SP3974 2022 (51591)

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DIEGO EUGENIO CORREDOR BELTRÁN

Magistrado ponente

SP3974-2022
Radicación n° 51591
Acta 290.

Bogotá, D.C., doce (12) de diciembre de dos mil


veintidós (2022).

VISTOS

La Corte resuelve la acción de revisión promovida por el


defensor de ELKIN MAURICIO RÍOS TANGARIFE, contra la
sentencia proferida el 26 de enero de 2016, por la Sala
Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Medellín, que confirmó la emitida el 9 de julio de 2015, por
el Juzgado Veintiséis Penal Municipal Mixto de esa ciudad,
por medio de la cual lo condenó en calidad de autor

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CUI 11001020400020170193700
ELKIN MAURICIO RÍOS TANGARIFE

penalmente responsable del delito de violencia intrafamiliar


agravada.
ANTECEDENTES

1.Fácticos

En el auto que inadmitió el recurso de casación (CSJ


AP4130-2016, Rad. 47886), los hechos jurídicamente relevantes

fueron narrados por esta Corte, de la siguiente manera:

Durante un año y medio, aproximadamente, MAAB y EMRT


sostuvieron un noviazgo, fruto del cual procrearon un hijo nacido el
16 de enero de 2014. Semanas después del alumbramiento
pusieron fin a la relación.

En la noche del 4 de marzo de esa anualidad, cuando ya no existía


compromiso sentimental entre ellos, RT se presentó en la vivienda
que AB compartía con sus padres y su hermana, ubicada en la
calle (…) de la ciudad de Medellín, con el propósito de visitar al
menor.

Tras pasar algunas horas con su hijo, ER salió de la casa y le pidió


a MA que lo acompañara al exterior de la misma para dialogar. El
primero tomó asiento en la motocicleta en la que había arribado y
aquélla se ubicó de pie, al lado suyo, apoyada sobre el rodante.

La conversación devino en una discusión agresiva, en desarrollo de


la cual el ahora acusado le manifestó a la mujer que prefería verla
muerta si no volvía con él. Dicho esto, puso en marcha el vehículo,
arrastró a MA por varios metros y abandonó el lugar.

La víctima sufrió laceraciones en diferentes partes del cuerpo y


hemorragias internas, estas últimas producidas porque

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recientemente había sido sometida a un procedimiento quirúrgico


de cesárea.

2. Procesales

Por los anteriores hechos, el 9 de julio de 2015 1, el


Juzgado Veintiséis Penal Municipal Mixto de Medellín,
condenó a ELKIN MAURICIO RÍOS TANGARIFE a 72 meses de
prisión e inhabilitación para el ejercicio de derechos y
funciones públicas por el mismo término, luego de hallarlo
autor penalmente responsable del delito de violencia
intrafamiliar agravada.

Impugnada la decisión, la Sala Penal del Tribunal


Superior del Distrito Judicial de esa misma ciudad, el 26 de
enero de 2016, confirmó el fallo confutado 2; decisión en
contra de la cual el defensor de ELKIN MAURICIO RÍOS
TANGARIFE interpuso recurso extraordinario de casación.
Esta Corporación, mediante decisión AP4130-2016, Rad.
47886 resolvió inadmitir el libelo3.

El 31 de octubre de 2017, se recibió en la secretaría de


esta Corporación la demanda de revisión presentada por el
defensor del condenado ELKIN MAURICIO RÍOS TANGARIFE.

LA DEMANDA DE REVISIÓN

1
A folios 90 a 96 de la carpeta.
2
A folios 125 a 13 de la carpeta.
3
A folios 174 a 188 de la carpeta.

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ELKIN MAURICIO RÍOS TANGARIFE

El actor invoca la causal prevista en el numeral 7º del


artículo 192 de la Ley 906 de 2004, según la cual, la acción
de revisión procede cuando mediante pronunciamiento
judicial la Corte haya cambiado favorablemente el criterio
jurídico que sirvió para sustentar la sentencia condenatoria.

En orden a fundamentar su solicitud, refiere que el


procesado fue condenado como autor responsable del delito
de violencia intrafamiliar agravada, por haber golpeado a su
ex compañera sentimental, Mayerlyn Andrea Ayala
Bermúdez, con quien procreó un hijo, sin embargo, para la
época en que ocurrieron los hechos no convivían juntos ni
sostenían ningún tipo de relación sentimental.

Manifestó que, con posterioridad a la emisión de los


fallos de instancia, esta Corporación, mediante la decisión
CSJ SP8064-2017, Rad. 48047, fijó un criterio novedoso,
según el cual, «el maltrato a la expareja causado por quien ya no
convive con ella, se reitera, no configura el delito de violencia
intrafamiliar sino el de lesiones personales dolosas» 4.

Agregó que, en aplicación de esa postura, es claro que


debe revisarse la condena de ELKIN MAURICIO RÍOS
TANGARIFE, pues, en este caso, precisamente, está
acreditado que aquél nunca alcanzó a conformar una
unidad familiar con la víctima, por lo que no se configuró el
punible de violencia intrafamiliar agravada.

4
A folio 22 de la carpeta.

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TRÁMITE EN LA CORTE

Mediante auto del 16 de agosto de 2019 (CSJ AP3461-


2019, Rad. 51591), se aceptó el impedimento manifestado por

los H. Magistrados EYDER PATIÑO CABRERA, JOSÉ FRANCISCO


ACUÑA VIZCAYA, EUGENIO FERNÁNDEZ CARLIER, LUIS ANTONIO
HERNÁNDEZ BARBOSA, PATRICIA SALAZAR CUÉLLAR y LUIS
GUILLERMO SALAZAR OTERO, y se inadmitió la demanda de
revisión; ésta última decisión fue revocada vía recurso de
reposición, a través del auto del 2 de octubre de ese mismo
año, por lo que se admitió la demanda y se ordenó allegar a
la actuación el proceso respecto del cual se solicita la
revisión (CSJ AP4266-2019).

Luego, a través del auto del 10 de diciembre de 2019, se


fijó el día 19 de mayo de 2020, para llevar a cabo la
audiencia prevista en el inciso 7º del artículo 195 de la Ley
906 de 2004, sin embargo, no se pudo adelantar la
audiencia por causa de la pandemia causada por la Covid-
19, por lo que, mediante auto del 1 de febrero de 2021, se
dispuso imprimir el impulso excepcional y transitorio
previsto en el Acuerdo N° 22 del 3 de junio de 2020.

En cumplimiento de lo anterior, se recibieron por


escrito los alegatos de conclusión presentados por el

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defensor de ELKIN MAURICIO RÍOS TANGARIFE, y el


Procurador Segundo Delegado para la Casación Penal.

ALEGATOS DE CONCLUSIÓN

1. El defensor del actor

El apoderado de ELKIN MAURICIO RÍOS TANGARIFE, le


pide a la Corte que declare fundada la causal séptima de
revisión, y, en consecuencia, se proceda a anular las
sentencias emitidas en contra de su representado, con
argumentos que reiteran lo contemplado en la demanda de
revisión.

2. El delegado del Ministerio Público

Respaldó el pedimento elevado por la parte accionante,


para lo cual, igualmente, hizo mención de la providencia
reseñada en el acápite precedente, dado que, en la misma,
esta Corporación efectuó la variación jurisprudencial cuya
aplicación se reclama.

Lo anterior porque, para cuando ocurrieron los hechos


víctima y victimario no conformaban una unidad familiar.

CONSIDERACIONES

La Sala es competente para conocer de la presente


acción de revisión, de acuerdo con lo preceptuado en el

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artículo 32 de la Ley 906 de 2004, como quiera que está


dirigida en contra de una sentencia dictada por la Sala
Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Medellín.

La Corte ha sostenido, en múltiples oportunidades, que


la acción de revisión tiene carácter excepcional, pues, por
su conducto se busca derruir la fuerza de cosa juzgada de
una sentencia, en defensa de la justicia. De allí que el
legislador haya establecido no sólo causales taxativas para
su procedencia, sino requisitos de forma y fondo en la
demanda, que resultan indispensables para que la Corte
pueda referirse a su admisión y disponer el trámite
correspondiente.

En el presente caso, el defensor de ELKIN MAURICIO RÍOS


TANGARIFE acude a la causal 7ª del artículo 192 del Código
de Procedimiento Penal, conforme con la cual, dicha acción
procede «Cuando mediante pronunciamiento judicial, la Corte haya
variado favorablemente el criterio jurídico que sirvió para sustentar la
sentencia condenatoria, tanto respecto de la responsabilidad como de
la punibilidad».

En cuanto a los requisitos específicos de procedencia de


la acción de revisión, frente a la causal que ahora se
analiza, la Corte en la decisión CSJ AP1911-2020, Rad.
56759, recordó la línea jurisprudencial de la Sala, pacífica y
reiterada sobre el tema (CSJ AP, 16 agost. 2011, Rad. 36428; CSJ
AP, 2 may. 2012, Rad. 38829; CSJ SP, 11 jul. 2013, Rad. 40208; CSJ

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SP719-2015, Rad. 43934; CSJ AP1039-2016, Rad. 46603; CSJ


AP2228-2018, Rad. 50974; CSJ AP3330-2019, Rad. 55330; CSJ
AP1037-2020, Rad. 55509; CSJ AP1091-2020, Rad. 54494; CSJ
AP1593-2020, Rad. 54426; CSJ AP1591-2020, Rad. 55907; CSJ

AP1563-2021, Rad. 55969; CSJ AP3330-2021, Rad. 59506), así:

«La demostración de esta causal presupone demostrar no solo


que el fundamento de la sentencia cuya rescisión se pretende es
entendida por la jurisprudencia de modo diferente, sino que, de
mantenerse, comportaría una clara situación de injusticia, esto
es, enseñar, que si se hubiese conocido al momento de proferir el
fallo cuya recisión se pretende, los jueces la habrían aplicado
modificando la decisión en sentido favorable al penado.

Lo anterior significa que, para invocar la aplicación de esta


causal, el demandante debe cumplir los siguientes requisitos:

i) Que se dirija contra una sentencia ejecutoriada cuya condena se


haya fundamentado en un criterio jurisprudencial específico de la
Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal;

ii) Que el referente jurisprudencial de la Sala Penal se cambie


mediante un fallo proferido con posterioridad a la providencia que
se revisa; o que aun siendo anterior no se hubiere aplicado al caso
concreto y resulte favorable a los intereses del sentenciado;

iii) Que a través de un análisis comparativo se pueda demostrar


que fundamentado en el nuevo razonamiento jurídico el proveído
atacado habría sido más beneficioso para el demandante (CSJ
AP970-2015, 25 feb. 2015, rad. 45131).

Igualmente, se exige al actor acreditar la variación


jurisprudencial de la Corte Suprema de Justicia y explicar la
incidencia que tiene en los argumentos de la sentencia cuya
revisión persigue, cuál es su aplicación al caso concreto y de qué
manera beneficia al condenado (CSJ SP, 17 oct. 2012, rad.
36793; CSJ SP, 11 jul. 2013, rad. 40208; CSJ AP4250-2014, 30
jul. 2014, rad. 43940, entre otros).

Por la misma senda, en la la providencia CSJ AP875-


2021, Rad. 53841, se señaló –Ver en el mismo sentido CSJ
AP099-2018, Rad. 47434; CSJ AP120-2018, Rad. 46659; CSJ

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AP5092-2018, Rad. 51475; CSJ SP431-2019, Rad. 52868; CSJ


AP500-2019, Rad. 49495; CSJ AP3061-2019, Rad. 49495; CSJ
AP4489-2019, Rad. 53298; CSJ AP130-2020, Rad. 49302; CSJ
AP1074-2020, Rad. 57043; CSJ AP875-2020, Rad. 53841; CSJ

AP2996-2021, Rad. 57775-:

«Esta Corporación tiene establecido que, en aquellos eventos en


los que se invoca la causal contenida en el numeral 7º del
artículo 192 de la citada normatividad procesal, esto es, «cuando
mediante pronunciamiento judicial, la Corte haya cambiado
favorablemente el criterio jurídico que sirvió para sustentar la
sentencia condenatoria, tanto respecto de la responsabilidad como
de la punibilidad», corresponde al actor acreditar los siguientes
presupuestos:

i) La identificación de una variación o del entendimiento diverso


de un criterio jurídico en las interpretaciones efectuadas por la
Corte en sus pronunciamientos judiciales (CSJ AP, 5 de dic
2002, rad. 18572).

ii) La identidad entre los supuestos contenidos en el fallo


cuestionado y los que dieron origen al cambio jurisprudencial
(CSJ SP, 11 de feb 2015, rad. 43309).

iii) La falta de aplicación del criterio jurídico por virtud del


desconocimiento de su existencia o la emisión de la sentencia
atacada con anterioridad a su formulación (CSJ SP, 20 de ago.
2014, rad. 43624).

iv) Y finalmente, la irrogación de efectos favorables al accionante


frente a su responsabilidad o su punibilidad.

En concordancia, si en el respectivo examen se advierte la


ausencia de cualquiera de esos presupuestos, cuya concurrencia
es exigida, al margen de la admisión de la demanda, debe
declararse infundada la causal de revisión” (CSJ SP431-2019,
Rad. 52868)».

En tal virtud, a tono con la previsión normativa y los


precedentes de esta Corporación, antes citados, se tiene que

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los presupuestos sustanciales para invocar la causal 7ª de


revisión, son los siguientes:

i) Que se dirija contra una sentencia ejecutoriada cuya


condena se haya fundamentado en un criterio jurisprudencial
específico de la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación
Penal;

ii) Que la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal,


hubiese variado su jurisprudencia o entendido de manera
diversa una norma o instituto jurídico;

iii) Que exista identidad entre los supuestos contenidos en el


fallo cuestionado y los que dieron origen al cambio
jurisprudencial;

iv) La falta de aplicación del criterio jurídico por virtud del


desconocimiento de su existencia o la emisión de la sentencia
atacada con anterioridad a su formulación;

v) Que a través de un análisis comparativo se pueda


demostrar que fundamentado en el nuevo razonamiento
jurídico el proveído atacado habría sido más beneficioso para el
demandante, frente a su responsabilidad o su punibilidad, de
modo que el criterio planteado en el fallo contra el cual se dirige
la acción resulte injusto;

vi) Que el concepto judicial soporte de la solicitud, provenga


de la Corte Suprema de Justicia, por ser esta Corporación el
máximo Tribunal de la jurisdicción ordinaria, atendiendo la
función que cumple de unificar la jurisprudencia nacional como
ente de casación, de conformidad con lo establecido en el
artículo 206 del Código de Procedimiento Penal.

Análisis del caso concreto

En primer lugar, se debe indicar que la acción de


revisión se dirige contra la sentencia proferida el 26 de

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enero de 2016, por la Sala Penal del Tribunal Superior del


Distrito Judicial de Medellín, que confirmó la emitida el 9
de julio de 2015, por el Juzgado Veintiséis Penal Municipal
Mixto de esa ciudad, por medio de la cual condenó a ELKIN
MAURICIO RÍOS TANGARIFE en calidad de autor penalmente
responsable del delito de violencia intrafamiliar agravada, a
72 meses de prisión e inhabilitación para el ejercicio de
derechos y funciones públicas por el mismo término;
decisión que quedó ejecutoriada el 29 de junio de 2016,
fecha en la que se inadmitió la demanda de casación.

Las sentencias de condena se fundamentaron en el


precedente jurisprudencial vigente para la época, según el
cual, la calidad de padre y madre de familia de un hijo en
común era suficiente para la configuración del tipo penal de
violencia intrafamiliar, con independencia de si los
progenitores conformaban o no una unidad familiar.

Ahora bien, tal como lo reseñan el accionante y el


representante del Ministerio Público, la Sala de Casación
Penal, en la decisión CSJ SP8064-2017, Rad. 48047, del 7
de junio de 2017, precisó –en contrario de lo que pregonaba el
criterio hasta entonces vigente, el mismo que fue acogido en el fallo

que pesa sobre el sentenciado- que el delito de violencia

intrafamiliar no se configura entre los miembros de la pareja


que no comparten núcleo familiar o unidad doméstica.

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Al respecto, la Corte en un caso similar al que ahora se


analiza (CSJ SP2251-2019, Rad. 53048), analizó en forma
detallada el precedente jurisprudencial referido, por lo que,
dada su pertinencia, se transcribirán los apartes
pertinentes:

«5.1.1 En la sentencia contentiva del cambio jurisprudencial


(CSJ SP8064-2017) en que el accionante demanda la revisión de
la sentencia, la Corte Suprema de Justicia, efectivamente,
implementó un criterio, carente de desarrollo expreso hasta ese
momento, en relación con la definición del ingrediente normativo
«núcleo familiar», que integra el tipo penal de violencia
intrafamiliar, previsto en el art. 229 del C.P.

Dicho elemento del tipo, que ha de ser comprendido a la luz del


ordenamiento extrapenal (constitucional, civil y de familia) es el
que cualifica los sujetos activo y pasivo de la conducta
sancionada en la violencia intrafamiliar, ya que los maltratos se
tornan punibles si el agredido es una persona perteneciente al
núcleo familiar del agresor.

En esa dirección, la sentencia en comento, a fin de cerrar


espacios interpretativos que pudieran conducir a escenarios
injustificados de punibilidad, clarificó, en primera medida, que
los maltratos que recaen sobre cualquier familiar no siempre
afectan el bien jurídico de la armonía y unidad en la familia, que
es el objeto de tutela jurídico penal en el delito de violencia
intrafamiliar.

Como punto de partida, el precedente en mención acudió al


referente normativo base para justificar la punición de la
violencia al interior de la familia, a saber, la Ley 294 de 1996,
cuyo objeto es el de desarrollar el art. 42 inc 5° de la
Constitución, para prevenir, remediar y sancionar la violencia
intrafamiliar. Acorde con dicha norma constitucional, las
relaciones familiares se basan en la igualdad de derechos y
deberes de la pareja y en el respeto recíproco entre todos sus
integrantes. Por ello, el inc. 6° ídem preceptúa que cualquier
forma de violencia en la familia se considera destructiva de su
armonía y unidad, por lo que será sancionada conforme a la ley.

En la armonía y unidad familiar la Sala identificó el bien jurídico


protegido en el art. 229 del C.P., cuya tutela se limitó a los
miembros nucleares de la familia, es decir, ese ámbito más

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entrañable e íntimo de relacionamiento familiar. Y esos


integrantes, se lee el plurimencionado fallo, están enlistados en
el art. 2° de la Ley 294, a saber: a) los cónyuges o compañeros
permanentes; b) el padre y la madre de familia, aunque no
convivan en un mismo hogar; c) los ascendientes o descendientes
de los anteriores, así como los hijos adoptivos y d) todas las
demás personas que, de manera permanente, se hallaren
integrados a la unidad doméstica.

La diferenciación de dichos roles familiares llevó a la Sala a


precisar cuándo los maltratos entre aquéllos podían
constituir violencia intrafamiliar, al tiempo que efectuó
reducciones teleológicas para determinar cuándo no se
realiza la conducta punible, por no pertenecer el sujeto
pasivo de la conducta al núcleo familiar del agresor.

Bajo esa óptica, según el actual entendimiento de la Sala, la


violencia intrafamiliar puede tener lugar:

(i) Entre los cónyuges o compañeros permanentes entre sí,


siempre que mantengan un núcleo familiar.

(ii) En los padres, cuando el agresor es el hijo, sin que importe si


ambos progenitores conviven. Si el artículo 2 de la Ley 294 de
1996 establece que son integrantes de la familia “El padre y la
madre de familia, aunque no convivan en un mismo hogar”, ello
permite concluir que son familia respecto de sus hijos y por
siempre, pero si esos progenitores no conviven en el mismo hogar
no conforman entre ellos un núcleo familiar.

(iii) En los ascendientes y descendientes si conforman un núcleo


familiar, y los hijos adoptivos, porque frente a éstos igualmente el
concepto de familia impone deberes más allá de la vida en común.

(iv) En uno o varios miembros de la familia en su domicilio o


residencia, causada por quien, no siendo miembro del núcleo
familiar, sea encargado de su cuidado.

Con dicho referente -dadas las particularidades del asunto a


resolver en esa ocasión- la Corte entró a definir la
problemática originada en escenarios en los que dos
personas, pese a tener un nexo de familia por el hecho de
ser padre y madre de un hijo común, no pertenecían a un
mismo núcleo familiar, por el hecho de no convivir juntos.
Se mencionaron como ejemplos paradigmáticos los casos de
exparejas (antiguos cónyuges o compañeros permanentes)
que cesaron su vida en común o la situación de quienes
nunca convivieron, pero son padres de un mismo hijo.

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Para la Sala, tales cláusulas articulan el mundo normativo con la


realidad social, “al reconocer que existen vínculos familiares
intemporales que imponen deberes infranqueables y, asimismo
convivencias que, al terminar, como las de las parejas, pierden la
protección especial que el derecho les dispensa cuando existe vida en
común”. Por ello, destacó la Sala, “es necesario ponderar que, si la
familia se constituye por vínculos naturales o jurídicos, por la
decisión libre de un hombre y una mujer de contraer matrimonio o
por la voluntad responsable de conformarla” (art. 42 Const.),
correlativamente también debe reconocerse su voluntad de darla
por terminada”.

Tales premisas soportan la conclusión en que se funda el


criterio desarrollado por la Corte en la comentada sentencia,
cifrado en que, si no existe convivencia, tratándose de
exparejas o de padres de hijos comunes que nunca han
convivido, los maltratos no pueden adecuarse típicamente en
el delito de violencia intrafamiliar, pues entre personas en
tales condiciones no existe un núcleo familiar.

Para la Corte, se extracta de la sentencia en mención, el


contexto nuclear exigido por el tipo penal implica un nexo
real y no meramente formal de una familia en su conjunto.
El núcleo, según el fallo, supone una verdadera unión y
conjunción, desvirtuándose si hay desunión o disyunción
entre sus integrantes.

Ello, en la medida en que “lo que el tipo penal protege no es la


familia en abstracto como institución básica de la sociedad, sino la
coexistencia pacífica de un proyecto colectivo que supone el
respeto por la autonomía ética de sus integrantes. En ese sentido,
fáctica y normativamente ese propósito concluye entre parejas
separadas, pero se mantiene respecto a los hijos, frente a quienes
la contingencia de la vida en común no es una condición de la
tipicidad por la intemporalidad que supone el vínculo entre padres
e hijos”.

A fin de clarificar cuando existe ese núcleo, la Sala acudió al


concepto de unidad doméstica, determinada, por lo menos,
a partir de la convivencia de la víctima y el victimario “bajo
un mismo techo” y las relaciones de afecto existentes en
razón de la coexistencia.

Pero más allá de esa alusión al “mismo techo”, la Corte


enfatizó en que el núcleo familiar ha de definirse a partir de
la comunidad de vida, la cual implica, entre otras
circunstancias, cohabitación, colaboración económica y

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personal en las distintas circunstancias de la existencia, así


como convivencia permanente, traducida en duración,
constancia y perseverancia en esa forma de vida en común.

La comunidad de vida, para la Sala, ha de articularse con el


concepto de unidad doméstica, pues “no se trata de asegurar la
tranquilidad y armonía de la familia in extenso, sino del hogar en
concreto, palabra que se refería al sitio donde se reunía la familia
para calentarse y alimentarse”. Con ello, se lee en la sentencia, la
noción de unidad familiar corresponde establecerla a partir de
“reconocer una realidad social constitucionalizada, de modo que
se circunscribe a quienes comparten un techo”, ya que “no son los
vínculos biológicos o consanguíneos los que articulan la unidad
familiar doméstica, sino la comunidad integrada”.

En esencia, acudiendo a argumentos doctrinales extraídos del


derecho comparado, la Sala puso de presente que la violencia en
el marco doméstico es un escenario de dominación y terror en las
relaciones de familia, donde ha de reinar la paz:

El bien jurídico protegido es la preservación del ámbito


familiar como una comunidad de amor y libertad presidido por
el respeto mutuo y la igualdad, dicho más sintéticamente, el
bien jurídico protegido es la paz familiar, sancionando
aquellos actos que exteriorizan una actitud tendente a
convertir aquel ámbito en un microcosmos regido por el
miedo y la dominación, porque, en efecto, nada define mejor
el maltrato familiar como la situación de dominio y de poder
de una persona sobre su pareja y los menores
convivientes.

Lo relevante será constatar si en el ‘factum’ se describe una


conducta atribuida al recurrente que atenta contra la paz
familiar y se demuestra en agresiones que dibujen ese
ambiente de dominación y temor sufrido por los miembros
de la familia…

A la luz de las razones hasta aquí reseñadas, la Corte concluyó


en ese caso, que sí había unidad doméstica, derivada de que los
involucrados -compañeros permanentes y padres de un menor,
que vivían en un mismo inmueble, pero en habitaciones
separadas, sin mantener vida marital- mantenían una
convivencia cotidiana y permanente. Este es, en últimas, el
criterio preponderante para verificar si existe o no núcleo familiar
tratándose de una pareja».

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Con este entendimiento, se advierte que en el presente


caso la conducta cometida por ELKIN MAURICIO RÍOS
TANGARIFE, no se adecuó al delito de violencia intrafamiliar
agravada, dado que la víctima y su agresor, pese a ser los
padres de un menor de edad, nunca conformaron una
unidad doméstica, un núcleo familiar, una comunidad
estrecha de vida, de modo que, a la luz del precedente
jurisprudencial analizado, no se vulneró el bien jurídico de
la armonía y unidad en la familia, que es el objeto de tutela
jurídico penal en el delito de violencia intrafamiliar.

En efecto, dentro del presente asunto se probó que para


cuando ocurrieron los hechos -4 de marzo de 2014- el
procesado ELKIN MAURICIO RÍOS TANGARIFE tenía 24 años y
la víctima Mayerlin Andrea Ayala Bermúdez 18 años.

Así mismo, se acreditó que ELKIN MAURICIO RÍOS


TANGARIFE sostuvo una relación de noviazgo con la víctima,
Mayerlin Andrea Ayala Bermúdez, la cual duró
aproximadamente un año y medio, y procrearon un hijo que
nació el 16 de enero de 2014; sin embargo, ellos nunca
convivieron.

Mayerlin Andrea manifestó que para cuando el niño


nació, ya la relación que sostenía con ELKIN MAURICIO RÍOS
TANGARIFE se había terminado, de modo que, al momento
de ocurrencia de los hechos, entre ellos no existía ningún
vínculo, más allá de su relación de padres.

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Significa lo anterior, que entre el agresor y la víctima


no existía una unidad doméstica ni mantenían una
convivencia, por lo que, con la posición jurisprudencial que
se pide aplicar, de ninguna manera la conducta podía
tipificarse como violencia intrafamiliar, sino a título de
lesiones personales, en tanto, se encuentra acreditado que
ELKIN MAURICIO RÍOS TANGARIFE violentó la integridad de
Mayerlin Andrea Ayala Bermúdez causándole lesiones en
su cuerpo que generaron una incapacidad médico legal de
dieciséis (16) días.

Por último, es cierto que el artículo 229 del Código


Penal, fue modificado por el artículo 1º de la Ley 1959 de
2019, norma que hizo extensivo el delito de violencia
intrafamiliar a quien, sin ser parte del núcleo familiar,
maltrate física o psicológicamente a «(…) b) El padre y la madre
de familia, aun cuando no convivan en el mismo hogar, si el maltrato

se dirige contra el otro progenitor»; sin embargo, esta norma no

puede aplicarse a este asunto, dado que es posterior al


momento en que ocurrieron los hechos y resulta a todas
luces más gravosa que la que se encontraba vigente.

Por lo tanto, no cabe duda que, si bien, la sentencia de


condena se fundamentó en el criterio jurisprudencial
vigente para la época de los hechos, con posterioridad la
Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia
varió su jurisprudencia, en manifestación que resulta más

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beneficiosa, en tanto, implica que la conducta cometida por


ELKIN MAURICIO RÍOS TANGARIFE, se verifique atípica del
delito de violencia intrafamiliar agravada, reato por el que
fue condenado.

En conclusión, como consecuencia de la prosperidad


de la causal de revisión alegada por el defensor, la Sala
dejará sin valor la sentencia condenatoria emitida el 9 de
julio de 2015, por el Juzgado Veintiséis Penal Municipal
Mixto de esa ciudad, por medio de la cual condenó a ELKIN
MAURICIO RÍOS TANGARIFE, en calidad de autor penalmente
responsable del delito de violencia intrafamiliar agravada, y
la proferida el 26 de enero de 2016, por la Sala Penal del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Medellín, que
confirmó aquella.

Por lo anterior, de conformidad con lo establecido en el


numeral 1º del artículo 196 de la Ley 906 de 2004, a
continuación, la Corte procederá a dictar la providencia de
reemplazo correspondiente, acorde con el cambio
jurisprudencial previsto en la decisión CSJ SP8064-2017,
Rad. 48047, del 7 de junio de 2017 que, en este específico
caso, solo guarda relación con la adecuación típica de la
conducta cometida por el procesado ELKIN MAURICIO RÍOS
TANGARIFE, que se tipifica en el delito de lesiones
personales con incapacidad para trabajar o enfermedad -
artículos 111 y 112 inciso 1º del Código Penal).

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En primer lugar, se debe indicar que la acción penal


por el delito de lesiones personales con incapacidad para
trabajar o enfermedad -artículos 111 y 112 inciso 1º del Código
Penal), que prevé unas penas de 16 a 36 meses de prisión no

prescribió en las instancias.

En efecto, los hechos ocurrieron el 4 de marzo de 2014,


la audiencia de formulación de imputación se llevó a cabo
el 9 de septiembre de 2014 y la sentencia de segunda
instancia se profirió el 26 de enero de 2016, lo que significa
que no transcurrieron 3 años entre ambos actos
procesales. Así mismo, el auto a través del cual la Corte
inadmitió la demanda de casación fue emitido el 29 de
junio de 2016, de modo que no se superó el término de 5
años previsto en el artículo 189 de la Ley 906 de 2004.

Aclarado lo anterior, el delito de lesiones personales


con incapacidad para trabajar o enfermedad previsto en los
artículos 111 y 112, inciso 1º, del Código Penal -Si el daño
consistiere en incapacidad para trabajar o en enfermedad que no

pase de treinta (30) días- prevé unas penas de 16 a 36 meses

de prisión, extremos que arrojan los siguientes límites


punitivos con sus correspondientes cuartos, así:

Pena de prisión

Cuarto Ámbito de movilidad


Primer cuarto 16 a 21 meses de prisión
Segundo cuarto 21 meses y 1 día a 26 meses de

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prisión
Tercer cuarto 26 meses y 1 día a 31 meses de
prisión
Último cuarto 31 meses y 1 día a 36 meses de
prisión

Comoquiera que en contra del condenado no fueron


aducidas circunstancias genéricas de agravación y, en
cambio, a su favor obra la de menor punibilidad descrita en
el numeral 1° del artículo 55 del C.P. consistente en la
ausencia de antecedentes penales, la sanción habrá de
ubicarse en el primer cuarto de movilidad. En ese ámbito, la
Corte impondrá la pena mínima del primer cuarto, en tanto,
no existe razones que fundamenten una pena mayor, de
conformidad con lo previsto en el inciso 3º del artículo 61
del Código Penal; mismo término por el que se impondrá la
pena accesoria de inhabilitación para el ejercicio de
derechos y funciones públicas.

En ese orden de ideas, se condenará a ELKIN MAURICIO


RÍOS TANGARIFE en calidad de autor penalmente
responsable del delito de lesiones personales con
incapacidad para trabajar o enfermedad -artículos 111 y 112
inciso 1º del Código Penal), a 16 meses de prisión, e
inhabilitación para el ejercicio de derechos y funciones
públicas por el mismo término.

Se concederá a ELKIN MAURICIO RÍOS TANGARIFE la


suspensión condicional de la ejecución de la pena por un
período de dos (2) años, previa suscripción de diligencia en

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que se garantice el cumplimiento de las obligaciones


establecidas en el artículo 65 del Código Penal, por cuanto,
se satisfacen a cabalidad los presupuestos previstos en el
artículo 63 ibidem: i) de un lado, la pena impuesta por esta
Corte, que corresponde a 16 meses de prisión, no supera
los cuatro (4) años establecidos como límite allí; ii) el delito
por el que se procede no se encuentre enlistado en el
contenido del inciso 2º del artículo 68A ibidem, y, iii) el
judicializado no registra antecedentes penales por delitos
dolosos dentro de los cinco (5) años anteriores

Finalmente, sería del caso concederle la libertad


provisional a ELKIN MAURICIO RÍOS TANGARIFE, en
cumplimiento a lo dispuesto en el inciso 2º del artículo 196
de la Ley 906 de 2004, que dispone: «Si la Sala encuentra
fundada la causal invocada, procederá de la siguiente forma: (…) 2.
Decretará la libertad provisional y caucionada del procesado. No
se impondrá caución cuando la acción de revisión se refiere a una
causal de extinción de la acción penal».

Norma, respecto de la cual la Corte en la decisión CSJ


SP, 10 dic. 2013, Rad. 39565, indicó lo siguiente:

«En estricto sentido jurídico, la libertad provisional se


justifica únicamente en los casos en los cuales haya de
rehacerse el proceso y quede vigente la medida de
aseguramiento de detención preventiva o domiciliaria, como
ocurre con las causales 1, 5, 6 y 7 del artículo 192 de la Ley
906 de 2004.

En contrario, si se examina la hipótesis de la causal 2 de la


norma en cita, necesariamente habría que concluir en que la

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libertad opera definitiva y no provisional, pues, se trata de


circunstancias que obligan a terminar definitivamente el proceso,
sin posibilidad de reabrirse o adelantar un nuevo trámite:
incluso, la norma claramente impone que es el juez de revisión
quien toma esa decisión que finiquita el asunto, dada la pérdida
de la potestad del Estado para investigar o juzgar, sin reenvío a
otra autoridad judicial.
(…)

Ello, porque la causal de libertad referida en el artículo 196


de la Ley 906 de 2004, se ofrece expresa, perentoria y
generalizada, motivo por el cual, dado su carácter favorable,
debe aplicarse en seguimiento del principio favor rei,
considerando, además, la condición de derecho fundamental
que asume la libertad.

No puede pasarse por alto la manera específica en que se ordena


a la Sala, que si “encuentra fundada la causal invocada,
procederá de la siguiente forma”, obligando cumplir con el
mandato de manera irrestricta.

Junto con ello, es necesario advertir que la potestad otorgada al


juez de revisión implica necesario pronunciarse sobre la libertad
de quien para el momento se encuentra privado de ella, pero no
faculta verificar el cumplimiento de requisitos referidos a la
definición de su situación jurídica, incluso tomando en
consideración supuestos que no tuvieron posibilidad de
examinarse cuando la medida fue decretada».

Sin embargo, el Sistema de Información de Procesos de


la Rama Judicial informa que el Juzgado Cuarto de
Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad de Medellín, a
través de auto del 10 de mayo de 2022, le concedió la
libertad condicional al procesado, por lo que la Corte no
hará ningún pronunciamiento al respecto.

En ese contexto, sería del caso entrar a verificar si el


procesado ya cumplió la pena aquí impuesta, sin embargo,

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dentro de la actuación no se cuenta con la información


necesaria para verificar tal supuesto, por lo que la Corte no
puede hacer ningún pronunciamiento.

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, en Sala de Casación Penal, administrando
justicia en nombre de la República y por autoridad de la ley,

RESUELVE

Primero: DECLARAR fundada la causal 7ª de revisión


invocada por el defensor del sentenciado ELKIN MAURICIO
RÍOS TANGARIFE, por las razones expuestas en este
proveído.

Segundo: DEJAR SIN VALOR, las sentencias del 9 de


julio de 2015 y 26 de enero de 2016, proferidas, en su
orden, por el Juzgado Veintiséis Penal Municipal Mixto de
Medellín y la Sala Penal del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de esa misma ciudad, por medio de las cuales se
condenó en primera y segunda instancias, a ELKIN
MAURICIO RÍOS TANGARIFE, en calidad de autor penalmente
responsable del delito de violencia intrafamiliar agravada.

Tercero: CONDENAR a ELKIN MAURICIO RÍOS


TANGARIFE en calidad de autor penalmente responsable del

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delito de lesiones personales con incapacidad para trabajar


o enfermedad -artículos 111 y 112 inciso 1º del Código Penal), a
16 meses de prisión, e inhabilitación para el ejercicio de
derechos y funciones públicas por el mismo término.

Cuarto: CONCEDER a ELKIN MAURICIO RÍOS TANGARIFE


la suspensión condicional de la ejecución de la pena por un
período de dos (2) años, previa suscripción de diligencia en
que se garantice el cumplimiento de las obligaciones
establecidas en el artículo 65 del Código Penal

Quinto: REMÍTASELE copia de esta decisión al


Juzgado Veintiséis Penal Municipal Mixto de Medellín, a la
Sala Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Medellín y al Juzgado de Ejecución de Penas y Medidas de
Seguridad que ha venido controlando la pena impuesta a
ELKIN MAURICIO RÍOS TANGARIFE.

Contra esta providencia no procede recurso alguno.

Cópiese, notifíquese y devuélvase al Tribunal de origen.

Cúmplase.

DIEGO EUGENIO CORREDOR BELTRÁN


Magistrado

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MYRIAM ÁVILA ROLDÁN


Magistrada

FERNANDO LEÓN BOLAÑOS PALACIOS


Magistrado

GERSON CHAVERRA CASTRO


Magistrado

Impedido
LUIS ANTONIO HERNÁNDEZ BARBOSA
Magistrado

FABIO OSPITIA GARZÓN


Magistrado

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HUGO QUINTERO BERNATE


Magistrado

JUAN DAVID RIVEROS BARRAGÁN


Conjuez

Nubia Yolanda Nova García


Secretaria

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ACLARACIÓN DE VOTO A LA SENTENCIA SP3974–2022,


rad. 51591

1. Con el acostumbrado respeto por la decisión


mayoritaria de la Sala, en esta ocasión, manifiesto
aclaración de voto a la sentencia de la referencia, a través
de la cual se declaró fundada la causal 7° de revisión
invocada por el defensor de ELKIN MAURICIO RÍOS
TANGARIFE, porque, en mi criterio, si bien, se cumple el
presupuesto fijado en ese precepto legal, en tanto se
acreditó que el fallo condenatorio se fundamentó en un
supuesto jurídico que posteriormente fue variado por la
Corte y el cual resulta favorable a los intereses del
accionante, no comparto la tesis jurisprudencial empleada

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en dicha determinación para dar solución al caso concreto,


como paso a explicar.

2. Ciertamente, el criterio jurisprudencial fijado en la


sentencia CSJ SP 8064-2017, rad. 47360, y que en esta
providencia se ratifica, según el cual, para que se reúna la
tipicidad del ilícito de violencia intrafamiliar cuando se
presenta una agresión al interior de una pareja, es
necesario acreditar la convivencia en el mismo lugar entre
dichas personas, así como la vigencia de la relación
amorosa, además de no encontrar justificación en el tenor
literal de la disposición aplicable, desconoce el origen
diverso y «el carácter maleable» de las múltiples formas que
estructuran los vínculos familiares (CC T-906 de 2006),
pues prácticamente asume que solo son objeto de
protección jurídica por esta vía aquellas relaciones
familiares entre personas que residen en la misma vivienda,
relegando o reduciendo la familia al espacio físico de
convivencia

3. La precitada regla está basada en una concepción


precaria de las nociones de «familia», «núcleo» y «unidad
familiar» que no dan cuenta de las realidades
contemporáneas ni del carácter heterogéneo, plural y
dinámico, y protegido constitucionalmente, de los vínculos
familiares. Por lo tanto, la aplicación de esta regla no
permite garantizar plenamente, para el caso de agresores
que no convivían para el momento del suceso bajo el mismo

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techo con su expareja, el «efecto útil» de la protección penal


dispuesta para el bien jurídico tutelado por el delito de
violencia intrafamiliar.

4. El criterio en mención supone que solo en los casos


en que exista convivencia bajo el mismo techo se podrá
predicar el punible de violencia intrafamiliar, significando
con ello que las agresiones que ocurran entre exparejas son
un asunto de dos particulares sin ninguna vinculación
entre sí. Este entendimiento asume erróneamente que la
ruptura de la cohabitación deshace automáticamente los
vínculos construidos con el tiempo en el marco de
relaciones de afecto y compañía que, en su momento,
permitieron la conformación de una familia.

5. De igual manera, esta regla desconoce el progresivo


espectro de protección pretendido legal y
constitucionalmente con la consagración de la violencia
intrafamiliar como delito, pues no se tiene en cuenta que,
desde las primeras regulaciones de ese tipo penal, el
legislador se propuso sancionar las agresiones más allá de
la convivencia y el espacio físico del acto, así, por ejemplo,
en el literal b del artículo 2° de la Ley 294 de 1996 5, se
contempló aquella perpetrada entre exparejas con hijos en
común, aunque ya no convivieran.
5
«Para los efectos de la presente Ley, integran la familia:
a) Los cónyuges o compañeros permanentes.
b) El padre y la madre de familia, aunque no convivan en un mismo hogar.
c) Los ascendientes o descendientes de los anteriores y los hijos adoptivos.
d) Todas las demás personas que de manera permanente se hallaren integrados a la
unidad doméstica».

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6. En ese sentido, con la Ley 1959 de 2019, se recogió


la preocupación de gran parte de la sociedad civil de dejar
por fuera del tipo penal las violencias cometidas por
exparejas que no cohabitan el mismo hogar, como
consecuencia de la regla jurisprudencial fijado en la
sentencia CSJ SP 8064-2017, rad. 47360. Es por ello, que
el legislador dispuso contemplar dentro de la conducta
punible de violencia intrafamiliar los eventos de agresiones
cometidos por personas que mantuvieron una relación
sentimental, independientemente de si viven bajo el mismo
techo, incluyendo, además, dentro del tipo las agresiones
que se presenten entre personas que sostienen o hayan
sostenido relaciones afectivas de carácter permanente que
se caractericen por una clara e inequívoca vocación de
estabilidad.

7. En ese orden, el precitado criterio desconoce que la


intención del legislador no ha sido la de asegurar la
existencia del vínculo familiar en un entendimiento clásico
u ortodoxo - «que no se rompa el matrimonio» o «que no se
deshaga la unión de hecho»- sino proteger también la
«armonía» de las relaciones familiares en el seno del fuero
interno, lo que son dos cosas diferentes. De hecho, el inciso
5º del artículo 42 de la Constitución Política establece que
«cualquier forma de violencia en la familia se considere
destructiva de su armonía y unidad y será sancionada
conforme a la ley». Nótese bien, cómo, de hecho, la misma
norma Superior diferencia entre «armonía» y «unidad» y

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contempla estas dos categorías como componentes del bien


jurídico tutelado.

8. Un análisis detallado del contenido de las


prescripciones normativas promulgadas desde que se creó
el tipo penal objeto de análisis permite reconocer que lo que
la regulación ha buscado proteger de manera transversal
no es solo la unidad familiar sino la armonía que debe
permear las relaciones familiares incluyendo especialmente
aquellos casos donde los vínculos se mantienen por la
existencia de descendencia, como fue contemplado desde
un inicio por la Ley 296 de 1996.

9. Conforme a lo anterior, esta regla olvida, por un


lado, que las violencias que se presentan entre exparejas
tienen origen precisamente en la existencia de ese vínculo
que, ciertamente, se dio en el pasado y que permanece bajo
otras formas en el tiempo. Por ejemplo, cuando un miembro
de la pareja no supera que la relación terminó, o que la otra
persona está en condiciones de iniciar una nueva relación
con un tercero, o cuando se presentan conflictos por la
definición del valor o el incumplimiento de la cuota
alimentaria debida a los hijos en común. La regla ignora sin
mayor justificación que justamente el tipo penal regula,
siempre que la conducta no constituya delito sancionado
con pena mayor, este tipo de violencias que surgen de
conflictos derivados de las relaciones familiares.

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10. En los anteriores términos, respetuosamente, dejo


plasmadas las razones por las que aclaro el voto frente a la
decisión adoptada por la mayoría.

MYRIAM ÁVILA ROLDÁN


Magistrada

Fecha ut supra.

32

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