Casi siempre contemplamos con cierto asombro y temor a esos árboles gruesos y llenos de sajaduras en su corteza, consecuencia ineludible del transcurso de los años. Creo que nos ponen de manifiesto, el paso ineludible del tiempo y la fortaleza de continuar y perpetuarse. Parecen como testigos mudos, pero atentos de lo que pasa, nos acogen para dar sombra cuando son frondosos y nos evidencian que el paso de los años no es estéril.
Esa fortaleza que representan y transmiten, nos hace pensar muy profundamente, hasta que punto actuamos adecuadamente, o nos dejamos llevar por la inercia y por la falta de ímpetu, para llevar a cabo nuestros proyectos. La ilusión es siempre un acicate, quienes nos movemos de forma poco intensa en los asuntos o nos comportamos con una extraordinaria tibieza en el quehacer cotidiano, no hacemos más que perder ramas, seguro que cada vez nuestra sombra es más alargada.
No es la vida la que nos vence, es la interpretación que damos a lo que nos pasa, es nuestra impertérrita costumbre de engrandecer lo negativo y ser poco consecuentes con lo positivo, de tal modo que acabamos pensando que nuestro devenir es monótono, poco relevante y tedioso. Casi como si no hubieran motivos para sentirse satisfechos y reconfortados.
La mente actúa en muchísimas ocasiones inferida por nuestro prisma de interpretación, es capaz de asumir con presteza acontecimientos negativos muy importantes y llevar como una pesada carga liviandades. Todo ello solo depende de la posición que nosotros adoptemos, quedarse sorprendido, lamentarse con posterioridad y dejarse llevar por el desaliento – camino fácil y de poco trabajo – nos colocará en una adecuada posición para interiorizar pensamientos negativos y por tanto comenzar una espiral envolvente poco recomendable.
Si, ya se que hay asuntos y asuntos, sí, ya lo se. Pero repasemos, ¿cambia algo el pasado a base de rememorarlo minuto a minuto y acogerlo como una “desgracia, cuando no, como un suceso de elevada importancia y con una gran dificultad implícita de superación?, creo que no cambia en nada. Sin embargo, cuando asumimos, sin exageraciones ni determinismos, cuando nos centramos en aflorar las muchas otras cosas que nos han salido bien, tampoco cambia el pasado, pero por el contrario nos colocamos en una posición excelente para continuar y hacer futuro, que es en verdad lo que nos interesa.
Miremos la fotografía, ahí está, firme y fuerte, no esconde su corteza maltrecha, no; la exhibe y parece decir, aquí estoy, me han costado muchas “plumas” pero aquí estoy… y lo dice desde el silencio, que en realidad es la forma de gritar mas alto… aprendamos.
Esa fortaleza que representan y transmiten, nos hace pensar muy profundamente, hasta que punto actuamos adecuadamente, o nos dejamos llevar por la inercia y por la falta de ímpetu, para llevar a cabo nuestros proyectos. La ilusión es siempre un acicate, quienes nos movemos de forma poco intensa en los asuntos o nos comportamos con una extraordinaria tibieza en el quehacer cotidiano, no hacemos más que perder ramas, seguro que cada vez nuestra sombra es más alargada.
No es la vida la que nos vence, es la interpretación que damos a lo que nos pasa, es nuestra impertérrita costumbre de engrandecer lo negativo y ser poco consecuentes con lo positivo, de tal modo que acabamos pensando que nuestro devenir es monótono, poco relevante y tedioso. Casi como si no hubieran motivos para sentirse satisfechos y reconfortados.
La mente actúa en muchísimas ocasiones inferida por nuestro prisma de interpretación, es capaz de asumir con presteza acontecimientos negativos muy importantes y llevar como una pesada carga liviandades. Todo ello solo depende de la posición que nosotros adoptemos, quedarse sorprendido, lamentarse con posterioridad y dejarse llevar por el desaliento – camino fácil y de poco trabajo – nos colocará en una adecuada posición para interiorizar pensamientos negativos y por tanto comenzar una espiral envolvente poco recomendable.
Si, ya se que hay asuntos y asuntos, sí, ya lo se. Pero repasemos, ¿cambia algo el pasado a base de rememorarlo minuto a minuto y acogerlo como una “desgracia, cuando no, como un suceso de elevada importancia y con una gran dificultad implícita de superación?, creo que no cambia en nada. Sin embargo, cuando asumimos, sin exageraciones ni determinismos, cuando nos centramos en aflorar las muchas otras cosas que nos han salido bien, tampoco cambia el pasado, pero por el contrario nos colocamos en una posición excelente para continuar y hacer futuro, que es en verdad lo que nos interesa.
Miremos la fotografía, ahí está, firme y fuerte, no esconde su corteza maltrecha, no; la exhibe y parece decir, aquí estoy, me han costado muchas “plumas” pero aquí estoy… y lo dice desde el silencio, que en realidad es la forma de gritar mas alto… aprendamos.
Foto cedida por Nuria: http://nuria-vagalume.blogspot.com