"Con mi experimento aprendí al menos que quien avance confiado en la dirección de sus sueños y acometa la vida tal como la ha imaginado recibirá a cambio una gratificación que no le otorgará el tiempo ordinario. Dejará atrás algunas cosas, cruzará una frontera invisible; leyes nuevas, universales y más tolerantes comenzarán a regir en su interior y a su alrededor; o se modificarán las antiguas, interpretadas en su beneficio, en un sentido más generoso, y vivirá con la libertad de la que gozan seres más elevados. Conforme simplifique su vida, las leyes del universo parecerán menos complicadas y la soledad ya no será soledad, ni la pobreza tal pobreza, ni la debilidad tal debilidad. Si construye castillos en el aire, su obra no se perderá: ahí están bien edificados. Que tan sólo ponga ahora los cimientos bajo esos castillos"
Ficha: "Walden", Henry David Thoreau, editorial Errata Naturae, edición especial 200 aniversario, 369 páginas, ISBN: 9788 416 5444 24
Este año que ya termina ha sido testigo de dos grandes efemérides en el mundo editorial, una, la más obvia y que personalmente me importa un comino, es el centenario de la Revolución Rusa de 1.917, no han faltado los oportunos ensayos, algunos verdaderos tochos, revisando y conmemorando aquel evento crucial de la historia, el otro evento, infinitamente más banal en apariencia, pero que considero más interesante, atractivo y actual ha sido la conmemoración del nacimiento en 1.817 de Henry David Thoreau, uno de los grandes filósofos y pensadores norteamericanos, un filósofo de moda cuyo mensaje parece hoy más actual que en la época en que escribió sus libros hace ya más de ciento cincuenta años. De hecho su figura y su influencia no ha hecho más que agrandarse en todos estos años, y hoy es mucho más leído y conocido que cuando vivió.
Varias editoriales se han lanzado a editar sus obras y ensayos centrados en su figura, ahí están Capitán Swing que ha publicado una versión íntegra de sus diarios, Pepitas de Calabaza con algún ensayo inspirado precisamente en el libro que comento hoy, la editorial Ariel con un bonito ensayo sobre su vida y obra que espero comentar aquí pronto... pero si hay una editorial que lleva años homenajeando y editando obras de Thoreau es Errata Naturae, allí están las principales obras de Thoreau además de un impresionante ensayo, otro más, sobre su vida y obra. Entre todo lo publicado destaca este que comento aquí, una edición especial de Walden, ilustrada y con prólogo del filósofo Michel Onfray, de sobra conocido (y comentado en este blog), la edición no es más que una versión actualizada, e ilustrada, de la que ya se publicó en esta editorial en 2.013 basada en la nueva traducción de Marcos Nava García, una buena costumbre, el reeditar obras importantes con nuevas y cuidadas traducciones. Una edición de lujo que en mi opinión vale la pena tener y guardar como un tesoro, hay muchas versiones editadas de este clásico del pensamiento, también muchas que pululan por la red de forma gratuita, pero ninguna comparable a esta preciosa edición de esta pequeña e interesante editorial.
Walden es el nombre de la obra más conocida y apreciada de este singular filósofo norteamericano, publicada originalmente en 1.854, relata la experiencia y las reflexiones que acompañaron a su autor durante los dos años, dos meses y dos días que pasó junto al lago Walden viviendo en una pequeña cabaña que había construido con sus propias manos varios años antes. Fue el inicio de un proyecto vital y filosófico que seguramente Thoreau había acariciado durante largo tiempo y que aquel año de 1.845 pudo ser finalmente materializado. Escogió un terreno en la orilla norte de la laguna que era propiedad de su amigo, y también ilustre filósofo, Ralph Waldo Emerson, y allí vivió durante el tiempo señalado hasta que por motivos hoy de sobra conocidos pero no expresados en el libro, abandonó la estancia en aquel apartado lugar. Para los curiosos comentar que el motivo de su salida de la cabaña no fue el que aquella vida le hubiera cansado o causado problemas, sino que antes de la partida de R. W. Emerson en un largo viaje hacia Europa, este le pidió que se alojara en su casa para no dejar a su mujer sola allí. El caso es que Thoreau abandonó la cabaña pero no sin antes haber dejado por escrito una buena cantidad de hojas escritas con sus reflexiones durante aquel tiempo de vida en soledad. Esos apuntes, tomados de forma poco sistemática y escritos a rachas, pues había muchos periodos de tiempo donde él reconoce que no escribía ni leía nada, absorbido como estaba por las labores diarias, o simplemente por el simple y puro disfrute de sus paseos por los bosques, esos escritos sirvieron de base al ensayo que escribió y publicó más tarde en 1.854 y que terminaron convirtiéndose en su obra más apreciada y conocida, aunque eso ya sería de forma póstuma. Al menos no constituyó el fracaso de alguno de sus primeros trabajos a los que el mismo autor hace alusión en Walden.
¿Porqué abandonar una vida más o menos cómoda en la casa familiar de Concord y marcharse a una cabaña en medio del bosque a una milla de su vecino más próximo? ¿era para convertirse en ermitaño y rehuir todo contacto humano?... Thoreau no había cumplido por aquel entonces los treinta años pero en verdad que había vivido mucho, poseedor de una excelente cultura, en Walden hace gala de una buena cantidad de conocimientos tanto de la cultura americana como de obras clásicas, entre las que destacan de forma singular el Bhagavad Gita, había estudiado y leído a los filósofos, pero no se consideraba como tal, ese experimento vital que llevó a cabo a orillas de la laguna Walden no fue otra cosa que su intento de unir en un todo vida y pensamiento, el de considerarse filósofo de verdad, y no un mero profesor de filosofía. No quería ser un filósofo de salón dotado de un mero saber libresco tal y como otros que ya conocía, quería experimentar sus ideas en vivo.
"Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentándome solo a los hechos esenciales de la vida, y ver si podía aprender lo que la vida tenía que enseñar, no fuera que cuando estuviera por morir descubriera que no había vivido. No quería vivir nada que no fuera la vida, pues vivir es algo muy valioso, ni tampoco practicar la resignación, a no ser que fuera del todo necesario. Quería vivir intensamente y extraer el meollo de la vida, vivir de manera tan dura y espartana como para apartar todo lo que no fuera la vida, surcar una divisoria y llevar la vida hasta un rincón y reducirla a sus elementos básicos y, si resultaba mezquina, obtener entonces toda su genuina mezquindad y hacerla pública al mundo; y si fuera sublime, saberlo por experiencia y poder dar cuenta de ello en mi próxima excursión. Porque me parece que la mayoría de los hombres se halla en una extraña incertidumbre acerca de si la vida es cosa del diablo o de Dios, y han deducido algo apresuradamente que el fin principal del hombre es dar gloria a Dios y gozar de él eternamente."
Reflexiones sobre el significado de la vida, descripciones del entorno natural en el que vivía, especialmente de los bosques que rodeaban su cabaña y de la laguna Walden, de sus actividades de construcción de la cabaña, la obtención de los materiales, del trabajo para ganar el dinero suficiente para comenzar su proyecto, su trabajo cultivando un extenso campo de judías, la pesca en el lago, sus encuentros con sus vecinos, sus escapadas a la pequeña ciudad de Concord, la variación del clima y las diferencias en las estaciones, sus ideas sobre cómo vivir, referencias a las obras literarias de su época, sus encuentros con la fauna salvaje y su relación con la misma... el libro es un sinfín de este tipo de pensamientos, más o menos ordenados y agrupados de forma temática en capítulos, aunque Thoreau será libre de expresar en cada uno de ellos cualquier tema que le viene a la cabeza, su escritura viene a ser un reflejo de su persona, libre, anárquica, desapegada... no es en ocasiones una lectura fácil o complaciente con el lector, especialmente por estar salpicada de abundantes notas locales y referencias a obras de su época, oportunamente señaladas por el traductor en un buen número de notas al pie de página que por desgracia restan fluidez a la narración, aunque por otra parte son muy necesarias. El ritmo es muy variable, en ocasiones me veía transportado a los bosques, ríos y la laguna de Walden por una descripción rica y detallada, y otras abusa un poco de la paciencia del lector cuando se enreda en reflexiones que no siempre vienen a cuento.
Solamente el primer capítulo titulado "Economía" sienta las bases del libro, detalla todos los elementos prácticos sobre la construcción de la casa y la obtención de los materiales y constituye por así decirlo un manifiesto sobre las intenciones del autor, toda la filosofía que impregna la obra está en este capítulo de comienzo a fin, es una declaración de intenciones que desde un principio deja las cosas claras... afortunadamente el Thoreau menos político pero más filosófico y enamorado de la naturaleza hace su aparición de forma brillante en el segundo capítulo "Dónde vivía y para qué vivía", aquí por fin se deja de "rollos" políticos e ideológicos y se mete en su terreno, donde tengo que decir que brilla como nadie. A partir de este capítulo va a aparecer con más frecuencia el Thoreau contemplativo, aquel que entra en comunión con la naturaleza y nos deleita con sus descripciones de su vida en los bosques y su particular visión y disfrute de la naturaleza, una visión muy diferente de la que tenían la gran mayoría de sus conciudadanos y que se anticipaba en muchas décadas al pensamiento ecologista, de hecho este libro es uno de los libros de cabecera de cualquier amante de la naturaleza que se precie, pues pocas veces se ha captado con tanta y tan exquisita sensibilidad la belleza y la majestuosidad de la naturaleza. Me ha gustado en especial el capítulo dedicado a la laguna, ese lago que al comienzo es simplemente un elemento más del paisaje, y que poco a poco toma un protagonismo superior al de cualquier otro, bosque y fauna incluidos.
Pero es que hay más, mucho más, Thoreau le dedica un capítulo a los sonidos del bosque, a las lecturas que le acompañaron en su estancia a orillas del lago, a la soledad, a la gente que iba a visitarle (ni rehuía la compañía humana ni estaba tan lejos como par no recibirlas), dedica incluso un capítulo entero a sus faenas como cultivador de judías, o las visitas periódicas que hace a la ciudad... un capítulo lleno de ironía por cierto, o a las lagunas, ese magnífico episodio al que ya he hecho referencia, donde por cierto expresa su desprecio más absoluto por los valores de su época y la admiración por el ciudadano ejemplar, el ciudadano exitoso en los negocios con cuyo nombre bautizan una de las hermosas lagunas de la zona, compañera de su querida Walden:
"No respeto su trabajo ni su granja, donde todo tiene un precio. Ese hombre sería capaz de transportar el paisaje hasta el mercado, sería capaz de transportar a Dios hasta el mercado, si pudiera sacar algo de dinero por ellos; de hecho su único dios es el mercado y todo se le ofrece. Nada crece libremente en su granja: sus campos no dan cosechas, sus praderas no dan flores, sus árboles no dan frutos, solo dólares. No ama la belleza del fruto, pues no ve más fruto que el dólar. Dadme la pobreza que goza de la verdadera riqueza. Los granjeros me parece respetables e interesantes en la medida en que son pobres, pobres granjeros. ¡Una granja modelo! ¡un caserón que se alza como un hongo sobre un montón de estiércol y una sucesión de dependencias, limpias o por limpiar, destinadas a hombres, caballos, vacas y cerdos! ¡Muchos hombres como suministro! ¡Un lugar grasiento que apesta a estiercol y a suero de leche! ¡Una proeza civilizatoria abonada con los corazones y los cerebros de los hombres! ¡También se pueden plantar patatas en el cementerio! Esta es la granja modelo."
El episodio titulado "La granja de Baker" es también muy significativo, allí muestra su encuentro casual con un pobre granjero de la zona y su familia, en él se muestra también la filosofía de vida de Thoreau y su idea de que complicamos innecesariamente nuestras vidas trabajando sin cesar para obtener un dinero que nos permita cubrir necesidades que nos estamos creando constantemente de forma artificial. Para él, artículos tan básicos como el té, la mantequilla, la carne, el azúcar, la carne o el pescado eran simples lujos completamente prescindibles... precisamente porque él ya sabía por experiencia que se podía vivir sin ellos, de modo que no tenía sentido dedicar tiempo y esfuerzo a obtenerlos, arruinando el disfrute de la vida en el proceso. Es muy significativo el párrafo que en la parte inicial del libro resume, de forma filosófica, esta idea:
"¡Simplicidad, ¡simplicidad!, ¡simplicidad! Que vuestros asuntos sean dos o tres, y no cien o mil, y en lugar de un millón, contad media docena y llevad las cuentas con la uña del pulgar. En medio de este mar picado de la vida civilizada, son tales las nubes, las tormentas, las arenas movedizas y los otros mil asuntos que debe uno enfrentar, que un hombre, si no quiere naufragar e irse a pique y bogar sin llegar nunca a puerto, no tiene más remedio que navegar a estima, y para ello sin duda deberá ser un maestro haciendo cálculos. Simplificad, simplificad. En lugar de tres comidas al día haced si es preciso tan solo una; cinco platos en lugar de cien, y reducir las demás cosas en la misma proporción."
Avaricia capaz de esquilmar la vida y el medio natural, carencia de inteligencia del que se esclaviza por cubrir unas necesidades que él mismo se crea... ambas son las dos caras de la misma moneda. ¿Han quedado obsoletas en alguna forma estas palabras pronunciadas hace más de ciento cincuenta años?... creo que no.
El libro en su última parte se centra en la naturaleza, en la fauna que merodea por los bosques, en la sabiduría de la naturaleza, en la estación invernal, verdaderamente extrema, y en cómo sobrevivir en aquellas condiciones, la laguna en invierno y la fauna que le rodea... y un maravilloso capítulo dedicado al resurgimiento de la vida en primavera y los cambios que operaban en la laguna, el terreno y los bosques. En resumen todo un canto a la belleza y al valor de la naturaleza en sí misma y al tesoro que pueden ofrecer al hombre que sabe contemplarlas. Es uno de esos libros donde da igual por donde lo abras y comiences a leer... poco a poco te van calando las ideas del singular filósofo y terminas enganchado. No creo que visite nunca los EEUU, pero si lo hiciera... no me perdería un viaje a Concord aunque sea para ver con mis propios ojos esa laguna y esa parcela del bosque donde hoy unas piedras y una inscripción revelan el sitio en el que Thoreau pasó aquellos dos intensos años.
Como propina aquí tenéis un vídeo, en inglés, con una visita guiada a la laguna de Walden y al lugar donde levantó su cabaña, y otro donde se recitan reflexiones del ensayo y se visualiza la laguna, el entorno y una reconstrucción de la cabaña. En fin, Thoreau por suerte o por desgracia está de moda y va a seguir estándolo, aquellos que disfrutamos con sus reflexiones y compartimos, en mayor o menor medida, su filosofía de vida estamos por lo tanto de suerte, hay material de sobra para leer, visualizar y reflexionar.
Lo mejor: Uno de esos clásicos que hay que leer, un canto de amor a la naturaleza lleno de asombro y sentido de la maravilla ante la contemplación del mundo, exento por otra parte de idealizaciones, Thoreau era muy consciente de la dureza y la crueldad, aparente, del medio natural... su estancia de aquellos dos años está lejos de ser unas vacaciones en el paraiso terrenal, aun así da la impresión de que aquel periodo de su vida posiblemente fue el más feliz y de que consiguió llevar a buen término su experimento. Si quería demostrarse a sí mismo que podía simplificar significativamente su existencia, sin merma alguna de la calidad de la misma, el experimento fue todo un éxito, al menos temporal. No obstante, sus inquietudes y su carácter difícilmente le hubieran permitido una estancia más prolongada allí. Da la impresión de que consiguió lo que se proponía, extraerle a la vida lo que en ese momento necesitaba, y allí dejó abandonada la cabaña, como las mondas de un rico fruto. No volvió a repetir el experimento, pero tampoco lo olvidó, de eso da buena fe esta obra escrita años después no sin un toque, intenso según mi opinión, de añoranza por aquellos años pasados en soledad.
Lo peor: El texto posee muchos niveles y altibajos, el ritmo también es muy variable, en ocasiones su lectura resulta fácil, otras veces no tanto. El autor en ocasiones parece tocado por la inspiración y en otras se pierde en reflexiones un tanto farragosas. Para el lector habitual de ensayos no hay reto alguno en leer este libro de cabo a rabo... para aquel que busque una historia en la que poner el piloto automático y devorar páginas sin darse cuenta, mejor que busque otra cosa, Thoreau le pondrá de los nervios, eso lo aseguro.