Vengo a felicitarte justo en la media noche, para que cuando mañana amanezca entres y te encuentres mi regalo, porque vengo a regalarte desde esta fría pantalla un susurro cálido de tinta y decirte que siento a veces la tentación de retenerte a mi lado, en un rincón de mi risa que nace de cada una de las caricias de tu voz, atarte con los mechones de mi pelo, tan cerquita de mi boca que no haya distancia para escaparte de mis besos, necesito que vivas entre los pliegues de mis párpados, para que alimentes mis sueños, que se harán con el tiempo más profundos y te será más difícil escaparte de ellos, porque eres la calma de mi mar si tiene la tentación de embravecerse, la luz de mil soles que iluminan y calientan el corazón de esta sirena y ya sin ti y sin tu compañía no sería lo que soy, seria una sirena perdida en un mundo que no entiende y al que terminaría por rendirse si tu mano no llegara siempre a tiempo de sostenerme. No, es cierto, no me he parado demasiado a pensar que te regalo, ni he comprado algo hermoso o útil porque sé que tú sabes que en mis susurros dejo pedacitos de alma y entrego con ellos el corazón al completo, libero a mis dedos del silencio y les dejo decirte cuanto te quiero.
Feliz cumpleaños mi Hechicero, que cada vez haya más velas en la tarta y que con cada una de ellas pueda regalarte un susurro nuevo… uno suave…