Elementos para Un Modelo de Decision Jud
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DE ESTUDIOS DE LA JUSTICIA RECIBIDO: 16/1/17 • APROBADO: 3/8/17 • PUBLICADO: 30/12/2017
DOCTRINA
ABSTRACT his paper looks at, irst, sharpening the understanding of judicial deci-
sion, moving the focus from the inal judicial decision to the statements, decisions and
operations that constitutes it. Second, it proposes a way of looking correctness that com-
prehends diferent types of criteria. hird, it includes in the analysis elements that inlu-
ence the judgment of correctness concerning a judicial decision, wider than the sole
consideration of interpretative arguments. Fourth, it tries a way of grouping the criteria
of correctness that, on the one hand, emphasizes the thing under contrast (statements,
decisions) and, on the other, accounts for the diversity of contrasting parameters that
may be used by who is adopting or analyzing a judicial decision.
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CARBONELL BELLOLIO
ELEMENtOS PARA UN MODELO DE DECISIóN jUDICIAL CORRECtA
Introducción
Qué ha de entenderse por decisión judicial correcta es una pregunta que atraviesa
o subyace a diversas propuestas de teóricos y ilósofos del derecho. En el juicio que
airma la corrección de una decisión judicial determinada están en juego deiniciones
o elucidaciones conceptuales (qué se entiende por decisión judicial y por el predicado
corrección) y un conjunto de presupuestos y posiciones —teóricas e ideológicas—
frente al derecho.
Así, por ejemplo, cuando un positivista airma que se trata de una decisión inco-
rrecta porque el juez se encuentra fallando contra legem, dice algo de primera impor-
tancia dentro de su concepto de derecho, interpretación y aplicación del derecho: por
usar expresiones generales, puede estar diciendo que se trata de una decisión con-
traria a derecho, ilegítima, o que constituye una respuesta institucional disfuncional,
excedida de sus competencias, infundada o inválida. Su airmación, por tanto, invo-
lucra no solo la consideración de la decisión judicial particular, sino qué se entiende
por derecho, por interpretación y por aplicación del derecho. Involucra respuestas a
preguntas como: si los principios morales invocados para no atribuir los efectos jurí-
dicos prescritos por la norma que regula el supuesto de hecho en cuestión forman o
no parte del derecho; si le es permitido al juez realizar una interpretación del material
normativo como la efectuada; si el juez puede inaplicar una norma por considerarla
inconstitucional (pese a la existencia de un sistema concentrado de declaración de
inconstitucionalidad en el ordenamiento jurídico en cuestión); si esta forma de re-
solver se encuentra cubierta por la discrecionalidad del juez; si la justicia «material»
constituye o no una razón suiciente para desplazar normas jurídicas válidamente
aprobadas por el legislador democrático. Las respuestas de un positivista que adhie-
ra a la teoría kelseniana será diversa —para hacer un contrapunto que parece poco
discutible— a la que daría quien lo haga desde las tesis dworkinanas. Dicho de otra
manera, es posible que en un caso se airme la corrección de la decisión y en el otro
su incorrección, y esta divergencia se deba a que cada uno asuma tesis contrapuestas
al emitir su juicio de corrección o incorrección.
Un modelo de decisión judicial correcta tiene por objeto determinar cuáles son
los elementos que conforman la decisión y que inluyen en el juicio de corrección
sobre esa decisión. El presente escrito constituye una propuesta para agrupar aquellos
elementos.
Partiré señalando qué entiendo por modelo y qué entiendo por corrección.
Wróblewski deine modelo como un «método de representación del fenómeno
que se analiza o propone». A partir de aquí, distingue tres tipos de modelos: des-
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1. Dentro de los modelos descriptivos, distingue entre un modelo de generalización (a partir de material
empírico o de datos que provienen de descripciones funcionales o psicológicas), y un modelo teorético,
que entiende la aplicación judicial del derecho como un caso de aplicación de una teoría de mayor nivel
y generalidad. Ejemplo de modelos descriptivos de generalización son los modelos decisionales; ejem-
plos de modelos descriptivos-teóricos son el modelo sustantivo decisional, el modelo informacional y
el modelo funcional. El modelo normativo es aquel que establece directivas sobre cómo debiese ser la
aplicación judicial del derecho, y se basa, consiguientemente, en axiologías o ideologías determinadas.
Wróblewski identiica dos grandes tipos de modelos normativos: el modelo legalista y el modelo extra-
legal (que a su vez puede ser político o doctrinal). Como ejemplo de modelo mixto el autor propone el
modelo de la aplicación racional del derecho, que puede ser considerado descriptivo, normativo, o en
parte descriptivo y en parte normativo (1992: 23 y ss.).
2. Ésta y todas las traducciones de textos originales en italiano son de la autora.
3. En realidad, este autor distingue cuatro signiicados posibles de modelo: 1) el empleo que Hart hace
de la palabra «modelo» —es decir, el modelo de Bentham—, que es un esquema que intenta reproducir
en líneas esenciales y en forma contraída cualquier cosa que exista en la experiencia, a efectos de verii-
car cierta correspondencia entre lo que se describe y la realidad; 2) modelo como ejemplo o prototipo,
que no intenta reproducir la realidad, sino que se trata de una forma imprecisa de concebir o abordar un
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problema —por ejemplo, los «modelos» para analizar la ciencias jurídica propuestos por Bobbio—; 3)
modelo como esquema normativo del comportamiento, o como una norma que contiene un arquetipo
de comportamiento; 4) modelo como construcción artiicial y experimental, en sede teórica, para el
análisis de un fenómeno de la realidad social, y que tiene como función mostrar conexiones y relaciones.
En este último signiicado encuadra la deinición citada en el texto principal (Robilant, 1968: 68 y ss.).
4. Como explica claramente Comanducci, «todas las descripciones tienen su punto de partida en da-
tos empíricos y mediante procesos de abstracción y generalización tratan de llegar a formulaciones que
den cuenta del mayor número posible de fenómenos»; mientras que «el modelo que deriva de la pers-
pectiva teórica es un anàlogon de los fenómenos empíricos, pero no se obtiene de estos inductivamente
ni pretende dar cuenta de ellos directamente» (Comanducci, 1999a: 77).
5. Ideas similares están presentes en ilosofía de la ciencia. Véase, por ejemplo, Bailer-Jones, 2003 y
2009. En el primer texto, la autora deine modelo como «una descripción interpretativa de un fenómeno
(objeto o proceso) que facilita el acceso perceptual e intelectual a dicho fenómeno» (61). «Fenómeno»
hace referencia a las «cosas que suceden» en el mundo. El acceso a ese fenómeno puede ser sensorial o
intelectual, y se entiende por acceso el hecho de proporcionar información interpretada o expresada de
manera eiciente a quienes comparten la misma búsqueda intelectual. Un modelo, pues, tiene como fun-
ción facilitar el entendimiento y comprensión de un fenómeno. El empleo de la expresión «descripción
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interpretativa» en la deinición quiere dar cuenta de que los modelos son sólo parcialmente descripcio-
nes fenomenológicas, ya que incluyen idealizaciones o simpliicaciones, y analogías a otras descripciones
interpretativas y presupuestos teóricos. En tanto incluyen idealizaciones o aproximaciones, puede con-
tener proposiciones falsas o bien no cubrir todos los aspectos del fenómeno en cuestión; es por ello que
no pueden ser caliicados de verdaderos o falsos.
6. Parte de lo que viene en los párrafos siguientes reproduce algunas de las ideas sostenidas en Carbo-
nell (2015) por ser necesario ese aparato conceptual para la propuesta que aquí realizaré.
7. En realidad, me parece que este signiicado genérico también sirve como punto de partida para el
análisis de la idea de corrección en los discursos ilosóicos sobre la ciencia o sobre la moral, aunque
claramente no es posible en este lugar detenerme en ello.
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Teniendo presente la idea genérica de corrección como relación de ajuste que com-
para algo con un parámetro de contraste, es posible distinguir algunos signiicados
8. Así, en la frase «este enunciado es verdadero», el enunciado es el objeto que se contrasta con un
parámetro, en este caso, un criterio de verdad —por ejemplo, verdad como correspondencia o verdad
como coherencia—, y dicho contraste arroja la caliicación del enunciado como «verdadero». También
podrían incluirse aquí, aunque no las desarrollaré, las nociones de bondad, justicia y racionalidad. «La
decisión judicial es justa», por ejemplo, correlaciona el objeto «decisión judicial» con un criterio de
corrección, como puede ser la justicia entendida como satisfacción de las reglas de una concepción
procedimental de la justicia, o una utilitarista o una comunitarista.
9. De acuerdo a lo anterior, en lo que sigue entenderé por juicio de corrección el enunciado que expresa
el (des)ajuste o contraste entre un enunciado sobre hechos, o una norma, acción o decisión, y los pará-
metros ijados por una determinada tesis o teoría.
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10. Como el lector detectará, la reformulación no hace equivalentes los enunciados; sin embargo, reco-
ge una sinonimia común que alude a que el hecho que se describe ocurrió en realidad.
11. Dejo fuera de este estudio las acciones o decisiones que no implican operaciones de valoración, por
ejemplo, aquellas que resultan del azar.
12. Para entender este juicio como ejemplo de corrección axiológica es necesario adherir a una teoría
escéptica de la interpretación, según la cual el signiicado de la norma no se «conoce», sino que se «atri-
buye» por el intérprete.
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Marco procesal
13. Al igual que en el ejemplo anterior, para entender este juicio como ejemplo de corrección axiológi-
ca se requiere asumir que la caliicación jurídica de un hecho es una decisión que involucra valoraciones.
14. Podría pensarse que esta es una distinción similar a la que utiliza Diciotti cuando señala que
hay dos sentidos en que los juicios interpretativos pueden ser caliicados como correctos: correctos
en el sentido de verdaderos, correspondientes a hechos o fundado en hechos; correctos en el sentido
de justos, fundados en normas y valores. Sin embargo, la distinción de este autor se aleja de la aquí
propuesta porque: a) se limita a juicios interpretativos, es decir, a enunciados que interpretan textos
o fuentes del derecho (y que aquí se consideran parte de la premisa normativa); b) procede de la
distinción entre dos tipos de cuestiones interpretativas, teóricas y prácticas, dependiendo del tipo de
pregunta a la que aquellos juicios responden: cuál es el contenido del texto T y cuál contenido debe
ser/es bueno que sea atribuido al texto T; c) la cuestión teórica asume que la interpretación envuelve
actividades puramente cognitivas (siendo las distintas propuestas al respecto criticadas por el propio
autor) (2008: 1.119-1.126).
15. La corrección lógica puede predicarse tanto de la decisión inal, como en estadios anteriores al de
la decisión inal, en la coniguración de las premisas fáctica y normativa, ya sea planteando que cada una
de ellas puede reconstruirse como el resultado de una cadena de silogismos deductivos —es decir, de
relaciones de ajustes entre premisas y conclusiones que pasan a ser premisas—, ya sea airmando que en
este caso las cadenas de enunciados deben ser consistentes, esto es, exentas de contradicciones.
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16. Wróblewski hace referencia a estas reglas cuando reconstruye el modelo decisional procesal de
aplicación judicial del derecho (1992: 35 y ss.). Asimismo, emplea una expresión similar a la de corrección
procesal, «jurisdictional correctness», pese a que la usa para referirse a la decisión que no puede ser revo-
cada o cambiada, es decir, res iudicata (1992: 250 y ss.). Me distancio de este uso de corrección, ya que me
parece conveniente distinguir entre decisión inal y decisión correcta como juicios posibles y divergentes
que pueda realizar un analista. Por otra parte, y en un sentido similar, el paradigma clásico de decisión
judicial incluye no solo la dimensión de decisión-norma, es decir, como norma particular que resuelve
el caso, sino que incorpora la dimensión de la decisión judicial entendida como acto (decisión-acto).
La corrección de la decisión-acto o del comportamiento judicial, según aquel paradigma, consiste en el
cumplimiento o satisfacción de «las respectivas normas de competencia, entendida como un conjunto
de obligaciones o facultades de los jueces». Este criterio de corrección de «legalidad formal» contrasta
con la «legalidad material», que atiende al contenido de las sentencias, como criterio de «corrección
jurídica» de la decisión-norma (Caracciolo, 2011).
17. Sobre la motivación de decisiones judiciales, véanse los trabajos reunidos en Perelman y Foriers
(1978), y los estudios histórico-jurídicos sobre motivación de sentencias de Sauvel (1955) y Accatino (2003).
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car, entendiendo por justiicar el hecho de «aducir razones (o aducir buenas razones
o razones persuasivas) a favor de una de las conclusiones siguientes: o que es verda-
dera (o probable) una descripción (o una previsión o una hipótesis), o que es justa (o
buena o válida, etcétera) una norma (o una valoración)» (Comanducci, 1999a: 54). El
segundo punto, que no trataré aquí, se reiere precisamente a cómo se entienda, den-
tro de una determinada comunidad de juristas y operadores del derecho, la extensión
y profundidad de la obligación de motivar, teniendo en cuenta las reglas del ordena-
miento jurídico que establecen dicha obligación y las prácticas de dicha comunidad.18
He comenzado diciendo que lo que se entienda por decisión judicial correcta requiere
esclarecer un conjunto de presupuestos y posiciones —teóricas e ideológicas— frente
al derecho por parte de quien realiza el juicio «ésta es una decisión judicial correcta».
Es decir, se vuelve necesario tomar en cuenta diversos factores que condicionan el
juicio de corrección.19
El modelo teórico que propongo tiene su origen en la siguiente constatación: exis-
ten ideas fraccionadas de corrección en la ilosofía del derecho que están condiciona-
das, por una parte, por la forma de comprender el concepto de derecho, la interpreta-
ción y la aplicación del derecho y, por otra, por la perspectiva teórica e ideológica que
se asuma. Así, en la literatura es posible distinguir, por una parte, aproximaciones teó-
ricas e ideológicas a la idea de corrección en el derecho y, por otra, ideas de corrección
a nivel del concepto, interpretación y aplicación del derecho. Desde el punto de vista de
la aplicación judicial del derecho, concurren en un determinado operador todas sus
ideas fraccionadas de corrección, de modo tal que para averiguar qué entiende por
«aplicación correcta del derecho» hay que reconstruir el conjunto de tesis a las que
aquél adhiere.
La distinción entre teoría e ideología que empleo aquí es sencillamente la que
utilizan los ilósofos analíticos y que, en último término, presupone la posibilidad
de distinguir conceptualmente entre ser y deber ser y, consiguientemente, avala la
utilidad de distinguir entre un uso descriptivo y un uso prescriptivo del lenguaje. Así,
18. Y la pregunta a la que da respuesta un juicio de corrección es ¿se ha satisfecho el requisito de mo-
tivación exigido por las normas procesales? ¿Es válida (correcta) la decisión desde este punto de vista?
Este es un juicio fraccionado de corrección, en el sentido que atiende a uno de los diversos aspectos a
considerar respecto de la corrección de una decisión judicial.
19. Podríamos entender algunas de estas cuestiones comprendidas dentro de los factores que ejercen
inluencia en el contenido de las reglas a aplicar a que se reiere Wróblewski. Se reiere a estos factores
cuando describe funcionalmente la aplicación del derecho o, lo que es lo mismo, el contexto de funcio-
namiento del derecho (1992: 16 y ss.).
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la teoría versa sobre aquello que es y que puede ser objeto de descripción por parte
de un individuo; la ideología versa sobre aquello que debe ser y cumple una función
normativa que aspira a dirigir el comportamiento —en este caso de los estudiosos y
operadores del derecho— hacia la realización de determinados valores. En palabras
de Tarello, la ideología cumple una «función de instrumento de política cultural en
general y de política del derecho en especíico» (1984: 276).20 Y como indica Coman-
ducci, la palabra «ideología» considerada como «política del derecho» no tiene una
valoración metaética negativa,21 sentido no peyorativo en el que entenderé en lo que
sigue esta expresión.
Por otra parte, los niveles concepto de derecho, interpretación jurídica y aplicación
judicial del derecho representan los ingredientes típicos de gran parte del trabajo de
los teóricos y ilósofos del derecho.22 Es al interior de estos niveles donde tienen lugar
20. Bobbio también realiza la distinción entre teoría e ideología. Por teoría entiende un conjunto de
enunciados entrelazados a partir de los cuales se describe e interpreta un cierto grupo de fenómenos
con un alto grado de generalización y luego se le uniica como un sistema coherente (una forma de en-
tender la realidad para dar una descripción y explicación global de la misma). Por ideología, en cambio,
entiende una toma de posición frente a la realidad que se funda en un sistema de valores más o menos
conocido, y que se maniiesta a través de juicios de valor que tienden a ejercer una inluencia sobre la
realidad, conservando la realidad como es, si la valoración es positiva, o modiicándola, si es negativa
(Bobbio, 1961: 16).
21. Sin perjuicio de ello, prosigue este autor, puede resultar que un discurso ideológico se presente
conscientemente como un discurso descriptivo, y la crítica que devela este hecho añadirá, comprensi-
blemente, una carga negativa a la expresión «ideología». Otras veces, en cambio, lo que hay detrás no
es un «contrabando» de ideología vestida de descripción, sino más bien una decisión metaética que
niega la «gran distinción» entre ser y deber ser. Frente a esta situación, el uso de la expresión «ideología»
supone un juicio negativo. Comanducci distingue también «ideología» de «doctrina», entendiendo que
esta última, siendo más restringida que la primera, designa un conjunto de discursos «formulados por
un único estudioso; dotados de un cierto grado de unidad propositiva y argumentativa; que enfrentan,
y ofrecen soluciones, a problemas que corresponden al campo de la ética; (interpretados principalmente
como) teniendo una función prescriptiva —o normativa, valorativa, directiva—, pero también (en parte
y eventualmente) una función descriptiva, o asertiva». Seguramente más de alguna de las propuestas
sobre ideas de corrección en la ilosofía del derecho podría ser clasiicada como doctrina en este sentido,
en tanto tienen una función normativa sin abdicar completamente de pretensiones descriptivas. No
obstante, para la elaboración del modelo de corrección de la decisión judicial parece más adecuado con-
servar la distinción gruesa entre elementos teóricos y elementos prescriptivos, con el in de exhibir con
mayor claridad cuándo (o en qué medida) un determinado autor/operador adopta una aproximación
descriptiva y cuándo (o en qué medida), en cambio, se avoca a hacer política del derecho. Ello permite,
a su vez, caliicar como verdadera o falsa una determinada descripción, y evaluar tanto si el sistema ju-
rídico concede o no un espacio para incorporar ideologías, así como el parámetro/valor mismo que se
persigue a través de aquella política (Comanducci, 1991: 272).
22. La literatura iusilosóica no se limita exclusivamente a dilucidar problemas dentro de estos tres
niveles, sino que también aborda otras cuestiones, como la estructura del derecho y del sistema jurídico,
las teorías de la justicia, y el estatus y función de la ciencia jurídica. Algunas de ellas entran en relación
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con los niveles de concepto, interpretación y aplicación judicial. Por ejemplo, la estructura del sistema
jurídico en ciertas tesis hace parte del concepto de derecho; y la teoría de la justicia o la dogmática pue-
den constituir un elemento de la ideología de la interpretación del decisor.
23. Agradezco las generosas precisiones sobre las tesis de Dworkin que me hizo un evaluador anónima.
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24. Estas posiciones se diferencian, según la breve caracterización que realiza el autor, por los criterios
para determinar cuándo una norma pertenece a un sistema jurídico: cualidad moral de las normas,
textos legales y praxis de los tribunales, respectivamente.
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tesis normativas de lo que el derecho debiera ser. Son tesis empapadas de ideología:
la superioridad de una moral universal procedimentalista y la ubicuidad del estado
constitucional de derecho (Alexy, 2000), en el primer caso, y la idea de que existe una
respuesta (jurídica y moralmente correcta) susceptible de ser identiicada por el juez
(Dworkin, 1978, 1985, 1996), en el segundo.
Al mismo tiempo, recurren a elementos ideales: es la dimensión ideal del dere-
cho la que conecta conceptualmente el derecho con aquella moral universal proce-
dimentalista, existiendo dos tipos conexiones (deinitoria e ideal);25 es la integridad
entendida también como ideal político la que Hércules, el modelo de «buen juez»,
debiese perseguir, y para ello debe poner en marcha el test de valor, justiicación o
moralidad política, que determina cuál de las interpretaciones muestra la estructura
de las instituciones y decisiones de la comunidad de una mejor manera. Por otra par-
te, pese a las pretensiones generalizadoras que puede haber tras estas ideologías del
concepto de derecho, ellas más bien presuponen determinadas condiciones políticas
(estado constitucional de derecho) o ciertos rasgos de la cultura local (sistema jurí-
dico estadounidense).
Ambas tesis, inalmente, desdibujan —si acaso no niegan— la gran distinción en-
tre ser y deber ser o sus derivados. Así, por ejemplo, al indicar que el derecho es un
concepto interpretativo —similar al de democracia o libertad—, Dworkin señala que
debe asignársele el sentido descriptivo que mejor realice o capte el valor (fuerza eva-
luativa), con lo cual pone en duda que pueda realizarse un ejercicio descriptivo ava-
lorativo del derecho.26 Alexy, por su parte, al postular que la norma extremadamente
injusta no constituye derecho —postulado que proviene directamente de airmar la
conexión conceptual entre derecho y moral— admite que del hecho de que una regla
viole estándares morales se sigue que ella deja de ser una regla jurídica, cuestión que
positivistas como Kelsen y Hart expresamente niegan, precisamente porque confun-
de el plano del ser y del deber ser.
A este elemento —ideología del concepto de derecho— pertenece también lo que
Bobbio llamó «positivismo ideológico» o ideología de la justicia. El positivismo jurí-
dico como ideología coniere al derecho un valor positivo por el solo hecho de existir.
Bobbio distingue dos variantes: de acuerdo a la primera «el derecho positivo, por el
sólo hecho de ser positivo, es decir, de ser la emanación de la voluntad dominante, es
justo, o de otro modo el criterio para juzgar la justicia o injusticia de las leyes coincide
perfectamente con aquel que viene utilizado para juzgar su validez o invalidez» (tesis
25. Ello además del carácter ideal de ciertas reglas del discurso.
26. Pese a que el propio Dworkin (2011) declara que su teoría es la única que se toma en serio el «prin-
cipio de Hume» y le dedica varias secciones de su Justice for Hedghehogs (especialmente el capítulo 3,
«External Skepticism»), no me parece que el resultado de su análisis allí, leído en conjunto con el resto
de su obra, consista en mantener la distinción entre ser y deber ser.
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fuerte); de acuerdo a la segunda, «el derecho, como conjunto de reglas impuestas por
el poder que detenta el monopolio de la fuerza en una determinada sociedad, sirve,
con su sola existencia, con independencia del valor moral de sus reglas, para alcanzar
algunos ines deseables, como el orden, la paz, la certeza y en general la justicia legal»,
valores sin los cuales ninguna sociedad podría sobrevivir (tesis débil). En ambas va-
riantes, existe un deber moral de obedecer las normas jurídicas (obligación interna o
en conciencia de respetar las leyes) ya porque es intrínsecamente justo (tesis fuerte),
ya porque está destinado a realizar valores muy preciados socialmente, como el orden
o la seguridad (tesis débil). En la primera, esta obligación de obediencia es incondi-
cionada. En la segunda, este deber moral de obediencia se encuentra condicionado
por el hecho de que las leyes hayan sido dadas como medios idóneos para alcanzar
aquellos ines socialmente deseables, sin desconocer la existencia de otros valores con
los cuales estos pueden entrar en conlicto (Bobbio, 1961: 21).27
27. Las denominaciones tesis fuerte y tesis débil las tomo de Jiménez Cano (2009).
28. Estas son las denominaciones que Guastini emplea en varios de sus escritos, por ejemplo, 1997:
34-40; 2001: 13-18; 2004: 33 y ss. y 49 ss.; 2006: 133 y ss.; 2011: 407 y ss. Comanducci, por su parte, las
denomina tesis neoformalista, neoescéptica, y ecléctica, respectivamente, asignándole signiicados simi-
lares a los de Guastini, aunque planteando la cuestión respecto de esta última tesis de un modo diverso
e inclinándose a su favor (Comanducci, 1999b: 9-11).
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29. Guastini es un defensor de un escepticismo moderado. Por una parte, es escéptico cuando airma
que las disposiciones normativas admiten una pluralidad de interpretaciones igualmente plausibles, es
decir, pueden tener más de un signiicado y es el intérprete a quien le corresponde decidir discrecional-
mente entre ellos. La interpretación judicial —reairma este autor— es siempre decisoria y generalmente
creativa de nuevas normas. Por otra parte, suscribe que no es posible sostener que las disposiciones
normativas carecen de todo signiicado previo a la interpretación, pese a que aquel pueda ser oscuro; en
otras palabras, no suscribe una indeterminación radical del derecho ni del lenguaje en que se formulan
los textos normativos (2011: 413-414).
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30. Véase la reconstrucción de modelos metodológicos —descriptivos y prescriptivos— sobre los ins-
trumentos o argumentos que están, pueden estar o deben estar presentes en los discursos interpretativos.
La propuesta de Chiassoni consiste en una reconstrucción de dichos modelos: el modelo argumentativo
simple (Tarello y Perelman), el modelo argumentativo estructurado (Guastini), el modelo de directivas
interpretativas (Wróblewski), el modelo de reglas interpretativas (Alexy, y éste es de carácter normativo)
y el modelo de códigos interpretativos (Chiassoni). Las principales características de su propuesta son:
1) los razonamientos interpretativos judiciales son «discursos en los cuales se han utilizado las directi-
vas de un cierto código hermenéutico», siendo el objetivo del análisis argumentativo la reconstrucción
del código hermenéutico adoptado y seguido por el juez en una determinada resolución; 2) un código
hermenéutico es un conjunto de directivas hermenéuticas que tienen por objeto la atribución de un
signiicado a disposiciones de las fuentes del derecho; 3) las directivas se ubican, al menos, en tres niveles
diversos (primarias, secundarias y axiomáticas). De esta manera, ofrece un modelo metodológico para la
reconstrucción y valoración del código hermenéutico empleado, expresa o tácitamente, en una resolución
judicial determinada. Es decir, es una metodología para analizar un código contingente y concreto que, a
su vez, podría o debería —según la posición que se adopte— ser el relejo de directivas hermenéuticas
ijadas positivamente por el legislador, empleadas por la jurisprudencia «autorizada» o propuestas por
la doctrina. Los códigos hermenéuticos son, pues, el conjunto de parámetros de corrección de la interpre-
tación que el intérprete elige de entre las directivas metodológicas tradicionalmente utilizadas por los
operadores del derecho de un determinado ordenamiento jurídico (Chiassoni, 2011: 89, 130, 347).
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Esos «valores e ideales» cuya realización el juez persigue son valoraciones extrajurídi-
cas que provienen de los sistemas normativos éticos de preferencia de los intérpretes.
Así pues, las ideologías de la interpretación jurídica integran —a la hora de establecer
cuáles son los criterios para caliicar como correcto un resultado interpretativo—
puntos de vista y lecturas sobre aquello que, dicho de manera condensada, es bueno
para la convivencia social, ya sea universalmente, ya sea para una sociedad y cultura
espacio-temporalmente deinida.
Guastini señala que las dos oposiciones fundamentales entre ideologías de inter-
pretación son literalismo versus intencionalismo —que hacen prevalecer, respectiva-
mente, el tenor literal y la intención del legislador— e interpretación estática versus
dinámica —que privilegian el «sentido» de la disposición normativa al momento de
su dictación y de su aplicación, respectivamente. Desde aquí se pueden dar combi-
naciones entre estos pares de ideologías. Estas ideologías, así, introducen reglas de
preferencia en las directrices interpretativas que se emplean para justiicar una inter-
pretación, de tal manera que hacen prevalecer el tenor literal, la voluntad del legisla-
dor, el signiicado al momento de la aprobación de la disposición o el signiicado al
tiempo de aplicarla.
Constituye ideología de la argumentación, o un ejercicio de «política del dere-
cho» en nuestra terminología, la tesis de Alexy que prescribe no sólo el deber de los
jueces de un estado constitucional y democrático de derecho de emplear argumen-
tos lingüísticos, genéticos, sistemáticos, teleológicos y deontológicos, sino que ija la
prioridad de los lingüísticos sobre los genéticos, y de los genéticos sobre sistemáticos.
Igualmente, la idea maccormickeana de que los jueces deben ajustar su decisión al
sistema jurídico y al mundo, previendo las consecuencias de su decisión en aquellos,
es también una expresión de cómo debiese llevarse a cabo una correcta fundamen-
tación de las sentencias. Otro tanto sucede con la tesis de Aarnio referida a que la
decisión debiese ser aceptable racionalmente por la audiencia ideal particular (Mac-
Cormick, 1997; Aarnio, 1991).
La «carga ideológica» puede ingresar en diversos momentos de la actividad in-
terpretativa. Así, en primer término, en el punto de partida de la interpretación, y
especíicamente, en la decisión de si se trata de una disposición normativa clara o
dudosa. Esta decisión implica evaluar las posibilidades interpretativas que se tiene
en uno y otro caso. También ingresan valoraciones en la formulación de directivas
de interpretación y en la elección de esas directivas. Un ejemplo de cómo distintas
ideologías inluyen en la selección de directivas interpretativas es el que pone Wró-
blewski a propósito de las tesis estáticas y dinámicas sobre interpretación jurídica.
Las tesis estáticas, en tanto persiguen los valores de seguridad jurídica, certeza y es-
tabilidad, favorecen un signiicado constante del material normativo —generalmente
vinculado a la voluntad del legislador— favoreciendo el uso de directivas lingüísticas.
Las tesis dinámicas, por su parte, en tanto persiguen adecuar el material normativo
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31. Indica este autor que la «lógica de la argumentación» solo arroja estándares móviles de validez
de los razonamientos argumentativos, que en una proporción signiicativa dependen de valoraciones
(Wróblewski, 1989: 193).
32. Siguiendo a Guastini y otros autores genoveses, recurro a la distinción entre disposición normativa
—enunciados de las fuentes del derecho o textos jurídicos— y norma —resultado de la interpretación de
la disposición normativa o su contenido signiicativo. Así, aquellos textos que se encuentran en las fuen-
tes del derecho solo adquieren signiicado —pasan a ser normas— mediante un proceso interpretativo.
Esta distinción, con ines puramente analíticos, podría ser aceptada, me parece, sin muchos problemas
por diversas concepciones iusilosóicas. Sobre la distinción véase, por ejemplo, Guastini, 1999: 100 y ss.
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CARBONELL BELLOLIO
ELEMENtOS PARA UN MODELO DE DECISIóN jUDICIAL CORRECtA
cho y aplicación del derecho.33 Ahora bien, la discusión sobre si el juez crea o no crea
derecho al momento de aplicarlo bien puede ser una tesis normativa y no descriptiva:
si debe o no crear derecho, que en último término y simpliicando, plasma una ideo-
logía referida a cómo debe comportarse el juez en su interacción con el legislador.
Qué se entienda por «creación judicial del derecho», por su parte, admite diversas
respuestas: 1) el derecho como conjunto de normas generales es creado por el legis-
lador y los jueces se limitan a aplicarlo a casos particulares (doctrina tradicional);
2) el derecho es un conjunto de normas generales creadas por el legislador (casos
genéricos a los que se atribuyen soluciones genéricas) y de normas individuales que
son creadas por los jueces (que correlacionan descripciones de casos individuales
con una solución individual); 3) los jueces no crean derecho en situaciones normales,
pero sí crean normas generales en situaciones muy especiales (especíicamente, frente
a lagunas y contradicciones normativas). Bulygin se inclina por la tercera tesis, air-
mando, simultáneamente, que no existe distinción tajante entre creación y aplicación
del derecho.34 Los jueces —sostiene— crean normas generales cuando están frente
a una laguna o a una contradicción, pese a que «crean» en un sentido distinto de la
creación legislativa: la norma general frente a la laguna no obliga a otros jueces, ni
tiene efectos generales; la «derogación» total o parcial de la norma contradictoria no
produce los mismos efectos que la derogación «real», que es la que realiza el legisla-
dor (Bulygin, 2003: 7). Una ambigüedad adicional consiste en esclarecer qué signiica
«creación» judicial del derecho: producir «nuevo derecho»;35 «clariicar y concretar»
el derecho preexistente (Wróblewski, 1992: 318); reconstruir la ratio que subyace a
diversas disposiciones normativas, entre otros posibles signiicados.
33. Ello abre la discusión a la naturaleza constitutiva o declarativa de las sentencias o decisiones judi-
ciales, cuestión que explica claramente Mazzaresse, 1996: 57 y ss.
34. Un modelo decisional sustantivo, como el de Wróblewski, tiene como presupuesto, desde un siste-
ma de derecho legislado, que existe una distinción tajante entre creación y aplicación (1992: 319).
35. A esto es lo que Laporta llama generación de derecho ex nihilo e Iglesias «invención» para distin-
guirlo de las actividades de transformación del derecho preexistente mediante interpretación y argu-
mentación. Véase Laporta, 2007: 209; Iglesias, 1999: 161 y ss.
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REVIStA DE EStUDIOS DE LA jUStICIA
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36. Esta ideología, argumenta el autor en otro lugar, dentro de un sistema de derecho legislado, pre-
supone un concepto de validez sistémica de acuerdo al cual la regla R es válida sí y sólo si a) R ha sido
dictada de acuerdo a las reglas válidas en el sistema jurídico SJ y se encuentra vigente; b) R no ha sido
explícitamente derogada por reglas válidas de SJ; c) R no es inconsistente con otras reglas válidas de SJ;
d) si R es inconsistente, entonces no pierde su validez si, por medio de las reglas que resuelven conlictos
entre normas eliminan dicha inconsistencia. Este concepto de validez sistémica, sostiene, se amplía si se
acepta, como reglas válidas, las consecuencias formales (lógicas) y/o interpretativas de las reglas dictadas
(Wróblewski, 1992: 75, 32).
37. Me he limitado a apuntar estos rasgos ya que tanto a nivel teórico como dogmático se trata de un
debate que tiene a su haber una vastísima literatura.
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CARBONELL BELLOLIO
ELEMENtOS PARA UN MODELO DE DECISIóN jUDICIAL CORRECtA
Decisión judicial
El último elemento del modelo es la forma de entender la decisión judicial. Hay dos
perspectivas desde las que analizar la decisión judicial, que sirven para clariicar a qué
se está haciendo referencia cuando se dice que una decisión judicial es correcta.38 Por
una parte, la decisión judicial se puede entender como el resultado del procedimiento
que lleva a cabo el juez para resolver un problema con relevancia jurídica que ha sido
sometido a su conocimiento y que puede ser reconstruido a través de dos premisas
y de una conclusión.39 Estas premisas suelen denominarse premisa normativa y pre-
misa fáctica. Siguiendo la distinción entre justiicación interna y externa, se puede
realizar un «juicio de corrección» lógico o «formal» que consiste en corroborar que
la conclusión o decisión se deduce de las premisas (justiicación interna), y un juicio
de corrección «sustantivo» que atiende a la justiicación externa de las premisas.40 Por
38. Resulta también iluminador el análisis que realiza Caracciolo sobre lo que denomina «paradigmas
de decisión judicial». Según el paradigma clásico de la decisión judicial (entendida como acto y como
norma particular, en el sentido descrito antes, en la nota 16), los jueces aplican el derecho objetivo y no
crean derecho. Es decir, las decisiones judiciales son correctas «si, y sólo si son el resultado de decisiones
adoptadas por individuos competentes [legalidad formal] y sus contenidos son determinados de antema-
no por el derecho preexistente [legalidad sustantiva]». Este segundo tipo de legalidad puede traducirse
en que «la corrección jurídica de una decisión judicial [entendida como norma particular] depende de
su contenido: solo se justiica si se iniere del contenido de una norma general que pertenece al derecho
o que es aplicable según normas que pertenecen al derecho». Este paradigma, según Caracciolo, puede
cumplir distintas funciones: conceptual, descriptiva o normativa, lo que tiene importancia para el tipo
de crítica que se le pueda dirigir. El paradigma clásico se opone al paradigma discrecional, según el cual el
juez «puede elegir entre alternativas excluyentes según sus propios criterios de evaluación o, si se preiere,
según su escala personal de preferencias». Dentro de este paradigma, a su turno, pueden distinguirse
cinco tipos diversos de discrecionalidad (Caracciolo, 2011).
39. Sigo la clásica distinción entre actividad-producto, que se emplea también en materia de inter-
pretación. Por ejemplo, Guastini señala que interpretar «denota, grosso modo, o bien la actividad de
averiguar o decidir el signiicado de algún documento o texto jurídico, o bien el resultado o producto de
esa actividad: el signiicado mismo» (2001: 2-3). Aquí sólo me haré cargo de las premisas y del resultado
en tanto textos o documentos (siguiendo la distinción entre razonamiento-actividad y razonamiento-
documento que hace Comanducci, 1999a: 73 y ss.) sin hacer referencias al «contexto de descubrimiento»,
esto es, sin incluir en el análisis las actividades mentales o procesos psicológicos del juez que lo conducen
a generar y justiicar las premisas y la conclusión. La referencia es a la clásica distinción entre contexto de
descubrimiento y contexto de justiicación. Véase, por todos, Reichenbach, 1961: 6 y ss; 382 y ss.
40. Chiassoni emplea la expresión racionalidad formal y racionalidad sustantiva para dar cuenta del
cumplimiento de los requisitos de justiicación interna y de justiicación externa, respectivamente, den-
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REVIStA DE EStUDIOS DE LA jUStICIA
NÚM. 27 (2017) • PÁGS. 1-35
otra parte, cada una de estas premisas puede ser vista como un conjunto de activida-
des cuyo producto, a su turno, se expresa en enunciados o en decisiones. En el primer
caso, se trata de un ejercicio de agrupación y presentación o reconstrucción;41 en el
segundo, estamos ante un ejercicio de descomposición. A continuación, combinaré
ambos enfoques.
Premisa normativa
Suele entenderse por premisa normativa, o premisa mayor del razonamiento judicial,
a la norma general y abstracta que sirve al juez para resolver el conlicto jurídico. Res-
pecto de esta premisa, bien cabría hacer un juicio general u holístico sobre su correc-
ción, como aquel que realiza el juez cuando la incorpora como premisa mayor de su
razonamiento. El juez asume que se trata de una premisa correcta, y probablemente,
la más correcta, la mejor construida o incluso la única correcta. Desde el punto de vis-
ta del analista, sin embargo, el juicio sobre la corrección o incorrección de la premisa
mayor seguramente requerirá mirar más en detalle cada uno de los enunciados que
describen hechos y cada uno de los enunciados que contienen decisiones que com-
ponen la premisa normativa, emitiendo juicios de corrección fraccionados. Es decir,
debe atender a si aquella premisa se encuentra «externamente» justiicada mediante
cadenas de enunciados que funcionan como argumentos o respaldo,42 pudiendo de-
tectar enunciados o decisiones incorrectas dentro de aquella cadena.
La premisa normativa, entonces, es un enunciado complejo que es el resultado de
una cadena de enunciados que derivan de las siguientes actividades (Comanducci,
1999a: 81):43
tro de un modelo analítico de motivación correcta: «una sentencia judicial está motivada correctamente
si, y sólo si, cada una de las decisiones judiciales (disposiciones individuales, juicios jurídicos, normas
individuales judiciales) que esta contiene es racional o está justiicada racionalmente», y se entiende que
es racional o que está racionalmente justiicada si satisface las condiciones de la justiicación interna y
externa. La justiicación interna o lógico-deductiva es una condición de racionalidad formal que releja
el principio de no contradicción; la justiicación externa puede ser normativa o probatoria según el tipo
de premisas a las que se reiera y es condición de racionalidad sustantiva que releja el principio de razón
suiciente. Racionalidad, en este modelo, es sinónimo de que la decisión se encuentre interna y externa
justiicada. Dicho en la terminología de este estudio, airmar la corrección de una decisión equivale a air-
mar que es racional o que se encuentra justiicada, siendo los parámetros de corrección —racionalidad
o justiicación— de tipo lógico (justiicación interna) y de tipo epistémico y axiológico (justiicación
externa (2011: 18 y ss.; 56).
41. Me parece que estas formas de presentar la decisión judicial pueden ser ampliamente aceptadas.
42. Guastini sostiene acertadamente que la justiicación externa consiste en dos cadenas de argumen-
tos: a) el conjunto de argumentos que fundan la elección de la premisa normativa; b) el conjunto de
argumentos que sostienen la premisa cognoscitiva o fáctica (enunciados sobre hechos) (2004: 128 y ss.).
43. A efectos del modelo, no tiene relevancia que alguna de estas actividades se ubique en la pre-
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CARBONELL BELLOLIO
ELEMENtOS PARA UN MODELO DE DECISIóN jUDICIAL CORRECtA
misa normativa o en la premisa fáctica. Por ejemplo, suele haber controversia sobre si la caliicación
jurídica de un hecho o conducta es una cuestión interpretativa o fáctica, o si constituye una premisa
distinta. Wróblewski trata estas cuestiones en dos de los modelos que reconstruye. Por una parte, estas
actividades estarían comprendidas en el primer estadio de su modelo teórico de aplicación judicial del
derecho, que corresponde a la individualización de la norma que regula el caso y la determinación de
un signiicado lo suicientemente preciso para los requerimientos de la decisión. La determinación de la
validez de la norma —entendida por el autor como una norma que no haya sido invalidada de acuerdo
a los mecanismos contemplados por el ordenamiento jurídico— puede ser vista como una operación
mecánica o como una operación de valoración. Por su parte, la determinación de un signiicado lo sui-
cientemente preciso que permita la decisión del caso cuando existe duda respecto del signiicado de la
norma aplicable se realiza con el auxilio de las directivas interpretativas (Wróblewski, 1967). Dentro de lo
que denomina modelo decisional sustantivo de aplicación judicial del derecho, es posible descomponer
la decisión judicial en varias subdecisiones, y las dos primeras estarían aquí representadas: la decisión
de validez, que consiste en la determinación de la validez y aplicabilidad de las reglas relevantes de dere-
cho sustantivo; y la decisión de interpretación, que consiste en la determinación del signiicado de una
disposición normativa (con una precisión tal, dirá este autor, como para permitir resolver el conlicto
jurídico) (Wróblewski, 1992: 11 y 30 y ss.).
44. La distinción entre disposición normativa y norma conduce a que, como señala Guastini, se reser-
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REVIStA DE EStUDIOS DE LA jUStICIA
NÚM. 27 (2017) • PÁGS. 1-35
formal son básicamente dos: que hayan sido producidas por la autoridad competente
y que hayan sido creadas de acuerdo al procedimiento previsto en otra norma de
mayor jerarquía (Guastini, 2004: 127-128). Consecuentemente, la identiicación de
disposiciones normativas formalmente válidas es una cuestión empírica susceptible
de corroboración, en el sentido de que puede comprobarse que la disposición fue
dictada por autoridad competente y siguiendo el procedimiento previsto por el siste-
ma. Ello quiere decir que el enunciado que describa esos hechos es susceptible de ser
caliicado como verdadero o falso.45
Por otra parte, la disposición no solo debe ser válida formalmente, sino también
encontrarse vigente en el sentido de no haber sido derogada o eliminada del orde-
namiento jurídico por otros mecanismos que aquél contemple. La constatación de
que se trata de una disposición no derogada puede resultar sencilla si hablamos de
derogación expresa (y que podría verterse en un enunciado del tipo «la disposición
D no se encuentra expresamente derogada»), aunque algo más compleja en el caso de
la derogación tácita.46
Las actividades 1) y 2), por tanto, individualizan la disposición válida que parece
ser aplicable al caso concreto y tomarán, fundamentalmente, la forma de enunciados
descriptivos y, consecuentemente, se les aplicará el criterio de corrección epistémica
(corrección como verdad).
La tercera actividad consiste en la atribución de signiicado a las disposiciones
válidas prima facie aplicables, es decir, en su interpretación. Podemos representar el
resultado de esta actividad en un enunciado simple de la forma «la disposición D
signiica N». Ahora bien, la naturaleza de este enunciado dependerá de la teoría e
ideología sobre la interpretación que se adopte, y ello condicionará la tipología de
corrección y el tipo de criterio que opera en un juicio de corrección a su respecto.
Así, si se asume una teoría cognitiva, el enunciado no hace más que describir el re-
sultado de un acto de conocimiento que identiica el auténtico o único signiicado de
la disposición, y siendo esta identiicación correcta, es susceptible de ser caliicado
como un enunciado verdadero. Una teoría escéptica dirá que el enunciado expresa
una decisión, y que aquella decisión es producto de ciertas elecciones valorativas. La
decisión requiere, por una parte, la identiicación de los signiicados semánticamente
admisibles y jurídicamente posibles (Comanducci, 2011) y, por otra, la elección de
ve la validez formal para las disposiciones y la validez material para las normas (2004: 130-131).
45. No obstante, esta reconstrucción falla para dar cuenta de supuestos en que se identiica una dis-
posición aplicable que no cumple con estos requisitos, pero que una determinada comunidad sigue
aplicando para solucionar un problema por razones de carácter práctico, de funcionamiento. Por ejem-
plo, normativa dictada en dictadura (decretos leyes en el caso chileno) que continúa aplicándose bajo el
argumento de que no hacerlo produciría desregulación.
46. Partiendo de la base de que la derogación tácita operaría entre normas y no entre disposiciones.
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CARBONELL BELLOLIO
ELEMENtOS PARA UN MODELO DE DECISIóN jUDICIAL CORRECtA
uno de aquellos signiicados. Esta elección puede consistir, por ejemplo, en imprimir
una jerarquía a las directrices interpretativas que emplea el intérprete (por ejemplo,
dándole prioridad al argumento teleológico por sobre el del tenor literal), de manera
tal que, respecto de la disposición en cuestión, ella deba ser entendida como la norma
N. Puede también simplemente consistir en justiicar la decisión interpretativa por
medio del uso de un argumento interpretativo determinado (por ejemplo, el argu-
mento de la equidad). Juzgar este enunciado como (axiológicamente) correcto, en-
tonces, requiere compartir ese criterio valorativo.
El enunciado «la disposición D signiica N» puede ser descompuesto en varios
enunciados que operan como argumentos. Alguno de ellos, puede consistir en de-
fender la validez material de la norma,47 postulado que está estrechamente vinculado
con el concepto de derecho, concretamente, con el tipo de conexión que exista, si
alguna, entre derecho y moral.48
47. Para Guastini, una norma expresa que se extrae mediante interpretación de una disposición nor-
mativa formalmente válida es materialmente válida cuando no contradice otra norma superior; en el
caso de la norma inexpresa, la validez material depende, además, de que haya sido extraída de forma
persuasiva de una o más normas expresas mediante un procedimiento argumentativo prescrito o con-
sentido por el derecho y/o comúnmente aceptado por la cultura jurídica. Como indica Guastini, cuando
la validez sea cuestionada, el juicio de validez requiere de justiicación y ella suele hacerse recurriendo a
la «historia institucional» (Guastini, 2004: 127-128). Así, la validez material de una norma expresa enten-
dida como no contradicción con la norma superior es un problema que se da en sede de interpretación,
no de identiicación —y en el que intervienen elementos ideológicos— y salvo de que se trate de una
discordancia evidente o notoria, el intérprete podría bien resolverla atribuyendo a las disposiciones un
signiicado compatible y dotando a la norma inferior de validez material. Esto es especialmente posible
cuando la norma superior de contraste se extrae de una disposición abierta o en la que se usan expresio-
nes con altas dosis de vaguedad. Similarmente ocurre con la validez material de una norma inexpresa,
donde la persuasividad de la argumentación que justiica su existencia proviene de cómo se reconstru-
yan los indicios de aquella norma inexpresa que se encuentran en textos normativos o cuán coherente
es con las reconstrucciones comúnmente aceptadas por la comunidad jurídica. Aquí, nuevamente, el
intérprete es, en una medida importante, artíice, según esta tesis, de la validez material.
48. Así, por ejemplo, la identiicación de disposiciones normativas mediante los criterios de validez
formal de pedigree que contempla la regla de reconocimiento es inseparable de la tesis de la no cone-
xión identiicatoria entre el derecho y la moral del positivismo jurídico metodológico o conceptual, en
palabras de Bobbio, o «sin caliicativos», en palabras de Escudero: «un positivismo jurídico que excluye
la moral, en cuanto instancia valorativa, de los mecanismos de identiicación del derecho; que rechaza
el criterio material de validez normativa; y que acepta, sin ningún problema, un margen de discreciona-
lidad en sentido fuerte». Como argumenta sólidamente este último autor, la exclusión de la moral a la
hora de identiicar el derecho es una consecuencia de la tesis de las fuentes sociales del derecho, según
la cual la existencia de las normas jurídicas proviene exclusivamente de una fuente social, esto es, «de un
hecho [más o menos complejo] al que el propio sistema jurídico le haya otorgado el carácter de fuente
del derecho». Estos hechos son susceptibles de ser descritos avalorativa o neutralmente. Así, el carácter
jurídico de toda norma proviene de su origen o fuente, esto es, de una cuestión eminentemente fáctica,
y no del contenido o materia regulada por la norma (Escudero, 2004: 260, 209, 218, 265). La principal
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Premisa fáctica
La premisa fáctica es un enunciado que indica que la conducta regulada abstracta-
mente en la norma se da en concreto. En terminología de otro autor, es una oración
de caliicación individual50 que incluye el hecho o conducta concreta como una ins-
tancia del hecho o conducta abstracta regulada por la norma.
La premisa fáctica es un enunciado complejo que resulta de una cadena de enun-
ciados producto de las siguientes actividades (Comanducci, 1999a: 81):51
1) veriicación de las pruebas concernientes al caso;
2) individualización y caliicación jurídica del caso;
3) individualización de las características del caso abstracto con que se conectan las
distintas consecuencias jurídicas eventualmente previstas por la norma aplicable al caso;
50. Esta expresión es de Chiassoni, y se reiere a la premisa caliicatoria o subsuntiva en la que un caso
individual viene incluido en la clase de casos regulado por la norma general (2011: 37).
51. Aquí se ubica el segundo estadio del modelo teórico de Wróblewski (1967): la conirmación de
un hecho dado como probado sobre la base de elementos materiales y de una teoría de la prueba, y la
formulación del hecho en el lenguaje de la norma aplicable. Este segundo estadio comienza con la con-
irmación de un hecho como un hecho probado. Para alcanzar la convicción sobre el acaecimiento del
hecho, se recurre a una serie de elementos materiales que son valorados de acuerdo con las reglas de la
prueba que rigen en el ordenamiento jurídico de que se trate. En este sentido, la «veriicación empírica»
que se hace del enunciado sobre los hechos para determinar su verdad se encuentra, en el campo del
derecho, reglada por el sistema probatorio y medios de prueba previstos por el ordenamiento jurídico.
No es una veriicación empírica con características «cientíicas» en el sentido de que, a diferencia de ésta,
tiene restricciones de tiempo, no se interesa siempre por demostrar las relaciones de causalidad entre
eventos, y los efectos de la veriicación o prueba están regulados por ley. El segundo momento consiste
en la formulación del hecho que se tiene por probado en el lenguaje de la norma aplicable. En esta «tra-
ducción» se encuentran presentes elementos sintácticos, semánticos y también valorativos. Su modelo
sustantivo también contempla esta decisión de prueba, que consiste en aceptar ciertos hechos como
probados (y formularlos, agregará, en el lenguaje de la regla sustantiva aplicable).
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CARBONELL BELLOLIO
ELEMENtOS PARA UN MODELO DE DECISIóN jUDICIAL CORRECtA
52. La selección de los hechos, prueba y valoración de la prueba son las tres etapas que distingue Gar-
cía Amado, 2010: 72 y ss.
53. Hay algunas tesis que hablan de «interpretación de los hechos» para referirse a la caliicación
jurídica de un hecho, o incluso algunas veces para referirse a la prueba de los hechos. Guastini dice
que «interpretar un hecho» es una expresión infeliz, toda vez que es confuso el objeto al que se hace
referencia: el texto jurídico, en concreto, el supuesto de hecho genérico en el que se pretende subsumir
un hecho en concreto; un evento, acto o comportamiento para conjeturar sobre la intención del agente
o subsumirlo dentro de una clase de actos, o caliicarlo jurídicamente dentro del supuesto de una norma
(Guastini, 2011: 9).
54. Esta fase la incorpora Wróblewski, 1992: 30 y ss.
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Decisión
La decisión es la conclusión resultante de subsumir la premisa fáctica en la premisa
normativa. Desde el punto de vista normativo, es una norma individual que resuelve
el caso concreto mediante la aplicación de una regla, atribuyendo las consecuencias
jurídicas previstas por dicha regla para el caso genérico del que el caso concreto cons-
tituye una especie. A esta subsunción se denomina «justiicación interna».56
Esto se corresponde con el tercer estadio del modelo teórico de decisión judicial
que propone Wróblewski, y que se ocupa de la subsunción del hecho probado en la
norma. Se trata de una operación lógica y lingüística que exige que se haya precisado
el signiicado de la norma y que el hecho se haya formulado en lenguaje jurídico. Esta
operación tiene un carácter más bien mecánico, y la validez lógica que garantiza con-
siste simplemente en airmar que, si las premisas son verdaderas, entonces la decisión
será necesariamente verdadera.
Wróblewski separa la decisión resultante de esta operación de subsunción de lo
que denomina «decisión sobre las consecuencias», que consiste en la determinación
de las consecuencias jurídicas de los hechos probados de acuerdo a lo prescrito por
55. Esta relexión se la debo al profesor Caracciolo, quien relevó, con ocasión de la presentación de
este trabajo en el seminario de Vaquerías, la cuestión quizás más compleja dentro de la formulación de
la premisa fáctica.
56. La conocida distinción entre justiicación interna y externa la introduce Wróblewski, 1974: 33 y
ss. Es una distinción analítica que se reiere a las condiciones de racionalidad o justiicación que deben
satisfacer las decisiones judiciales. La distinción opera como herramienta tanto para construir una sen-
tencia como para evaluarla o analizarla, y permite presentar su contenido básico.
Guastini indica que, en realidad, el razonamiento deductivo se estructura con más premisas que la
premisa fáctica y normativa: 1) la primera premisa es la regla que se aplica, expresa o inexpresa fruto de
interpretación decisoria o de creación; 2) la segunda premisa es una proposición fáctica que describe
los hechos del caso; 3) la tercera premisa es un enunciado subsuntivo genérico; 4) la cuarta premisa es
un enunciado subsuntivo individual (interpretación en concreto); 5) inalmente está la conclusión como
regla individual y concreta (Guastini, 2011: 258).
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CARBONELL BELLOLIO
ELEMENtOS PARA UN MODELO DE DECISIóN jUDICIAL CORRECtA
Conclusiones
He intentado identiicar los principales elementos que hay que tener en cuenta para
construir un modelo teórico que pueda dar cabida a distintas formas de entender
la expresión «decisión judicial correcta». Siguiendo el trabajo de varios autores —
principalmente de Wróblewski, Comanducci, Guastini y Chiassoni—, este modelo
o representación simpliicada propone: 1) descomponer la decisión judicial en dis-
tintos enunciados y subdecisiones; dicho de otra forma, presenta la decisión como
un conjunto de enunciados y decisiones fraccionadas; 2) agrupar esas cadenas de
enunciados y subdecisiones bajo las categorías premisa fáctica y premisa normati-
va; 3) emplear cuatro signiicados especíicos de corrección: corrección epistémica,
corrección axiológica, corrección procesal y corrección lógica, según los elementos
entre los que se produce la relación de ajuste (enunciados descriptivos o normas y de-
cisiones, respectivamente) y el tipo de operación involucrada; 4) emplear corrección
lógica especialmente para dar cuenta de la justiicación interna de la decisión judicial;
5) aplicar la corrección epistémica y axiológica para la justiicación de los distintos
tipos de enunciados que componen las premisas fáctica y normativa; 6) vincular los
criterios especíicos de estos tipos de corrección con la teoría y/o ideología que quien
emite el juicio tenga en materia de concepto de derecho, interpretación y argumenta-
ción y aplicación judicial del derecho (criterios de corrección en concreto); y 7) enfa-
tizar que los juicios de corrección se encuentran condicionados por los presupuestos
teóricos e ideológicos que asume el juez o el analista que los realiza.
Referencias
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Reconocimientos
Sobre la autora
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La Revista de Estudios de la Justicia es publicada, desde 2002, dos veces al año por el Centro
de Estudios de la Justicia de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Su propósito
es contribuir a enriquecer el debate jurídico en el plano teórico y empírico, poniendo a dispo-
sición de la comunidad cientíica el trabajo desarrollado tanto por los académicos de nuestra
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