Nuestros cuerpos saben qué cosa
fueron los crímenes de lesa humanidad.
Ahora Macri nos recuerda,
tenebrosamente, qué cosa son los “decretos de lesa humanidad”. La anunciada
participación de las FF.AA. en la seguridad interna abre nuevamente las puertas
del infierno para la democracia argentina.
Tanta negación, bastardeo y
humillación de la palabra Vida en este ciclo macrista, tenía que terminar
irremediablemente en convocar a la palabra Muerte.
Porque hoy están en juego, más que
nunca, la democracia, la paz, los derechos humanos, la justicia, los grandes y
eternos dilemas de la humanidad.
La represión militar del conflicto
social y de toda forma de expresión de la libertad, estará en el centro de
nuestras preocupaciones a partir de ahora. Todo lo que observaste y lo que
sufriste desde el primer día de gobierno neoliberal fue poco o nada en relación
a los peligros que acechan. Yo sé lo que te digo. Cuidémonos compatriotas. Si
lo permitimos, el monstruo respirará entre nosotros. Convivirá con nosotros.
Nos vigilará noche y día. Que esto no se dice, que esto no se hace, que esto no
se toca. Hay que evitar esa pesadilla y hay que evitarlo ahora. En paz y en
unidad, pero luchando siempre. Los legisladores deben ocupar sus bancas y
quedarse allí hasta declarar inconstitucional este avasallamiento a la
Constitución y a la Ley.
Algunos cuerpos, decía, pueden
mostrar las cicatrices de lo que fue el terrorismo de Estado. No para llamar al
miedo sino para expulsarlo y llamar con campanazos al aire si fuera posible a
la plena unidad del pueblo movilizado contra el intento de hacer realidad lo anunciado
en su momento por María Eugenia Vidal: “Cambiamos futuro por pasado”.
No lo permitamos, compatriotas. Y al
mismo tiempo, agudicemos el pensamiento
para entender que ni ayer ni hoy el enemigo principal es “lo militar”
sino “lo civil” que ordena la Muerte desde un cómodo sillón del palacio de
gobierno. Es la horrible y parasitaria oligarquía la culpable de todos nuestros
males. Hacia ese círculo de poder económico que hambrea a nuestro pueblo y entrega nuestra soberanía habrá que dirigir
toda la lucha. Con todo lo sufrido y aprendido, esta vez no podemos
equivocarnos.
Si los gobiernos de Néstor y
Cristina, con aciertos y errores, ayudaron a depurar de genocidas las filas militares, este gobierno
vuelve a degradarlos en su función convirtiéndolos, de potenciales herederos de
San Martín, a herederos de Videla, Massera y Agosti. Estamos a tiempo de
impedirlo. “Nunca más” es nunca más una Argentina militarizada. Ojalá todos
hayamos aprendido. Incluso, los militares. Ojalá.