viernes, 23 de marzo de 2012

MOEBIUS (Homenaje a Jean Giró)


10 de marzo de 2012, en un apartamento de París, el viejo Jean, sentado frente a su mesa de dibujo, se ajustó las gafas y comenzó a dibujar.
Entre las nubes vemos lo que parece la aleta de un tiburón, que al emerger por encima, se revela como el sombrero cónico de un guerrero que monta una curiosa montura, que a su vez parece un terodáctilo o mejor dicho pterodelfo.
Las nubes desaparecen y en su lugar Arzak sobrevuela sobre un árido y montañoso paisaje. En medio de todo ese paisaje, a lo lejos, vemos un edificio parisino, Harzac, se dirige hacia allí.
Jean escucha un estruendo, proveniente del salón. Alguien está llamando golpes en la puerta de la terraza, era él, con su montura voladora a su lado.
- ¡Vamos, dese prisa! ¡Le están esperando!
Jean, subió en la montura detrás de Harzak.
Volaron hasta una escarpada meseta, sin ningún lugar por el que acceder y sin embargo, alguien había construido allí un típico salón del oeste americano. Nada más desmontar del pterodelfo, Arzack reemprendió el vuelo dejando allí a Jean, que entró en el salon.
Dentro, el ambiente es concurrido. El barman al verle entrar, le sirve un vaso de Wishkey. En una mesa se juega una timba de póker. De pronto uno de los jugadores se levanta sacando un revolver mientras acusa a otro de hacer trampas, pero su contrincante, que lleva un uniforme de teniente la caballería algo desaliñado es más rápido, el resto de los parroquianos se ponen agresivos, incluyendo el barman, en ese momento, uno de los tertulianos, uno pelirrojo, con el pelo encrespado y vestido al modo del sur de lo Estados Unidos, sacó su revolver y apuntó al barman. Bluberry y Cutlas, los personajes que había creado con Charlier.
- ¡Vamos! Nos están esperando.- dijo Bluberry, levantándose de la mesa.
Jean, retrocedió con sus dos personajes hasta la puerta, afuera les esperaban tres caballos. Cabalgaron por la pradera hasta que allí en medio apareció una entrada de metro. Encima había un cartel que ponía “Sagrado Corazón”.
- ¡Entre dentro! Le esperan.- dijo Cutlas, repitiendo siempre las mismas palabras.
Cuttlas y Bluberry se alejaron en sus monturas, mientras Jean entraba por la boca del metro. En el andén le esperaban las dos versiones de Allain Mengel, junto con su mujer e hijo, Jean subió con ellos al vagón.
- ¿Adonde vamos ahora?- Preguntó
- Al centro de la tierra.- Dijo el Allain más mayor. Cuando el metro paró. Al otro lado había una especie de nave espacial con la forma de dos pirámides superpuestas, una blanca y la otra negra. En el pico de una de las pirámides, había una entrada y allí le esperaba John Diffol con su inseparable Deepo, cuyo diseño era idéntico al de Arzak.
- ¡Vamos, vamos! Le Esperan. – Apremió John
Allain, entro nuevamente en el vagón y Jean en la nave con la forma del Incal. Dentro los personajes creados por el y Jodorowski, esperaban.
- ¿Adonde Vamos ahora?
- A Edena, claro.- Contestó el Metabarón.
Al llegar a la órbita del planeta, lo hicieron subir a una pequeña nave cilíndrica. Mientras descendía, vio pasar a Stela Plateada en su tabla de surf. En la superficie le esperaban, Stel, Atan y varios narizotas. Anduvieron un tramo por aquél paraíso de manzanos, al salir de allí. El Mayor Gruber le esperaba con una extraña montura cuadrúpeda.
- ¡Ánimo, ya estamos muy cerca!- dijo el mayor.
Llegaron a una montaña, entre los matorrales de la cual, había una pequeña puerta.
- Están todos ahí dentro esperándole. Pero antes debe quitarse la ropa.
- ¿Está de broma? ¿Quién me espera ahí dentro?
- Toda la gente que ha conocido, pero que todavía tiene que conocer.- contestó el mayo.- Pero recuerde, nosotros siempre le acompañaremos.
Detrás del mayor estaban todos lo innumerables personajes que Jean había creado a lo largo de su vida, tanto en solitario, como con otros dibujantes y guionistas.
Tal y como le pidió el Mayor, Jean se desnudó y dejó sus gafas junto con su ropa, el mayor abrió la puerta y Jean que tubo que entrar a gatas, cayó por aquel oscuro pero caliente y confortable agujero, que le llevó a un pozo de liquido amniótico, que le hizo olvidarlo todo. De pronto una luz cegadora se abrió ante el.
- ¡Ya sale! Felicidades señora Giró, ha tenido un niño.- dijo el doctor en aquel hospital de Nogent-Sur-Marne, el 8 de mayo de 1938.

Jotacé

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