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jueves, 3 de julio de 2014

El último pasajero

Cuando una novela comienza con un capítulo tan impactante y atractivo como lo hace “El último pasajero” del polifacético (además de abogado, presentador y guionista) autor gallego  Manel Loureiro, con un ambiente cargado de tensión y miedo a lo desconocido, ya te engancha sin remedio y te predispone a continuar con su lectura ansiando descubrir qué se oculta tras los extraños sucesos como los que se nos presentan ante los ojos. Y esta novela es, verdaderamente, de las que enganchan hasta el final.

Nos encontramos en el año 1939 cuando los tripulantes de un carbonero que navega por mitad del Atlántico se cruzan con un enorme barco “fantasma” aparentemente abandonado y completamente vacío, envuelto además en una atmósfera extrañamente gélida en medio de una espesísima niebla donde no se escucha ni un sonido, ni tan siquiera el golpeteo del agua contra el enorme casco. Todo es quietud y ausencia de vida. Dentro del inmenso crucero alemán, de nombre Valkirie y decorado de esvásticas en todas sus versiones, no encuentran absolutamente a nadie. La cena está recién servida sobre las mesas del comedor, los botes de salvamento permanecen amarrados y ningún rastro de vida acompaña a todo eso. Solamente un bebé con una cruz judía al cuello como único indicativo y envuelto en una manta aparece en mitad de la sala de baile. Los marineros del carbonero lo sacan apresuradamente del barco y lo remolcan hasta el puerto más cercano, al que llegan cuando ya se ha declarado la que será la segunda Guerra Mundial.

Setenta años más tarde, ese niño, convertido ahora en un excéntrico millonario de nombre Isaac Feldman, dueño de lucrativos negocios a nivel mundial, ha rescatado aquel barco del depósito militar donde ha pasado las últimas décadas, lo ha restaurado y devuelto su esplendor original y reúne en él a un variopinto grupo de científicos y expertos para recrear el viaje inaugural (y único) del viejo Valkirie para tratar de descubrir qué fue lo que ocurrió entonces, a dónde fue a parar la tripulación y los pasajeros de aquel inmenso barco y porqué sólo él sobrevivió. La protagonista de la novela es Kate Kilroy, de soltera Catalina Soto, una joven periodista española que es enviada por el periódico londinense en el que trabaja a cubrir la noticia, en base a la cual espera escribir un reportaje de investigación, para lo cual consigue ser invitada por el señor Feldman a tomar parte en el crucero. Este trabajo le servirá también a Kate como distracción para mitigar el dolor por la reciente muerte de su marido en un accidente y tratar así de recuperar su vida anterior, enfrascándose de lleno en su actividad laboral.

La novela reúne muchos elementos atractivos del género de intriga o misterio, todo bien combinado para dar lugar a una novela muy emocionante que cuenta con su buena dosis de suspense, bastante acción y fenómenos inexplicables, rayando con el género de terror. La narración es muy visual, en seguida te introduce en las escenas y recrea vivamente los escenarios. Las diversas historias que se cuentan sobre varios casos de barcos fantasmas aparecidos a lo largo de la Historia son fascinantes, al margen de que se puedan o no creer, que se tomen más o menos en serio, no dejan de ser uno de esos misterios sin resolver que pueblan las leyendas desde la Antigüedad y que despiertan la curiosidad en cualquiera que las escuche, junto con la posibilidad de viajar en el tiempo, uno de los más atractivos tópicos de la ciencia ficción. En esta ocasión, el pasado al que nos transporta la historia es a la Alemania nazi, en su versión más esotérica, con su fuerte simbolismo y su carga de leyenda de alcanzar una sociedad perfecta sometida al líder todopoderoso, vamos, terror en estado puro. Este libro combina estupendamente la ambientación en el tiempo actual con todos los elementos de modernidad, tecnología y realismo con los elementos arcanos e irracionales, mantiene el equilibrio entre los razonamientos científicos y las hipótesis más esotéricas, nos permite asomarnos a las posibilidades de lo desconocido con los pies en la realidad más lógica.

El ritmo del relato es ágil y la transición entre capítulos te arrastra de uno a otro sin pausa. Bien es cierto que a partir de un determinado momento la alternancia del presente con el pasado se hace un tanto confusa, la realidad se entremezcla con lo imaginado igual que les ocurre a los personajes, dudando en ocasiones sobre si lo que vemos es real o imaginado. También indicaría que algunas escenas de violencia o sexo son más explícitas de lo que mi gusto suele apreciar, pero creo que una vez enfrascados en el ambiente de la historia, asumiendo que no estamos ante una novela realista sino ante una mezcla de suspense, fantasía y acción desatada, se puede aceptar la irrealidad con la que nos enfrentamos y asumir todos los trucos que nos plantea el autor. Dicho esto, no resulta difícil sumergirse en el inquietante misterio, deslizarse hacia la niebla insondable que sabemos que oculta secretos que nos sorprenderán y dejarnos llevar por un rato hacia el lado más tenebroso de la realidad. Puro entretenimiento en definitiva.

viernes, 16 de marzo de 2012

Apartamento 16

El de terror no es un género que suela frecuentar en mis lecturas y de hecho no recuerdo haber leído nada que pueda considerarse como tal desde los lejanos tiempos de Carrie y otros títulos de Stephen King o de La semilla del Diablo. Lo cierto es que sí que me gusta el género en el cine y, tal vez por ello, al ir leyendo este “Apartamento 16” de Adam Neville no he podido evitar ir visionando lo que daría de sí esta historia una vez llevada a la pantalla. Lo cierto es que la narración resulta muy visual, es fácil imaginar que el libro pueda acabar, si no lo ha hecho ya, teniendo su versión cinematográfica.

Pues para ponerme con el argumento comenzaré diciendo que hay dos historias que corren paralelas con dos protagonistas que no se encuentran hasta casi el final del libro, a pesar de compartir los mismos escenarios. La novela se inicia con una impactante e intrigante escena en la que encontramos a Seth, joven aspirante a pintor y portero de noche en Barrington House, un lujoso bloque de apartamentos situado en un exclusivo barrio de Londres, que entra en contacto con los misteriosos fenómenos que ocurren en el apartamento 16, deshabitado, en teoría, hace más de cincuenta años pero del que no dejan de surgir extraños ruidos y que oculta algún oscuro secreto que los más veteranos vecinos del edificio e incluso el jefe de los porteros parecen esforzarse por ignorar.

La otra protagonista es Apryl, una joven norteamericana que acaba de heredar uno de los lujosos apartamentos tras el fallecimiento de su tía abuela Lillian de la que la familia no ha tenido noticias en los últimos decenios. Apryl se instala en el apartamento y descubre que su tía pasó de un estilo de vida acomodado y lleno de glamur en compañía de su esposo, un ex militar británico, a hundirse en una especie de depresión tras la muerte del esposo, de modo que parece que durante los últimos años de su vida desarrolló un comportamiento obsesivo y no era capaz de alejarse a muchas manzanas de distancia del edificio en el que vivía, circunstancia que no parece exclusiva de Lilian sino que también le sucede a otros propietarios del inmueble.

También Seth comenzará a sentir la misma atracción irresistible después de haber husmeado en el apartamento 16. Una serie de sueños desasosegantes comienzan a ocupar su mente y a hacerle confundir sus imágenes con la realidad. El joven cree que la falta de sueño es la causa de estas alteraciones, de esta pérdida de control sobre sus actos, de que comiencen a aparecérsele horribles personajes de aspecto monstruosos procedentes de otra dimensión, terribles imágenes que le inspiran para ponerse frenéticamente a plasmar en dibujos las escenas dantescas que parecen cobrar vida ante sus ojos.

Lo cierto es que la historia protagonizada por Apryl avanza con bastante interés, según la joven va descubriendo unos diarios de su tía donde esta relata los desasosegantes fenómenos que se desarrollan en el edificio tras la muerte de un extraño artista que se instaló en él tras la guerra y que alteró la convivencia de los vecinos hasta límites insospechados. Esto le lleva a investigar sobre el pintor y descubrir su extraña obra. La parte de Seth, el portero, pasa por una fase en que el relato se vuelve muy tétrico, cuando el joven comienza a verse acosado por las visiones y por la aparición de un extraño niño que le sigue a todas partes, lo que le lleva a un estado próximo a la locura, pero pronto se recupera el ritmo y llegamos a unos capítulos finales en que no puedes soltar el libro a la espera de ver cómo se resuelve el misterio y se logra reconducir la terrible situación en que viven los habitantes del edificio.

En realidad se trata de una historia de miedo clásico, con sus situaciones tensas, la intervención de fuerzas del más allá, unas imágenes espeluznantes de un mundo infernal que amenaza con romper la débil frontera que lo separa de la realidad. Una lectura intensa y bien llevada que recomiendo a quien quiera liberar bastante adrenalina y no le tenga miedo, por supuesto, a abrir las puertas de las casas abandonadas.