viernes, 30 de agosto de 2024

Antología Total. Ángela Figuera Aymerich



¿Qué vale una mujer? ¿para qué sirve

una mujer viviendo en puro grito?

¿Qué puede una mujer en la riada donde naufragan tantos superhombres

y van desmoronándose las frentes

alzadas como diques orgullosos

cuando las aguas discurrían lentas?

Figuera Aymerich se pregunta en sus versos "¿qué vale una mujer?". Décadas después, estos versos envejecen ocultos en la historia a pesar de que formó junto a Celaya y Blas de Otero "el triunvirato vasco de la poesía de postguerra". A ellos se les estudia en el instituto y en la universidad. A ella (con suerte) se la nombra en los manuales de literatura: olvido, feminismo y compromiso social son las claves de la obra de esta mujer que no vivió en el mejor momento del siglo XX para ser escritora. 

Su libro, Vencida por el ángel (1950) supone uno de los ejemplos más perfectos para entender la poesía española de postguerra y, por ese mismo motivo, sorprende su ausencia en antologías y manuales de literatura: muestra la miseria de España, la desolación de los vencidos y la situación de las mujeres empobrecidas y explotadas

Su vida explica a una sociedad que intenta vivir en silencio bajo la dictadura franquista: junto a su marido, decide vivir en Madrid, una ciudad grande, para pasar inadvertidos. No obtante, su obra supone un ejercicio de valentía que resulta admirable desde la perspectiva presente. 

Aunque por edad podría haber formado parte de las Sin sombrero, no publicó hasta finalizada la Guerra Civil Española. Compaginó la poesía con su trabajo como traductora y en la Biblioteca Nacional. También, participó en el servicio de bibliobuses (un sistema que se encargaba de llevar libros a la periferia de Madrid). En una carta Blas de Otero, Ángela el contaba:

“Sabrás que a mi vejez he resuelto dedicarme a la vida activa y trabajo por la mañana en la Biblioteca Nacional y por la tarde en una biblioteca ambulante o bibliobús que va prestando libros por los barrios extremos y suburbios madrileños. Este último es un servicio estupendo y yo lo hago encantada, con verdadero apasionamiento, aunque la remuneración es muy pequeña, como todas las que se cobran en España salvo raras y casi siempre honrosas excepciones. Se pone uno en contacto con el pueblo y se le orienta y se le educa en la lectura y no sabes cómo lo agradecen y qué contentos y amables se muestran con nosotros las bibliotecarias, y hasta nos toman afecto…”.

Pocas antologías recogen su nombre (lo que no resulta sorprendente ya). En palabras de Miguel Barrero: “En el caso de Ángela Figuera Aymerich, están claros los motivos que provocaron que en su propia época no ocupara nunca un papel protagonista: era mujer, pertenecía al bando derrotado en la Guerra Civil y su poesía, lejos de camuflar esa condición o de adaptarla al gusto de la retórica triunfante, incidía en ella y la empleaba como base desde la que lanzar una mirada ácida, rabiosa y escéptica a la sociedad que se desenvolvía en sus alrededores”. 

En 1979 publicó el libro de Cuentos tontos para niños listos.

En un mundo artístico controlado por los hombres, Aymerich se cuestiona el modelo que la cultura impone a la mujer. La poesía de Ángela Figuera está marcada por el compromiso social y la crítica al franquismo, que la desposeyó de su lugar en la historia de la literatura del siglo XX. 


Vencida por el Ángel
 
YO cerraba los ojos; yo apretaba los puños;
yo blindaba mi pecho con metales helados;
yo sorbía a raudales la alegría y el fuego
para escapar, bravía, al acoso del Ángel.


El Ángel era suave, silencioso y terrible.
Llevaba una ancha copa de licores amargos,
y en su pálida frente se leía imborrable
la palabra tremenda.

He luchado con él. He luchado: he reído
sobre todas las flores de los mayos ingenuos;
cabalgando las nubes; fabricándome estrellas;
derramando canciones.

Me he apoyado en mis huesos; me he afirmado en mi
sangre
He caído en la sima de los besos sin límite.
He crujido en el trance de los duros abrazos.
He gritado el triunfo de mi carne aumentada
en la carne del hijo.

Me he proclamado limpia contra el asco y la ruina.
Me he declarado libre contra el tedio y la duda.
Me he creído excluida, separada, intocable.

Pero el Ángel llegaba. A pesar de mis puños,
de mis ojos cerrados, de mis labios tenaces,
con su vuelo impasible, con su copa colmada,
me ha tocado; me ha roto la coraza soberbia;
me ha deshecho los muros; me ha cortado la huida.

Sin espada, sin ruido, me ha vencido. En la entraña
me ha dejado clavada la raíz de la angustia
y ya siento en mi alma el dolor de los mundos.


Si no has muerto un instante

Si no has de permitir que tu corazón tierno

trabaje un cupo diario de horas extraordinarias

para sentirse fusilado en Grecia.

Si tu pálida frente no llega a golpearse

contra el hierro o la roca

de una cárcel distante mil o dos mil kilómetros.

Si no has caído nunca con la nuca partida

por la más inocente

de las balas que silban en un rincón de Asia.

Si tus ojos no crecen

hacia los cuatro puntos cardinales

para buscar la veta del horror escondido

y aumentar los niveles represados del llanto.

Si no dejas a veces que tu estómago aúlle

porque a orillas del Ganges no hay arroz para todos.

Si nunca se te quiebran los huesos de fatiga

bajo el peso que abruma las espaldas de otro hombre.

Si no has mirado nunca tus manos desolladas

cuando un minero acaba su jornada en el pozo.

Si no has agonizado cualquier noche sin luna

en la sala de un blanco pabellón de incurables.

Si no has visto que un día se pudre en tu regazo

el cadáver de un niño con sus dientes primeros.

Si no has muerto tú mismo una vez tan siquiera,

solamente un instante, porque sí, porque nada,

porque todo, por eso, porque el hombre se muere,

entonces, amiguito, no sigas adelante.

Y muérete enseguida. Pero en serio. Del todo.



Más información: 


lunes, 5 de agosto de 2024

Anábasis. Saint John Perse (II)


Anábasis es un poema de gran importancia literaria, pero muy complejo en su interpretación. Ya es un lugar común leer que John Perse es el gran poeta épico del siglo XX (sin aclarar el motivo) y que su poema más célebre se recrea en los conceptos de expedición, de conquista y desarrollo posterior de una nueva civilización con sus reglas particulares. Pero si fuera solo esto, ¿de dónde surge su fuerza poética? ¿Por qué sus versículos resuenan aún sin ser comprendidos... o peor, comprendidos en su literariedad?

El título del poema hace referencia a la obra de Jenofonte, que narra la Marcha de los Diez Mil, pero es un término griego que significa "subida o expedición hacia el interior". Así, somos libres de entender que la idea de aventura, de viaje aparece  en  el libro de Perse no como algo concreto sino como una abstracción sugeridora abierta a la idea de la conquista de sí mismo. Porque todo viaje literario es un viaje simbólico

Comparto el prólogo del poeta T. S. Eliot a su traducción de Anábasis

En cuanto a mí, una vez atraída mi atención al poema gracias a un amigo en cuyo gusto confío, no hubo necesidad de un prefacio. No necesité que me fuera señalado, tras una primera lectura, que la palabra 'anabásis' no sostiene una referencia particular con Jenofonte ni con la Marcha de los Diez Mil, ninguna referencia particular con respecto a la Asia Menor; y que ningún mapa de sus migraciones podría ser dibujado. El Señor Perse ha utilizado la palabra Anábasis en el mismo sentido literal en el que el mismo Jenofonte la usaba. El poema es una serie de imágenes de migración, de conquistas de vastos espacios sobre los despojos asiáticos, de la destrucción y fundación de ciudades y civilizaciones de todas las razas y épocas del antiguo Oriente.

Podría, pienso, recuperar dos nociones del Sr. Fabre que quizás resulten útiles al lector de esta traducción. La primera es que cualquier obscuridad del poema, en las primeras lecturas, se debe a la supresión de los “vínculos en la cadena”, de toda materia explicatoria o de conexión, y no a la incoherencia o al amor por los criptogramas. La justificación de tal abreviación en el método radica en que la secuencia de imágenes coincida y se concentre en una sola e intensa impresión de las civilizaciones barbáricas. El lector tiene que permitir que las imágenes caigan en su memoria sucesivamente sin preguntarse a cada momento sobre su raciocinación singular; así, al final, se producirá un efecto total.

El poeta mexicano Octavio Paz decía de Perse: "Celebración del lenguaje, la poesía de Perse es un regreso al origen del poema: el himno. Exclamación ante la vida, aprobación del existir, elogio". 

Ya escribí sobre el poema en el año 2013 (la primera vez que lo leí) y no pude profundizar mucho en el poema porque a pesar del gran impacto que me causó, no sabía qué decir del texto. Hoy me pasa lo mismo. Solo que la belleza del texto y el poder de su materia poética es más evidente y más significativa para mí, diez años después (diez años de vivencias y lecturas): 

Las armas de la mañana son bellas y el mar. A nuestros caballos, entregada la tierra sin almendras, les vale este cielo incorruptible. Y el sol no es nombrado, pero su pujanza está entre nosotros y el mar en la mañana como una presunción del espíritu. 

(Releí este fragmento en la playa de Sain Malo, un día en el que la luminosidad del verano obligaba a cerrar los ojos)

Lo hermético y el tono bíblico (y el hecho de simultanear la lectura del poema con los evangelios) me sugirieron esta vez que el extranjero era un profeta que anunciaba la conquista del espíritu y la civilización, el paraíso interior. No obstante, faltaría explicar cómo sus oraciones se transforman en un objeto de arte que vibra a nuestra misma frecuencia como si hubiéramos sabido siempre lo que nos dice, pero al mismo tiempo, ordenado de un modo novedoso que nos presenta el mundo que conocemos como si nunca lo hubiéramos mirado bien, como si se construyera a medida que Perse escribe y, entonces, solo tuviéramos un ligero recuerdo del mundo que hemos experimentado hasta ahora. Pero son palabras que al escribirlas empequeñecen el texto. 


Sobre Anábasis y John Persé

Círculodepoesía.com 

Circulodepoesía.com (sobre Eliot y Persé) 

Confabulario 

ragonserrano.blogspot 

critica cl 

Más sobre John Persé

John Persé como diplomático