Hace poco, en
el blog de Carmen Martín, mi mujer, un
troll anónimo sacaba el tema de la publicidad con respecto a la pintura. Decía, demostrando una exquisita educación, que estábamos más interesados hacernos publicidad que en pintar.
Creo que teniendo en cuenta el ritmo de producción de Carmen, él mismo se desautorizó. Quizá en mi blog no sea tan evidente saber a qué me dedico, pues aquí escribo mucho pero enseño poco mi obra, y esto no es lo habitual en los blogs de pintores.
No obstante, en breve os bombardearé con lo que estoy haciendo ahora, aunque son papeles grandes y me lleva tiempo digitalizarlos, porque sólo puedo escanearlos a trozos, en las fotos no salen bien...
Yo le dije al troll que la publicidad es una parte más del oficio. No es ya que guste más o menos, sino que viene en el lote. Es más:
Hoy día, con la gran cantidad -y calidad- de pintores que hay, y sobre todo teniendo en cuenta lo despreciada que está la pintura por los poderes, la publicidad no sólo es recomendable para los pintores.
Es imprescindible. Si quiero que mi obra se conozca -y por tanto, se venda- debo difundirla, debo mostrarla por todos los medios posibles. Internet tiene la ventaja de ser ubicuo, de estar a disposición de cualquiera que tenga un ordenador y un teléfono. Y encima se ve en todo el Planeta. Del mismo modo que Leonardo escribía su carta a Ludovico el Moro hoy los artistas hacemos o encargamos webs. Una de mis actividades habituales es redactar notas de prensa. A veces el trabajo informático me roba mucho tiempo, y no me queda tiempo para pintar... pero seamos sinceros. Es necesario hacerlo, y además me gusta, e intento sacarle jugo artístico a la realización de carteles, logotipos, calendarios...
Si uno quiere vivir de lo que pinta hace falta que se mueva,
que enseñe lo que hace, que
sea pesado, que incluya
su web y
la de su mujer en el sitio más
inesperado, que se haga publicidad y convenza a todos de que su obra es
la mejor. Aunque claro, hay que tener esa obra, hay que haberla hecho para poder venderla y venderse como artista.
Hay personas retraídas, entre ellas muchos adolescentes, que pintan "para sí". No enseñan sus dibujos o cuadros a nadie. Puede que haya muchos genios retraídos, pero la Historia suele prescindir de sus servicios...
Puede que a algún romántico de los que todavía quedan le parezca que soy excesivamente crudo, que hablo sin empacho de vender y vendernos. Pero a estos les rogaría que revisen los libros de historia:
Los pintores -y todos los demás- siempre hemos necesitado dinero para vivir. También los genios, sí. Esa figura del artista bohemio, que vive frugalmente y con dificultades y concibe su profesión como "el arte por el arte" es un mito. Y un mito interesado, diría.
Los bohemios eran normalmente gente sin demasiados apuros económicos. Procedían de familias acomodadas, y si se cansaban de pintar -hubo muchos, pero lógicamente no son conocidos- volvían al seno materno y en paz. Los bohemios de hoy están en la misma situación. A poco que uno escarbe encuentra hijos de concejales, de industriales, de famosos...
Yo odio esas imágenes del siglo XIX. Por culpa de la
bohemia y del
arte por el arte los artistas han dejado de ser respetados por la Sociedad.
Es evidente que el artista es un tipo -o una tipa- que tiene la necesidad (casi) fisiológica de pintar, esculpir, hacer cine... pero por eso mismo debe buscar la manera de sacar partido a su habilidad, a su "don", creando cosas que puedan ser compradas. Necesitamos que nuestra obra se compre para poder seguir metidos en este ensimismamiento que es el arte. Y para ello necesitamos que se conozca y se admire. Esto no quiere decir renunciar a la libertad, hacer "arte alimenticio" o "comercial" sin arte ni nada. No. Se trata de lograr que te encarguen lo que a ti te gusta hacer. Es sorprendente lo que los ricos pueden llegar a encargar. La prueba la tenemos en los libros de historia. Los caprichos de los millonarios pueden ser de lo más extravagante, y de lo más estimulante para un artista. Pero también la gente de a pie que compra arte puede llegar a comprar lo que a uno le gusta hacer, si sabe venderlo. Está claro que no todos somos genios del marketing como Dalí o Picasso. Pero se puede llegar a vender razonablemente bien si el producto vale la pena, si tiene calidad. Incluso aunque los números se nos atasquen, como es mi caso o el de mi mujer. Pero centrémonos en el tema...
Desde que aparecieron estas ideas, del arte por el arte y de la bohemia, el mundo del arte empezó a
"amateurizarse". El artista ya no era un señor que hacía trabajos para el cliente potencial, para el público, en su taller, sino un aficionado, un
amador (esto es lo que significa
amateur, y es justo la palabra en portugués), que pintaba por el gusto de pintar y nada más. Si luego tenía éxito, mejor. Pero su heroicidad aumentaba al pintar si se lo comían los piojos y moría en la miseria.
Yo pienso: bastante desgracia es nacer artista. Necesitamos tener la mente ocupada en el arte -
nada peor que un artista frustrado- todo el día. Si encima eres tan
estúpido de no buscar la manera de colocar tus cosas y vivir de ello...
El arte por el arte ha llevado a que la individualidad o las
rarezas de los artistas sean respetadas por encima de todo. El artista pasa a ser un
loco genial. Los pocos elegidos que la oficialidad protege hacen lo que les da la real gana.
Aunque si eres un elegido -e imagino que llegar a ser un elegido a nivel local o regional no debe ser muy complicado- eso es muy tentador, yo lo desprecio. No me gusta. Creo que intervienen valores -como la habilidad en el peloteo o la capacidad chupapollística- ajenos por completo al mundo del arte. El arte, como el cine, debería ser subvencionado mediante concurso público, en el que la obra final fuese juzgada por el público en general. Con transparencia. Como bien dice Mariano Casas en su blog:
Existe una ley (que tampoco es extraño que se incumpla por aquí) que dice que cualquier obra pública que supere un presupuesto de 12000 euros (2 millones de pesetas) debe ser sometida a concurso público.
Hay muchos ARTISTAS que han vendido su obra a edificios públicos por mucho más dinero, y sin embargo, yo no tengo noticias de que jamás se hiciese un concurso público de adquisición de obra artistica, mientras sí se hacen concursos para arquitectos, por ejemplo.
Si ya existen corruptelas entre los arquitectos y constructoras (en Mugardos se investiga ahora una ), habiendo unas leyes claras ,¿como no las va a haber en el ARTE, cuando la supuesta esencia etérea de ese concepto hace que los políticos no se atrevan a legislar como una actividad más?.
En definitiva, es la propia opacidad del "sector artístico" la que lo hace corrupto.
Otra barbaridad es la "generosidad" que tan generosamente defendía el ínclito columnista Carlos Barcón respecto a su amigo Felín Nadales (por cierto, el día 31 de diciembre termina el plazo para votar en la encuesta).
Esa generosidad, como decía Mariano también, es interesada. El artista que "regala" sus obras pone un "caramelo" al concejal de turno difícil de rechazar. Un artista profesional de verdad debe cobrar por su trabajo. Si el trabajo es bueno, debe ser pagado justamente. Me comentaba
Francisco Pérez Porto, que fue contratado para hacer dos monumentos en Ferrol, y que a cambio
da clases gratuitas de cerámica a quien quiera apuntarse en el Concello, que ahora da por descartado su segundo monumento -ya en proceso- pero sobre todo el sueldo que tiene y su taller, porque a los nuevos gobernantes les parece raro que un artista tenga un sueldo por un trabajo que realiza. ¿Y por qué no? ¿Es que vivimos del aire?
El "no cobrar" es malo para el artista -que puede verse defraudado- y para el que contrata. Creo que los gallegos sabemos bien lo que es deber favores, ya en la aldea se nos inculca que no hay nada peor que eso.
Por eso yo defiendo un modelo más profesionalizado del sector artístico. Nosotros realizamos un trabajo que no es -pese a la idea decimonónica- inútil. Se necesitan cuadros, estatuas, edificios, sinfonías, poemas, películas, para diversos usos. Siempre. Y esos trabajos deben ser pagados según su calidad, según su mérito. Lo que vale en todas las demás cosas también vale en nuestra profesión. ¿Por qué no?
El camelo, vender mierda a precio de oro, no es solidario. Beneficia a unos pocos, pero poco a poco está arruinando y desprestigiando a toda la profesión.
Es curioso lo que leí hace poco, sobre la
teoría de la estupidez, de Carlo M. Cipolla, porque encaja a la perfección:
Yo propongo volver al modelo de artista INTELIGENTE: el que beneficia a los demás buscando su propio beneficio. Pintar bien y satisfaciendo al público para vivir del talento propio.
Porque el modelo del artista maldito, bohemio, del
arte por el arte, es el del artista DESGRACIADO o INCAUTO: Beneficia a los demás, perjudicándose a sí mismo. Es pintar bien pero vivir en la miseria, al no dar a conocer la obra, sino esperar a que alguien la busque.
Y hoy en día, en el arte oficialmente protegido, hemos llegado al modelo del MALVADO o BANDIDO: Perjudicar a los demás para obtener beneficios. Vender la nada o la caca propia, cosas feas, para enriquecerse.
Cuando no directamente ESTÚPIDOS: los que pintan auténticas mierdas -o no pintan- sin llegar a enriquecerse.
Os recomiendo leer atentamente todos los puntos de la
teoría de la estupidez. Aunque parece una
estupidez, es muy
inteligente.
Me enorgullezco, porque uno de sus puntos se parece mucho a lo que yo siempre dije: hay una proporción fija de
gilipollas por metro cuadrado, muy abundante, y es constante en cualquier grupo humano que se nos ocurra.
En fin. Yo al menos, pretendo ser INTELIGENTE, e intentaré escapar de las otras tres opciones.