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domingo, 30 de enero de 2011

ME DUELE EL MUNDO


(Sergio Belmonte)



Me duele el mundo en el costado,
aquí, entre el páncreas y el apéndice.

Al principio creí que era cosa del doctor.
me hizo un rápido análisis de orina,
me puso mala cara, me prohibió la bebida
y me mandó reposo para el fin de semana.
me ha bajado un poco el colesterol,
sin embargo, la polisemia del hambre
me sigue oprimiendo las costillas.

Más tarde fui de consulta a un psicólogo
que me atacó sin piedad con sus pastillas
como un loco al borde mismo de la demencia.
Algunas me quitaron el dolor de cabeza,
pero ninguna me quitó la soledad,
ni el vértigo insobornable de la existencia.

Luego pensé que era cuestión
de hablar con el sacerdote.
me dio una explicación metafísica del hecho:
- tanta blasfemia no es buena para el riñón
y después, biblia en mano y alzado el dedo,
me asaltó con su ejército de salmos.

Como me duele el Dios de las beatas,
el que se cruza de brazos
y deja que nos untemos las uñas con ceniza
y que manchemos con sangre nuestra historia.

Aún me duele el mundo en el costado,
los otoños por correo,
el amor de microondas,
aquí, entre el páncreas y el apéndice
me duele ser hombre


y al final


un olvido de polvo derrotado.



.

lunes, 28 de junio de 2010

Redescubriendo a Platón (Prozac mediante)


Y la vida se anuncia tan posible [...]
que apenas la comprendes.
ANDRÉS NEUMAN en Década


De vegades, sóc molt mala alumna

E A



Por Ester Astudillo



El empeño de las cosas

de imponer sus límites exactos

me hace superflua:

¿por qué esta obsesión por describir

el despliegue de todo cuanto ocurre

si el mundo es, fue y será mundo

sin mi vigilia?

Si acaso existir fuera imperioso,

que lo hagan esos pájaros atípicos

ojos de nombre:

su filo apunta justo al fin del término,

se ciñe éste al objeto como un guante,

performan su función sin conmoverse,

existen para ver

y a eso responden.

Yo y mi yo superfluo haremos justicia

a cuanto exige nuestro nombre:

monosílabo trabado

que escapa de su cuna así se sabe.

Vivir yo, pues, por un instante

-primero y último-

el goce de saberme también

al mismísimo borde de lo perfecto.


lunes, 16 de noviembre de 2009

Viaje alucinante

Para Mercè y Paula,
mis hermanas de sangre,
en tiempo de confluencias.
Ellas saben por qué.

I a tu, Mercè, gràcies pel teu oxigen.
Allà va la rèplica.


Por Ester Astudillo


A mi globo atada
sorteo escollos
de todo tipo:
simplonas plaquetas
(aquí estoy
aunque no fui yo
quien vino),
hebras,
áreas de despiece.

Es feo este paisaje,
gastado
invicto
viaje alucinante.

Cabalga mi sonda,
Nautilus
mochando
el loco lecho rojo.

Y yo, molécula bizca,
asida a una mota
esférica de hemo,
me río, me río.
Me río.

Y hacemos el amor,
mi náufrago y yo,
burlando las ajadas vetas
tan faltadas,
tan mezquinas.
Tan abajo.