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sábado, 16 de julio de 2016

Conversaciones con Arthur Schopenhauer


Ficha: "Conversaciones con Arthur Schopenhauer", Luis Fernándo Moreno Claros, editorial Acantilado, 362 páginas, ISBN: 978 841 6011834

De nuevo me encuentro comentando un libro sobre uno de mis filósofos favoritos, parece que Arthur Schopenhauer sigue dando motivos a algunos para escribir libros... y naturalmente a los curiosos y aficionados a su filosofía para leerlos. Pensaba que tras leer la excelente obra de Safranski "Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía" difícilmente me iba a acercar más a ninguna obra divulgativa sobre el pensador alemán, tengo la opinión de que probablemente ni se ha escrito ni se escribirá ninguna biografía mejor que la del filósofo y divulgador alemán, autor así mismo de otros trabajos biográficos sobre Heidegger, Nietzsche y Goethe, seguramente tan interesantes como el señalado anteriormente. Pero la verdad es que este libro, editado por Acantilado, este mismo año me llamó la atención. 

El mismo se compone de dos partes claramente diferenciadas, por un lado tenemos una introducción a la vida y la obra del cascarrabias de Fráncfort,  y por otra parte una selección de escritos y testimonios de la época de personas que le conocieron en persona y dejaron constancia de sus impresiones sobre la persona y su filosofía. Tanto la introducción como la selección de los textos son obra de Luis Fernándo Moreno Claros, y teniendo en cuenta la excelente calidad de este libro seguramente no va a ser lo último que lea de este interesante divulgador de filosofía.

Creo que en general es poco aconsejable estudiar el pensamiento de uno de los grandes filósofos de todos los tiempos si no se penetra también en el estudio de su biografía, de su época, sus circunstancias y hechos vitales... pero es que en el caso de Schopenhauer el desligamiento entre su filosofía y su vida es simplemente imposible, nunca podremos entenderle bien sin conocer los detalles de su biografía, cuanto más se le conoce en ese aspecto creo que mejor se entienden sus ideas y el porqué de las mismas. Es necesario no dejarse deslumbrar por el espectáculo y colarse entre bambalinas para acceder a los resortes íntimos de su psicología y sus motivaciones, a la vez naturalmente que uno se deja llevar por el torrente de sus ideas... vamos que nunca hay que perder de vista al hombre de carne y hueso tanto en sus virtudes, notables y sobresalientes, como en sus defectos y limitaciones, bastante evidentes y notables también en este caso.

De la primera parte solo comentar que me parece ejemplar, aunque hay referencias a su particular filosofía, y esta siempre queda en segundo plano y se nos presenta muy bien resumida a sus puntos más fundamentales, creo que es una introducción a su vida y obra excelente. La segunda parte, la verdaderamente novedosa y tema principal del libro, abunda en datos biográficos, anécdotas, testimonios de personas que le conocieron... los veremos de todo tipo, por ejemplo los que ahondan en los aspectos más desagradables de su carácter, pero sobre todo veremos testimonios de admiración sincera que nos descubrirán a un Schopenhauer que en algún aspecto contradice esa versión oficial que le retrata como un tipo misántropo, misógino, asocial y poco menos que intratable... aunque ya sabíamos de su pasión por los perros y su defensa, en general, de los derechos de los animales, también veremos su capacidad de ternura hacia los niños, su virtuosismo como conversador, testimonios de su elocuencia y su afilada inteligencia y sentido del humor... y en general muestras de los rasgos de una aguda inteligencia y un talento natural que además fue trabajado sin cesar a lo largo de su vida. 



Casi siempre que nos topemos con Arthur Schopenhauer nos vamos a encontrar con las etiquetas de pesimista, cascarrabias, misógino, racista, misántropo y personaje francamente desagradable e insoportable... sin embargo cuando se examinan muchas de sus ideas más de cerca, cuando se contempla su existencia de un modo más distanciado y se la sitúa en su contexto histórico y reflexionamos no solo sobre lo que era, sino sobre lo que se negó a ser... veremos que Arthur S. no era una persona normal y corriente, ni en carácter, ni en inteligencia, ni en tenacidad y capacidad de trabajo... que se le mida con el baremo que uno quiera, pero no hay duda de que estamos ante alguien verdaderamente excepcional, a la altura de los más grandes filósofos sin duda. Por mucho que siga encabezando las listas de los pensadores más ignorados por la filosofía académica, a la vez que sigue siendo seguramente junto a Nietzsche el filósofo más leído por el público no especialista. Búsquese en Google lo siguiente: "Schopenhauer, memes" ... y tendremos acceso a una gran cantidad de reproducciones de los pocos cuadros que se le hicieron acompañadas de textos humorísticos, casi siempre completamente falsos, siempre en la misma línea de "mala leche". Una que me hizo reír... precisamente porque podía haber sido suya, o por lo menos haberle hecho reír también a él era esta cita falsa "La vida es como una obra de Hegel... una p*** m***** " ;-). No hay que acudir a frases de mal gusto ni de humor grueso como esta, presentes en su obra tendremos imágenes y pensamientos mucho más duros y contundentes que este, aunque quizás expresados de forma demasiado extensa y literaria como para ponerlos en un meme.

Guste o no a los más entendidos en filosofía Schopenhauer es uno de los filósofos más queridos por el aficionado a la filosofía, su contundencia unida a un lenguaje claro con claras connotaciones literarias, lleno de color e imágenes poéticas difícilmente puede ser ignorado. Era un charlatán, lleno de prejuicios y pagado de sí mismo, pomposo y cargante como pocos, pero con una capacidad de ponerse en lugar del lector y llamar su atención verdaderamente envidiable, estoy convencido que hubiera sido un escritor de talento independientemente de lo que hubiera escrito... su devoción y amor a la filosofía, con la que unió su vida todo cuanto pudo resultan aún hoy verdaderamente chocantes. 

Por las páginas recopiladas por Luis Fernándo Moreno Claros desfilan testimonios que nos hablan de un Arthur Schopenhauer extremadamente culto, que conocía muy bien aparte del alemán el francés, inglés e italiano... y lo suficientemente el español para haber traducido al aleman "Oráculo manual y arte de prudencia" de nuestro Baltasar Gracián, a un apasionado de la música, un melómano que adoraba a Mozart y especialmente a Rossini, que interpretaba a la flauta obras de este último compositor y que no se perdía un concierto ni una obra de teatro, que trabajaba incansablemente en la revisión y escritura de sus obras, que leía con avidez en varios idiomas, latín y griego incluídos, y que poseía una considerable biblioteca donde siempre se estaban amontonando más y más libros, que adoraba a su perro de lanas... al que para reprenderlo le insultaba llamándole ¡hombre! ... al silencioso comensal que iba cada día a comer a un caro restaurante pero al que bastaba encontrar un compañero de mesa culto y versado en filosofía para cambiar completamente y deleitar a quienes estuvieran cerca con apasionados y profundos discursos filosóficos, a una persona rígida e inamovible en algunos aspectos, pero muy considerada y amable en otros... en definitiva a alguien que dentro de sus limitaciones supo sacarle todo el partido posible a la vida e irse al otro mundo con la satisfacción de haber hecho algo único, y alguien a quien por mucho que lo intenten los académicos del mundo de la filosofía no pueden ningunear ni hacer callar tanto como quisieran ;-) ... para ellos quizás estemos hablando de alguien irrelevante para la filosofía oficial, pero cuyas ideas se resisten a morir y que permanecen ahí de forma permanente sin constituir la corriente principal del pensamiento, es verdad, pero tampoco sin desaparecer nunca del todo, pues mientras siga existiendo el sufrimiento en el mundo, mientras exista alguien que se pregunte el porqué de ese aparente sinsentido que significa vivir, ahí estará el viejo Schopenhauer, aún vivo en sus ideas, para ponerle una mano en el hombro y empezar a decirle "sé como te sientes, y mira, te voy a explicar el porqué de tus tribulaciones y decirte como puedes intentar sentirte menos triste y miserable... ", quizás con remedios equivocados, pero siempre con la compasión por el dolor ajeno como enseña.

Finalmente para terminar pongo aquí el enlace a una magnífica reseña de este libro, mucho mejor que la mía ;-), perteneciente al blog "El vuelo de la lechuza", mi lugar filosófico favorito en la red.


Lo mejor: Un libro que puedo recomendar a todos los aficionados a la filosofía y figura del gran pensador alemán sin reservas, perfecto también para introducirse en la vida y obra de Schopenhauer que nos descubre aspectos poco tratados en otras obras. Consigue lo que parecía a priori imposible... lograr que nos llegue a caer simpático, creer que le entendemos, y hasta lamentar su muerte en plena posesión de sus facultades y desear que hubiese vivido unos cuantos años más para legarnos más obras y pensamientos. Uno se da cuenta que a pesar de los excesos de carácter no hubiera sido tan difícil cogerle cariño de haberle conocido en persona.

Lo peor: No es una biografía tan exhaustiva como la de Safranski, ni mucho menos, quien desee entrar de lleno en la vida y obra del filósofo no encontrará una introducción mejor que la del divulgador alemán. Aunque la parte inicial es interesante y está francamente bien, es fácil encontrar introducciones a su pensamiento seguramente más interesantes y con más datos. Recomiendo por ejemplo a los interesados en la figura y pensamiento de este gran filósofo a modo de introducción el ejemplar de la colección de grandes filósofos, dirigida por Manuel Cruz y fácil de encontrar en los kioscos, escrita en este caso por Joan Solé... realmente buena, y sencilla de leer.



miércoles, 17 de febrero de 2016

Filosofía de la redención



"¿Quién es, pues, optimista? Es necesariamente optimista aquel cuya voluntad aún no está madura para la muerte. Sus pensamientos y máximas (su cosmovisión) son fruto de su ímpetu y hambre de vivir. Si se le ofrece un conocimiento mejor desde fuera, pero este no echa raíces en su espíritu, o se apodera, ciertamente, del mismo, pero arroja tan solo una especie de frío relámpago en su corazón, pues este es obstinado y duro -¿qué ha de hacer? ¡Pues seguir! - También le llegará su hora, pues todos los hombres, como todo lo demás en la naturaleza, tienen una única meta"



Ficha: "Filosofía de la redención", Philipp Mainländer, Ediciones Xorki, 447 páginas, ISBN: 9788 494 150555

En una de mis inspecciones periódicas de ese gran blog de filosofía que es "El vuelo de la lechuza", me encontré con un artículo dedicado a la primera edición en castellano de la obra de un desconocido filósofo. Philipp Mainländer es uno de esos autores apartados de la filosofía académica, un filósofo prácticamente ignorado en su tiempo cuya filosofía, no obstante, se resiste a morir y caer en el olvido. En cierta forma una paradoja, ya que esa redención de la que nos habla en el título de su obra más importante, no es otra cosa que la muerte y el descanso eterno en la nada.

Decía León Shestov que aquellos filósofos que ponían en pie un sistema filosófico realmente lo que estaban haciendo era rendirse, dejar de moverse, dar por sentado que ya sabían lo suficiente y "acampar", según sus palabras: "Cuando el hombre pierde la capacidad y la fuerza para avanzar, comienza a asegurar que ha llegado hasta el fin, que no hay adonde ni es necesario continuar, que ya es hora de detenerse y empezar a elaborar una concepción del mundo". El símil no podría ser más acertado en el caso del melancólico filósofo germano. Mainländer convencido de que había logrado el objetivo de su vida, un sistema filosófico que pretendía explicar nada más y nada menos que el origen y el destino final del mundo, y también seguramente en medio de un ataque insuperable de melancolía, se quitó la vida un 1 de abril de 1.876, se ahorcó usando una pila de libros enviada por su editor el día antes, precisamente la obra que comento aquí, para alcanzar la soga... no había todavía cumplido los 34 años.




Años antes, en 1.860,  había quedado poderosamente seducido por las ideas expresadas por Schopenhauer en su obra magna "El mundo como Voluntad y Representación", la lectura de ese libro iba a cambiar su vida. Tres años más tarde, a raíz de la muerte de su madre dejó paulatinamente de interesarse por la literatura y la poesía, y se fue centrando mucho más en la filosofía, siempre y de forma autodidacta, al igual que sus anteriores lecturas de literatura, se sumergió en una intensa lectura de los más grandes de la filosofía, desde Platón y Aristóteles, Spinoza, los empiristas británicos hasta culminar en Kant, y por supuesto teniendo siempre como referencia insustituible a su idolatrado Schopenhauer, su obra, esta "Filosofía de la Redención" no es otra cosa en el fondo que un epílogo a la obra del genial cascarrabias de Danzing, no solo completaba su visión del mundo sino que acentuaba mucho más aún su pesimismo... aunque como comentaré un poco más adelante, no es justo catalogar a Mainländer con la etiqueta de pesimista sin más, es que en su caso habría que inventar una nueva palabra. 

La idea central de su filosofía es tan sencilla como inquietante y colosal, el mundo tal y como lo conocemos tuvo su origen en la muerte de un ser omnipotente y singular, más allá de todo cuanto podamos imaginar al que podríamos llamar Dios, este, enfrentado a su soledad, puesto que cuando existía solamente él incluía el universo, la totalidad de todo lo existente en un todo indiferenciado; decidió ejercer su libertad, su libre albedrío en la única acción posible, su muerte. Su omnipotencia le impedía, paradojicamente, disolverse en la nada sin más, pero no su "suicidio". Resultado del mismo es la existencia de este mundo múltiple, surgido de ese otro universo anterior simple e indiferenciado... y es este mundo múltiple, del que hemos surgido los hombres, el que sí que se vuelca en la nada. Porque para llegar a la nada es preciso el paso previo por la vida y la existencia... de modo que la meta del mundo, del hombre, y de todo cuanto existe, no es más que el paso del ser al no-ser. Es la redención de ese "crimen" de existir, el objetivo último de la vida, y el destino del universo... el cumplimiento último por lo tanto de la voluntad de ese Dios primordial.

Como seres inteligentes y auto-conscientes participamos según Mainländer de la naturaleza de ese Dios empeñado en auto-aniquilarse, por un lado hay en nosotros una voluntad creadora, una voluntad de vivir, y por otra parte una atracción fatal por la destrucción y un deseo de descansar en paz, un anhelo de detenernos para siempre y encontrar esa paz que tanto perseguimos sin encontrar nunca del todo. 

En base a esa idea, no ya pesimista sino algo que ya no sé como calificar ¿ultra-nihilismo?, construyó todo un sistema filosófico que se apoyaba sobre todo en la obra de Schopenhauer aunque bebía también de otras fuentes, sobre todo de Kant, y que un servidor ha encontrado también reminiscencias de Hegel en su faceta política. De ahí que en la mayor parte de su filosofía la originalidad brille por su ausencia, Mainländer construyó un colosal edificio... pero me temo que lo comenzó por el tejado, porque de principio a fin, y en esto si que tiene un gran mérito, trata de adaptar y justificar su visión metafísica a partir de todo aquello que conoce.

En el primer capítulo, el titulado "Analítica de la facultad cognoscitiva", altamente especulativo, de inspiración kantiana, le tenemos embarcado en la difícil tarea de explicar el proceso de conocimiento del mundo: sentidos, ideas, "cosa en sí", los límites de la percepción y el conocimiento que podemos tener a partir de la misma, los límites del conocimiento a través de la introspección... y por supuesto el intento de justificar la idea de la Voluntad, esa fuerza ciega que impregna todo y que mueve el mundo, herencia directa del pensamiento de Schopenhauer.

En el siguiente capítulo, el dedicado a la física, le veremos intentando introducir esa fuerza ciega, la Voluntad, en el ámbito de las fuerzas físicas... elementos inanimados incluidos, le veremos disertar sobre la vida, en su ámbito vegetal, animal y humano, pero también sobre el elemento físico... aquí tendrán lugar los mayores dislates y desbarres, explicables en parte por su pobre formación científica, y también por el estado de la ciencia de su tiempo es verdad... resultarán chocantes sus ideas sobre el movimiento planetario por ejemplo y su idea del equilibrio de la Tierra en torno al Sol... por no hablar de ese intento de "meter" con calzador si hace falta la idea, propia de la metafísica, de la Voluntad mezclando, como decimos en castellano churras con merinas. Simplemente curioso ese intento de tratar de encontrar una "teoría del todo" filosófica.

Mucho más interesantes son sus disertaciones sobre la estética en el siguiente capítulo, se nota que ahí si que pisa terreno más firme debido a su formación artística y literaria, y también gracias a su sensibilidad de poeta, no faltarán por supuesto las ideas controvertidas o apreciaciones subjetivas, realmente este hombre no parecía conocer el sentido del ridículo ni el miedo, sino que además todo este capítulo no es sino una justificación de su tesis de porqué el arte y el goce estético no bastan para proporcionar sentido a la vida, por qué este no es suficiente para compensar el vacío de la existencia... de nuevo vuelve a aparecer el fantasma de Schopenhauer que encontraba en la experiencia estética uno de los modos más poderosos para acallar y suspender la influencia de la Voluntad... aunque fuese momentáneamente.

En el capítulo dedicado a la ética, nos encontraremos con sus ideas sobre la posición del hombre en el mundo y su relación con los semejantes, la moral, el bien y el mal... y sobre todo su postura en relación con la abstinencia de la procreación, lo relativo de los actos, y como da igual de cara al destino del mundo lo que hagamos o dejemos de hacer. Mainländer solo veía en la procreación de nueva vida el acto y la decisión más importantes, por cuanto suponía nuestra supervivencia, aunque fuese en forma de descendientes... aunque al fin y al cabo estaba convencido de que el destino del universo hacia la no-existencia era algo completamente inexorable.

Mucho más interesante es el capítulo centrado en la política, contrariamente a su maestro Schopenhauer, que fue un conservador a ultranza, Mainländer era partidario de la consecución de un estado ideal, defendía las pretensiones de los movimientos obreros y sociales de su época en aras de abolir el estado de semi-esclavitud en el que vivía el proletariado... pero no lo hacía por grandeza de corazón o por compasión, simplemente creía que las duras condiciones de vida de la clase obrera les incapacitaba para pensar en otra cosa que en la difícil lucha por la supervivencia del día a día, reforzaba de forma paradójica sus ganas de vivir, reforzaba la influencia de esa fuerza ciega llamada Voluntad... y posponía el fin último del mundo. Solamente a través de la consecución de un estado "ideal", un estado supra nacional, en donde la gran mayoría de sus ciudadanos disfrutasen de comodidades materiales, lujos, y tiempo de ocio podía germinar la idea de la aniquilación total... solamente en un estado que proporcionase la comodidad de la que en aquel momento solo disfrutaban las clases más acomodadas podría darse un paso adelante en el cambio de conciencia, que todo el mundo comprobase de primera mano que los placeres mundanos, el ocio, el conocimiento y demás bienes terrenales no conducían a la felicidad y no colmaban en modo alguno el vacío de la existencia. Era como desear que todo el mundo se haga millonario para que ser millonario pierda todo su atractivo, y hacer despertar de su sueño a la humanidad, pues tras ese estado ideal ya solo quedaba, a su entender, la extinción.

Y al final llegamos al capítulo más importante del libro, el de la metafísica, centrado en especular sobre el origen del universo y su destino según lo apuntado anteriormente. Todo lo visto anteriormente, y que conste que hay un sin fin de ideas y de especulaciones, mucho muchísimo más de lo apuntado aquí, sirve tan solo de apoyo a su cosmovisión, original e ingeniosa, por la que Mainländer hubiera merecido entrar en la puerta grande de la filosofía. Su sistema filosófico es un puente, un eslabón perdido realmente, entre Schopenhauer y Nietzsche, este último leyó a fondo su "Filosofía de la Redención", de ahí sacó su idea de la "muerte de Dios", aunque en un sentido muy diferente del utilizado por Mainländer, y como bien comenta Manuel Pérez Cornejo en la introducción, se portó de forma bastante mezquina con el desafortunado filósofo. No fue el único, Mainländer ha sido "ninguneado" como pocos filósofos en la historia, quizás por su ausencia del ámbito académico y su labor autodidacta, por su prematura muerte... o quizás porque su filosofía se apoyaba en una idea demasiado radical, demasiado desesperanzadora, y a nadie le gustan las malas noticias.

En el club de los pesimistas Mainländer ocupa un lugar muy especial, Schopenhauer llevó una vida acomodada y no dudó en hacer uso de cuantos placeres, estéticos y más terrenales, estuvieron a su alcance, Nietzsche vivió una vida más desgraciada... pero fue un apasionado melómano y un ardiente defensor del valor de la lucha del hombre contra su aciago destino, nuestro Miguel de Unamuno lo podríamos encuadrar también en ese ámbito, el de los pesimistas heroicos, que vieron en la lucha contra lo inevitable un indicio de la grandeza del hombre "vive tu vida de tal forma que tu muerte aparezca como la mayor de las injusticias"... Emil Cioran no dejó de lamentarse y arrojar sus demonios a través de su escritura durante su larga vida sin atreverse a dar ese paso en el vacío... paso que Mainländer dio sin titubeos, aquí no estamos solamente ante alguien angustiado que no ve más que sufrimiento en la vida y desea poner fin a su agonía, vemos también a un pensador "enamorado" de la idea de la muerte, de la idea del descanso definitivo del sufrimiento... esa nada a la que parece arrojarse la existencia no angustia en absoluto al filósofo germano, no hay ni una frase de temor o lamento en su obra por ese final contra el que tanto se revolvía nuestro gran Miguel de Unamuno. Ni un solo lamento por la pérdida definitiva de ese "yo"... y para mí desde luego ahí está la grandeza de Mainländer, semejante a la sencillez de esos maestros budistas de oriente.

Por eso considero, y es solo una opinión, superficial la etiqueta de "pesimista", Mainländer va más allá. Es conmovedora por ejemplo su visión del cristianismo, cómo identifica al budismo, en su esencia, con el mismo, como interpreta a su modo hasta el dogma de la Trinidad cristiana para hacerlo coincidir con su cosmología... y también como su colosal visión de un universo donde predomina la entropía y camina lentamente a su extinción, un universo donde hubo un principio, posteriormente llamado big-bang, aunque podríamos llamarle igualmente Dios, un universo del que ya podemos tranquilamente excluir cualquier elemento trascendente e inmaterial, aunque ahí esté nuestro pensamiento, nuestros sentimientos, ideas etc etc como un resto del genio divino... un universo sin un vigilante, sin guardián, sin niñera... donde estamos fundamentalmente solos y que probablemente camina lentamente hacia su auto-extinción ¿acaso no cuadra perfectamente con el universo que nos describe la ciencia?.



"Dios ha muerto y su muerte fue la vida del mundo"








"Entregándose única y exclusivamente a la vida, de forma cada vez más voraz y llena de apetencias, el hombre actúa sirviendo a los intereses de la naturaleza, sirviendo al mismo tiempo a su propio interés; pues debilita la suma de fuerza del universo, y a la vez su tipo, su individualidad, que tiene una idea especial, y una semiautonomía. Se encuentra en el camino de la redención, y sobre esto no puede haber duda alguna; pero es un camino largo, cuyo fin no puede verse."

Conclusión: Como bien dice el traductor en el prólogo, la escritura de esta obra tuvo lugar de forma "torrencial", el libro hubiera necesitado unos años de reposo y reescritura en algunos apartados, el mismo Mainländer reconoce que no estaba completamente terminado y que necesitaría revisiones y añadidos posteriores en el campo de la física y la historia, debido naturalmente al progreso de ambas; porque en lo fundamental creía firme, y trágicamente por desgracia, en la verdad de su cosmovisión. 

Sin duda si el desgraciado filósofo pudiera contemplarnos desde su tiempo por un lado quedaría horrorizado del intenso materialismo de nuestra era, pero por otro lado quedaría complacido ante la lenta confirmación de sus tesis, y es que hay una relación directa entre la mejora de las condiciones de vida de la población, el aumento del ocio y las actividades de distracción y escapismo que no pueden desembocar en otra cosa que en un vacío existencial si cabe más intenso. Y naturalmente quedaría satisfecho también al conocer el progreso histórico desde su época, ese "avance en espiral" siempre progresivo, aun con grandes retrocesos y calamidades. Pura charlatanería para la mayoría de los pensadores actuales quizás, pero también una cosmovisión y una colección de símbolos y temas que todavía dan que pensar y excitan la imaginación y el intelecto. 


Lo mejor: Un libro enorme, un trabajo de esos que ya no aparecen en el mundo de la filosofía, y que ha sido oportunamente rescatado y traducido, magníficamente, por Manuel Pérez Cornejo y editado por Carlos Javier González Serrano autor del blog mencionado al comienzo. Recomendable a los lectores asiduos de filosofía y especialmente a aquellos que gustan de autores poco conocidos y marginados por la historia oficial. Es inevitable encontrarnos con muchas ideas que nos van a "chirriar", con interpretaciones con las que no vamos a estar de acuerdo, y con las limitaciones de un pensador muy peculiar, y ante todo hijo de su tiempo... pero Mainländer es un autor, sin duda, que merecía un rescate del olvido, estamos ante un filósofo valiente que fue capaz de mirar a la muerte cara a cara, sin dramas personales, y poco menos que decirnos que "no hay para tanto", y también que puesto que ante la misma todos somos iguales, y que es el fin último del universo, y la voluntad última de Dios, quizás deberíamos enfocar de otra forma nuestra vida. 

Lo peor: Aunque durante el desarrollo de la obra en general los términos que se usan quedan suficientemente claros a través de su contexto un glosario no hubiera venido mal, Mainländer al igual que tantos otros filósofos en ocasiones utiliza las palabras con un sentido particular... y no hubiera estado de más un poco de ayuda. Las notas biográficas incluidas saben a poco, quizás no se tenga más información de este filósofo tan curioso, pero hubiera estado bien un apartado introductorio más extenso. Por lo demás un trabajo excelente, sin duda un libro al que se le puede sacar mucho partido y con el que no basta una primera, y superficial aproximación como la mía, la de un lego en la materia, por eso confío en que pronto aparezcan más ensayos relacionados con la obra y vida del filósofo germano.


martes, 7 de octubre de 2014

Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía

"En el espacio infinito hay innumerables esferas luminiscentes y en torno a cada una de ellas giran aproximadamente una docena de esferas más pequeñas e iluminadas que, ardientes por dentro, están cubiertas con una corteza solidificada y fría, sobre la cual una capa mohosa ha originado seres vivos y capaces de conocer: ésta es la verdad empírica, lo real, el mundo. Sin embargo, para un ser pensante es una situación penosa hallarse sobre una de estas innumerables esferas que se balancean libremente en el espacio ilimitado, sin saber de dónde viene ni hacia dónde va, siendo tan sólo uno entre innumerables seres similares que se empujan, incitan y atormentan, surgiendo y desapareciendo rápida e incesantemente en un tiempo sin comienzo ni final: ahí nada persiste salvo la materia y el retorno de las mismas, a la par que diversas, formas orgánicas, por medio de ciertos caminos y canales que existen de una vez por todas. "

Arthur Schopenhauer. El mundo como voluntad y representación, tomo II, capítulo 1º.

Ficha: "Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía", Rüdiger Safranski, Tusquets Editores, 495 páginas, ISBN: 9788 483 833438

De nuevo me acerco a la obra y vida de este gran filósofo alemán y lo hago de la mano de un compatriota suyo, un filósofo contemporáneo, Rüdiger Safranski, especializado en ensayos sobre grandes pensadores alemanes. Schiller, Nietzsche, Heidegger... son algunos de los filósofos a los que ha dedicado un libro. Si todos ellos poseen la calidad y el excelente nivel que Safranski demuestra en esta obra estoy ante uno de esos autores imprescindibles. Sin duda que no será el último libro que lea con su firma.

Schopenhauer como filósofo suele ser despachado rápidamente bajo la etiqueta de "pesimista". Posiblemente no hay en la historia un filósofo con una relación más dispar entre su talla intelectual y su influencia en la historia de la filosofía que el viejo gruñón de Frankfurt. Reducir su pensamiento, como hacen muchos, a la simple etiqueta de pesimismo sería el equivalente de definir a Cervantes como "el escritor manco que escribió una parodia de las novelas de caballerías". 

Schopenhauer fue una anomalía en su época, aquellos "años salvajes de la filosofía" tal y como los define Safranski fueron los años del romanticismo alemán, con Fichte, Schelling y sobre todo Hegel como protagonistas. Los mismos elaboraron una filosofía que era a la vez deudora y se se rebelaba contra la poderosa figura de Inmanuel Kant, pensador que representa la cumbre en filosofía del siglo de las luces... Kant pretendió eliminar de una vez por todas la metafísica y he aquí que los filósofos románticos pretendieron rehabilitar la misma con una particular metafísica del espíritu, muy diferente según el autor, metafísica en la moral, en la naturaleza, el arte, en la historia etc. Schopenhauer fue un seguidor en muchos aspectos de Kant, al que también criticó, especialmente en lo referente a su ética, pero con quien le unió una gran afinidad de pensamiento tal y como muestra Safranski en su ensayo...

Este ir a contracorriente de la época, sobre todo por su original y pretenciosa filosofía, seguramente no ha existido un filósofo más pretencioso en la historia, salvo quizás Nietzsche gran admirador de Schopenhauer por cierto. Todo ello unido a un carácter complicado, extremadamente orgulloso y pagado de sí mismo, con una acusada tendencia al sarcasmo y la ironía más sangrante, unido a una falta notoria de paciencia para tratar con las debilidades ajenas, fueran estas reales o figuradas, convirtieron su vida en una travesía solitaria y llena de conflictos. Fue siempre un bicho raro, en cierta medida las grandes figuras de la historia lo son forzosamente, no digamos ya en la filosofía... pero es que en Artur Schopenhauer todo siempre parece tener un carácter más extremo.


Rüdiger Safranski nos muestra, con todo lujo de detalles fruto seguramente de una ardua documentación, los pormenores del tiempo que le tocó vivir, esa Alemania todavía muchas décadas antes de su unificación donde convivían reinos poderosos como el de Prusia con pequeñas repúblicas independientes dedicadas a la actividad comercial, como Danzing, su ciudad natal, hoy en la Gdansk polaca, Hannover, Weimar y finalmente Frankfurt, ciudad donde residió en sus últimos años y donde al final le alcanzó la fama y el reconocimiento tan ansiado tras una vida prácticamente en el anonimato.

Alguien más convencional hubiera seguido los pasos de comerciante de su padre, y hubiera vivido dedicado a los negocios que habían convertido a su familia en una de las más prósperas de su ciudad. De hecho en principio ese parecía ser su destino pero quiso la fortuna que falleciese prematuramente un padre al que nunca dejó de idolatrar, y de esa forma quedó libre de la promesa, un tanto forzada, que le había hecho de continuar con sus negocios. Tampoco aquí quedaba el capítulo de su vida ya encauzado, cualquier otro en su caso sin una vocación por el mundo de sus negocios y habiendo heredado una nada despreciable fortuna que le permitía vivir sin trabajar se hubiese convertido en el típico rentista aburrido y conservador, en uno más de los "gusanos bípedos", como llamaba a los mediocres, que pululaban a su alrededor... su amor por la filosofía y su genio inquieto no le dejaban tranquilo.

Intentó en un principio no solo vivir "para", sino también "gracias a" la filosofía... sin demasiado éxito. Nunca consiguió un puesto fijo en una universidad como profesor, sus clases apenas despertaron el interés de sus contemporáneos, ni siquiera cuando las anunciaba a bombo y platillo como el "no va mas" en la época en la que residió en Berlín. Al mismo tiempo Friedich Hegel, un filósofo al que siempre despreció y tildó de farsante, dominaba la escena y abarrotaba áulas y salones de conferencias... Demasiada originalidad, demasiado ir a contracorriente, y también muy poca "mano izquierda", Arthur siempre tuvo la habilidad de hacer enemigos y de dejar mal sabor de boca allá por donde pasase. Las ediciones de su obra magna, "El mundo como voluntad y representación", así como su primera obra, la tesis que le valió un doctorado en filosofía por la universidad de Jena "Sobre la cuádruple raíz del principio de razón suficiente", tuvieron que ser costeadas íntegramente de su bolsillo... nunca se vendieron bien y en su mayor parte terminaron trituradas para obtener pasta de papel...

La obra abunda y se recrea en todo tipo de detalles, la relación del filósofo con su familia, sus conflictos con su madre y hermana, sus denodados esfuerzos por conseguir reconocimiento, su vida solitaria, la gestación de su pensamiento... en sus páginas Safranski disecciona con habilidad la filosofía de Kant, primera gran inspiración de Arthur, la de Fichte... la gran decepción del filósofo germano y su primer encontronazo serio con el espíritu romántico de la época, la construcción de su sistema filosófico. Un sistema que pretendía nada más y nada menos que poner un punto y final a la filosofía, eliminar de raíz las metafísicas del espíritu, a costa eso sí de introducir él mismo su metafísica particular, la metafísica de "la Voluntad". Las coincidencias con Kant, respecto a su identificación de "la cosa en sí" kantiana con la Voluntad, sus críticas a la ética de Kant y su establecimiento de una ética alternativa basada en la compasión. Su descubrimiento de los textos religiosos hindúes, los Upanishad, su admiración por la figura de Buda, su afición a la música... la atención prestada a la experiencia estética y a la contemplación... los límites de la razón, la fuerza ciega e irracional de la Voluntad, la imposibilidad de burlarla. En definitiva la visión de la vida como una broma pesada, como una terrible tragedia donde estamos condenados a ser infelices con apenas un resquicio para liberarnos, esa "conciencia mejor" fruto de experiencias místicas y contemplativas donde el ser humano según su opinión podía, momentáneamente eso sí, ser libre... nadie ha escrito sobre la experiencia artística, especialmente la música, como lo hizo Schopenhauer, elevando la misma a cimas imposibles de superar.

El libro acomete la nada desdeñable tarea de acercarnos la figura del genial filósofo, tanto su vida como su obra, ambas forman un entramado inseparable. No siempre es fácil de leer, existen partes que requerirán del lector una especial atención y unos conocimientos previos, al menos en lo que se refiere a la historia de la filosofía. Pero vale la pena porque es una tarea que da su fruto, Safranski se muestra lo más objetivo posible, no duda en hacer juicios de valor y calificar las palabras y las acciones de Arthur cuando hace falta, pero también sabe disculparlo en diferentes ocasiones. Hubiera sido fácil buscar el sensacionalismo de algunas anécdotas conocidas de su vida, como su relación con una joven actriz y su paternidad malograda, el conflicto con una vecina con la que estuvo pleiteando durante años, o su enconada resistencia a los cambios, motivado sin duda por sus intereses egoístas, que culminaron en la ayuda prestada a la represión de los revolucionarios de 1.848...  

El retrato no es condescendiente, pero tampoco especialmente severo, Schopenhauer como todo ser humano era en parte el reflejo de una época, con lo bueno y lo malo que ello conlleva. A diferencia de los maestros y líderes espirituales él nunca quiso hacer de su vida personal ningún ejemplo, estaba completamente volcado en su obra filosófica y a ella se entregó en cuerpo y alma. A pesar de su época de crápula y sus excesos con la comida, entre otros, su existencia fue de lo más monótona y metódica, recordando mucho en su última etapa a la de su admirado Inmanuel Kant.

No obstante hay aspectos del filósofo que quedan notablemente dulcificados por la versión de Safranski, como por ejemplo su impenitente misoginia, fruto sin duda en parte de sus fracasos amorosos y de la compleja y explosiva relación que sostuvo con su madre... aunque al final de su vida , merced a su trato con una artista que le confeccionó un busto, tuvo ocasión para desdecirse, aunque fuera en parte, de su mala opinión de las mujeres. También ya al final de su vida, a poco menos de una década del final, el éxito llamó a su puerta y pudo disfrutar en su vejez de un poco de paz y sosiego, y al menos irse con la conciencia tranquila de que su filosofía no iba a caer en el olvido, un punto en el que siempre demostró una inquebrantable fe digna de encomio. 

Sus escritos que le proporcionaron la fama en vida, aquellos que incluyó en ese recopilatorio denominado "Parerga y paralipomena" y del que forma parte su ensayo más conocido "Aforismos sobre el arte de vivir", un libro delicioso que no me canso de recomendar, poseían ya un aire menos trágico y más acorde con el espíritu de la época, no daban ya tan por supuesta la imposibilidad de alcanzar la felicidad en la vida y en ellos se nos aparece un Schopenhauer bastante más humano que el genio intransigente autor de "El mundo como voluntad y representación" la obra de su vida. Existe por lo tanto en su obra un "arte menor y mayor" que se puede adaptar a los gustos más variados, y una gran cualidad que le hace muy diferente de la mayoría de los filósofos de su tiempo y posteriores... la claridad, Schopenhauer decía que si algo podía ser expresado en palabras debía ser expresado con la mayor claridad posible. Quizás, tal y como comentó el filósofo argentino Mario Bunge en una entrevista a Jot Down, Schopenhauer nunca pasó de ser un charlatán... pero sin duda alguna que tuvo el gran mérito, y eso es indiscutible, de ser un escritor de primera línea, uno de los más grandes en lengua alemana, y al que a diferencia de otros pensadores del pasado todavía es un placer acercarse...   aunque uno no esté de acuerdo con muchos de los postulados de este pesimista, lúgubre, misógino, misántropo, irónico e implacable observador de la vida humana capaz de ponernos el vello de punta... el aburrimiento es francamente imposible.



Lo mejor: Una biografía completa y exhaustiva que nos acerca a la vida y la obra de uno de los más grandes filósofos de la historia. Gran pesimista, no cabe la menor duda, pero también dotado de una enorme inteligencia, lucidez y buen estilo. Safranski hizo un gran trabajo en este libro, referencia ineludible para conocer mejor a este filósofo gruñón que una vez contestó a la pregunta de porqué quería estudiar filosofía: "creo que la vida es un asunto desagradable y quiero dedicar mi vida a reflexionar sobre ella". Los aficionados a la filosofía en general, a la figura de Arthur Schopenhauer en particular y a la historia pueden disfrutar mucho con este libro. Muy recomendable.


Lo peor: En el texto hay referencias a la posterior influencia de A. Schopenhauer en F. Nietszche, Wittgenstein o Sigmund Freud... sin embargo creo que son insuficientes. Así como hay un par de capítulos dedicados a introducirnos en la época en la que vivió y las circunstancias familiares, culturales, geográficas e históricas ¡ ya antes de que naciera!, sin duda todo un alarde de erudición y meticulosidad por parte de Safranski, no hubiera estado de mas por el autor un epílogo o un capítulo incluso donde se nos hubiera narrado su posterior caída en el olvido, su rescate por parte de F. Nietzsche, y la vuelta a los márgenes de la historia ortodoxa de la filosofía etc. 

Safranski se pone en el papel de un historiador, creo que cumple con creces dicho papel, pero fundamentalmente es un filósofo y es en sus explicaciones y divagaciones sobre el pensamiento del protagonista, junto con sus influencias, a lo que dedica más espacio en el libro... de modo que nadie espere una biografía convencional, las ideas filosóficas cobran tanto peso como el relato de los hechos y pormenores de la vida de Arthur, por lo tanto este no es un libro para los amantes de relatos más ligeros ;-)


jueves, 28 de marzo de 2013

Aforismos sobre el arte de vivir

"Pues la riqueza, aparte de satisfacer las necesidades reales y naturales, tiene muy poca influencia sobre nuestro auténtico bienestar; al contrario, éste puede ser menoscabado por las numerosas e inevitables zozobras que la conservación de una gran fortuna llevan consigo. Y sin embargo, los hombres se afanan cien veces más en adquirir riquezas que en cultivar su espíritu; y ello a pesar de que está fuera de toda duda que lo que uno es contribuye mucho más a nuestra felicidad que lo que uno tiene."


Ficha: "Aforismos sobre el arte de vivir", Arthur Schopenhauer, editorial Alianza, 356 páginas, ISBN: 978-84-206-0961-4

Recientemente está siendo editada la obra completa de Schopenhauer en formato de bolsillo por la editorial Alianza, una ocasión perfecta para adentrarme en la filosofía del gran pensador alemán. En mi empeño de leer este año menos obras sobre filosofía y más obras filosóficas tenía que buscar autores que poseyeran un lenguaje comprensible y escásamente técnico... a la par que fuesen interesantes, Schopenhauer cumple con creces todos estos requisitos, no en vano se le considera uno de los mejores escritores en lengua alemana de todos los tiempos. Su prosa elegante y brillante, exenta en general de los tecnicismos y estilo oscuro que han dado mala fama a la filosofía, convierte su lectura en todo un placer.

Este libro forma parte de aquella obra tardía llamada "Parerga y paralipomena", es decir obras secundarias y apéndices, que fue la que lo encumbró a la fama en los últimos años de su vida. Su obra principal con diferencia, y por la que ha pasado a la historia de la filosofía, es como todo el mundo sabe "El mundo como voluntad y representación". Obra que fue sistemáticamente ignorada, muy a su pesar, por sus contemporáneos y que fue redescubierta gracias precisamente al éxito logrado por esta otra obra menor mencionada de la que este libro forma parte. 

Schopenhauer por lo tanto debió mucho a esa obra menor, se pasó media vida sufriendo por lo que consideraba una gran injusticia y he aquí que el gran público descubre su obra maestra a través del éxito de otra considerada por su propio autor como secundaria... así lo quiso el destino. El hecho de que "Parerga y paralipomena" fuese considerada una obra secundaria no significa que fuese banal, nada en Schopenhauer lo es, le dedicó según palabras del fillósofo "seis años de trabajo diario". De esta obra he hablado ya anteriormente en este blog en aquel tríptico que comenté sobre las obras de tres filósofos, los "Fragmentos para la historia de la filosofía" eran uno de los tres libros comentados en aquel artículo, libro incluido al igual que este en esas obras secundarias y apéndices. 

Resulta chocante, tal y como comenta muy bien Franco Volpi en el prólogo, que un pensador tan pesimista como Schopenhauer nos ofrezca esta obra destinada, aparentemente, a la consecución de una vida feliz ya que él no creía en absoluto en la posibilidad de la felicidad humana... y no, Arthur no se mofa de sus lectores ni tampoco reniega de ningún pensamiento anterior, simplemente nos ofrece una obra destinada a mitigar el sufrimiento de nuestra vida en la medida de lo posible, sigue por lo tanto los pasos de ese otro gran pensador, muy admirado por Schopenhauer, que fue Baltasar Gracián, cuya obra "El arte de la prudencia" fue traducida por Arthur al alemán. Ambas obras poseen este vínculo en común, el intentar instruir al lector en los peligros del mundo y en la necesidad de estar alerta ante los mismos, y sobre todo en la necesidad de llevar una vida donde la reflexión ocupa un lugar importante. 

El libro consta de dos partes cláramente diferenciadas, en la primera tomando una idea que se inspira en Aristóteles, Schopenhauer divide los elementos principales que influyen en la felicidad humana en tres apartados, lo que uno es, lo que uno tiene y lo que uno representa, para a continuación dedicarle un capítulo a cada uno de los mismos. En la segunda parte escoge cincuenta y tres máximas, o pensamientos, que considera los más importantes de la sabiduría de todos los tiempos y los va desarrollando con desigual extensión, agrupándolos en distintos apartados, generales, concernientes a la conducta con nosotros mismos, nuestra conducta con los demás, nuestra conducta en relación con el mundo y con el destino y finalmente un apéndice con el tema de las diferencias entre las edades de la vida. 

El libro, tal y como apuntaba antes, está redactado en un estilo ameno y elegante, abundan en el mismo las citas griegas, latinas, alemanas e inglesas... pero siempre con la traducción al pie del propio Schopenhauer o bien del editor cuando la obra original carece de la misma, lejos de hacer pesada la lectura proporcionan puntos de referencia reforzando siempre lo expuesto por su autor de una forma concisa y certera. Está claro que Arthur escribió esta obra para el gran público, nada hay en la misma que pueda resultar complicado de entender, y lo hizo a su manera, sin caer en vulgaridad alguna y conservando intacto su sentido de la ironía, sus ideas personales y sus en ocasiones polémicas opiniones. Schopenhauer era un escritor apasionado y poco indulgente, le gustaba llamar a las cosas por su nombre. 

Lejos de ahondar en ese pesimismo que como una estúpida etiqueta se le ha endosado a modo de sanbenito, Schopenhauer nos hace partícipes de su concepción de la vida que es mucho más rica que eso. El libro habla sobre todo de la necesidad de ser auténtico, de cultivar el propio espíritu, de aprender desenmascarar las falacias y las mentiras que adornan la vida, exhortan a ser prudentes a la hora del trato con los demás y sobre todo a ser nosotros mismos. No puede evitar dejar mucho de sí mismo en esta obra. Él personalmente escogió el camino del aislamiento y la soledad, la soledad será vigorosamente defendida a lo largo de buena parte del libro, Schopenhauer la consideraba un mal menor y pensaba que la capacidad de un hombre de soportarla estaba en relación proporcional con su inteligencia. Estamos pues ante toda una declaración de principios, no solamente nos indica el sendero a recorrer sino que nos hace, de forma indirecta, partícipes de su personal visión sobre la vida, la que él mismo le tocó vivir y sufrir.

A. Schopenhauer es un hijo de su tiempo y sus circunstancias personales, de ahí algunas ideas que esgrime en este libro que habría que "cogerlas con pinzas"; ideas tales como su pobre concepto de la mujer, fue un misógino feroz toda su vida, o sobre la raza negra, o sobre las relaciones sociales, pero una vez separado el grano de la paja, hay bien poca en mi opinión, el resultado es magnífico. Lo confieso, he disfrutado con la lectura de este libro. Estamos ante un pensador original y apasionado, por momentos pesimista y antipático, pero también tremendamente incisivo y mordaz. En una ocasión escribió que leer a los clásicos era como "abrir una ventana para dejar entrar el aire fresco", he tenido esa sensación leyéndole.

"... los grandes dones del espíritu aíslan a su portador de los demás hombres y de sus quehaceres, que cuanto más tiene alguien en sí mismo menos encuentra en los demás, y que cientos de cosas que satisfacen plenamente a los demás son consideradas por él como frívolas e inútiles; todo lo cual pareciera confirmar aquí una vez más la vigencia de la ley universal de la compensación; pues no en balde se afirma a menudo, y no sin cierta verosimilitud, que el hombre de espíritu obtuso es en el fondo el más dichoso, por más que no se trate de una felicidad digna de envidia."



Lo mejor: Este libro es la culminación del pensamiento de Schopenhauer, la cúspide de su filosofía, una especie de testamento vital... no está encuadrado en su obra principal, aquella que constituye el meollo y grueso de su pensamiento filosófico pero en cambio proporciona la conclusión a la misma. Lúcido, inteligente, irónico y mordaz en ocasiones, en otras revestido de una profunda humanidad... ya se sabe que su vida personal no fue precisamente ejemplar y algunas de sus opiniones forzosamente tienen que chirriar en los oídos de un lector de nuestro tiempo, sin embargo vale la pena leerle aunque en ocasiones nos proporcione bocados ásperos y difíciles de tragar.


Lo peor: Que la etiqueta de pesimista que se le adjudicó en su época,  y que realmente se ganó a pulso, eche para atrás a alguien a la hora de leerle, la filosofía de Schopenhauer abarca un espectro inmenso, tan grande como la vida misma y no puede ser reducida a un simple cliché. Encuentro realmente alucinante el hecho de que fuese durante mucho tiempo un filósofo marginado y menospreciado.