31 agosto 2008

Clarín: un editor de tapa ahí, por favor



Si cliquean acá verán la tapa del diario Clarín de hoy domingo. Presten atención a los títulos. Van a ver que algo les hace ruido. A mí me pasó. Tardé un rato en darme cuenta...

Sinteticemos:

Ésta es la segunda nota en importancia. Por si tienen fiaca de navegar, que es domingo: “Los varones jóvenes, nuevas víctimas de la bulimia y la anorexia”.

Y ésta es la nota del suplemento Espectáculos que se anuncia, también en tapa, claro: “Rodríguez: Sería un galán perfecto con 20 kilos menos”.

¿Que lindo no? Muy educativo. Muy formativo.

Sí, ya sé. Me debo estar poniendo viejo. Ando medio susceptible.

30 agosto 2008

Ojímetro, a ver si la onda blogger militante llega hasta acá

“¿Y la imparcialidad? “Es imposible ser imparcial –asegura–. Pero somos honestos. No mentimos”.

Ayer charlamos sobre este tipo de cosas en la reunión de la Comunidad de Artepolitica.

Ojo al piojo. Acá todavía somos pocos, pero pisando un terreno nuevo y fértil. Por hacerse. Así que la pregunta es sencilla: ¿cómo crecemos?

Quién te dice.

29 agosto 2008

Hoy ladramos en vivo y en directo

Reiteramos : se viene la primera reunión de AP.


Una mezcla de nacanpopismo semi-ilustrado, progresistas negros, independientes de Racing y, sobre todo, largos dicursos cuando hay poco que decir. O sea: unos locos que se juntan un viernes a hablar de política.

Nos econtramos con los que quieran a charlar y tomar unos mates este viernes a las 18.30hs en la sede de la CONADU, Pasco 255, 3er. piso.

Nos gustaría conversar del pasado, presente y futuro del blog, y del pasado, presente y futuro del país. No necesariamente en ese orden.

Nos vemos. Y los que no puedan ir, ya habrá otras.

27 agosto 2008

A Dos Voces es un viaje


Miércoles, 22 horas. O sea, ahora. Pongo A Dos Voces. Está Daniel Scioli hablando del narcotráfico. Escucho la voz de Bonelli, las preguntas inquisidoras del Gato Silvestre mientras tipeo. Hablan de drogas, de “recuperar a los adictos”. No logro concentrarme.

Deben ser esas novelas y cuentos que leíste allá, hace tantos años. Esas tan sesentistas que quemaron la cabeza de toda una generación. O deben ser esas que leíste más atrás aún, en plena infancia. Esas de Verne o de Salgari. Pero, sea lo que sea, el paraíso te sabe a ruta, a camino vecinal. A partida. En ese paraíso es imprescindible ir manejando un tracción trasera, un Falcon, un Chevrolet 400. Sentir como doblás cruzado a fuerza de zapatear sobre el acelerador y ver por el espejo retrovisor la nube de polvo que vas levantando.

Oia, yo estaba escuchando el programa. “Es fundamental que veamos dónde están las oportunidades, nuestras oportunidades, junto a los empresarios”. “¿Hablaron de la inflación con Bachelet?” “Combatir la inflación se logra con inversión y...”

Tenés que evitar la Panamericana. De entrada, sin peajes, todo nuevo. La clave es tener un par de paradas programadas pero ni la más puta idea de cuál es el destino final. Algo así como pasar por Paraná a comer una boga con Lucas, después por Córdoba a tomar un vino con Primo Louis y después lo que venga. Ahí revisás las gomas y cargás pilas, pero después de eso nada de planificación. La ruta es todo.

Claro, me distraje porque está la propaganda.

La ventanilla baja, la música fuerte y el cigarrillo encendido. Es de noche, la brisa te trae una primavera que asoma, la Luna siempre está.

Ahora Bonelli habla del impuesto a las ganancias, el Gato de los aportes de los laboratorios a las campañas y de las denuncias de Ocaña. Me engancho, ahora sí me engancho. Uy, no. Un diputado de la Coalición Cívica.

Ya pasaste Córdoba y, porque sí, encaraste para el norte por la 9. En Santiago ves a Polycarpo que te invita unas empanadas y te hace escuchar unas chacareras. Algo hay en esa música, en esos rasguidos, que te lleva a otro tiempo. Después seguís, hay que seguir, hay algo allá. Esperando.

Diana Conti lo cruza mal a Sebastián Cinquerrui. Me concentro por un segundo y me pregunto: ¿estos pibes pasarían la prueba de la blancura con dos días de gobierno? Porque la verdad que es bastante sencillo ser honesto cuando no tenés otra oportunidad. Algún día voy a relatar la historia de ese amigo que me contó cuando le pusieron cien lucas arriba de la mesa, ahí, billete sobre billete, sólo por hacerse el boludo. Mi amigo estaba por ser padre y vivía en un monoambiente de prestado. Adivinen qué hizo mi amigo, que no está precisamente en la Coalición Cívica en estos días.

Está amaneciendo. El sol asoma entre los cerros. Tenés que cargar nafta y ahí hay un parador, perdido en medio de la nada. Atrás del surtidor asoma la puerta de un bar. Un café estaría muy bien. Entrás y te atiende ella. Lo primero que hace es regalarte una sonrisa.

El debate Conti-Cinquerri decididamente me aburre. Y hace como tres minutos que la dupla conductora debe estar pensando en las vacaciones o, al menos, en una escapadita al Caribe. Uy, ahí se despertó el Gato.

“Porque hay días sospechosos, raros, lejanos”. Es de rulos, de pelo largo, hija de su tierra. Vuelve a sonreírte cuando te alcanza la taza y el azucarero. Sencilla, como corresponde, como esperabas: jeans y remera blanca. El sol ya salió. Quizás te quedes acá un par de días. O de años. La ruta es el paraíso.

Creo que voy a cambiar de canal.

23 agosto 2008

Historias de bares

- Soy un hijo de puta. O peor, un pobre tipo.
Así empezó Joaquín su monologo del otro día. El Gallego ya sabe, apenas entramos, lo que le vamos a pedir. Así que la hace fácil y directamente lo trae: cortado en vaso para Joaquín y para mí un exprimido de naranja primero y un café cargado al rato.
- Esa es la conclusión a la que llegué. Y estoy hecho mierda, me dice.
La situación es especial. Desde hace años, los viernes a la tardecita nos juntamos en el boliche de Scalabrini Ortiz con el único objetivo de hablar de fútbol. Al principio lo hacíamos los lunes, pero con el correr del tiempo aceptamos que ese día sólo daba para el análisis de la fecha que había pasado. Y a nosotros nos gustaba el fútbol en serio. Así que nos habíamos mudado a los viernes, ahí programábamos el partido que venía, discutíamos los videos del contrario, pasábamos revista al estado del plantel y parábamos al equipo en la cancha. Con suplentes y todo.
- Dale, desembuchá. No la hagas larga.
- Es así. Soy un desastre. Más desastre que La Volpe en Boca.
La situación era especial, porque no venía de fútbol la cosa y porque Joaquín no es de los que andan con vueltas, salvo cuando se trata de minas. Y casi nunca perdemos el tiempo hablando de mujeres. Hace rato aceptamos que es en vano entenderlas y entendernos.
- Se te enfría el cortado. Hablá o tomalo.
- Creo que me enamoro muy fácil. Siempre, pero siempre, eh, me enamoré fácil de todas.
- Y eso que tiene de malo.
- Pará, no me apurés. Te acordás mi primer novia? La de la escuela, Mariel.
- Me acuerdo.
- Que metejón tenía, puta. Era la mujer de mi vida. Me hacía la vida imposible la guacha. Pero como la quería. Hasta me ponía celoso del boludo de Costa, sólo porque vivía al lado de su casa. Estaba hecho un salame total. Hasta dejé de ir a entrenar al club. Que pelotudo…
- Aja. ¡Gallego, uno cargado!
- Me estás escuchando o estás mirando cómo juegan al billar? No importa. Yo sigo. Después me dejó, o la dejé, bah. Es lo mismo. Yo no quería dejarla, pero la dejé porque ella decía no querer dejarme, pero ya me había dejado. Un quilombo así.
El Gallego me trae el café. El Gallego no es gallego, sino correntino, pero heredó el apodo del mozo anterior, que se jubiló y volvió a Lugo después de 50 años a buscar a Lupe, su novia de allá. Así que una tarde de mayo, que llovía finito, decidimos en asamblea general reemplazar un Gallego por otro Gallego, nada más para continuar la tradición.
-Lo mismo me pasó después con la piba de Junín, con la Tana, con Ana y con todas. Me enamoraba al toque. Mucho. Tanto que duele. Incluso me enamoré así de Alicia. ¿Te acordás cuando fuimos a jugar el provincial una semana a Mar del Plata?
- Mseé.
- Bueno, ¿cuánto tiempo la vi a Alicia? ¿Cuatro días? Digo, entre que la conocí, me atreví a hablarle y salimos a caminar por la Rambla. De esa también me enamoré perdidamente. Me quería ir a jugar a Lincoln, nada más que para estar cerca de ella. Gallego, traeme otro.
- No veo adonde vas…
-A que yo pensaba que eso eran cosas de pendejos. Y que cuando fuera maduro se me iba a pasar. Hasta pensé que se me había pasado. Me puse de novio y colgué los botines. Me casé, enamorado, obvio. Armé una familia. Después se desarmó. Y acá estoy.
- Y? No te entiendo. Cuál es el drama?
- Que anoche estaba pensando, mientras miraba como una hermosa morocha bailaba un tango en la peña de Perón y yo me iba enamorado. Si siempre estuve enamorado de todas, ¿no será que nunca amé a ninguna de verdad? Por eso, y porque tengo ganas de salir a la cancha de vuelta, me siento un hijo de puta.
- Gallego… servinos un vino. El amigo vuelve al fútbol y hay que brindar.

20 agosto 2008

La tensión


Se siente en la espalda. O más precisamente, en donde la espalda deja de ser espalda y no llega a ser nuca. Hay una tensión ahí. Sutil, escabrosa, evanescente. No llega a ser dolor: sería muy burda y previsible. Y a ella le gusta estar permanentemente presente pero no tanto, oculta tras el cuello de la camisa y la corbata que me hace tan normal.

Quiero escribir de política, o de medios, o aunque sea de fútbol. De la inflación, del Indec, del new look comunicacional de Cristina, de Aerolíneas, de Néstor tomando mate con Reutemann en Olivos, del nuevo blog de Zloto y Tenenmbaum. Quiero escribir algo.

Se que esperan eso hace días. Yo también, pero no me sale. Estoy, coyunturalmente, espero, en otra frecuencia. Este blog va perdiendo su compostura.

Sigue estando. Agazapada. No es culpa de mi posición ante el teclado, ni del stress laboral ni de la almohada nueva. No es nada y es todo. Algunos tienen úlceras, otros se quedan pelados, otros –más extremistas- le dan un descanso de segundos al latido de sus corazones. Bueno: a mi me da por sentir con la espalda. Al menos en eso no tengo que esperar cambios rotundos, siempre fue así. Podría hacer un decálogo de diferentes dolores de espaldas según la situación: en los omóplatos, en la cintura, en la columna, sobre los hombros. Quizá, sencillamente, la espalda se tome revancha del exagerado uso que he hecho de ella a través del camino que me trajo hasta acá.

Bueno. Ésta tensión es nueva. Algo vivo hay ahí. El espejo del ascensor me devuelve la imagen de un changarín emocional y salgo silbando bajito una especie de blues.

18 agosto 2008

Es fácil: apaguen todo menos la luz

Hasta donde pude le hice caso al compañero Sirinivasa. Y me largué nomás a enfrentarme con una abstinencia de medios. Insisto, hasta donde pude, porque como algunos saben, uno se gana el mango laburando. Por suerte para salvar los trapos con eso existe San Google y sus Alertas que te dan una mano desde el cielo de internet.

Entonces: hace semanas que no leo editoriales ni columnas de opinión en los diarios, ni veo programas de TV políticos por cable, ni revistas de actualidad y -ésta me costó de verdad- apagué la radio en AM que antes usaba debajo de la almohada. Así que seguiremos sin dar nuestras populistas y chapuceras opiniones sobre la actualidad. Aunque es notable: se puede vivir sin medios, incluso de mejor manera.

Se preguntarán, pues yo me lo preguntaba: ¿qué hacer ahora con todas esas horas libres?
Bien. Por si a alguien le llegara a interesar yo hice esto: pensar, escuchar discos nuevos y leer. Un triunvirato aclaramarulos.

Aquí una cita (gracias Usi, Negro) de esas que valen la pena citar para compartir con ustedes:

“El Gran Kan ya estaba hojeando en su atlas el mapa de ciudades amenazadoras de las pesadillas y las maldiciones: Snoch, Babilonia, Yahoo, Batúa, Brave New World.
Dice: -Todo es inútil si el último fondeadero no puede ser sino la ciudad infernal. Y donde, allí en el fondo, en una espiral cada vez más cerrada, nos sorbe la corriente.
Y [dijo Marco]Polo: El infierno de los vivos no es algo por venir, hay uno, el que ya existe acá, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Hay dos maneras de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de dejar de verlo.
La segunda es riesgosa y exige atención y aprendizajes continuos: buscar y saber quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure, y dejarle espacio.”

Italo Calvino, “Las ciudades Invisibles”

Ahí tienen. Pavada de elección, ¿no?

12 agosto 2008

Así no: las estrategias no se cuentan. Se ejecutan.

(Post cortito como progresista en el poder)

Cristina: las estrategias de comunicación nunca, pero nunca, pero nunca, nunca eh!, hay que anunciarlas.

O sea: esto no se cuenta. Por la sencilla razón que contar una cosa así es como anunciar el final de la película en los afiches.

Ya lo había contado alguna vez: en el Frepaso éramos muy adeptos a este tipo de cosas. Por esa razón los periodistas nos querían mucho y nuestros adversarios políticos se nos cagaban de la risa.

O sea: si vas a hacer algún cambio en tu estrategia comunicacional, simplemente hacelo. Y listo. Y si los que filtran la data son los “consultores” a efectos de “chapear”, rajalos.

De onda.

09 agosto 2008

Arenas borrascosas


Una canción para Lucas

Basta con que cierre los ojos un instante, un breve instante, para volver ahí. Ahí es invierno, en esas horas de la tardecita en que no se le dice noche por pura convención. Ahí hay, como toda calefacción, un hogar a leña quemando tala y algún que otro clavel del aire remiso a desprenderse. La estufa a kerosene quemaba mal y sólo se prendía mientras estábamos en la escuela, pero era una operación totalmente inútil: después había que abrir todas las puertas para que la corriente se llevara el tufo y volviera a entrar el frío.

También hay, ahí en el hogar prendido, un jarrito -cachado en su enlozado azul- con agua y frutos de eucaliptus. El aroma a eucaliptus es el perfume de la casa y el alcanfor colgando de una bolsita del cuello el olor de mi ropa. En esas épocas también me costaba respirar.

Ahí, en ese lugar, en ese tiempo, las ventanas están más que empañadas. La humedad en los vidrios es tal que lloran gotitas mansas hasta que, despacito, en silencio, se apoyan en el marco de madera. Con los años y la persistencia de los inviernos esa madera, todas las maderas, terminaron por pudrirse.

A través de esos vidrios empañados miraba para la calle. Los pinos de las veredas eran sombras errantes al compás de la sudestada y el farol de la calle, esos de antes, los que colgaban balanceándose del alambre, perdía irremediablemente su combate contra la niebla.

Porque ahí, en ese lugar, en esos inviernos, siempre había granos de arena volando directo a tus ojos y mucha niebla. Las dos cosas me hacían llorar cosas distintas. La niebla, la neblina, la bruma: las diferentes y sutiles máscaras de mi enemiga de siempre.

Basta con que corra la mirada del monitor un instante, ahora, para ver en la ventana de este departamento porteño los vidrios empañados. Y también adivino la niebla que va subiendo. Sólo faltan el farol colgando, el ruido de las olas golpeando contra la orilla y los granos de arena metiéndose en mis ojos. Y treinta años.

Hace mil noches alguien que ya no conocía me dijo: nunca supiste ser feliz, la vida es sencilla y a vos te gusta complicar todas las cosas.

Quizás tenga razón esa desconocida que tanto me conoce, pero es tan difícil ver claro cuando hay niebla nublando mis ojos desde hace tantos años. Mejor dejo de escribir, abro la ventana, respiro hondo y tomo el vino. Está saliendo la luna -brillando como siempre- y le quiero dar un abrazo.

05 agosto 2008

Respondiendo

Es raro tener que dar explicaciones y más raro aún que te las pidan. Más cuando uno es un simple perro. Pero me llegan mails preguntando qué pasó que dejé de postear y casi me veo obligado a decir algo.

Pasa que no tengo ganas y no tengo ánimo. Y pasa que, cuando eso pasa, no tengo nada que decir. Y decir algo sería hacer un blog confesional. Y me avergonzaría mucho hacer obscenas catarsis personales aquí.

Y por otro lado hay miles de tangos, poesías y canciones sobre todo eso que pasa cuando pasa lo que me pasa.

Acá abajo una muestra, mucho más grande que un botón.

“Juguetes perdidos”, Los Redonditos de Ricota

Banderas en tu corazón,
yo quiero verlas!
ondeando, luzca el sol o no
Banderas rojas! Banderas negras!
de lienzo blanco en tu corazón.

Perfume al filo del dolor,
así, invisible
licor venéreo del amor
que está en las pieles,
sedas de sedas
que guarda nombres en tu corazón.

Son pájaros de la noche
que oímos cantar y nunca vemos.
Cuando el granizo golpeó,
la campana sonó,
despertó sus tristezas atronando sus nidos.

Esperando allí nomás,
en el camino,
la bella señora está desencarnada.
Cuando la noche es más oscura
se viene el día en tu corazón.

Estás cambiando más que yo.
Yira! Yira! Yira!
Asusta un poco verte así.
Yira! Yira! Yira!
Cuanto más alto trepa el monito
(así es la vida) el culo más se le ve.

Yo sé que no puedo darte
algo más que un par de promesas...
ticks de la revolución
implacable rocanrol
y un par de sienes ardientes
que son todo el tesoro.

Tan veloces son!
Como borrones (así, veloces)
hundiendo el acelerador,
atragantados por los licores,
soplando brasas en tu corazón.

Vas a robarle el gorro al diablo, así,
adorándolo como quiere él, engañándolo.
Sin tus banderas
sedas de sedas
que guardan nombres en tu corazón.
Este asunto está ahora y para siempre en tus manos, nene
oh - oh - oh -
Por primera vez vas a robar algo más que puta guita

Cuando la noche es más oscura
se viene el día en tu corazón.
Sin ese diablo que mea en todas partes
y en ningún lado hace espuma.


Veremos.