Hay amores
que dejan el alma seca
como la
tierra el verano,
Se va por
ahí,
como una
brisa despistada
sin rumbo
ni destino
Quizás una
copa en el bar,
y una
canción de despecho,
anestesien
el dolor.
No por
siempre,
Morfina
momentánea.
Se vuelve a
errar las calles,
como un
Florentino Ariza,
husmeando
el olor de Fermina Daza
en el
fermento de las calles
de la vieja
Cartagena
Cuánto
espinan los objetos
donde se
mecen las ausencias:
el disco de
Pablo Milanés,
en "El
breve espacio en que no estás",
la taza del
café que no quiso tomar,
cuando
emprendió la huida.
Cómo duelen
las ausencias,
en este
estar sin estar.
En la tarde
la brisa
inundará la casa,
con el olor
de los jazmines que sembró
en el
patio.
Así olía su
cuerpo cuando desnudábamos la piel
en el
fragor de la tarde.
*Imagen intervenida