Ficha: "La vida y la muerte me están desgastando", Mo Yan, editorial Kailas, 757 páginas, ISBN: 9788 494 139123
Hace algo más de un año comenté aquí la primera novela que leía de este gran novelista chino ganador del Nobel en 2.012, ¡Boom!, era un impresionante ejercicio de narración repleto de una imaginación delirante que me dejó con ganas de más... aunque reconozco que este no es un novelista que pueda gustar a todo el mundo, barroco, irónico, imaginativo, escatológico, cruel y despiadado con sus historias y sus personajes, definitivamente Mo Yan posee esa característica, seguramente única, de algunos grandes escritores a los que se ama o se les odia, pero difícilmente le dejan a uno indiferente.
Esta novela es anterior a la anteriormente señalada, data de 2.006, y vio la luz en castellano en esta edición de bolsillo en 2.013, imagino que en unos años tendremos toda la producción de este gran escritor traducida a nuestro idioma, mientras tanto van cayendo poco a poco las ediciones de sus obras en nuestro idioma, aunque sean traducciones del inglés como en este caso.
La novela nos cuenta la historia de Ximen Nao, un terrateniente de la China pre-comunista que es ejecutado, injustamente ya que es una persona decente que nunca hizo mal a nadie, por los revolucionarios de Mao en cuanto los mismos se hacen con el poder en el pueblo donde vive. Tras su muerte y su descenso a un peculiar infierno de origen chino, y sufrir innumerables suplicios durante dos años sin que esta "alma en pena" admita para sí ninguna culpa, al jefe de los diablos, un tal Sr. Yama, por pura desesperación y tras mandarlo freír en aceite hirviendo por espacio de horas, se ve que las almas en ese infierno poseen una capacidad sobrehumana de sufrimiento, no se le ocurre ya tormento más cruel que enviarlo de vuelta al mundo, justo a su pueblo natal, ... eso sí, para redondear la gracia no lo hará en forma humana, sino en forma de burro.
Comienza así una delirante historia de vidas animales y sucesivas reencarnaciones del desgraciado protagonista que se irá reencarnando en distintos animales, burro, buey, cerdo, perro y finalmente mono... durante estas vidas inhumanas será testigo de la vida de los aldeanos que quedaron con vida en su pueblo, de la familia que dejó tras de sí, de la evolución de la política de la China comunista y los cambios que ha experimentado el país a lo largo de más de cincuenta años, seremos testigos de los planes de desarrollo "gran salto adelante" de los cincuenta, la demencial "revolución cultural" de los sesenta y setenta, de la muerte de Mao y el posterior desmoronamiento interno del régimen, actualmente ya convertido en una cáscara vacía sin contenido ideológico, aunque la carcasa siga en pie... simbolizado perfectamente por Mo Yan en su última reencarnación, un mono ataviado con un ridículo chaleco rojo...
El escritor está pletórico en esta novela, en ella exhibe sus grandes cualidades como un narrador imaginativo que adorna el relato con considerables dosis de humor negro de principio a fin, él mismo será incluido como personaje en la narración, al principio como una especie de broma, y más adelante tomará más protagonismo... por supuesto sin dejar de reírse de sí mismo en ningún momento.
Ximen Nao no estará solo en sus sucesivas, y desdichadas, vidas ... Lan Lian, su mozo de labranza, su esposa oficial, Ximen Bai, y sus dos "concubinas" Yingchum y Wu Qiuxiang, el hijo de Lan Lian, Lang Jiefang y toda una plétora de personajes que harán consultar numerosas veces, palabra, la guía de personajes situada estratégicamente al comienzo de la novela para no perdernos constituyen un rico mosaico de historias y circunstancias de todo tipo. En ocasiones no es una novela fácil de leer y habrá que hacer memoria para volver a recordar quien es quien, de todas formas aparte de sus personajes es también el pueblo en su conjunto uno de los personajes principales de la obra... el lector recordará el título de la novela en más de una ocasión porque precisamente da esa impresión, de que la vida y la muerte desgastan progresivamente el hilo principal que termina convertido en una pelusa desmadejada.
Y es que más que una novela aquí hablamos de varias novelas sucesivas... el protagonista irá perdiendo progresivamente su humanidad conforme transcurra su vida, en su primera reencarnación, la de burro, conserva vívidos todos sus recuerdos de su existencia humana, de hecho su vida anterior tiene un peso decisivo en su comportamiento y vivencias, sin olvidar de que su parte de burro también posee su importancia... algo parecido sucederá en su posterior encarnación de buey, aquí cambiamos de narrador y no escucharemos al buey narrar la historia en primera persona. Vemos como con el paso de los años y todo lo que sucede la historia personal de Ximen Nao y su injusta muerte a manos de los revolucionarios irá diluyéndose poco a poco, el paso del tiempo hará que poco importe ya lo sucedido y lo que ocurra con él. De las cinco reencarnaciones la de cerdo me pareció la más lograda y la más cómica... en ella el lado animal toma definitivamente el mando. En las reencarnaciones finales poco o nada queda ya de Ximen Nao, poco o nada queda ya de ese régimen comunista omnipresente en los primeros años de la historia... y desde luego pocas ganas le quedan ya al lector, al menos fue mi caso, porque es una novela que me llegó a cansar cuando se mete en temas melodramáticos y abandona su "leiv motiv" que no es otro que una feroz crítica a la burocracia y al régimen comunista chino, a la vez que una defensa del campesino y del pueblo llano... la sufrida figura de Lan Lian, viva imagen de la integridad y la honradez, me parece lo más conmovedor de la novela.
Lo mejor: Mo Yan en todo su apogeo, humor, ironía, fantasía e imaginación desbordantes, acción, bellas imágenes líricas, cruda escatología capaz de remover las tripas... si pudiera calificar con un solo epíteto a esta obra sería el de "grandiosa". Todos los aficionados a la novela de autores orientales, especialmente a aquellos que disfrutan con el japonés Murakami, deberían leer algo de Mo Yan... un escritor que está en cuanto a temática y estilo en las antípodas del japonés, pero que por eso mismo ofrece un contraste más que interesante. A pesar de su envergadura se lee con rapidez, engancha de principio a fin.
Para los interesados en leer una crítica de la novela mucho más seria y amplia que la mía, les recomiendo la crítica que Juan Carlos Galán hace en su blog. Simplemente excepcional.
Hay un fragmento de un ensayo de Keneth Rexroth que versa sobre las virtudes de la novela clásica china, que en su mayoría son perfectamente aplicables a Mo Yan según mi opinión, y que no me resisto a transcribir aquí.
"¿Cuáles son estas virtudes? La primera, un absoluto dominio de la técnica narrativa. La segunda, su humanidad. En tercer lugar y como una síntesis de las dos anteriores, todo un grupo de cualidades que deberían resumirse en una sola: discreción, humildad artística, madurez, objetividad, compasión, la habilidad de revelar el macrocosmos a través del microcosmos, el universo moral reflejado en el acto físico, la profundidad de la visión psicológica en los hechos más nimios, todo ello sin mencionar en absoluto las grandes cuestiones. Contener todas estas virtudes es un nombre, aunque no es un término que consideremos propio de la crítica literaria. Esta palabra es magnanimidad. Su antónimo, diría yo, es complacencia con uno mismo"
Hay un fragmento de un ensayo de Keneth Rexroth que versa sobre las virtudes de la novela clásica china, que en su mayoría son perfectamente aplicables a Mo Yan según mi opinión, y que no me resisto a transcribir aquí.
"¿Cuáles son estas virtudes? La primera, un absoluto dominio de la técnica narrativa. La segunda, su humanidad. En tercer lugar y como una síntesis de las dos anteriores, todo un grupo de cualidades que deberían resumirse en una sola: discreción, humildad artística, madurez, objetividad, compasión, la habilidad de revelar el macrocosmos a través del microcosmos, el universo moral reflejado en el acto físico, la profundidad de la visión psicológica en los hechos más nimios, todo ello sin mencionar en absoluto las grandes cuestiones. Contener todas estas virtudes es un nombre, aunque no es un término que consideremos propio de la crítica literaria. Esta palabra es magnanimidad. Su antónimo, diría yo, es complacencia con uno mismo"
Amén ;-)
Lo peor: Los cambios de ritmo y de temática en las diferentes partes, comparadas con las tres anteriores la cuarta es un poco penosa y la última una caricatura... quizás de forma intencionada para evocar el cansancio y el desgaste por el paso del tiempo, la decadencia de un país y de un régimen que no es que se haya convertido en aquello que condenaba, es que nunca fue realmente otra cosa. En ocasiones el relato se hace tan enrevesado que habrá que "recular" para volver a repasar ese índice de personajes del principio. Demasiada temática de China, interesante si se busca intencionadamente, pero más que cargante si uno desea algo más "universal".