– Hoy nadie puede molestar a mi madre – dice mi ama apuntándome con el dedo.
No me doy por aludida. Estoy divinamente aquí, aprovechando un recuadro de sol en el jardín para calentarme el lomo, y no tengo la menor intención de moverme. Bueno, un poco sí. Me paso la pata varias veces sobre el ojo derecho para que mi ama sepa que me ha pillado a punto de dormir.
– Me has oído ¿verdad? – dice. Y sin prestar atención a mis necesidades de reposo, me levanta en el aire con las dos manos, se sienta en un escabel y me acomoda en su regazo.
– Está prohibido maullar en toda la mañana, te lo aviso. Es un día muy importante.
La miro. Tiene un aire más enigmático que de costumbre, pero tarde o temprano terminará por darme una explicación. ¡Se ve de lejos que lo está deseando! Me rasca la cabeza y me observa.
– Me pregunto si permitirían entrar a una gatita como tú. Al fin y al cabo, no dejas de ser una hembra… - y se queda pensativa –. Tengo ganas de casarme sólo para poder asistir a la fiesta de esta noche. ¡Es una fiesta secreta!
Lanzo un profundo suspiro, como si realmente me sintiera pesarosa por esa duda. Mi ama suspira también y mira hacia el cielo.
– Claro, que no todas las matronas pueden asistir, sólo las más destacadas de Roma. Espero llegar a ser lo bastante importante como para que me inviten… ¿Tú qué crees? – me pregunta ladeando la cabeza. Le doy un lametazo en la mano, en señal de solidaridad.
– Los ritos en honor de la Bona Dea duran toda la noche. No se permite la presencia de hombres en la casa donde se celebra, así que el Cónsul de este año no podrá ni siquiera dormir en su casa. Y tampoco podrán quedarse sus esclavos. ¿Te imaginas? ¿Qué harán las matronas toooooda la noche?
Eso mismo me pregunto yo.
– Mira si estos ritos son importantes, que la salud y la prosperidad de Roma dependen de que se celebren como se debe y la diosa quede complacida. Espero que esa noche todo salga bien. No me gustaría que se torcieran las cosas. Quiero llegar a ser una buena matrona. Y entonces, cuando me inviten, preguntaré si puedes venir tú.
Me gusta la idea. Froto mi cabeza contra su pecho para que sepa que me ha complacido mucho.
– Y si no permiten que vengas, prometo contártelo. ¡Y no haré como mi madre, que se niega a contármelo a mí...!
NOTA 1: La fiesta de la Bona Dea se celebraba el 3 de diciembre, bien en casa de alguno de los magistrados de ese año, bien en casa del Pontífice Máximo. El templo de la Bona Dea se hallaba al pie de la colina del Aventino, y en su bosquecillo sagrado las matronas también celebraban sus ritos.
NOTA 2: Muchas gracias a todos, queridos amigos, por el apoyo y el cariño que me habéis demostrado con motivo de la publicación de la novela “Dido reina de Cartago”. Quienes quieran tenerla, la pueden pedir en sus librerías habituales, pues ya se ha distribuido en España, EEUU y Latinoamérica. Otra cosa es que con tanto best-seller a la reina no se la vea…
*, ** y ***, el gatito Dikón de Yolanda. Fotos: Yolanda.
**** Hojas de acanto en el foro romano.
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