decía, por ejemplo, que la capital era “una ciudad verde”, cuando todos sabemos que uno de los mayores afanes del Ayuntamiento es talar árboles por doquier o construir una monstruosa “Ciudad de la Iglesia” donde hasta ahora había los preciosos jardines de las Vistillas; o que era “un espacio para pasear”, cuando todos nos las vemos y deseamos para dar cuatro pasos sin toparnos con zanjas, vallas, andamios, agujeros, ruidosas planchas metálicas, perforadoras, excavadoras, cascotes, grúas y demás. Al Presidente Zapatero, que últimamente donde pone el ojo nunca pone la bala, sólo se le ocurrió calificar dicho vídeo de “muy sincero”. Santo Dios.
Lo lamento de veras, pues se trata de mi ciudad, pero la fama de Madrid como sitio impracticable, sucio, chapucero, urbanísticamente criminal y con un centro a mitad de camino entre una favela y Beirut en guerra, es universal. ¿Acaso creen nuestras autoridades que los millones de turistas que intentan atraer no hablan luego del manicomio hostil con que se han encontrado, un año tras otro, un lustro tras otro? Cada vez que salgo al extranjero, la gente me pregunta a qué se debe el encarnizamiento con Madrid, que no se la deje nunca en paz y que sea imposible transitar por ella o disfrutarla. Esa reputación nos persigue con razón, y seguirá haciéndolo durante mucho más tiempo, porque ya será difícil zafarse de ella aun cuando este alcalde o sus sucesores vieran un día la luz y se decidieran a respetar y no tocar algo de lo que nos queda (el Paseo del Prado, la Plaza Mayor ahora también amenazada, las Vistillas ya condenadas) y permitieran que esta fuera una ciudad normal, en la que no hubiera más obras que las imprescindibles. París, Londres, Roma, Barcelona, Estocolmo, Berlín son lugares más o menos conformes consigo mismos, en los que no se saca continua tajada a costa de sus poblaciones, o en los que no se somete a una plaza emblemática como la Puerta del Sol a seis años –seis– de tortura para al final dejarla convertida en un adefesio inhóspito y vergonzoso. Si tanto desean unos Juegos Olímpicos, prueben a hacer lo que nunca han hecho, y tal vez tengan suerte a la próxima: dejen la ciudad en paz, déjenla vivir, respirar, estar limpia, trabajar, descansar. Acaben con su estrépito, cierren todos sus boquetes de una vez, quiten de en medio los martillos neumáticos y las tuneladoras, y entonces quién sabe. De momento, me reafirmo, no hay ninguna posibilidad. Los de la corazonada errónea pídanles cuentas a los responsables y exíjanles, como primera e indispensable medida, que Madrid vuelva a ser una ciudad presentable y no un infierno disuasorio y ahuyentador.
JAVIER MARÍAS 18/10/2009
El pasado 2 de octubre, día en que se decidía la ciudad que organizaría los Juegos Olímpicos de 2016, una tertuliana de la Cadena SER empezó su intervención más o menos así: “Yo, como todos los españoles salvo Javier Marías, deseo que Madrid sea elegida”. Vaya fama me he creado, sin duda por el artículo que saqué aquí hace cinco meses, titulado “Tengo un razonamiento”, en oposición al equivocado “Tengo una corazonada” con que políticos, gente de renombre y particulares nos han dado la matraca. Lo curioso –y algo preocupante– es que en aquella pieza yo no expresaba deseo alguno respecto a la candidatura, sino que me limitaba a no llamarme a engaño y a vaticinar su fracaso, y lo argumentaba. “Lejos de una corazonada”, escribí, “lo que yo tengo es un razonamiento según el cual es imposible que a Madrid le otorguen esos Juegos”; y, tras mi exposición, concluía: “Lo siento por el 90% de mis conciudadanos, pero no puede haber Juegos Olímpicos en Madrid”. Ya sé que es inelegante citarse a uno mismo, y más aún incurrir en la antipática actitud que se resume en la frase “Te lo dije”. Pero qué quieren: la lata que se nos ha dado con la famosa, carísima e inútil candidatura ha sido tal que justifica casi cualquier reacción por parte de quienes la hemos padecido. En todo caso me disculpo con los que crean que, pese a todo, carezco de justificación.
Hay una contradicción evidente –pero apenas percibida por nadie– entre las inmensas ansias de albergar unas Olimpiadas aquí, pregonadas por los políticos locales y nacionales, los deportistas, los Reyes y la población en general, y lo que se hace por conseguir traerlas. No basta con las infraestructuras, las instalaciones deportivas, la red de transportes, la seguridad o la adecuación de las normas antidopaje a las de la comunidad internacional, cosas sobre las que se ha hecho tanto hincapié. Tampoco con la ilusión. Hay algo mucho más esencial, que sin duda los miembros del COI tendrán en cuenta a la hora de votar: la vida en la ciudad aspirante. Y es de todo el mundo sabido que, desde hace veinte años (desde Álvarez del Manzano en adelante: recuérdese que se lo llamaba “el alcalde topo”), Madrid es un lugar invivible por culpa de sus autoridades, dedicadas a desventrarla permanentemente sin necesidad ni ton ni son, a destruir los pocos parajes bonitos que le quedan, a violentarla sin pausa para jamás mejorarla, a tenerla como mero escenario de sus extraños negocios con empresas de obras públicas y constructoras, a enviar el mensaje de que nada de lo realizado aquí a lo largo de la historia vale la pena y que todo se puede destrozar. El vídeo que la delegación madrileña presentó en Copenhague era una sarta de mentiras. Se decía, por ejemplo, que la capital era “una ciudad verde”, cuando todos sabemos que uno de los mayores afanes del Ayuntamiento es talar árboles por doquier o construir una monstruosa “Ciudad de la Iglesia” donde hasta ahora había los preciosos jardines de las Vistillas; o que era “un espacio para pasear”, cuando todos nos las vemos y deseamos para dar cuatro pasos sin toparnos con zanjas, vallas, andamios, agujeros, ruidosas planchas metálicas, perforadoras, excavadoras, cascotes, grúas y demás. Al Presidente Zapatero, que últimamente donde pone el ojo nunca pone la bala, sólo se le ocurrió calificar dicho vídeo de “muy sincero”. Santo Dios.
Lo lamento de veras, pues se trata de mi ciudad, pero la fama de Madrid como sitio impracticable, sucio, chapucero, urbanísticamente criminal y con un centro a mitad de camino entre una favela y Beirut en guerra, es universal. ¿Acaso creen nuestras autoridades que los millones de turistas que intentan atraer no hablan luego del manicomio hostil con que se han encontrado, un año tras otro, un lustro tras otro? Cada vez que salgo al extranjero, la gente me pregunta a qué se debe el encarnizamiento con Madrid, que no se la deje nunca en paz y que sea imposible transitar por ella o disfrutarla. Esa reputación nos persigue con razón, y seguirá haciéndolo durante mucho más tiempo, porque ya será difícil zafarse de ella aun cuando este alcalde o sus sucesores vieran un día la luz y se decidieran a respetar y no tocar algo de lo que nos queda (el Paseo del Prado, la Plaza Mayor ahora también amenazada, las Vistillas ya condenadas) y permitieran que esta fuera una ciudad normal, en la que no hubiera más obras que las imprescindibles. París, Londres, Roma, Barcelona, Estocolmo, Berlín son lugares más o menos conformes consigo mismos, en los que no se saca continua tajada a costa de sus poblaciones, o en los que no se somete a una plaza emblemática como la Puerta del Sol a seis años –seis– de tortura para al final dejarla convertida en un adefesio inhóspito y vergonzoso. Si tanto desean unos Juegos Olímpicos, prueben a hacer lo que nunca han hecho, y tal vez tengan suerte a la próxima: dejen la ciudad en paz, déjenla vivir, respirar, estar limpia, trabajar, descansar. Acaben con su estrépito, cierren todos sus boquetes de una vez, quiten de en medio los martillos neumáticos y las tuneladoras, y entonces quién sabe. De momento, me reafirmo, no hay ninguna posibilidad. Los de la corazonada errónea pídanles cuentas a los responsables y exíjanles, como primera e indispensable medida, que Madrid vuelva a ser una ciudad presentable y no un infierno disuasorio y ahuyentador.
Algunas reflexiones sobre la profesión de profesor.
Hace unos días estuvo de moda hablar y escribir de la profesión de enseñante por parte, sobre todo, de gente que no se dedica a ello. Surgió el tema a raíz de una propuesta de la presidenta de la Comunidad de Madrid para considerar a los profesores como agentes públicos. Posteriormente la ha completado con la posibilidad de poner tarimas en las aulas y, esto a criterio de los centros, que los alumnos se pongan en pie cuando llegue el profesor para iniciar una clase. El objetivo que está detrás de estas medidas es mejorar la disciplina en los centros de enseñanza.
Es evidente que en los últimos años, tras la entrada en vigor de la LOGSE, los temas disciplinarios han pasado a considerarse el problema principal de un centro de enseñanza. Hay muchas causas que ayudan a explicar este fenómeno, pero quizás la principal sería la obligatoriedad hasta los 16 años. No obstante, no quiero en estas reflexiones centrarme en estos aspectos de la profesión por muy importantes que sean. Me gustaría plantear el tema de otra forma sobre todo para que podáis hacer vuestros comentarios.
Veamos. La profesión de profesor de enseñanza secundaria no se enseña en ningún centro universitario. Se exige una licenciatura y haber cursado un llamado CAP (Curso de Aptitud Pedagógica) que no sirve prácticamente para nada, ni siquiera en su parte de prácticas. Por lo tanto, todo profesor es en un tanto por ciento elevadísimo un autodidacta y, además, utilizando de forma consciente o no el método de prueba y error. Y aquí es donde aparece la idea que, desde hace unos años, tengo en mi cabeza, esto es, que la clave para ser un profesor mínimamente válido consiste en, parafraseando a Jane Austen, tener Sentido (común) y Sensibilidad.
Sentido (común). Como habitualmente se dice no es el más común de los sentidos. La clave: no hacer extravagancias ni cosas raras. Saber lo que los alumnos tienen que aprender y buscar poco a poco la mejor forma mejor para que lo consigan, teniendo siempre presente que es el alumno el que aprende y no tanto el profesor el que enseña.
¿Qué hay que evitar? El exceso de presión y también la excesiva relajación, el estar permanentemente hablando (“explicando”), el agobiar con un exceso de tareas, el no corregir las tareas encomendadas, el tardar quince días en corregir los exámenes,…
Sensibilidad. Ser capaz de ponerse en el lugar del otro, del alumno. Respeto, y cuando digo respeto no me refiero sólo a su aspecto formal que es, evidentemente, muy importante, sino también respeto intelectual, esto es: el alumno es capaz de entender y aprender un montón de cosas y, además, de hacerlo de una manera inteligente y no meramente repetitiva. Hay que facilitarle los aprendizajes pero no quitándole todas las barreras. El esfuerzo intelectual es lo que más nos ayuda a aprender.
A todo esto hay que añadir algo muy importante: la autocrítica por un lado y, por otro, la búsqueda de las críticas ajenas tanto de compañeros como, sobre todo, de alumnos. Éstas se están perdiendo en los últimos años y los mismos alumnos son cada vez menos capaces de hacerlas por falta de hábito.
Si un profesor cumple mínimamente con lo anterior tendrá la suficiente autoridad en el aula como para poder cumplir su función. En el tema del profesor como agente de la autoridad se ha tendido a confundir la autoridad con el poder. El profesor necesita tener la autoridad moral sobre lo alumnos y, sólo en casos muy excepcionales, el poder sobre ellos.
En otro orden de cosas y para concluir. Es cierto que la educación de los alumnos es una función principalmente de su familia y así tiene que ser. Ahora bien, también en un centro de enseñanza se establecen aprendizajes educativos tanto en la dinámica de funcionamiento del centro como del aula. Un profesor también educa y no lo hace por lo que dice sino por lo que hace. El profesor es un modelo y, como tal, lo puede ser tanto en lo positivo como en lo negativo.
Como decía al principio, me gustaría recibir vuestras críticas y opiniones a este borrador de ideas.
Es evidente que en los últimos años, tras la entrada en vigor de la LOGSE, los temas disciplinarios han pasado a considerarse el problema principal de un centro de enseñanza. Hay muchas causas que ayudan a explicar este fenómeno, pero quizás la principal sería la obligatoriedad hasta los 16 años. No obstante, no quiero en estas reflexiones centrarme en estos aspectos de la profesión por muy importantes que sean. Me gustaría plantear el tema de otra forma sobre todo para que podáis hacer vuestros comentarios.
Veamos. La profesión de profesor de enseñanza secundaria no se enseña en ningún centro universitario. Se exige una licenciatura y haber cursado un llamado CAP (Curso de Aptitud Pedagógica) que no sirve prácticamente para nada, ni siquiera en su parte de prácticas. Por lo tanto, todo profesor es en un tanto por ciento elevadísimo un autodidacta y, además, utilizando de forma consciente o no el método de prueba y error. Y aquí es donde aparece la idea que, desde hace unos años, tengo en mi cabeza, esto es, que la clave para ser un profesor mínimamente válido consiste en, parafraseando a Jane Austen, tener Sentido (común) y Sensibilidad.
Sentido (común). Como habitualmente se dice no es el más común de los sentidos. La clave: no hacer extravagancias ni cosas raras. Saber lo que los alumnos tienen que aprender y buscar poco a poco la mejor forma mejor para que lo consigan, teniendo siempre presente que es el alumno el que aprende y no tanto el profesor el que enseña.
¿Qué hay que evitar? El exceso de presión y también la excesiva relajación, el estar permanentemente hablando (“explicando”), el agobiar con un exceso de tareas, el no corregir las tareas encomendadas, el tardar quince días en corregir los exámenes,…
Sensibilidad. Ser capaz de ponerse en el lugar del otro, del alumno. Respeto, y cuando digo respeto no me refiero sólo a su aspecto formal que es, evidentemente, muy importante, sino también respeto intelectual, esto es: el alumno es capaz de entender y aprender un montón de cosas y, además, de hacerlo de una manera inteligente y no meramente repetitiva. Hay que facilitarle los aprendizajes pero no quitándole todas las barreras. El esfuerzo intelectual es lo que más nos ayuda a aprender.
A todo esto hay que añadir algo muy importante: la autocrítica por un lado y, por otro, la búsqueda de las críticas ajenas tanto de compañeros como, sobre todo, de alumnos. Éstas se están perdiendo en los últimos años y los mismos alumnos son cada vez menos capaces de hacerlas por falta de hábito.
Si un profesor cumple mínimamente con lo anterior tendrá la suficiente autoridad en el aula como para poder cumplir su función. En el tema del profesor como agente de la autoridad se ha tendido a confundir la autoridad con el poder. El profesor necesita tener la autoridad moral sobre lo alumnos y, sólo en casos muy excepcionales, el poder sobre ellos.
En otro orden de cosas y para concluir. Es cierto que la educación de los alumnos es una función principalmente de su familia y así tiene que ser. Ahora bien, también en un centro de enseñanza se establecen aprendizajes educativos tanto en la dinámica de funcionamiento del centro como del aula. Un profesor también educa y no lo hace por lo que dice sino por lo que hace. El profesor es un modelo y, como tal, lo puede ser tanto en lo positivo como en lo negativo.
Como decía al principio, me gustaría recibir vuestras críticas y opiniones a este borrador de ideas.
viernes, 16 de octubre de 2009
Otro conjunto sobre nacionalismo ( e identidad). Ya se ve lo que me gusta el tema.
(A través de la escuela, con la educación elemental en el transcurso del siglo XIX, es como se ejerce sobre todo la acción unificadora del Estado en materia de cultura, elemento fundamental de la construcción del Estado-nación. La creación de la sociedad nacional va pareja con la afirmación de la educabilidad universal: como todos los individuos son iguales ante la ley, el Estado tiene la obligación de convertirlos en ciudadanos, dotados de los medios culturales para ejercer sus derechos cívicos.)
Y así imponiendo e inculcando universalmente (en los límites de su capacidad) una cultura dominante constituida de este modo en cultura nacional legítima, el sistema escolar, en particular a través de la literatura, inculca los fundamentos de una verdadera “religión cívica” y, más precisamente, los presupuestos fundamentales de la imagen (nacional) de uno mismo.
Pierre Bourdieu, Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción.
No hay nada más absurdo que una frontera, ni nadie más idiota que el tipo uniformado que se siente importante porque cree que divide el mundo al exigir un papel.
Maruja Torres, Amor América
El nacionalismo, es decir, la autocontemplación y egolatría nacionales, es en todas partes una enfermedad mental peligrosa, capaz de desfigurar y afear los rasgos de una nación, igual que la vanidad y el egoísmo desfiguran y afean los rasgos de una persona.
Sebastián Haffner, Historia de un alemán. Memorias 1914-1933
¿Y quién era el pueblo? Jamás lo vi. Vi verdugos y víctimas, espectadores indiferentes y ambiciosos lúcidos. Tuve la fortuna de conocer iguales, es cierto, pero eso no fue suficiente para ligarme sentimentalmente a nada parecido a una nación, vaguedad de la que habría debido ser representante o por la que hubiese sido representado.
La adhesión a la tierra, valor originado en remotas sociedades rurales y elevado a universal abstracto por el estado moderno, me cayó siempre muy lejos: ni mis antepasados, ni mis culpas, ni mis deseos, las únicas cosas que en verdad me pertenecen, se encuentran en suelo alguno: están en mí.
Horacio Vázquez Rial, Los últimos tiempos
¿Qué clase de ignominia es no pertenecer a ninguna nación?¿En qué consiste la deshonra? Un nacido extramatrimonial ya no se avergüenza de reconocer que no sabe a qué familia pertenece. ¿Por qué se avergüenza alguien cuando le reprochan que no tiene patria?¿No es más honroso ser una persona (o un cristiano) que un alemán, francés o inglés? Me parece más agradable estar entre las razas que arraigar en una de ellas -aunque sólo fuera por el motivo de que es más fácil sentirse por encima de las razas-.
Joseph Roth, El juicio de la historia. Escritos 1920-1939.
Más de una vez he expresado mi escepticismo hacia las selecciones nacionales, sea la española, sea la que sea y mi total condena al intento de crear una selección nacional catalana o vasca de fútbol. Prefiero los cluber de fútbol porque son, a pesar de los pesares, más laicos que las selecciones nacionales. En torno a ellas siempre se crea un no sé qué de verdad revelada y de pueblo escogido, como si reclamara a la Providencia que jugara a favor de una u otra selección.
Manuel Vázquez Montalbán, La aznaridad
No hay peor mal que la magnificación de la pertenencia, y hoy, como nunca, quienes continúan enarbolando esa condición merecen no formar parte del proyecto contemporáneo y ser, como efectivamente viene a ser, elementos anacrónicos, composiciones patológicas en coherente proceso de extinción.
Vicente Verdú, Yo y tú, objetos de lujo.
Y así imponiendo e inculcando universalmente (en los límites de su capacidad) una cultura dominante constituida de este modo en cultura nacional legítima, el sistema escolar, en particular a través de la literatura, inculca los fundamentos de una verdadera “religión cívica” y, más precisamente, los presupuestos fundamentales de la imagen (nacional) de uno mismo.
Pierre Bourdieu, Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción.
No hay nada más absurdo que una frontera, ni nadie más idiota que el tipo uniformado que se siente importante porque cree que divide el mundo al exigir un papel.
Maruja Torres, Amor América
El nacionalismo, es decir, la autocontemplación y egolatría nacionales, es en todas partes una enfermedad mental peligrosa, capaz de desfigurar y afear los rasgos de una nación, igual que la vanidad y el egoísmo desfiguran y afean los rasgos de una persona.
Sebastián Haffner, Historia de un alemán. Memorias 1914-1933
¿Y quién era el pueblo? Jamás lo vi. Vi verdugos y víctimas, espectadores indiferentes y ambiciosos lúcidos. Tuve la fortuna de conocer iguales, es cierto, pero eso no fue suficiente para ligarme sentimentalmente a nada parecido a una nación, vaguedad de la que habría debido ser representante o por la que hubiese sido representado.
La adhesión a la tierra, valor originado en remotas sociedades rurales y elevado a universal abstracto por el estado moderno, me cayó siempre muy lejos: ni mis antepasados, ni mis culpas, ni mis deseos, las únicas cosas que en verdad me pertenecen, se encuentran en suelo alguno: están en mí.
Horacio Vázquez Rial, Los últimos tiempos
¿Qué clase de ignominia es no pertenecer a ninguna nación?¿En qué consiste la deshonra? Un nacido extramatrimonial ya no se avergüenza de reconocer que no sabe a qué familia pertenece. ¿Por qué se avergüenza alguien cuando le reprochan que no tiene patria?¿No es más honroso ser una persona (o un cristiano) que un alemán, francés o inglés? Me parece más agradable estar entre las razas que arraigar en una de ellas -aunque sólo fuera por el motivo de que es más fácil sentirse por encima de las razas-.
Joseph Roth, El juicio de la historia. Escritos 1920-1939.
Más de una vez he expresado mi escepticismo hacia las selecciones nacionales, sea la española, sea la que sea y mi total condena al intento de crear una selección nacional catalana o vasca de fútbol. Prefiero los cluber de fútbol porque son, a pesar de los pesares, más laicos que las selecciones nacionales. En torno a ellas siempre se crea un no sé qué de verdad revelada y de pueblo escogido, como si reclamara a la Providencia que jugara a favor de una u otra selección.
Manuel Vázquez Montalbán, La aznaridad
No hay peor mal que la magnificación de la pertenencia, y hoy, como nunca, quienes continúan enarbolando esa condición merecen no formar parte del proyecto contemporáneo y ser, como efectivamente viene a ser, elementos anacrónicos, composiciones patológicas en coherente proceso de extinción.
Vicente Verdú, Yo y tú, objetos de lujo.
miércoles, 14 de octubre de 2009
El gran, el único, el mejor: Pepe Rubianes
Un pequeño homenaje a quien es el cómico que más me ha hecho reír en directo en reñida competencia con Les Luthiers.
Este espectáculo, Rubianes solamente, lo he visto tres veces en el teatro y otro par en DVD. En su actuación en Palma cambió el final haciendo una crítica demoledora y brutal, como era su estilo, de la familia real. No había visto ni he vuelto a ver nada así.
Reconozco que es un humor que puede resultar extraño e incluso provocar un cierto rechazo por lo soez, pero era genial e inimitable.
Este espectáculo, Rubianes solamente, lo he visto tres veces en el teatro y otro par en DVD. En su actuación en Palma cambió el final haciendo una crítica demoledora y brutal, como era su estilo, de la familia real. No había visto ni he vuelto a ver nada así.
Reconozco que es un humor que puede resultar extraño e incluso provocar un cierto rechazo por lo soez, pero era genial e inimitable.
Curiosidad sobre la Rumanía de Ceaucescu
Se trata de una curiosa novela que se desarrolla en la Rumanía de Ceaucescu y en la actual tras la Revolución como se dice en el libro. La historia como tal del relato no tiene demasiada carga literaria, más bien, al contrario, parece un pequeño compendio de sociología de lo cotidiano en la mencionada época.No en vano el autor, nacido en 1969, es profesor de Sociología en la Universidad de Iasi. No obstante, tiene momentos verdaderamente graciosos sobre todo aquellos en los que se cuentan chistes de y sobre la época de Ceaucescu (el capítulo 12 está dedicado exclusivamente a ellos aunque aparecen en otras partes del libro).
Así pues, sin aportar nada a la historia de la literatura se lee con agrado y enseña aspectos no muy conocidos de un lugar y una época.
Recientemente he tenido ocasión de ver dos documentales sobre ese período que ofrecen otras vertientes también interesantes: Corría el año camarada Ceaucescu y Nicolai Ceaucescu, el rey del comunismo.
lunes, 12 de octubre de 2009
Sabina, Madrid, Aute y Joaquín. ¡Qué cuarteto!
Si uniésemos a Serrat y a Pablo Milanés tendríamos a los responsables de muchas horas de disfrutar tanto en vivo como en disco. Cuatro más que respetables poetas y compositores. Cuatro grandes intérpretes que no cantantes, pero a quién le importa en estos casos la voz.
Por supuesto que hay muchos más: Silvio Rodríguez, Lluís Llach,Víctor Manuel...pero con los cuatro de antes es con los que más me he emocionado.
Por supuesto que hay muchos más: Silvio Rodríguez, Lluís Llach,Víctor Manuel...pero con los cuatro de antes es con los que más me he emocionado.
El nacionalismo visto por un grandísimo periodista y ¡polaco!.
En sus canciones, que entonan en las noches, siempre se repite el mismo estribillo: “¿Mi patria? Mi patria está allí donde llueve.”
Ryszard Kapuscinski, Ébano
Es frágil la naturaleza de la paz que impera en el mundo. Sobre todo la amenaza el nacionalismo depredador que surge por todas partes. No resulta difícil imaginarse cómo crece y se expande la histeria de la guerra, el clima de odio y el enfrentamiento.
Ryszard Kapuscinski, Lapidarium IV
John Iliffe recuerda que la noción de tribu fue inventada por los colonialistas como producto del indirect rule. “ Los europeos creían que el africano tenía que pertenecer a alguna tribu. En vista de ello, los africanos crearon tribus para poder pertenecer a ellas..., y, al igual que en el caso del nacionalismo, también el tribalismo inpulsó la invención de la tradición”.
Ryszard Kapuscinski, Lapidarium IV
Ryszard Kapuscinski, Ébano
Es frágil la naturaleza de la paz que impera en el mundo. Sobre todo la amenaza el nacionalismo depredador que surge por todas partes. No resulta difícil imaginarse cómo crece y se expande la histeria de la guerra, el clima de odio y el enfrentamiento.
Ryszard Kapuscinski, Lapidarium IV
John Iliffe recuerda que la noción de tribu fue inventada por los colonialistas como producto del indirect rule. “ Los europeos creían que el africano tenía que pertenecer a alguna tribu. En vista de ello, los africanos crearon tribus para poder pertenecer a ellas..., y, al igual que en el caso del nacionalismo, también el tribalismo inpulsó la invención de la tradición”.
Ryszard Kapuscinski, Lapidarium IV
Nacionalismo. También los buenos poetas lo tratan.
Quizá mi única noción de patria
sea esta urgencia de decir Nosotros
quizá mi única noción de patria
sea este regreso al propio desconcierto.
Mario Benedetti, Antología poética.
Tú emprendes viaje hacia adelante, hacia
el tiempo bien llamado porvenir.
Porque ninguna tierra
posees,
porque ninguna patria
es ni será jamás la tuya,
porque en ningún país
puede arraigar tu corazón deshabitado.
Ángel González, Palabra sobre palabra
sea esta urgencia de decir Nosotros
quizá mi única noción de patria
sea este regreso al propio desconcierto.
Mario Benedetti, Antología poética.
Tú emprendes viaje hacia adelante, hacia
el tiempo bien llamado porvenir.
Porque ninguna tierra
posees,
porque ninguna patria
es ni será jamás la tuya,
porque en ningún país
puede arraigar tu corazón deshabitado.
Ángel González, Palabra sobre palabra
Dos de los más grandes: Stan Getz y John Coltrane
Una de las pocas grabaciones en que se puede ver juntos a dos de los mejores saxos tenores de la historia.Cuando Getz se vino a Europa una larga temporada a finales de los cincuenta fue sustituido en el favor del público norteamericano precisamente por Coltrane. Empezaría entonces su época con la bossa nova por la que fue más conocido por el gran público, pero Getz ha sido mucho más que eso.De Coltrane no hace falta decir nada.
A mí me gusta más escuchar a Stan Getz en cualquiera de sus épocas.
A mí me gusta más escuchar a Stan Getz en cualquiera de sus épocas.
domingo, 11 de octubre de 2009
Más sobre nacionalismo e identidad.
A continuación varias frases sacadas de Identidades asesinas de Amin Maalouf. Este magnífico novelista de origen libanés pero exiliado en Francia desde 1975 se atreve también con el ensayo. Además de éste se acaba de publicar El desajuste del mundo. Cuando nuestras civilizaciones se agotan.
"Y es en esto en lo que quiero insistir: gracias a cada una de mis pertenencias, tomadas por separado, estoy unido por un cierto parentesco a muchos de mis semejantes; gracias a esos mismos criterios, pero tomados todos juntos, tengo mi identidad propia, que no se confunda con ninguna otra."
"(…) si los hombres de todos los países, de todas las condiciones, de todas las creencias, se transforman con tanta facilidad en asesinos, si es igualmente tan fácil que los fanáticos de toda laya se impongan como defensores de la identidad, es porque la concepción “tribal” de la identidad que sigue dominando en el mundo entero favorece esa desviación."
"Al mismo tiempo, todo el mundo admitirá que futuro de un país no puede ser una mera prolongación de su historia; sería incluso desolador que un pueblo, cualquiera, venerara más su historia que su futuro, un futuro que se construirá con cierto espíritu de continuidad pero con profundas transformaciones, y con importantes aportaciones del exterior, como ocurrió en los grandes momentos del pasado."
"¿Acaso no es la principal virtud del nacionalismo hallar para cada problema un culpable antes que una solución?"
"En realidad, si afirmamos con tanta pasión nuestras diferencias es precisamente porque somos cada vez menos diferentes. Porque, a pesar de nuestros conflictos, de nuestros seculares enfrentamientos, cada día que pasa reduce un poco más nuestras diferencias y aumenta un poco más nuestras similitudes."
"Las tradiciones sólo merecen ser respetadas en la medida en que son respetables, es decir, en la medida en que se respetan los derechos fundamentales de los hombres y las mujeres. Respetar “tradiciones” o leyes discriminatorias es despreciar a sus víctimas."
"Cuando me preguntan qué soy “en lo más hondo de mí mismo”, están suponiendo que “en el fondo” de cada persona hay sólo una pertenencia que importe, su “verdad profunda” de alguna manera, su “esencia”, que está determinada para siempre desde el nacimiento y que no se va a modificar nunca; como si lo demás, todo lo demás—su trayectoria de hombre libre, las convicciones que ha ido adquiriendo, sus preferencias, su sensibilidad personal, sus afinidades, su vida en suma—, no contara para nada."
"Y es en esto en lo que quiero insistir: gracias a cada una de mis pertenencias, tomadas por separado, estoy unido por un cierto parentesco a muchos de mis semejantes; gracias a esos mismos criterios, pero tomados todos juntos, tengo mi identidad propia, que no se confunda con ninguna otra."
"(…) si los hombres de todos los países, de todas las condiciones, de todas las creencias, se transforman con tanta facilidad en asesinos, si es igualmente tan fácil que los fanáticos de toda laya se impongan como defensores de la identidad, es porque la concepción “tribal” de la identidad que sigue dominando en el mundo entero favorece esa desviación."
"Al mismo tiempo, todo el mundo admitirá que futuro de un país no puede ser una mera prolongación de su historia; sería incluso desolador que un pueblo, cualquiera, venerara más su historia que su futuro, un futuro que se construirá con cierto espíritu de continuidad pero con profundas transformaciones, y con importantes aportaciones del exterior, como ocurrió en los grandes momentos del pasado."
"¿Acaso no es la principal virtud del nacionalismo hallar para cada problema un culpable antes que una solución?"
"En realidad, si afirmamos con tanta pasión nuestras diferencias es precisamente porque somos cada vez menos diferentes. Porque, a pesar de nuestros conflictos, de nuestros seculares enfrentamientos, cada día que pasa reduce un poco más nuestras diferencias y aumenta un poco más nuestras similitudes."
"Las tradiciones sólo merecen ser respetadas en la medida en que son respetables, es decir, en la medida en que se respetan los derechos fundamentales de los hombres y las mujeres. Respetar “tradiciones” o leyes discriminatorias es despreciar a sus víctimas."
"Cuando me preguntan qué soy “en lo más hondo de mí mismo”, están suponiendo que “en el fondo” de cada persona hay sólo una pertenencia que importe, su “verdad profunda” de alguna manera, su “esencia”, que está determinada para siempre desde el nacimiento y que no se va a modificar nunca; como si lo demás, todo lo demás—su trayectoria de hombre libre, las convicciones que ha ido adquiriendo, sus preferencias, su sensibilidad personal, sus afinidades, su vida en suma—, no contara para nada."
martes, 6 de octubre de 2009
Nacionalismo.Algunas citas para abrir boca.
Ofrezco a continuación un inicio, que sirva como muestra, de la multitud de citas que a lo largo de los años he ido recopilando de mis diferentes lecturas. Son de autores de muy diversa adscripción pero que tienen en común su rechazo del nacionalismo y del patriotismo. Otro día ya tendré ocasión de explicar mi postura.
Hay algún lugar en el mundo alejado de la “búsqueda de la identidad nacional” y de los ”sentimientos nacionales”? Simplemente, amo a mis amigos y a mis dos ciudades: Sarajevo y París. Ésta es mi identidad nacional.
Jasna Samic, Escarcha de primaveras
La patria, dirá mucho después (1), sólo puede ser un ideal para aquellos que no la tienen, como los fedayín palestinos.
—¿Y el día que la tengan?- le pregunto.
Él guarda silencio durante unos momentos.
—Entonces habrán conquistado el derecho de arrojarla a la taza del retrete y tirar, como yo, de la cadena.
(1) Jean Genet
Juan Goitysolo, En los reinos de taifas
“ No tengo un país natural y no me duele...El concepto de patria, falsificado por el nacionalismo, me resulta ajeno...Mi país es el espíritu”.
Odon von Horváth
Jasna Samic, Escarcha de primaveras
De todos modos me he mantenido indiferente ante “esta obligación sagrada de todos nosotros”:¡el patriotismo! Mi objetivo es seguir siendo extranjera, pasar por las ciudades y respirarlas de lejos. Más que una extranjera, me gustaría ser una sombra.
Jasna Samic, Escarcha de primaveras
La incapacidad de la sociedad de crear otro imaginario, otro horizonte que el de la riqueza y el éxito hace que retornen con fuerza las ideologías reactivas, con los nacionalismos y las religiones a la cabeza.
Josep Ramoneda, Después de la pasión política
En este marco de reducción del hombre a agente económico, los nacionalismos y las religiones buscan una nueva oportunidad. Siempre que se producen vacíos en la construcción del sentido aparecen los profesionales del nosotros dispuestos a ocuparlos. Lo orgánico se ofrece para contrarrestar el carácter disolutivo —desamparador— de lo inorgánico, el sentimiento se propone como alternativo o complemento al interés.
Josep Ramoneda, Después de la pasión política
Pero ¿a quién le hace falta que haya Francia? A Francia, indudablemente : no a la gente que rebulla por la orilla izquierda del Rin o por la cara Norte de los Pirineos; en todo caso, al Individuo ante su televisor o a la Masa en su estadio, que, al batir la marca el atleta revestido de la tricolor (importado acaso de Zanzíbar), gritan emocionados “¡Hemos batido la marca!¡Hemos triunfado!” Pero esos no son gente, sino Francia.
Agustín García Calvo, Análisis de la Sociedad del Bienestar
Pero todo imbécil execrable, que no tiene en el mundo nada de que pueda enorgullecerse, se refugia en este último recurso, de vanagloriarse de la nación a que pertenece por casualidad; en eso se ceba y, en su gratitud, está dispuesto a defender con manos y pie todos los defectos y todas las tonterías de esta nación.
Arthur Schopenhauer, Arte del buen vivir.
Honradamente nunca se podrá decir gran bien de un carácter nacional, ya que “nacional” quiere decir que pertenece a la multitud. Es más bien la mezquindad de espíritu, la sinrazón y la perversidad de la especie humana, las únicas que resaltan en cada país, bajo una forma distinta, y a esta se llama carácter nacional.
Arthur Schopenhauer, Arte del buen vivir.
No tengo patria y, como es natural, no sufro por ello, sino que me alegro de mi condición de apátrida, pues me libera de sentimentalismos innecesarios.
Odon von Horváth, Juventud sin Dios
Hay algún lugar en el mundo alejado de la “búsqueda de la identidad nacional” y de los ”sentimientos nacionales”? Simplemente, amo a mis amigos y a mis dos ciudades: Sarajevo y París. Ésta es mi identidad nacional.
Jasna Samic, Escarcha de primaveras
La patria, dirá mucho después (1), sólo puede ser un ideal para aquellos que no la tienen, como los fedayín palestinos.
—¿Y el día que la tengan?- le pregunto.
Él guarda silencio durante unos momentos.
—Entonces habrán conquistado el derecho de arrojarla a la taza del retrete y tirar, como yo, de la cadena.
(1) Jean Genet
Juan Goitysolo, En los reinos de taifas
“ No tengo un país natural y no me duele...El concepto de patria, falsificado por el nacionalismo, me resulta ajeno...Mi país es el espíritu”.
Odon von Horváth
Jasna Samic, Escarcha de primaveras
De todos modos me he mantenido indiferente ante “esta obligación sagrada de todos nosotros”:¡el patriotismo! Mi objetivo es seguir siendo extranjera, pasar por las ciudades y respirarlas de lejos. Más que una extranjera, me gustaría ser una sombra.
Jasna Samic, Escarcha de primaveras
La incapacidad de la sociedad de crear otro imaginario, otro horizonte que el de la riqueza y el éxito hace que retornen con fuerza las ideologías reactivas, con los nacionalismos y las religiones a la cabeza.
Josep Ramoneda, Después de la pasión política
En este marco de reducción del hombre a agente económico, los nacionalismos y las religiones buscan una nueva oportunidad. Siempre que se producen vacíos en la construcción del sentido aparecen los profesionales del nosotros dispuestos a ocuparlos. Lo orgánico se ofrece para contrarrestar el carácter disolutivo —desamparador— de lo inorgánico, el sentimiento se propone como alternativo o complemento al interés.
Josep Ramoneda, Después de la pasión política
Pero ¿a quién le hace falta que haya Francia? A Francia, indudablemente : no a la gente que rebulla por la orilla izquierda del Rin o por la cara Norte de los Pirineos; en todo caso, al Individuo ante su televisor o a la Masa en su estadio, que, al batir la marca el atleta revestido de la tricolor (importado acaso de Zanzíbar), gritan emocionados “¡Hemos batido la marca!¡Hemos triunfado!” Pero esos no son gente, sino Francia.
Agustín García Calvo, Análisis de la Sociedad del Bienestar
Pero todo imbécil execrable, que no tiene en el mundo nada de que pueda enorgullecerse, se refugia en este último recurso, de vanagloriarse de la nación a que pertenece por casualidad; en eso se ceba y, en su gratitud, está dispuesto a defender con manos y pie todos los defectos y todas las tonterías de esta nación.
Arthur Schopenhauer, Arte del buen vivir.
Honradamente nunca se podrá decir gran bien de un carácter nacional, ya que “nacional” quiere decir que pertenece a la multitud. Es más bien la mezquindad de espíritu, la sinrazón y la perversidad de la especie humana, las únicas que resaltan en cada país, bajo una forma distinta, y a esta se llama carácter nacional.
Arthur Schopenhauer, Arte del buen vivir.
No tengo patria y, como es natural, no sufro por ello, sino que me alegro de mi condición de apátrida, pues me libera de sentimentalismos innecesarios.
Odon von Horváth, Juventud sin Dios
Yasmina Khadra, Lo que el día debe a la noche.
La última novela de este original autor argelino de origen y, desde hace unos años, francés de adopción en cuyo idioma escribe. Desde luego, se mueve mejor en los escenarios y los temas de sus anteriores obras que en esta pretensión de hacer una saga comparable, en sus palabras, a Doctor Zhivago o Lo que el viento se llevó.
Se trata básicamente de una historia de amor que, como no puede ser menos para que tenga emoción, resulta frustrado unido a una especie de educación sentimental en la Argelia previa a la independencia. Algunos personajes no están bien desarrollados y no terminamos de conocer el porqué de sus actos y, en otros casos, resultan excesivamentge planos. De fondo aparece muy levemente el proceso político.
Es una pena que un escritor que podemos considerar ya consagrado, no haya sabido encontrar el tono y haya perdido una gran oportunidad de escribir esa epopeya que pretendía.
No obstante, son absolutamente recomendables cualquiera de sus libros anteriores desde la pura novela negra como, sobre todo, Trilogía de Argel, a los de tema más sociopolítico como: Los corderos del Señor, Lo que sueñan los lobos, Las golondrinas de Kabul,... o, finalmente, su autobiográfico, El escritor. Y son recomendables porque Khadra sabe contar y ambientar muy bien sus historiashaciéndolo, además, con un lenguaje directo, conciso, con la adjetivaciones precisas.
Se trata básicamente de una historia de amor que, como no puede ser menos para que tenga emoción, resulta frustrado unido a una especie de educación sentimental en la Argelia previa a la independencia. Algunos personajes no están bien desarrollados y no terminamos de conocer el porqué de sus actos y, en otros casos, resultan excesivamentge planos. De fondo aparece muy levemente el proceso político.
Es una pena que un escritor que podemos considerar ya consagrado, no haya sabido encontrar el tono y haya perdido una gran oportunidad de escribir esa epopeya que pretendía.
No obstante, son absolutamente recomendables cualquiera de sus libros anteriores desde la pura novela negra como, sobre todo, Trilogía de Argel, a los de tema más sociopolítico como: Los corderos del Señor, Lo que sueñan los lobos, Las golondrinas de Kabul,... o, finalmente, su autobiográfico, El escritor. Y son recomendables porque Khadra sabe contar y ambientar muy bien sus historiashaciéndolo, además, con un lenguaje directo, conciso, con la adjetivaciones precisas.
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