Dice Miguel Alejo Alcántara en su artículo “La intimidad al descubierto & lo publico que se oculta”, recogido
en la Revista de Filosofía “Duererías”: “La
opinión nace del juicio reposado, íntimo y particular, tras un análisis calmado
de situaciones o hechos determinados y, por lo tanto, desde el momento en que
se manifiesta y se confronta con los otros, será compartida o criticada, poco
importa pero, en todo caso, deja de pertenecernos, se hace notoria, senda común
hollada por todos, opinión publicada.
La visión
particular se vulgariza y se extraña a quien le dio forma original. Es posible
que opiniones semejantes confluyan en lugares cercanos, en juicios semejantes,
y hasta es posible que ese hecho se produzca con frecuencia y mayoritariamente,
para conformar lo que usualmente venimos llamando opinión pública mas, a mi
entender, no se trata sino de una generalización instrumental cuando no
instrumentada.”
Tener opinión, hoy en día, en la era de la información se torna
una tarea caí “imposible”. Primero porque tenemos muy poco tiempo libre, o así
nos lo imponemos. Creemos que no podemos hacer un alto en nuestra agitada vida,
para pensar y razonar sobre cualquiera de los asuntos relevantes que nos
rodean. Hemos aprendido – quizás por imitación – hacer lo mismo que con la
comida rápida, con un “calentar y engullir” resolvemos; lo que antes era motivo
de disfrute para quienes preparaban los “manjares” para compartirlos con los
demás, está en desuso o es poco frecuente.
Esa receta rápida, nos ha invadida también el ámbito de la
noticia; ya no podemos leer un artículo de opinión, necesitamos un resumen;
donde desde luego la parte de opinión, queda muy difuminada. De este modo
acabamos estando seudo-enterados y podemos seguir con la vertiginosidad diaria,
que nos imponemos. Que son, si no, los SMSs; sin vocales y con tal parquedad de
lenguaje, que más parece una versión sincopada del hecho que se pretende
comunicar. Siempre fue muy difícil sintetizar, pero lo de ahora, es lo que se
definiría con muletilla actual: Supersintético, sabes.
Pero los medios de comunicación, que también saben de esa
circunstancia, la han aprovechado par “arrimar el ascua a su sardina”,
construyendo una seudo-realidad mas cercana a los intereses editoriales, que a
la verdaderas circunstancias. La premura de tiempo, se utiliza para servirnos
“bocadillos”, cuya brevedad se ha construido, en ocasiones, sacrificando rigor;
con versiones no exentas de la influencia interesada de la línea ideológica del
medio.
Es verdad, tenemos más medios de comunicación, pero en la media,
de menos calidad informativa. Esta “contaminación” está tornando extremadamente
complicado tener buena información y rigurosa. En esta singular situación,
pierden, hasta quienes piensan que ganan
mediatizando. Cuando la duda se instala, es mucho más corrosiva que la
ignorancia. Tal vez la diversificación que impone la red en temas de difusión
de información, acabe con la tiranía del papel y de la imagen, actuales. Nunca
me gustaron las medias palabras y siempre pensé, que cuando se tiene miedo a la
verdad, sea del tenor que sea, se pierde plenitud de vida. Si perdemos la
costumbre de mirar de frente y nos fijamos solo en nuestro ombligo, con el
tiempo nos tornaremos bizcos.
Hace ya algunos años, en unas vacaciones de Pascua en casa de mi
hermano en Pamplona; vimos una película de videoclub, que no he olvidado; se
llama juegos de guerra; para quienes no la conozcan: un niño inventa un juego
de ordenador que simula, las medidas y contramedidas defensivas en tiempos de
la “guerra fría” y se instala en el ordenador del Pentágono. Toma tal
envergadura y rasgo de veracidad, que está a punto de desencadenar una guerra
mundial. En la intriga de la trama el niño lo desconecta en los últimos minutos
y todo queda en una pesadilla. El juego cuando el niño lo desactiva dice una
frase final, que no he olvidado: “extraño juego, para ganar no hay que jugar”.
No informar, informar a medias o desinformar, es la posición menos
deseable para “la acción de la información”. Los hechos no cambian, solo quedan
parcialmente ocultos…transitoriamente.