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miércoles, 9 de junio de 2010

Circo

Por José G. Obrero


Qué buen funambulista sobre tu filo.
Camino con firmeza, mirada al frente
y nada me detiene, ni la brisa del norte
ni el grito de las niñas que esperan
el zarpazo.
Impertérrito ante las amenazas,
soy el preso musculado que ejercita
su soledad hasta domarla,
dócil como un perrito que lame al amo.
Filo de mis ideas
cómo cortas los pies pero camino,
a veces troto incluso, mirada al frente
y nada me detiene. Burbujea la sangre
y hace cosquillas, y río sin caer.
A veces río.

martes, 20 de abril de 2010

FLASHBACKS

Por Carlos Rull

Cuando él, quien sea, se marcha tras el ardiente amor y el prosaico desayuno, ella tiene la peculiar costumbre de fotografíar la cama vacía. Con el tiempo, tras la separación, ha ido acumulando una pequeña colección de desenlaces. Nadie más distinguiría apenas una imagen de otra. A ella, sin embargo, la disposición de las sábanas, la situación de las almohadas, la altura de la persiana, la ausencia de manta, le permiten reconstruir, sólo parcialmente, algunas de las noches. No necesita más detalle. No desea más pormenor. Al principio, se levantaba un poco antes para fotografiar la cama con el cuerpo dormido del amante de turno, de espaldas, a contraluz, desnudo. Pronto se cansó de tanta concreción: tuvo la desagradable sensación de estar convirtiéndose en coleccionista. Ahora, en cambio, en cada fotografía, en cada final, hay un relato infinito que se puede contar en las noches, que todavía se le antojan muchas, de soledad.

lunes, 5 de abril de 2010

Rallentando


El pánico es
un furor detenido. En un principio
fue el pánico.
Tuvo que serlo.

CHANTAL MAILLARD en Hilos

Cuando esperamos hechos posibles
sólo la soledad nos acompaña

ELENA MEDEL




Por Ester Astudillo


Puse el corazón en salmuera,
mi esfínter del pánico.

Cauterizan en salino
¿ausencias bisiestas cuántas?

Y quieren marcarse un tango con la lluvia
en el estante bajo
de mi armario amarillo.

Y ella, metrónomo dúctil de estación,
naftalina piadosa -este año-
con las prendas de a diario,
cuenta a partir de aquí
y de ahora
los latidos que mi pecho
no echa en falta.

domingo, 15 de noviembre de 2009

ESTUDIO GEOGRÁFICO-POBLACIONAL DE MI SOLEDAD





Vivo en un barrio
con más de 200 habitantes,
de una ciudad
con más de 21.000 habitantes,
de una región
con más de 1.000.000 de habitantes,
de un país
con más de 39.000.000 de habitantes,
de un continente
con más de 700.000.000 de habitantes,
de un planeta
con más de 6.000.000.000 de habitantes;

y sin embargo sigo encontrándome

































solo.













.

lunes, 19 de octubre de 2009

De oficio feliz y punto

Y nada será tuyo, salvo un ir hacia donde no hay dónde.
Alejandra Pizarnik

Si escrivíssim una història
amb totes les coses que hem viscut i oblidat,
ens semblaria que parlem d’una altra persona.

Judith Pujadó

Con mi agradecimiento a G. Wiener,
que dio con la fórmula exacta para mi polígono sin nombre.

Gracias también a P. Casariego,
por la belleza macabra de sus versos.

Y por supuesto a José, que me permitió el lujo
de llegar a descubrirle.
Por Ester Astudillo
En mi caja bucanera
guardé como en una chistera
pero al revés,
que no se fuera:
un jardín y su azotea,
un pendiente sin marido,
papel secante con aguas,
crisantemos de ciudad.

Se quedó el cofre pequeño
para el colibrí pasmado,
los cristales de otras risas,
lenguas de mercromina
a modo de carmín de labios,
compactos polvos de nácar,
el catálogo de charcos
de los hijos de las flores.
Aquel día descorché un arca
y estuché su ola de espuma.

¡Yo no quería ser maga!
Sólo bailar en la playa
del hondo envés de la luna,
cultivar puñales romos
para jugar a ser mala,
afilar lápices rotos
y clavármelos muy adentro
y espiar después de quietos
por ver si mi sangre era roja.

Botones deshojados, ciclos
rodaron a mi margen,
uñas perla ataúd:

tengo aún de oficio
vouyeur
y el tajo acordonado de un arca
forrada malvasí
que no cierra.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Invierno

Por Ester Astudillo

Fueron primero pequeñas perlas
sobre oro montadas
cuando hubo andado la esfera
una vuelta escasa al planeta;

pocos centímetros después
vendría el ingreso en el ruedo litúrgico
para esquivar el limbo
de los inocentes.

Las fotos hablan de días gélidos
a la estación siguiente
sobre dos diminutas
piernas desnudas,
y de un vientre, abombado apenas,
en blanco y negro
al otro extremo del breve brazo.

Podría hablar de una nueva semilla aún,
de días de lluvia y ruido,
de permanentes tristezas
y camitas alineadas
en rojo carmesí.

De un viaje a la playa
entre ruinas romanas,
el primer lametazo a la nieve
un diciembre del 71,
cines barrocos con noble platea de nuez
asomándose a un entremés peripatético;
en las sienes agujas de niebla;
el inicio de la inquietud.

Pero de todo cuanto callo,
entre lo que no imagino que existe,
destaco el temperado sonido
del silencio
combándose ante mis ojos
en la aún críptica forma
de un interrogante.

jueves, 19 de marzo de 2009

For my Uncertain Angel: a Poem


Por Ester Astudillo


Fools Rush In Where Angels Fear to Tread (A. Pope)





Por la vereda honda,
Trasiego atrás en el tiempo,
Prendido anduviste a mi margen,
Con tu traje de transitorio
Y una sonrisa callada
Tras los escombros.

El beso que me afanaste,
El guiño por ti ofrecido,
Todo vino a dar en uno:
seráfico tu nombre,
Y bajito, bajito.

Aunque incumpliste,
A tu pesar (admitido),
Tales mínimos ritos
Yo quise querer brindarte
Un baile apretado,
Íntimo.

En silencio
Acunamos ese instante,
Digno compás
De entreguerras.
Y hurto.
Y acertijo.

También rayuela afilada
Picaresca de las horas
Flor azul del laberinto.

Y aun así, si hoy pintamos
Claro añil largas sombras,
Si apagamos el bullicio,
Cuando te arranque tu traje,
Peine el polvo del camino,
¿Querrás velar tú el temblor
Bajo el vestido de Ícaro?
¿Libar la brecha aterida
Sin reticencias ni prisa?
¿Abrir cuenta en tu reino
Con el PIN de nuestras sílabas?
¿Hilar la orilla que encierre
Ese jardín infinito?

Y el fruto que allí sirvieran
¿quién antes lo probaría?


miércoles, 7 de enero de 2009

NEÓN (O VÍSCERAS)



Por José G. Obrero

Los cubitos de hielo se consumen lentamente. Apenas son dos destellos en el fondo del vaso. Es hora de pedir otro cubata y dejarse atrapar por John Coltrane. Son las cuatro de la mañana y ya debe de quedar poco tiempo para que dos o tres fogonazos den el aviso de cierre. Nadie diría ahora que esto se pueda acabar. El bar está atestado de gente y de humo que se pasea entre las lámparas anaranjadas de la barra. Al fondo, el pequeño escenario y los instrumentos que reposan hasta la jam session de los martes. La gente dice que si pides permiso el dueño te deja tocar con una sonrisa de escepticismo, pero yo no he visto nunca que esto suceda. Por encima de ellos, presidiendo el local, unas luces de neón dibujan la figura de un saxofonista solitario y las palabras Jazz Café. En el extremo contrario, una gran ventana circular que tiene dibujada el logo del local (el saxofonista) deja ver una calle vacía de Córdoba. Es uno de los mejores bares que he conocido. Llegué a soñar que estaba en el paraíso y al cruzar un jardín me esperaba el Jazz Café. En serio. Desde entonces he sabido que si alguna vez me voy de esta ciudad lo echaré de menos, igual que eché de menos el mar cuando me fui de Barcelona (el paraíso de mi sueño también tenía mar). Llegan los fogonazos, el bar se queda vacío, los vasos se amontonan en la barra, la música se apaga, y sólo la gran ventana con su calle solitaria y el saxofonista de neón solitario permanecen como estaban. Tu también asumes tu soledad calle arriba y recuerdas que Tracey Emin utilizó el neón para gritar su cruda soledad en sus exposiciones. Tracey Emin y su famosa cama expuesta en los museos. Una cama manchada y revuelta llena de bragas sucias y restos de botellas, ceniceros atestados de colillas, y por encima unas letras de neón que dicen en inglés “mi coño húmedo tiene miedo”. Como si tras la locura de noches de fiesta y sexo y humo y drogas, llegará el fogonazo y sólo quedara ese maldito neón de colores, tan triste siempre, en los cafés de Manhattan o en las pizzerías de Santa Coloma.

El Centro de Arte Contemporáneo de Málaga acoge una exposición sobre esta artista. Cuando llegas a esa cama algo se te remueve por dentro. Tracey Emin exhibe sus vísceras con desgarro. En un pequeño cartel hay un aviso (suele hacerlo en sus exposiciones) de que “puede herir tu sensibilidad”. Es lo que pasa cuando alguien muestra sin tapujos la pasta de la que estamos hechos: carne, soledad, humo y neones que dicen “mi coño húmedo tiene miedo”.

domingo, 30 de noviembre de 2008

HOTELES


Por Rufino Pérez

A modo de...

La noche es helada
y eterna
como el eterno femenino
-conjunto de caracteres
inmutables
de la psicología femenina-
das Ewigweiblich,
en este hotel,
un buen hotel
de convenciones,
congresos y cenas de empresa
que terminan con mujeres
y hombres gays o heteros
ocupando
las camas que sobran
en una habitación doble.

La mía está vacía
de cuerpos,
aquí sólo estamos
das Ewigweiblich
y yo.

Te he llamado,
eran las tres de la mañana
y la próxima vez que lo haga
con mi eterno femenino
para decirte
que haría el amor
contigo
toda la vida,
no me hagas mirar el reloj
ni me preguntes
si estoy bien.

Considera
que a los cincuenta
ya nadie es romántico
ni se preocupa
a las tres de la mañana
por su insomnio
o su colesterol.

domingo, 14 de octubre de 2007

...TIENES NOMBRE DE MUJER.

Por Rufino Pérez

Hay momentos en que te busco para abandonarme contigo: gozar de tu silencio, saborear la miel de tus labios callados, recrearme en la contemplación de valles y ríos que pueblan el paisaje desde el pico de la montaña donde asciendo cada vez que te busco.

Esta vida social tan diferente de la que soñamos, tan distinta de la natural, no me lleva a ti demasiadas veces. Pero necesito verte. Y ahora, quiero decir, últimamente, te busco demasiadas veces y dicen los demás que eso no es bueno. ¿No es bueno buscar? ¿No es bueno encontrarte? ¿O lo no bueno está en las demasiadas veces? Nadie me lo explica. Y yo sigo llamándote cuando te necesito. Y a veces no vienes.

Cuando llegas, yo soy capaz de estar contigo a la vez que estoy conmigo mismo. Vamos, que te meto dentro y los dos, tú y yo, somos uno. Y entonces soy capaz de preguntarme tantas cosas. No hallo respuesta a todas. Sería muy fácil, pero al menos, soy capaz de preguntármelas, que ya es mucho. Y en ese monodiálogo, tú eres testigo. Y así, tú sabes de mí todo aquello que no cuento a nadie, que sólo me cuento a mí mismo contigo dentro.

¿Sabes?, me gusta citarte en cualquier sitio, porque disfruto con la charla y me sobra todo lo demás. A ti tal vez, te gustan los lugares cerrados, pero cuando te he puesto en mitad de un pequeño valle, al lado de un lago, tumbados sobre la hierba fresca, con los ojos hacia el cielo, entonces te he visto sonreír y has disfrutado tanto como yo.

Me han dicho también, que cuando me haga mayor –viejo, porque mayor ya soy- entonces no te separarás de mí. Pero me dicen también, que entonces no me gustarás como me gustas hoy, y que no te buscaré como te busco hoy porque te habré encontrado para siempre. Bueno, ya se sabe, de viejos, las arrugas, los movimientos torpes… tampoco yo seré guapo, puesto que no lo soy ni siquiera ahora, entonces todavía menos. A los dos nos cambiará el semblante, pero nos llevaremos bien, ya verás. Si hemos estado tantas veces juntos, divertidos, en animada charla, no sé por qué ha de cambiar tanto. Yo creo que exageran.

Pero tiempo al tiempo. Ah, mi amigo el tiempo. No sé por dónde andará ahora. Va tan rápido.

Yo te seguiré llamando. No demasiadas veces porque sale caro aunque no utilice el móvil. Tampoco pasaré toda la tarde, no creas. Eres encantadora, sonríes y me haces sonreír, escuchas mis lágrimas caer y las tomas con delicadeza para construir con ellas el palacio de cristal que llevas contigo, me transmites la fuerza que llevo dentro, haces que me conozca mejor de los que me conocen los de fuera, logras sacar de mí lo que ni yo mismo sé que tengo… pero no puedo pasar todo el tiempo contigo. Algún día, tal vez, sepamos cómo hacerlo sin perder del todo el corazón que cada uno tenemos.

Amiga mía, Soledad…