domingo, 15 de diciembre de 2024

La campana de cristal. Sylvia Plath

Sivia Plath Sonia Pulido
Ilustración de Sonia Pulido para Random House.

La depresión y su influencia han sido el origen y el tema principal de mucha literatura del siglo XX, pero nunca había leído un texto que explicase tan claramente su efecto en el ser humano: 

Descolgué.

-Hola -contesté con una voz grave, impostada.

-Hola, Esther, ¿qué pasa, tienes laringitis?

Era mi vieja amiga Jody, que llamaba desde Cambridge. 

Jody estaba trabajando en la Cooperativa ese verano y haciendo un curso de sociología a la hora de comer. Había alquilado con otras dos chicas de mi universidad un piso grande a cuatro estudiantes de derecho de Harvard, y mi idea era instalarme con ellas cuando empezara el curso de escritura. 

Jody quería saber a partir de qué fecha llegaba.

-No voy a ir -dije-. No estoy admitida en el curso. 

Se hizo una breve pausa.

- Qué burro -dijo Jody entonces-. No reconoce el talento cuando lo tiene delante. 

-Eso mismo opino yo. -Mi voz me sonó extraña y hueca. 

-Vente igual. Haz otro curso. 

Se me pasó por la cabeza estudiar alemán o psicología clínica. A fin de cuentas en Nueva York había ahorrado casi todo el sueldo, así que me lo podía permitir. 

Pero la voz hueca dijo: 

-Mejor que no contéis conmigo. 

-Bueno -empezó Jody-, pues había una chica que quería venirse con nosotras si alguien fallaba...

-Perfecto. Avísala. 

En cuanto colgó supe que debería haberle dicho que iría. Una mañana más escuchando el cochecito de Dodo Conway me volvería loca. Y procuraba no pasar nunca más de una semana con mi madre bajo el mismo techo. 

La llamaría otra vez. 

Fui a descolgar el teléfono, pero retire la mano y la dejé caer. La obligué de nuevo, pero una vez más se paró en seco, como si hubiera chocado contra un vidrio. 

Sylvia Plath es la escritora más contemporánea de su generación, quizás por lo esencial y lo instintivo de los temas que trata. Su final la convirtió en un icono del siglo XX, en una de las escritoras más leídas que genera como Lorca en España, una fuerza de atracción por su inteligencia, sensibilidad , por su vulnerabilidad y por su sinceridad artística.  


Hace poco alguien me dijo (una vez más) que su literatura preferida era el realismo sucio y Raymond Carver. En ese momento terminaba de leer 'La campana de cristal' y pensé que la novela de Sylvia Plath también era una novela de realismo sucio, pero que a diferencia de Carver y el resto, que proponen novelas escritas desde masculinidades frías, duras y violentas, Plath propone la perspectiva de una 'chica' perfecta americana de los años cuarenta mediante un conflicto dialéctico entre una realidad limitante y opresiva (especialmente para una mujer) y su rico universo de sentimientos, emociones y aspiraciones. 

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miércoles, 27 de noviembre de 2024

Antología. Pablo de Rokha


Autor de poemas complejos en versículos bíblicos, cosmogónicos, gigantescos, poeta místico y suicida, barroco y sencillo, vanguardista y tradicionalista, sincero y pretencioso. Podría ser Walt Whitman pero es solo un hijo de su influencia. En la poesía de Pablo de Rokha permanece el aliento del poeta americano. 

Su poema más conocido supone una estructura barroca y gigante que plantea un mapa de Chile a través de su comida.

En Tutuquén se condimenta un valdiviano tan quemante, que arrastra el trago muy largo y al cual, como a los porotos fiambres, se le aliña con limón y brotes de cebolla de invierno, todo lo cual, encima del mantel, florece, con tortillas de rescoldo y también las papas asadas y la castaña, como en Concepción, cuando se produce sopa de choros, o en Santiago chunchules o cocimiento del Matadero, a plena jornada invernal, o en Valparaiso choros, absolutamente choros, choros crudos o asados en brasa y de peumo

Junto a Gabriela Mistral, Huidobro y Neruda, se le incluye entre las cuatro voces poéticas más importantes de Chile, pero a Rokha, quizás por su complejidad o por su hermetismo, apenas se le conoce. Como mínimo, no es un poeta que salga en conversaciones. Todavía existe desconocimiento sobre su poesía, incluso en los sectores académicos. Dice Naín Nómez en 'El amigo de piedra' (autobiografía del poeta): "Todo el mundo habla de oídas y aun a los especialistas literarios es difícil sacarles un comentario sobre alguno de sus poemas más populares. 

Su radicalismo estético se expresa a través de poemas estructurales que abarcan la vida, la muerte y la fuerzas telúricas que mueven el mundo. Grandes estructuras que a través de un lenguaje barroco (a menudo imperfecto, no es Lezama Lima) vincula lo intelectual latinoamericano y su multidimensionalismo social y político. 

El latinoamericanismo de Pablo de Rokha se expresa en poemas que defienden la diferencia y la originalidad cultural, la necesidad de la lucha independentista y el trabajo del proceso poscolonial, expresado desde la perspectiva del mito, no como el estudioso, sino como el poeta que buscar y otorga veladura verbal al mito: lo popular chileno en 'Los borrachos dionisíacos', en ¡Epopeya de las comidas y bebidas de Chile' o 'Campeonato de rayuela' se combina con la vanguardia y el rupturismo y, de un modo más prosaico, con el deseo de extravagancia del autor. 

El 10 de septiembre de 1968, Pablo de Rokha se suicidó de un balazo en la boca a los 73 años de edad. Su hijo Carlos se le adelantó seis años antes. Poco antes, al recibir el Premio Nacional de Chile, declaró: 

Mis impresiones en este momento son contradictorias. Cuando vivía Winétt, mi mujer, y también mi hijo Carlos, antes de que la familia se destrozara, este galardón me habría embargado de un regocijo tan inmenso, infinitamente superior a la emoción que siento en este momento. Hoy para un hombre viejo, este reconocimiento nacional que indudablemente me emociona, no puede tener la misma trascendencia. 

Gallipavo senil y cogotero
de una poesía sucia, de macacos,
tienes la panza hinchada de dinero.

Defeca en el portal de los maracos,
tu egolatría de imbécil famoso
tal como en el chiquero los verracos.

Legas a ser hediondo de baboso,
y los tontos te llaman: ¡«gran podeta»!
en las alcobas de lo tenebroso.

Si fueras un andrajo de opereta,
y únicamente un pajarón flautista,
¡sólo un par de patadas en la jeta!…

Pero tu índole sadomasoquista,
un tiburón de las cloacas suma
a la carroña del oportunista.

Y si eres infantil como la espuma,
eres absurdo Cacaseno oscuro,
si el escribir con menstruación te abruma.

Granburgués, te arrodillas junto al muro
del panteón de la Academia Sueca,
a mendigar… ¡dual amoral impuro!

Y emerge el delincuente hacia la pleca
de la carátula facinerosa,
que exhibe al sol la criadilla seca.

Astuto, ruin, tarado, voz gangosa,
saqueas a la U.R.S.S, envilecido,
con la tremenda mano estropajosa.

Flojo arribista, tonto y bien comido,
dijiste de este norme pueblo ardiente:
«Chile, país de cafres», ¡gran bandido!

Eres la negra cabeza de puente
de la horrorosa corrupción burguesa
en el filo-marxismo decadente.

Avido como pájaro de presa,
refleja tu persona a un mar de idiotas,
y es su retrato, en ti, lo que interesa.

Por eso no caminas, y rebotas
contra la parte más noble y sufriente
de tu partido, y te ladran las botas.

¡Tú, el discriminador impenitente,
burócrata y plutócrata racista
que insulta a herida, a eterna, a heroica gente!…

Es que tienes costumbres de alquimista
de fiambrería, y es que estás vendido,
todo, al gran criminal imperialista.

Es que tienes costumbres de alquimista
de fiambrería, y es que estás vendido,
todo, al gran criminal imperialista.

La baba oscura del hampón, hundido
en la maldad oblicua del plagiario,
te chorrea del corazón podrido.

Y las pelotas del «estravagario»,
juegan al campeonato del canalla
en el gran orinal «crepusculario».

Eres el «jefe» de una tal morralla,
tan desleal como todo cobarde,
y mereces escupos, no metralla.

Calumniador e infamador, tu alarde
de apropiarte de un muerto es de demente,
que se ahoga en los mares de la tarde.

Abominando del hombre valiente,
echas en cara la desgracia humana,
y, al insultar, muestras la bestia ingente.

¡Es tan abyecta tu actitud marrana
y es tan de amoral tu ejecutoria…
¡debiste ser hijo de puto y rana!…

Chillas por eso pidiendo euforia
necio-anormal de «un puntapié en el culo»,
y el ser pro-imperialista es tu victoria.

Tu condición de Judas y de Chulo,
corrompe con dinero mal habido,
y a quien explotas, lo declaras nulo.

Tu verso inmoral se ha «enriquecido»
de un mil de pederastas de prontuario:
cantas por paga, en tu rabel transido.

Estafándola, alzando su calvario,
a aquella fiel humilde «hormiguita»,
formas la roña del prostibulario.

Por tu gran colección hermafrodita
sin que falte una loca Concha sola,
la Reacción mundial te felicita.

la miendo por debajo de la cola
al ladrón del Viet Nam, al asesino,
eres el héroe de la coca-cola.

Gran comensal del Wall Street ladino
miras a Cuba como los «gusanos»,
y su martirio te importa un comino.

Tu comunismo es farsa de Casi Anos
emputacidos y escandalosos,
que vende, como reses, sus hermanos.

Ceñido de mugrientos y roñosos,
tinterillo de latifundistas,
yo te comparo a los perros tiñosos.

Defiendes, pisoteando comunistas,
a los patrones contra los peones,
y los dueños de fundo son tus pistas.

Ladroneando, eres tú flor de bribones,
y como vives de seres dudosos,
auspicias guardaespaldas maricones.

Insultador de héroes grandiosos,
como Mao Tse-tung y su Partido,
entregas sangre ajena alos golosos.

Tu «pedosita» es pacotilla, herido
de vanidad añeja de ramera,
«gozas» de «fama», pero estás vencido.

A la siniestra mafia aventurera
de la chacota en la literatura
tu camarilla le dio pedorrera.

¡Oh! mixtificador, tu sinecura
de atorrante político, «escruchante»
poético, es un tarro de basura.

Engañas a «las musas», y el cantante
de prostíbulo que hay en tus muletas,
en las ideas es un comerciante.

Sodomitas, rufianes, proxenetas,
pacotilleros y filibusteros,
te corretean entre cuchufletas.

Bohemio y metafísico, en usleros
de material confuso estás sentado,
como en grandes divanes de braseros.

De «Derecha» y de «Izquierda» te has timbrado
y oscilas de entre alones y loyolas,
manoseando para lado y lado.

Como te arrastran las sesenta bolas
de las antologías criminales,
te balanceas en las carambolas.

Un rebizno mundial de homosexuales,
monta la máquina cosmopolita
de tus negocios internacionales.

Y hasta el cura pronazi aranedita
llorando se arremanga las polleras
en honor de tu gran guata «bendita».

Yegua de arreo, riega las praderas
de la bohemia tu meada de piojo
funeral, corroído de goteras.

Los de Hernanes, el negro y el rojo,
son los sucios eunucos amarillos
de tu harem: Cardenal y Matapiojo.

Ellos te chupan de los calzoncillos
la bazofia, con lengua de lacayos:
pían sin pico, aunque son pajarillos.

Tal como dos esclavos, dos cipayos
enmascarados en su podredumbre,
sirvientes del verdugo y papagayos.

Los «capos» de la antigua servidumbre
te abandonaron por ingrato e inmundo
como a un cuchillo mordido de herrumbe.

Hoy por hoy, solo, en el hoyo del mundo
chillas y gritas, espantosamente,
lo mismo que un zapato moribundo.

Y aunque manchas tu patria, impunemente,
contrbandeando éxito por mérito,
te escupe un gran gargajo frente a frente.

Vendido a Norteamérica, el pretérito
de tus engaños al proletariado,
da vuelta la chaqueta al benemérito.

Traidor y desertor calificado,
te burlaste de los trabajadores
yendo de negociado en negociado.

Tu frenesí es corruptor de menores
intelectuales, «regolucionario»
a lo Mansilla, «Rey» de embaucadores.

«La araña negra» y «el patibulario»
te llamó Juan de Luigi, al cual echabas
en cara la ceguera… ¡oh!, mal corsario.

Telarañoso y mercantil, alabas
lo que negaste, como equilibrista,
y al Premio Nobel lo llenas de babas.

De país en país, gran arribista,
tu gonorrea literaria has ido
vendiendo como egregio pendolista.

Tu «reconciliación» de forajido
con el imperialismo, es lo más lógico:
se van de corrompido a corrompido.

Como un bruto o eunuco patológico
estás sobre las clases defecando
y a tu estiércol lo estimas antológico.

Un viejo perro muerto anda aullando
en tus quejidos de gran roña ahita
y, al vomitar, te vas desintegrando…

Toda tu obra mal robada, imita:
«Macchu-Picchu» es Ramponi, el argentino,
a quien plagiaste su «Piedra Infinita».

Tagore, Baudelaire, Vallejo, (vino
y mito), te encubren, y te aterra
haber transado tu alma de cochino.

El fosil colonial de Inglaterra
entre biblias y whiskyes y serpientes
engendró «Residencia en la Tierra».

Si hablando a gentes proletarias, mientes,
mientes cantando y llorando y, mintiendo,
mientes a delincuentes y a inocentes.

Como lo heroico no lo estás viviendo,
tú frenas la potencia de las masas
con tu veneno «poético» horrendo.

Por tus siete maletas, sobrepasas
el equipaje multimillonario,
cuando el botín repleta tus tres casas.

A alguna menopáusica de acuario,
«tu Farewell» ¡de Blomberg!, le produjo
alteraciones en su calendario.

Sabat Ercasty te dejó con pujo
sangriento, y «El Hondero Entusiasta»,
es la baraja y el moco del brujo.

Siendo un feto, te das de iconoclasta,
y a mí me has estafado desde el nombre
a esta línea de fuego, que te aplasta.

No eres un hombre pobre un pobre hombre
condecorado como a un espía
del anticomunismo, cobre a cobre.

«Punta de lanza» de la porquería
capitalista, porque no batallas,
en la agonía de la burguesía.

Ni Trujillo agregó a tantas medallas
tanta asquerosa maldad engañosa,
y «Chapitas» fue ejemplo de canallas.

El gran oficialismo es tu ruidosa
pantalla, adulas a cualquier Gobierno
y le cambias por plata, verso o prosa.

«Gran mal poeta», (engendro del infierno),
te llamó Juan Ramón en «Españoles
de Tres Mundos», Caín de mas de un cuerno.

¡Y tú, coleccionando caracoles
o mascarones en que te defines!…
«Radio La Habana» baleó tus controles…

Entre los más rosados querubines,
te «canonizarán» de comunista
con la trompeta de los malandrines.

Un Belaúnde pronacifascista
y asesinador de guerrilleros
coronó tu cinismo de pancista.

Como a chancha «matada», los culeros
te lastiman el lomo y las berijas,
(dos instrumentos de los marulleros).

Es decir, las ambiguas sabandijas
de la retórica y de la poética,
ya sólo en los sobacos las prohijas.

Porque como eres «loco» de la estética
y el robot parroquial de un clan idiota,
hasta tus cómplices piden genética.

¿Tú revolucionario? La pelota
del trotzquismo te cuelga del hocico,
enmascarándote. Y Lenin te azota.

Con tu conducta de sapo y de mico
ofendes a la inmensa clase obrera,
y a costillas del pueblo eres tan rico.

Además, el Pentágono reitera
en dólares sonantes y contantes,
su amor a la canalla aventurera.

Y la CIA procura resonantes
éxitos al carajo «bien portado»
y condecoraciones y diamantes.

Y un horrendo esplendor prefabricado
y queso y pan y vino, todo de oro,
y los difraces del enmascarado.

La gritería universal, el toro
de cartón rojo, el Caballo de Troya,
la gran máquina-jaula para el loro.

Turbia gran bruja macabra de Goya
es tu aflicción de «Toribio Gallina,
el Náufrago», colgando de una bo… ya.

A tu «realismo» échale formalina
en el tronco esencial de la macana,
porque muestra su lengua femenina.

La épica social americana
la escribo yo, rugiendo pueblo adentro,
con mi pluma-fusil, (gran hacha humana).

Y tu canción de amor es epicentro
de mistificadores, y bolina
de maricas, con punto y como al centro.

Lo bautizaste como «Guillermina»
al «Mascarón», que oculta tus «apremios»
de bailarín de la Tía Carlina.

Y si aún deseas premios y más premios,
te ofrezco el premio a la sirvengüenzura
colosal y feroz de los bohemios,

que se cavan la propia sepultura:
no importas tú, ¡importa tu impostura!…

Tercetos dantescos a Casiano Basualto


Más información interesante:

La leyenda negra de Pablo de Rokha - letras libres 

Bestia lectora 

Revista electrónica de literatura Altazor 

Poesía más poesía 

Página 12 

La tercera

Crítica Cl 

martes, 29 de octubre de 2024

Los lais de María de Francia



Quien relata, miente. Quien escribe una historia que considera verdad, la inventa y la transforma. La cultura y la sensibilidad de quien narra modifican la materia del relato. Resulta difícil precisar si el acontecimiento se transforma de manera más intensa en la tradición oral o al fijarse en la escritura, como hace la escritora medieval María de Francia

No sabemos si la primera mujer poeta en lengua francesa creía o no en la veracidad de sus relatos, pero sí que pretendía contarnos cuentos fantásticos tan increíbles como reales. María de Francia nos lleva a un mundo antiguo (incluso para ella y que solamente ha existido en la memoria) y quiere que pensemos que sus personajes existieron. Quiere que tomemos por reales sus tribulaciones. 

Hablamos del siglo XII. En las cortes señoriales del Mediodía francés nacía el nuevo espíritu cortés: la lírica provenzal inaugurada por Guillermo de Poitiers (primer trovador conocido del amor cortés). Años después, cuando su nieta Leonor de Aquitania contrae matrimonio con Enrique II de Inglaterra, la cortesía provenzal penetra en la corte anglo-normanda y allí se enriquece con los grandes temas caballerescos de la materia artúrica. Es decir, el tema caballería se fusiona con la lírica provenzal. 

Aunque la palabra 'lai' (de origen celta) designa una composición musical, lo que María se propone escribir no son 'lais', sino, como explica la autora en el prólogo y en las primeras líneas del relato Guigemar, algo estrechamente emparentado con ellos: la historia, la aventura que les dio origen. El punto de partida de cada relato serán cuentos y leyendas procedentes del folklore bretón y de la tradición oral. 

Si parte de la crítica ha señalado lo estereotipado de los caracteres masculinos, es necesario precisar algunos matices: la función del caballero en los Lais de María de Francia, no es sino permitir el desarrollo de los personajes femeninos. El caballero es un espejo que permite a la mujer conocer sus propios sentimientos y experimentarlos. La invita a vivir intensamente sus emociones.

La mujer aparece en los Lais de María de Francia en múltiples facetas. La variedad de tipos femeninos sorprende: 

  • La joven osada y consciente (o inconsciente) del relato Milón.
  • La doncella tímida y atrevida al mismo tiempo de Eliduc (indefensa, pero protegida por su virtud), que no concibe para el amor otro desenlace que el matrimonio y que profesa una confianza total en el hombre que le hará sufrir al creerse traicionada.
  • La amante sumisa capaz de retirarse a segundo plano para obedecer a su amigo en Fresno. 
  • O la esposa amantísima de Eliduc, que muestra gran dolor ante la partida de su esposo y que al verlo regresar triste y pensativo, en vez de sospechar de su fidelidad, se pregunta si es él quien duda de la suya. Esta mujer llevará su abnegación hasta tal punto de sacrificar su propio amor, fingiendo querer ser religiosa a fin de dejar libre a su marido. 

Aunque en todos estos relatos se respira ese sentimiento sujeto a leyes que es el amor cortés y que inspira al hombre valentía y sumisión a la mujer, la idea del amor de María de Francia no corresponde con los tópicos cortesanos. Para ella en el amor no existe mesura ni la contención. Se trata de un sentimiento involuntario y violento que se apodera de dos seres y les une en un lazo indisoluble. Un sentimiento de vida que arrebata y que en la mayor parte de los casos conduce a la muerte. Al mismo tiempo, el amor para María de Francia sitúa a la mujer en el mismo plano que su compañero, con los mismos derechos en la batalla amorosa, capaz de afrontar sus propios sentimientos y de tomar la iniciativa. 


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Un trabajo tartamudo

www.tatianaherrero.es DONDE NACE LA FANTASÍA

LA PRIMERA HISTORIA DE LA LITERATURA EUROPEA EN FORMATO DIGITAL

Los jardines de Babel 









jueves, 10 de octubre de 2024

Fuentes del viento. Pierre Reverdy

"El más puro de los poetas que ha tenido Francia". Lo dijo Luis Cernuda en 1960 tras el fallecimiento de Pierre Reverdy“Le estimo como poseedor de un don raro aún entre los poetas mejores, el de guiar, señalar rumbo a los poetas más jóvenes que vienen tras de él. Es decir, ser un maestro”. 

Se le vincula en el imaginario colectivo como representante y catalizador de las vanguardias, asociado especialmente al surrealismo, al cubismo y al creacionismo de Huidobro, con quien publicó la revista Nord-Sud. Pero a menudo se olvida que Reverdy fue un místico. En el año 1926, con 37 años sufrió una crisis espiritual y se retiró a la abadía Solesmes hasta su muerte en 1960. Más de la mitad de su obra es la obra de un místico. Entre ellas el libro que nos ocupa. Sources du vent (1929), traducido por Guillermo F. Rojano. 


André Breton, en una entrevista en 1932 dijo sobre Reverdy

Esta forma de decir no ha perdido para mí su encanto. Inmediatamente me reintroduce en el corazón de esta magia verbal que, para nosotros, era el dominio donde Reverdy actuaba. Sólo Aloysius Bertrand y Rimbaud habían avanzado tan lejos en esta vía. Por mi parte, amaba y amo todavía sí, de amor esta poesía practicada en largos cortes en los que nimba la vida cotidiana, este halo de aprehensiones e indicios que flotan alrededor de nuestras impresiones y de nuestros actos. Cortaba dentro como al azar. El ritmo que había creado era aparentemente sólo un instrumento. Pero esta herramienta no lo traicionaba nunca, era maravilloso. Reverdy era mucho más teórico que Apollinaire: incluso hubiera sido un maestro ideal si hubiera sido menos apasionado en la discusión, si hubiera estado más preocupado por los argumentos que se le oponían, pero es verdad que esta pasión formaba parte de su encanto. Nadie ha reflexionado mejor y nadie supo hacer reflexionar sobre los medios profundos de la poesía. Nada debía, en consecuencia, tener más importancia que sus tesis sobre la imagen poética. No hay tampoco nadie que, ante la larga ingratitud de la suerte, haya demostrado un desapego más ejemplar.
Planos sincrónicos, tiempo detenido y el alma humana que se detiene expectante ante elementos cotidianos y que busca un significado en ellos y que construye un sentido trascendente. De ahí, de esa elaboración del significado oculto y de la esperanza de que lo cotidiano se convierta en una manifestación del lenguaje divido, surge la espiritualidad que rezuman estos poemas de Reverdy. Poemas universales y eternos porque hablan sobre lo mínimo común de todos los seres humanos y que podrían ser comprendido por una mente prehistórica y por una sensibilidad del futuro. 

Las vueltas únicas del espíritu

La misma corriente de aire en el ojo
                                    y en el oído
Lámpara de velada nocturna
Bajo las capas del sueño rectilíneos
cuando las mejillas salen
el gallo impasible llama bajo el tejado
Láminas de los cascotes de yeso se desprenden
las líneas se desdoblan en el umbral de la falsa mañana
Y para volver a encontrar el orden a través de este misterio
Ni siquera tenemos la claridad interior del ojo
La realidad aplastada en un ángulo
                    donde el filo de la talla oprime al animal
Más voces del horizonte
de camino bajo la paja
Ni un grano de arena húmeda en los labios
Y sobre las manos
La caricia de los hielos que atraviesan este jardín desnudo
                                                estos muros desvanecidos
Este triste movimiento de orquesta sin estribillo
        la cama lívida. 

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jueves, 12 de septiembre de 2024

Trotamundear. Blaise Cendrars


Un hombre, un viajero, un trotamundos, un negociante, un buscavidas, un fugitivo, un joven llega a Nápoles con un secreto: es rico, en una espina de Ispahan esconde unos diamantes. 

Huye de un mal negocio, pero se oculta en la ciudad de su infancia. A sus veintipocos años, su vida aventurera y escapista le pesa demasiado: se siente mal, ha alcanzado un punto de ruptura consigo mismo y quiere sanar (en el futuro, cuando pierda un brazo será peor, pero estará más preparado). 

En su vagabundeo errante, empujado por fuerzas oscuras de su interior, regresa a un lugar de su infancia: la tumba de Virgilio. Allí, se entierra en el suelo durante ocho días para darse cuenta de que Kipling mintió. Tras el ritual no está curado. Continúa mal, perdido, pero de aquí en adelante no volverá a mirar su herida hasta que escriba su historia sesenta años después.  

Ese es el comienzo del relato Génova, la espina de Ispahán, el más largo y más perfecto de los textos  que componen Trotamundear. Corazón del libro, pero también una narración perfecta. Una historia edípica de misterio y terror ubicada en un lugar legendario que implica a personajes reales como el fotógrafo Ricordi, leyendas escuchadas con oídos de niño, pero también muerte, dolor y sufrimiento que explican de algún modo el temperamento aventurero de Blaise Cendrars. Y algo más que el escritor no afirma explícitamente: el abandono paterno y la frialdad materna, carencias profundamente arraigadas en su infancia. Y por en medio, una amor infantil, puro e inocente que termina con un cadáver y un olor nauseabundo que se extiende por toda la casa y emana de su habitación, magos y alquimistas seguidores del demonio que crean vida de la carne de niños muertos y el asesinato de un leproso. 

Si alguien me preguntase un libro con el que aprender a escribir (quiero decir, un libro con el que entender qué es 'el estilo' en escritura), le diría, sin pensarlo dos ejemplos del mismo autor: Ron y Trotamundear, de Blaise Cendrars. 

Si Cervantes escribió sobre el Tirant lo Blanc que se trataba de "un tesoro de contento y una mina de pasatiempos" cuando lo salvó de la hoguera, lo mismo podría aplicarse a estas digamos memorias escritas por un diestro manco con la mano izquierda. 

Historias, recuerdos y reflexiones engarzadas como relatos que no parecen protagonizados por la misma persona. Desde la infancia hasta la madurez: viajes, huidas, negocios no siempre  éticos, vitalismo, violencia, guerras, cultura libresca, grandes nombres de la vanguardia europea y grandes personalidades de los bajos fondos de cualquier lugar del mundo. 

Cada capítulo está titulado con el nombre una ciudad europea: Venecia, Nápoles, La Coruña, Burdeos, Brest, Tolón, Amberes, Génova, Hamburgo, París... ciudades que no siempre centran el relato, solo abren un abanico de vivencias y de emociones sincrónicas en las que se confunde realidad y ficción, el presente, el pasado, el futuro y la geografía. 

Si Cendrars dice la verdad o miente, no importa. Sus palabras (escritas con la mano izquierda) tienen la fuerza de la convicción, hasta el punto de que el mismo autor, al repasar datos que afirma fehacientemente, se da cuenta de que sus recuerdos le mienten y que lo que relata (¡su vida!) no ha podido ser como la cuenta: 

Lo admito, mis recuerdos de infancia, que para mí son más verdaderos que verdades en su inocencia, tienen una distorsión en el tiempo, como máximo, de un año o dos en algunos detalles o escenas accesorias. Pero ¿cómo explicar el error que cometo al situar el nacimiento del hijo del príncipe de Nápoles con tanta anticipación en el tiempo, casi diez años? No sé qué responder, y ello me deja estupefacto. (...) La cristalización de mis recuerdos en torno a un fantasma puede que haya falseado el desarrollo cronológico de los acontecimientos de mi infancia napolitana, pero no alterado la realidad de los acontecimientos. 

Cendras escribe, con la mano izquierda y la derecha amputada, con más energía, vitalidad y trascendencia que la mayoría con su mano dominante. Un ejemplo: 

Hoy quiero sanar. Mi cansancio es demasiado grande. Al igual que Kim, ya no puedo más. Estoy agotado. Pero antes de iniciar la cura de Kim, desciendo a Pausilippe, voy a adentrarme en el mar, me sacio de agua, y regreso con víveres para ocho días, pan, salami, mortadela, un cacio cavallo o culo de caballo, que es un queso en forma de cantimplora de peregrino o calabaza doble, una garrafa de vino, pesada y redonda como una campana. Mi espina hueca es mi bastón de peregrino. Subo alegre y muerto de impaciencia a mi ermita. ¡Tomo un bocado, bendito sea Dios! Nada ha cambiado en el cercado. Me dispongo a pasar mi primera noche en el jardín de mi infancia, paraíso perdido y, esta tarde, reencontrado. 

Más información: 

Una hoguera para que arda Goya

Altazor 

El Boomerang

Lecturas desde el noroeste


viernes, 30 de agosto de 2024

Antología Total. Ángela Figuera Aymerich



¿Qué vale una mujer? ¿para qué sirve

una mujer viviendo en puro grito?

¿Qué puede una mujer en la riada donde naufragan tantos superhombres

y van desmoronándose las frentes

alzadas como diques orgullosos

cuando las aguas discurrían lentas?

Figuera Aymerich se pregunta en sus versos "¿qué vale una mujer?". Décadas después, estos versos envejecen ocultos en la historia a pesar de que formó junto a Celaya y Blas de Otero "el triunvirato vasco de la poesía de postguerra". A ellos se les estudia en el instituto y en la universidad. A ella (con suerte) se la nombra en los manuales de literatura: olvido, feminismo y compromiso social son las claves de la obra de esta mujer que no vivió en el mejor momento del siglo XX para ser escritora. 

Su libro, Vencida por el ángel (1950) supone uno de los ejemplos más perfectos para entender la poesía española de postguerra y, por ese mismo motivo, sorprende su ausencia en antologías y manuales de literatura: muestra la miseria de España, la desolación de los vencidos y la situación de las mujeres empobrecidas y explotadas

Su vida explica a una sociedad que intenta vivir en silencio bajo la dictadura franquista: junto a su marido, decide vivir en Madrid, una ciudad grande, para pasar inadvertidos. No obtante, su obra supone un ejercicio de valentía que resulta admirable desde la perspectiva presente. 

Aunque por edad podría haber formado parte de las Sin sombrero, no publicó hasta finalizada la Guerra Civil Española. Compaginó la poesía con su trabajo como traductora y en la Biblioteca Nacional. También, participó en el servicio de bibliobuses (un sistema que se encargaba de llevar libros a la periferia de Madrid). En una carta Blas de Otero, Ángela el contaba:

“Sabrás que a mi vejez he resuelto dedicarme a la vida activa y trabajo por la mañana en la Biblioteca Nacional y por la tarde en una biblioteca ambulante o bibliobús que va prestando libros por los barrios extremos y suburbios madrileños. Este último es un servicio estupendo y yo lo hago encantada, con verdadero apasionamiento, aunque la remuneración es muy pequeña, como todas las que se cobran en España salvo raras y casi siempre honrosas excepciones. Se pone uno en contacto con el pueblo y se le orienta y se le educa en la lectura y no sabes cómo lo agradecen y qué contentos y amables se muestran con nosotros las bibliotecarias, y hasta nos toman afecto…”.

Pocas antologías recogen su nombre (lo que no resulta sorprendente ya). En palabras de Miguel Barrero: “En el caso de Ángela Figuera Aymerich, están claros los motivos que provocaron que en su propia época no ocupara nunca un papel protagonista: era mujer, pertenecía al bando derrotado en la Guerra Civil y su poesía, lejos de camuflar esa condición o de adaptarla al gusto de la retórica triunfante, incidía en ella y la empleaba como base desde la que lanzar una mirada ácida, rabiosa y escéptica a la sociedad que se desenvolvía en sus alrededores”. 

En 1979 publicó el libro de Cuentos tontos para niños listos.

En un mundo artístico controlado por los hombres, Aymerich se cuestiona el modelo que la cultura impone a la mujer. La poesía de Ángela Figuera está marcada por el compromiso social y la crítica al franquismo, que la desposeyó de su lugar en la historia de la literatura del siglo XX. 


Vencida por el Ángel
 
YO cerraba los ojos; yo apretaba los puños;
yo blindaba mi pecho con metales helados;
yo sorbía a raudales la alegría y el fuego
para escapar, bravía, al acoso del Ángel.


El Ángel era suave, silencioso y terrible.
Llevaba una ancha copa de licores amargos,
y en su pálida frente se leía imborrable
la palabra tremenda.

He luchado con él. He luchado: he reído
sobre todas las flores de los mayos ingenuos;
cabalgando las nubes; fabricándome estrellas;
derramando canciones.

Me he apoyado en mis huesos; me he afirmado en mi
sangre
He caído en la sima de los besos sin límite.
He crujido en el trance de los duros abrazos.
He gritado el triunfo de mi carne aumentada
en la carne del hijo.

Me he proclamado limpia contra el asco y la ruina.
Me he declarado libre contra el tedio y la duda.
Me he creído excluida, separada, intocable.

Pero el Ángel llegaba. A pesar de mis puños,
de mis ojos cerrados, de mis labios tenaces,
con su vuelo impasible, con su copa colmada,
me ha tocado; me ha roto la coraza soberbia;
me ha deshecho los muros; me ha cortado la huida.

Sin espada, sin ruido, me ha vencido. En la entraña
me ha dejado clavada la raíz de la angustia
y ya siento en mi alma el dolor de los mundos.


Si no has muerto un instante

Si no has de permitir que tu corazón tierno

trabaje un cupo diario de horas extraordinarias

para sentirse fusilado en Grecia.

Si tu pálida frente no llega a golpearse

contra el hierro o la roca

de una cárcel distante mil o dos mil kilómetros.

Si no has caído nunca con la nuca partida

por la más inocente

de las balas que silban en un rincón de Asia.

Si tus ojos no crecen

hacia los cuatro puntos cardinales

para buscar la veta del horror escondido

y aumentar los niveles represados del llanto.

Si no dejas a veces que tu estómago aúlle

porque a orillas del Ganges no hay arroz para todos.

Si nunca se te quiebran los huesos de fatiga

bajo el peso que abruma las espaldas de otro hombre.

Si no has mirado nunca tus manos desolladas

cuando un minero acaba su jornada en el pozo.

Si no has agonizado cualquier noche sin luna

en la sala de un blanco pabellón de incurables.

Si no has visto que un día se pudre en tu regazo

el cadáver de un niño con sus dientes primeros.

Si no has muerto tú mismo una vez tan siquiera,

solamente un instante, porque sí, porque nada,

porque todo, por eso, porque el hombre se muere,

entonces, amiguito, no sigas adelante.

Y muérete enseguida. Pero en serio. Del todo.



Más información: 


lunes, 5 de agosto de 2024

Anábasis. Saint John Perse (II)


Anábasis es un poema de gran importancia literaria, pero muy complejo en su interpretación. Ya es un lugar común leer que John Perse es el gran poeta épico del siglo XX (sin aclarar el motivo) y que su poema más célebre se recrea en los conceptos de expedición, de conquista y desarrollo posterior de una nueva civilización con sus reglas particulares. Pero si fuera solo esto, ¿de dónde surge su fuerza poética? ¿Por qué sus versículos resuenan aún sin ser comprendidos... o peor, comprendidos en su literariedad?

El título del poema hace referencia a la obra de Jenofonte, que narra la Marcha de los Diez Mil, pero es un término griego que significa "subida o expedición hacia el interior". Así, somos libres de entender que la idea de aventura, de viaje aparece  en  el libro de Perse no como algo concreto sino como una abstracción sugeridora abierta a la idea de la conquista de sí mismo. Porque todo viaje literario es un viaje simbólico

Comparto el prólogo del poeta T. S. Eliot a su traducción de Anábasis

En cuanto a mí, una vez atraída mi atención al poema gracias a un amigo en cuyo gusto confío, no hubo necesidad de un prefacio. No necesité que me fuera señalado, tras una primera lectura, que la palabra 'anabásis' no sostiene una referencia particular con Jenofonte ni con la Marcha de los Diez Mil, ninguna referencia particular con respecto a la Asia Menor; y que ningún mapa de sus migraciones podría ser dibujado. El Señor Perse ha utilizado la palabra Anábasis en el mismo sentido literal en el que el mismo Jenofonte la usaba. El poema es una serie de imágenes de migración, de conquistas de vastos espacios sobre los despojos asiáticos, de la destrucción y fundación de ciudades y civilizaciones de todas las razas y épocas del antiguo Oriente.

Podría, pienso, recuperar dos nociones del Sr. Fabre que quizás resulten útiles al lector de esta traducción. La primera es que cualquier obscuridad del poema, en las primeras lecturas, se debe a la supresión de los “vínculos en la cadena”, de toda materia explicatoria o de conexión, y no a la incoherencia o al amor por los criptogramas. La justificación de tal abreviación en el método radica en que la secuencia de imágenes coincida y se concentre en una sola e intensa impresión de las civilizaciones barbáricas. El lector tiene que permitir que las imágenes caigan en su memoria sucesivamente sin preguntarse a cada momento sobre su raciocinación singular; así, al final, se producirá un efecto total.

El poeta mexicano Octavio Paz decía de Perse: "Celebración del lenguaje, la poesía de Perse es un regreso al origen del poema: el himno. Exclamación ante la vida, aprobación del existir, elogio". 

Ya escribí sobre el poema en el año 2013 (la primera vez que lo leí) y no pude profundizar mucho en el poema porque a pesar del gran impacto que me causó, no sabía qué decir del texto. Hoy me pasa lo mismo. Solo que la belleza del texto y el poder de su materia poética es más evidente y más significativa para mí, diez años después (diez años de vivencias y lecturas): 

Las armas de la mañana son bellas y el mar. A nuestros caballos, entregada la tierra sin almendras, les vale este cielo incorruptible. Y el sol no es nombrado, pero su pujanza está entre nosotros y el mar en la mañana como una presunción del espíritu. 

(Releí este fragmento en la playa de Sain Malo, un día en el que la luminosidad del verano obligaba a cerrar los ojos)

Lo hermético y el tono bíblico (y el hecho de simultanear la lectura del poema con los evangelios) me sugirieron esta vez que el extranjero era un profeta que anunciaba la conquista del espíritu y la civilización, el paraíso interior. No obstante, faltaría explicar cómo sus oraciones se transforman en un objeto de arte que vibra a nuestra misma frecuencia como si hubiéramos sabido siempre lo que nos dice, pero al mismo tiempo, ordenado de un modo novedoso que nos presenta el mundo que conocemos como si nunca lo hubiéramos mirado bien, como si se construyera a medida que Perse escribe y, entonces, solo tuviéramos un ligero recuerdo del mundo que hemos experimentado hasta ahora. Pero son palabras que al escribirlas empequeñecen el texto. 


Sobre Anábasis y John Persé

Círculodepoesía.com 

Circulodepoesía.com (sobre Eliot y Persé) 

Confabulario 

ragonserrano.blogspot 

critica cl 

Más sobre John Persé

John Persé como diplomático