Autor de poemas complejos en versículos bíblicos, cosmogónicos, gigantescos, poeta místico y suicida, barroco y sencillo, vanguardista y tradicionalista, sincero y pretencioso. Podría ser Walt Whitman pero es solo un hijo de su influencia. En la poesía de Pablo de Rokha permanece el aliento del poeta americano.
Su poema más conocido supone una estructura barroca y gigante que plantea un mapa de Chile a través de su comida.
En Tutuquén se condimenta un valdiviano tan quemante, que arrastra el trago muy largo y al cual, como a los porotos fiambres, se le aliña con limón y brotes de cebolla de invierno, todo lo cual, encima del mantel, florece, con tortillas de rescoldo y también las papas asadas y la castaña, como en Concepción, cuando se produce sopa de choros, o en Santiago chunchules o cocimiento del Matadero, a plena jornada invernal, o en Valparaiso choros, absolutamente choros, choros crudos o asados en brasa y de peumo
Junto a Gabriela Mistral, Huidobro y Neruda, se le incluye entre las cuatro voces poéticas más importantes de Chile, pero a Rokha, quizás por su complejidad o por su hermetismo, apenas se le conoce. Como mínimo, no es un poeta que salga en conversaciones. Todavía existe desconocimiento sobre su poesía, incluso en los sectores académicos. Dice Naín Nómez en 'El amigo de piedra' (autobiografía del poeta): "Todo el mundo habla de oídas y aun a los especialistas literarios es difícil sacarles un comentario sobre alguno de sus poemas más populares.
Su radicalismo estético se expresa a través de poemas estructurales que abarcan la vida, la muerte y la fuerzas telúricas que mueven el mundo. Grandes estructuras que a través de un lenguaje barroco (a menudo imperfecto, no es Lezama Lima) vincula lo intelectual latinoamericano y su multidimensionalismo social y político.
El latinoamericanismo de Pablo de Rokha se expresa en poemas que defienden la diferencia y la originalidad cultural, la necesidad de la lucha independentista y el trabajo del proceso poscolonial, expresado desde la perspectiva del mito, no como el estudioso, sino como el poeta que buscar y otorga veladura verbal al mito: lo popular chileno en 'Los borrachos dionisíacos', en ¡Epopeya de las comidas y bebidas de Chile' o 'Campeonato de rayuela' se combina con la vanguardia y el rupturismo y, de un modo más prosaico, con el deseo de extravagancia del autor.
El 10 de septiembre de 1968, Pablo de Rokha se suicidó de un balazo en la boca a los 73 años de edad. Su hijo Carlos se le adelantó seis años antes. Poco antes, al recibir el Premio Nacional de Chile, declaró:
Mis impresiones en este momento son contradictorias. Cuando vivía Winétt, mi mujer, y también mi hijo Carlos, antes de que la familia se destrozara, este galardón me habría embargado de un regocijo tan inmenso, infinitamente superior a la emoción que siento en este momento. Hoy para un hombre viejo, este reconocimiento nacional que indudablemente me emociona, no puede tener la misma trascendencia.
Gallipavo senil y cogotero
de una poesía sucia, de macacos,
tienes la panza hinchada de dinero.
Defeca en el portal de los maracos,
tu egolatría de imbécil famoso
tal como en el chiquero los verracos.
Legas a ser hediondo de baboso,
y los tontos te llaman: ¡«gran podeta»!
en las alcobas de lo tenebroso.
Si fueras un andrajo de opereta,
y únicamente un pajarón flautista,
¡sólo un par de patadas en la jeta!…
Pero tu índole sadomasoquista,
un tiburón de las cloacas suma
a la carroña del oportunista.
Y si eres infantil como la espuma,
eres absurdo Cacaseno oscuro,
si el escribir con menstruación te abruma.
Granburgués, te arrodillas junto al muro
del panteón de la Academia Sueca,
a mendigar… ¡dual amoral impuro!
Y emerge el delincuente hacia la pleca
de la carátula facinerosa,
que exhibe al sol la criadilla seca.
Astuto, ruin, tarado, voz gangosa,
saqueas a la U.R.S.S, envilecido,
con la tremenda mano estropajosa.
Flojo arribista, tonto y bien comido,
dijiste de este norme pueblo ardiente:
«Chile, país de cafres», ¡gran bandido!
Eres la negra cabeza de puente
de la horrorosa corrupción burguesa
en el filo-marxismo decadente.
Avido como pájaro de presa,
refleja tu persona a un mar de idiotas,
y es su retrato, en ti, lo que interesa.
Por eso no caminas, y rebotas
contra la parte más noble y sufriente
de tu partido, y te ladran las botas.
¡Tú, el discriminador impenitente,
burócrata y plutócrata racista
que insulta a herida, a eterna, a heroica gente!…
Es que tienes costumbres de alquimista
de fiambrería, y es que estás vendido,
todo, al gran criminal imperialista.
Es que tienes costumbres de alquimista
de fiambrería, y es que estás vendido,
todo, al gran criminal imperialista.
La baba oscura del hampón, hundido
en la maldad oblicua del plagiario,
te chorrea del corazón podrido.
Y las pelotas del «estravagario»,
juegan al campeonato del canalla
en el gran orinal «crepusculario».
Eres el «jefe» de una tal morralla,
tan desleal como todo cobarde,
y mereces escupos, no metralla.
Calumniador e infamador, tu alarde
de apropiarte de un muerto es de demente,
que se ahoga en los mares de la tarde.
Abominando del hombre valiente,
echas en cara la desgracia humana,
y, al insultar, muestras la bestia ingente.
¡Es tan abyecta tu actitud marrana
y es tan de amoral tu ejecutoria…
¡debiste ser hijo de puto y rana!…
Chillas por eso pidiendo euforia
necio-anormal de «un puntapié en el culo»,
y el ser pro-imperialista es tu victoria.
Tu condición de Judas y de Chulo,
corrompe con dinero mal habido,
y a quien explotas, lo declaras nulo.
Tu verso inmoral se ha «enriquecido»
de un mil de pederastas de prontuario:
cantas por paga, en tu rabel transido.
Estafándola, alzando su calvario,
a aquella fiel humilde «hormiguita»,
formas la roña del prostibulario.
Por tu gran colección hermafrodita
sin que falte una loca Concha sola,
la Reacción mundial te felicita.
la miendo por debajo de la cola
al ladrón del Viet Nam, al asesino,
eres el héroe de la coca-cola.
Gran comensal del Wall Street ladino
miras a Cuba como los «gusanos»,
y su martirio te importa un comino.
Tu comunismo es farsa de Casi Anos
emputacidos y escandalosos,
que vende, como reses, sus hermanos.
Ceñido de mugrientos y roñosos,
tinterillo de latifundistas,
yo te comparo a los perros tiñosos.
Defiendes, pisoteando comunistas,
a los patrones contra los peones,
y los dueños de fundo son tus pistas.
Ladroneando, eres tú flor de bribones,
y como vives de seres dudosos,
auspicias guardaespaldas maricones.
Insultador de héroes grandiosos,
como Mao Tse-tung y su Partido,
entregas sangre ajena alos golosos.
Tu «pedosita» es pacotilla, herido
de vanidad añeja de ramera,
«gozas» de «fama», pero estás vencido.
A la siniestra mafia aventurera
de la chacota en la literatura
tu camarilla le dio pedorrera.
¡Oh! mixtificador, tu sinecura
de atorrante político, «escruchante»
poético, es un tarro de basura.
Engañas a «las musas», y el cantante
de prostíbulo que hay en tus muletas,
en las ideas es un comerciante.
Sodomitas, rufianes, proxenetas,
pacotilleros y filibusteros,
te corretean entre cuchufletas.
Bohemio y metafísico, en usleros
de material confuso estás sentado,
como en grandes divanes de braseros.
De «Derecha» y de «Izquierda» te has timbrado
y oscilas de entre alones y loyolas,
manoseando para lado y lado.
Como te arrastran las sesenta bolas
de las antologías criminales,
te balanceas en las carambolas.
Un rebizno mundial de homosexuales,
monta la máquina cosmopolita
de tus negocios internacionales.
Y hasta el cura pronazi aranedita
llorando se arremanga las polleras
en honor de tu gran guata «bendita».
Yegua de arreo, riega las praderas
de la bohemia tu meada de piojo
funeral, corroído de goteras.
Los de Hernanes, el negro y el rojo,
son los sucios eunucos amarillos
de tu harem: Cardenal y Matapiojo.
Ellos te chupan de los calzoncillos
la bazofia, con lengua de lacayos:
pían sin pico, aunque son pajarillos.
Tal como dos esclavos, dos cipayos
enmascarados en su podredumbre,
sirvientes del verdugo y papagayos.
Los «capos» de la antigua servidumbre
te abandonaron por ingrato e inmundo
como a un cuchillo mordido de herrumbe.
Hoy por hoy, solo, en el hoyo del mundo
chillas y gritas, espantosamente,
lo mismo que un zapato moribundo.
Y aunque manchas tu patria, impunemente,
contrbandeando éxito por mérito,
te escupe un gran gargajo frente a frente.
Vendido a Norteamérica, el pretérito
de tus engaños al proletariado,
da vuelta la chaqueta al benemérito.
Traidor y desertor calificado,
te burlaste de los trabajadores
yendo de negociado en negociado.
Tu frenesí es corruptor de menores
intelectuales, «regolucionario»
a lo Mansilla, «Rey» de embaucadores.
«La araña negra» y «el patibulario»
te llamó Juan de Luigi, al cual echabas
en cara la ceguera… ¡oh!, mal corsario.
Telarañoso y mercantil, alabas
lo que negaste, como equilibrista,
y al Premio Nobel lo llenas de babas.
De país en país, gran arribista,
tu gonorrea literaria has ido
vendiendo como egregio pendolista.
Tu «reconciliación» de forajido
con el imperialismo, es lo más lógico:
se van de corrompido a corrompido.
Como un bruto o eunuco patológico
estás sobre las clases defecando
y a tu estiércol lo estimas antológico.
Un viejo perro muerto anda aullando
en tus quejidos de gran roña ahita
y, al vomitar, te vas desintegrando…
Toda tu obra mal robada, imita:
«Macchu-Picchu» es Ramponi, el argentino,
a quien plagiaste su «Piedra Infinita».
Tagore, Baudelaire, Vallejo, (vino
y mito), te encubren, y te aterra
haber transado tu alma de cochino.
El fosil colonial de Inglaterra
entre biblias y whiskyes y serpientes
engendró «Residencia en la Tierra».
Si hablando a gentes proletarias, mientes,
mientes cantando y llorando y, mintiendo,
mientes a delincuentes y a inocentes.
Como lo heroico no lo estás viviendo,
tú frenas la potencia de las masas
con tu veneno «poético» horrendo.
Por tus siete maletas, sobrepasas
el equipaje multimillonario,
cuando el botín repleta tus tres casas.
A alguna menopáusica de acuario,
«tu Farewell» ¡de Blomberg!, le produjo
alteraciones en su calendario.
Sabat Ercasty te dejó con pujo
sangriento, y «El Hondero Entusiasta»,
es la baraja y el moco del brujo.
Siendo un feto, te das de iconoclasta,
y a mí me has estafado desde el nombre
a esta línea de fuego, que te aplasta.
No eres un hombre pobre un pobre hombre
condecorado como a un espía
del anticomunismo, cobre a cobre.
«Punta de lanza» de la porquería
capitalista, porque no batallas,
en la agonía de la burguesía.
Ni Trujillo agregó a tantas medallas
tanta asquerosa maldad engañosa,
y «Chapitas» fue ejemplo de canallas.
El gran oficialismo es tu ruidosa
pantalla, adulas a cualquier Gobierno
y le cambias por plata, verso o prosa.
«Gran mal poeta», (engendro del infierno),
te llamó Juan Ramón en «Españoles
de Tres Mundos», Caín de mas de un cuerno.
¡Y tú, coleccionando caracoles
o mascarones en que te defines!…
«Radio La Habana» baleó tus controles…
Entre los más rosados querubines,
te «canonizarán» de comunista
con la trompeta de los malandrines.
Un Belaúnde pronacifascista
y asesinador de guerrilleros
coronó tu cinismo de pancista.
Como a chancha «matada», los culeros
te lastiman el lomo y las berijas,
(dos instrumentos de los marulleros).
Es decir, las ambiguas sabandijas
de la retórica y de la poética,
ya sólo en los sobacos las prohijas.
Porque como eres «loco» de la estética
y el robot parroquial de un clan idiota,
hasta tus cómplices piden genética.
¿Tú revolucionario? La pelota
del trotzquismo te cuelga del hocico,
enmascarándote. Y Lenin te azota.
Con tu conducta de sapo y de mico
ofendes a la inmensa clase obrera,
y a costillas del pueblo eres tan rico.
Además, el Pentágono reitera
en dólares sonantes y contantes,
su amor a la canalla aventurera.
Y la CIA procura resonantes
éxitos al carajo «bien portado»
y condecoraciones y diamantes.
Y un horrendo esplendor prefabricado
y queso y pan y vino, todo de oro,
y los difraces del enmascarado.
La gritería universal, el toro
de cartón rojo, el Caballo de Troya,
la gran máquina-jaula para el loro.
Turbia gran bruja macabra de Goya
es tu aflicción de «Toribio Gallina,
el Náufrago», colgando de una bo… ya.
A tu «realismo» échale formalina
en el tronco esencial de la macana,
porque muestra su lengua femenina.
La épica social americana
la escribo yo, rugiendo pueblo adentro,
con mi pluma-fusil, (gran hacha humana).
Y tu canción de amor es epicentro
de mistificadores, y bolina
de maricas, con punto y como al centro.
Lo bautizaste como «Guillermina»
al «Mascarón», que oculta tus «apremios»
de bailarín de la Tía Carlina.
Y si aún deseas premios y más premios,
te ofrezco el premio a la sirvengüenzura
colosal y feroz de los bohemios,
que se cavan la propia sepultura:
no importas tú, ¡importa tu impostura!…
Tercetos dantescos a Casiano Basualto
Más información interesante:
La leyenda negra de Pablo de Rokha - letras libres
Bestia lectora
Revista electrónica de literatura Altazor
Poesía más poesía
Página 12
La tercera
Crítica Cl