miércoles, 25 de julio de 2018

Un decreto de lesa humanidad


  


Nuestros cuerpos saben qué cosa fueron los crímenes de lesa humanidad.
Ahora Macri nos recuerda, tenebrosamente, qué cosa son los “decretos de lesa humanidad”. La anunciada participación de las FF.AA. en la seguridad interna abre nuevamente las puertas del infierno para la democracia argentina.
Tanta negación, bastardeo y humillación de la palabra Vida en este ciclo macrista, tenía que terminar irremediablemente en convocar a la palabra Muerte.
Porque hoy están en juego, más que nunca, la democracia, la paz, los derechos humanos, la justicia, los grandes y eternos dilemas de la humanidad.
La represión militar del conflicto social y de toda forma de expresión de la libertad, estará en el centro de nuestras preocupaciones a partir de ahora. Todo lo que observaste y lo que sufriste desde el primer día de gobierno neoliberal fue poco o nada en relación a los peligros que acechan. Yo sé lo que te digo. Cuidémonos compatriotas. Si lo permitimos, el monstruo respirará entre nosotros. Convivirá con nosotros. Nos vigilará noche y día. Que esto no se dice, que esto no se hace, que esto no se toca. Hay que evitar esa pesadilla y hay que evitarlo ahora. En paz y en unidad, pero luchando siempre. Los legisladores deben ocupar sus bancas y quedarse allí hasta declarar inconstitucional este avasallamiento a la Constitución y a la Ley. 
Algunos cuerpos, decía, pueden mostrar las cicatrices de lo que fue el terrorismo de Estado. No para llamar al miedo sino para expulsarlo y llamar con campanazos al aire si fuera posible a la plena unidad del pueblo movilizado contra el intento de hacer realidad lo anunciado en su momento por María Eugenia Vidal: “Cambiamos futuro por pasado”.
No lo permitamos, compatriotas. Y al mismo tiempo, agudicemos el pensamiento  para entender que ni ayer ni hoy el enemigo principal es “lo militar” sino “lo civil” que ordena la Muerte desde un cómodo sillón del palacio de gobierno. Es la horrible y parasitaria oligarquía la culpable de todos nuestros males. Hacia ese círculo de poder económico que hambrea a nuestro pueblo  y entrega nuestra soberanía habrá que dirigir toda la lucha. Con todo lo sufrido y aprendido, esta vez no podemos equivocarnos.   
Si los gobiernos de Néstor y Cristina, con aciertos y errores, ayudaron a depurar de  genocidas las filas militares, este gobierno vuelve a degradarlos en su función convirtiéndolos, de potenciales herederos de San Martín, a herederos de Videla, Massera y Agosti. Estamos a tiempo de impedirlo. “Nunca más” es nunca más una Argentina militarizada. Ojalá todos hayamos aprendido. Incluso, los militares. Ojalá.