Filosofía de Los Cazadividendos

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Filosofía de los cazadividendos

En la siguientes líneas explicaremos la filosofía de nuestra página, que en en el


fondo es una filosofía de vida. Nuestra propuesta es muy sencilla y quien la siga
mejorará. De eso no hay ninguna duda. La razón es que es una propuesta muy
conservadora, basada en la lógica y pensando en el largo plazo.
Aquí no hay ni fórmulas mágicas ni urgencias ni vamos a hablar sobre ganar
dinero rápido o sobre hacernos millonarios. Si estuviésemos hablando de perder
peso, no te intentaríamos vender una dieta milagrosa para que adelgazases en un
mes, sino que preferiríamos cambiar tus hábitos para comer más sano, hacer más
deporte, adelgazar en varios meses y no volver a engordar nunca más. Si te atrae
la idea sigue leyendo.
¿Qué es la independencia financiera?
Aunque parezca paradógico, siempre me ha costado mucho explicar qué es, así
que prefiero empezar por los beneficios de alcanzarla: la independencia
financiera nos permitirá poder elegir no vender nuestro tiempo por dinero. Si eres
uno de esos afortunados que disfruta con su trabajo… ¡Enhorabuena! No
necesitas la independencia financiera porque no vendes tu tiempo sino que lo
inviertes en algo que te gusta y que además te proporciona ingresos.
Pero no nos engañemos: esto es poco probable. Por mucho que te guste lo que
haces, los trabajos por definición implicarán hacer algunas tareas que no te
gustan, ceñirte a un horario, adaptarte a un jefe que no siempre es tan
comprensivo o razonable como querrías y, en general, cumplir unas exigencias
externas que hacen que muchas veces prefiramos hacer otras cosas.
Es más, hay mucha gente que no sólo prefiere hacer otras cosas, sino que está
harto de ir a trabajar. Si tu eres uno de esos, si estás agobiado en el trabajo, si no
soportas a tu jefe, si el lunes es el peor día de la semana o si hace mucho tiempo
que lo que haces perdió todo el atractivo igual sueñas con poder vivir sin trabajar.
Aun así… ¡Cuidado!.  No dejes que el objetivo te nuble la vista: la independencia
financiera debe estar fundamentada en un estilo de vida que surja de manera
natural, que no suponga un sacrificio constante y que no aplace indefinidamente el
disfrute a cuando la alcancemos.
Y es posible alcanzarla, no te quepa ninguna duda. Tenemos
numerosos testimonios de independencia financiera en nuestra comunidad. Y
todos ellos coinciden en lo mismo: es posible y no es necesario un gran
conocimiento. Sólo convencimiento, constancia e invertir un porcentaje de tus
ahorros suficientemente grande para que en un tiempo razonable te proporcionen
ingresos suficientes para cubrir tus gastos.
La importancia de la educación financiera
Tampoco quiero engañarte: no todo el mundo podrá alcanzar la independencia
financiera aunque quiera. Porque para conseguirlo hay que tener un mínimo
de  educación financiera y control de las finanzas personales. Y ninguna de las
dos cosas son sencillas.
La educación financiera debería ser materia obligada en nuestro sistema
educativo, porque resulta fundamental para sentar las bases de una vida próspera.
Pero no lo es. Y los niños acaban la educación obligatoria sin los conocimientos
mínimos para desenvolverse eficientemente a nivel económico. Y no estamos
hablando de conceptos complicados sino de sentido común en estado puro: gasta
menos de lo que ganas, ahorra por si lo necesitas más adelante, controla los
gastos innecesarios, no te endeudes, etc… Creo que son ideas que mi abuela
tiene clarísimas, pero que en la sociedad actual, embargada por el consumismo
desenfrenado y el derecho inalienable al lujo, se han ido perdiendo.
El problema es que, aunque entiendas estas ideas, es muy complicado luchar
contra el bombardeo consumista constante. Vivimos en una época en que se ha
democratizado el lujo y puedes acceder a un teléfono carísimo, a un coche de
gama alta o a un piso con acabados de lujo sin ni siquiera tener el dinero
suficiente para pagarlo a plazos con una cierta comodidad. El sistema te empujan
a endeudarte: hipotecas, créditos personales, financieras de consumo para coches
o vacaciones, tarjetas de crédito, etc…
Si no lo haces, si resistes el chantaje social y mediático, pensarán que eres un
tacaño y que no sabes disfrutar de la vida. Pero lo más probable es que no lo
resistas y que te autoconvenzas de que lo correcto es disfrutar de la vida e invertir
todo tu dinero en tu disfrute personal inmediato.
Si ese es tu caso, creo que no hay nada que hacer. Pero si todo esto te chirría, si
crees que esta manera de vivir no aporta la felicidad sino que te hace más y más
dependiente del sistema y que la felicidad está en las pequeñas cosas que se
compran con tiempo y no con dinero, entonces lo que encontrarás en los
cazadividendos te interesará.
Los siguientes apartados serán un receta sencilla, apta para todos los públicos y
que nos permitirá tomar las riendas de nuestras finanzas personales. Los más
afortunados, los que lleguen a conseguir un balance equilibrado entre ingresos y
gastos, podrán optar a algún premio mayor, como reducir su jornada laboral o
incluso dejar su trabajo convencional (si ese es su deseo) pero todos,
absolutamente todos los que sigan esta sencilla receta mejorarán su salud
financiera. Es sencilla pero requerirá determinación y un punto de autoexigencia.
¡Vamos allá!
Ahorrar
Si queremos unas finanzas personales robustas no puede ser que el primer
imprevisto económico nos afecte y tengamos que cambiar nuestras rutinas. Y la
única manera para conseguir eso es tener dinero disponible para capear ese
imprevisto. Y para eso sólo hay una receta: el ahorro.
Pero ¿Cómo conseguimos eso con un salario bajo o con unos gastos altos?
¿Cómo ahorrar dinero si te sientes un mal padre si tu hijo no tiene el último móvil
del mercado? ¿Cómo vas a ser el único de todos los cuñados que no se ha ido de
vacaciones a un lugar exótico? ¿Aguantarás la presión para cambiarte ese coche
de 8 años que tú sigues viendo bien pero que todo el mundo se empeña en que te
cambies?
Para ahorrar si te gastas todo lo que ganas o simplemente para ahorrar más de lo
que estás ahorrando sólo hay dos maneras: aumentar los ingresos o reducir los
gastos. Empecemos por la reducción de gastos con seis sencillos consejos que te
permitirán gastar menos sin afectar a tu bienestar:
 Reducir nuestro nivel de gastos sobre partidas que no nos afectarán y que
se pueden mejorar negociando la tarifa o cambiando de proveedor:
suministros de electricidad, gas, telefonía, seguros, etc… El servicio será el
mismo y se habrá reducido el gasto.
 Eliminar gastos recurrentes que no nos aportan nada. El ejemplo típico
sería ese gimnasio al que no vamos nunca.
 Eliminar los gastos tontos. El “sólo son dos euros” que tanto daño hace.
Cómo sólo son dos euros lo compro, y al final de mes he gastado treinta
euros en cosas que no necesito. Hay muchos gente que a los gastos que
hemos comentado hasta ahora les llama “gastos hormiga”, porque son muy
pequeños, pero acaban minando la economía familiar poco a poco.
 Optimizar el gasto. O dicho de otra manera, aprovechar las ofertas. Si
tienes dinero disponible de los puntos anteriores, puedes comprar
aprovechando las ofertas por volumen, por ejemplo. Hay multitud de
productos no perecederos o perecederos a largo plazo que se pueden
comprar en grandes cantidades aprovechando las ofertas de las grandes
superficies: el aceite, las conservas, os productos de alimentación
empaquetados, productos de limpieza, de cuidado personal, bebidas, etc…
 Reutilizar. Este es un punto polémico y no apto para todo el mundo. No
todos los productos se tienen que comprar. Muchos se pueden reutilizar y
eso puede suponer un considerable ahorro, especialmente si se trata de
productos que usarás poco tiempo. El ejemplo típico es todo el equipamiento
que se tiene que comprar cuando llega un niño a la familia.
 En la misma línea, se pueden vender los productos una vez han dejado de
ser útiles para nosotros, en vez de acumularlos. Sí, ya sé que nos costaron
mucho más de lo que sacaremos, pero si no los puedes dejar a alguien para
que los reaproveche, igual mejor sacar el 10% de su valor y liberar espacio
en casa.
Ya ves que son consejos muy sencillos de aplicar, pero requieren un esfuerzo por
tu parte, un cierto autocontrol y disciplina. Lo fácil es dejarse llevar, pero si
consigues tenerlos presentes podrás mejorar la partida de gastos sustancialmente.
Por supuesto, también podemos mejorar nuestro nivel de ingresos, pero sobre eso
volveremos después. Sigamos centrados en los gastos.
Ya hemos eliminado y optimizado los gastos que no nos afectan a nuestra vida
personal. Hemos reducido las facturas sin perder servicios o hemos eliminados
servicios que no usábamos realmente. El siguiente paso es eliminar las cosas que
no nos hacen felices. No hablo de dejar de hacer o consumir cosas que nos hacen
felices. Una vez cubiertas las necesidades básicas (vivienda, comida, educación,
etc…) el siguiente paso es mirar hacia el ocio.
En este punto es necesario un análisis profundo de qué cosas nos hace felices:
¿necesito comprar el último móvil, estar suscrito a Netflix, tener un coche de gama
alta o irme de vacaciones cada año a un país lejano? Si la respuesta es sí,
entonces no podremos ahorrar en esto. Pero la respuesta tiene que ser una
respuesta meditada. ¿Vas de vacaciones porque quieres ir y porque te lo pasas
muy bien, o influye lo que dirá tu vecino o tu cuñado? ¿Realmente necesitas ese
coche de gama alta? Pero si vas a trabajar en transporte público y sólo lo utilizas
para las vacaciones… ¿Y el móvil? Yo es que lo utilizo mucho, responderá uno.
Perfecto, entonces no puedes recortar de ahí.
Pero si puedes recortar alguno de estos gastos sin que tu bienestar se resienta
habrás ahorrado una cantidad importante. ¡Ojo! soy consciente de que todo el
mundo prefiere tener un iPhone 7 y un Audi A8 e irse de vacaciones a Nueva
Zelanda cada año, pero igual no tiene sentido o no puedo permitirme hacerlo todo.
Es cuestión de analizar qué me aporta más, hacer una lista ordenada y decidir
hasta donde llegamos.
Muy relacionado con este punto está el tema de la deuda. Una de las principales
lacras de una economía familiar es la deuda. Si no eres capaz de elegir y no llegas
acabarás endeudándote, y esa deuda (devolver esa deuda) se convertirá en un
gasto mensual más a sumar a la lista de gastos.
Mejorar los ingresos del trabajo
La otra manera de ahorrar es mejorar nuestros ingresos. Y más concretamente
nuestro salario. Si eres autónomo no tendrás más remedio que intentar facturar
más, y eso será más o menos fácil en función de la actividad que desarrolles. Si
eres un trabajador por cuenta ajena, tendrás que conseguir que tu empresa te
suba el sueldo.
Yo particularmente tengo una idea muy clara sobre cómo conseguir esto y es lo
que siempre aconsejo: habla con tu jefe y dile que quieres cobrar más. Parece una
perogrullada pero no lo es tanto. Mucha gente no lo hace.
La primera excusa es pensar que tu jefe ya sabe que quieres un aumento.
Probablemente es así, pero piensa que tiene 100 personas más que también lo
quieren.
La segunda excusa es pensar que pedirlo no servirá de nada. Y tienes razón,
pedir más dinero no suele funcionar, pero yo me refiero a hablar con él para
plantear una serie de acciones que te conviertan en los próximos años en un
profesional más valioso para tu empresa y eso se traduzca en un aumento de
sueldo.
Es decir, no “súbeme el sueldo que me lo merezco” (cosa que piensa todo el
mundo) sino “¿qué tengo que hacer para que me subas el sueldo?”. Un jefe
comprensivo te propondrá que te capacites en algún área, te dará tareas de más
responsabilidad para que aprendas o incluso te hará un coaching. Por lo menos es
lo que hago yo: propongo un plan de carrera a cambio de una progresión futura.
Muchos pensarán que no hay jefes comprensivos, pero en mi opinión esa es una
generalización injusta. Hay gente mala y buena y lo gente buena no se convierte
en mala cuando se convierten en jefe.
Tener un plan alternativo
Esta es otra opción. Los seguidores de los cazadividendos habréis leído esta
idea una y otra vez. Tener un plan alternativo (o un plan B) es fundamental para
asegurar el futuro de nuestra economía familiar. ¡Pues yo no lo tengo! Tranquilos,
no es urgente tenerlo, pero es muy recomendable ir trabajando en esa línea poco
a poco. No puede ser que nuestro bienestar dependa únicamente de nuestro
trabajo. Salen noticias constantemente sobre que el uso de los robots reducirá los
puestos de trabajo y estos se reservarán para las personas más capacitadas.
Parece logico.
Y también parece lógico pensar que los trabajos de hoy igual no tendrán sentido
en diez o veinte años. Piensa en la cantidad de trabajos que se hacían hace diez
años y ya no se hacen. No pienses que a ti no te va a pasar. ¿Lo piensas? ¿Tan
especial eres?
El primer paso para protegerse de esta evolución del mundo laboral es seguir
aprendiendo y preparándote para ser empleable. Lo peor que puede pasarte a
nivel profesional es perder un trabajo para el que ya no hay demanda y no tengas
capacitación en otras áreas.
Y el segundo paso es romper ataduras mentales. Los ingresos no tienen por qué
ser únicamente de tu trabajo “estándar”. Mucha gente piensa que la única manera
de incrementar las entradas de dinero a la economía familiar es mejorar nuestra
capacitación para promocionar en nuestra empresa o buscar otro trabajo mejor
remunerado.
Sí, esa es una manera, pero hay otras. Puedes tener otras fuentes de ingresos
alternativas. Sólo hay que mirar alrededor, ver qué falta, analizar si te gustaría
hacer eso y, si te gustaría, empezar a hacerlo. Además, capacitarte en otras áreas
te servirá de red de seguridad en caso de que pierdas tu trabajo principal.
Personalmente siempre pongo los mismos ejemplos. Mi profesión está centrada
en el área de las tecnologías de la información aplicadas a la banca, pero me
gusta mucho la enseñanza y los proyectos web. Y he ido dando pasitos los últimos
años en esa dirección. Estudié para poder dar clases en un instituto y he ido
aprendiendo los entresijos de un proyecto web aprovechando los
cazadividendos. Y cuando quiera podré empezar a intentar rentabilizar esa
capacitación. Podré dar clases, por ejemplo. Si no es un instituto seguro que podré
hacerlo en una academia o ayudar a niños que necesiten refuerzo. Seguro que
valorarán que tenga formación en ese área para decidirse por mi en vez de por
otro candidato. O podría montar un proyecto web orientado a  ganar dinero. O
ayudar a otras personas a hacerlo…
En cualquier caso, lo inteligente es intentar diversificar las fuentes de ingresos y
estar preparado (o irse preparando) para obtener dinero por vías alternativas es
una actitud muy sana.
El fondo de emergencias
Hemos empezado a ahorrar. Ya hemos puesto en orden nuestros gastos y
estamos intentando que nos suban el sueldo, buscando fuentes de ingresos
alternativas y capacitándonos para no depender sólo de nuestro trabajo. El
siguiente paso es empezar a hacer trabajar el dinero para nosotros. Y la mejor
manera de hacerlo trabajar es invertirlo.
Pero antes de empezar a invertir, lo mejor es reservar un fondo de emergencias,
también llamado colchón de seguridad, un dinero que no tocaremos y que
tendremos preparado por si lo necesitamos de forma inesperada. Ejemplos de
este tipo de imprevistos serían perder el trabajo, una reparación del coche o hacer
frente a algún siniestro en casa que el seguro no cubre.
Este dinero nos servirá para no tener que “recuperar” el dinero que tengamos
invertido por un imprevisto. La bolsa, los inmuebles o los negocios en los que
invirtamos pueden pasar por malos momentos y hay que tener dinero disponible
por si tienes una necesidad urgente de efectivo y en ese momento tu inversión
está en números rojos o, peor aún, si tu inversión tiene mucho potencial y no
puedes mantenerla por causas externas.
El importe de ese colchón de seguridad dependerá de la situación de cada
persona. Si tus ingresos son muy seguros no necesitarás un gran importe. En
cambio, si tu trabajo es temporal y es posible que no te renueven, posiblemente te
sentirás más cómodo con un importe mayor. También influirá tu carácter. Si eres
muy conservador, por ejemplo, preferirás también un importe mayor. En definitiva,
tienes que pensar el importe de tu fondo de emergencia y construirlo antes de
empezar a invertir. Normalmente se mide en “meses de sueldo” porque es una
manera muy visual de cuantificar cuántos meses podrías aguantar si pierdes el
trabajo. Pueden ser seis meses de sueldo, un año o dos años. Más de dos años
de sueldo parece un poco excesivo.
Invertir en bolsa
Una vez cubiertos los imprevistos, tenemos que decidir en qué invertir. Hay
muchas opciones, pero en aquí nos decantamos por la inversión en bolsa, y sobre
eso irán las siguientes secciones. Se pueden obtener grandes rentabilidades con
otros tipos de inversión, pero posiblemente requieren más conocimiento que la
inversión en bolsa y son menos seguras. Sí, sé lo que estás pensando: “Este tío
está chalao“. Pues no, lo digo muy en serio. Invertir en bolsa mirando a largo plazo
y comprando buenas empresas es posiblemente la manera más segura de invertir.
Sólo se necesita paciencia, constancia y confianza en la estrategia.
Prepararse para invertir en bolsa
Y antes de empezar a invertir en bolsa hay que formarse, leer muchos blogs
y libros para invertir en bolsa, escoger una estrategia con la que nos sintamos
cómodos y prepararnos psicológicamente para cuando las inversiones salgan mal.
Es importante estar muy convencido de lo que vamos a hacer para no abandonar
que cuando vengan mal dadas.
Hablamos de inversión en mayúsculas. No importa si nos decantamos por la
inversión en dividendos, por el value investing, por la indexación o por cualquier
otra  estrategia de inversión. Sólo hay que tener muy claro con qué objetivo
compramos las acciones (o cualquier otro activo), fijar el horizonte temporal, ser
pacientes y mantener la inversión si mantiene las características por las que la
compramos, sin dejarse llevar por el ruido de mercado. Esto no es algo que se
decida sin más. sino que hay que leer mucho para convencernos del tipo de
inversión que haremos. Si la decisión no está bien cimentada, temblará al primer
contratiempo.
También es importante encontrar una serie de herramientas para invertir en bolsa,
que nos permitan automatizar al maximo la gestión de nuestra cartera y la toma de
decisiones. Pensemos que el objetivo final es “comprar” tiempo. Por lo tanto, no
tiene sentido perderlo en el proceso.
Mención muy especial para el aspecto psicológico de la inversión. Hay que
prepararse para ver la cartera en rojo. No siempre las inversiones van bien y habrá
momento del ciclo bursátil en que todo el mercado se derrumbará y parecerá que
el sistema se rompe. Para unos será una época inaguantable y saldrán de sus
inversiones con pérdidas por miedo a perderlo todo. Los que sepan aguantar y
aprovechen ese momento de bajas cotizaciones para comprar más, saldrán
victoriosos y darán un buen empujoncito a su cartera, al comprar buenas
empresas a precio de derribo.
Empezamos a invertir
Ya sabemos qué tipo de inversión realizaremos. Ahora es el momento de
decidir cómo invertir en bolsa.  ¿Lo haremos mediante fondos de inversión o
preferiremos invertir en empresas directamente mediante acciones? ¿Utilizaremos
fondos de inversión para diferir la tributación hasta el momento del reembolso o
nos decantaremos por las acciones para tener más control sobre la inversión? Si
utilizamos fondos de inversión, ¿preferiremos indexarnos y obtener la rentabilidad
del índice o seremos partidarios de ceder la gestión de nuestro dinero a un gestor
con un buen historial?
Tenemos a nuestra disposición productos e instrumentos financieros de muchos
tipos y no hay ninguno que sea mejor que otro. Dependerá del tipo de inversor que
seamos, de nuestro carácter y de nuestras circunstancias.
Los planes de pensiones, productos demonizados por muchos inversores, pueden
ser muy adecuados si prevemos que podremos rescatarlos en algún momento en
que tengamos un bajo nivel de rentas del trabajo.
Los fondos de inversión, de los que muchos echan pestes, pueden
extremadamente rentables si escogemos bien el gestor. Y si nos decantamos por
la indexación tendremos el mismo rendimiento que el índice casi sin esfuerzo.
Y luego está la inversión en dividendos, que es la preferida por muchos, porque es
fácil de implementar y los ingresos te van llegando repartidos por todo el año en
función de la fecha de reparto de dividendos y política de remuneraciones.
Posiblemente no es la mejor opción desde el punto de vista fiscal, porque cada
cobro de dividendo tributa, pero mentalmente es más fácil de mantener en el
tiempo que otras.
El que tenga un poco más de conocimiento, sepa hacer sus propios análisis y
quiera controlar más su inversión probablemente se decantará por la negociación
directa de acciones de empresas.
¿Cuál es mejor? No hay respuesta. O mejor dicho, habría que hacer otra
pregunta: ¿Cuál es más adecuado para mi?
Fiscalidad
En esta decisión debería tener mucho peso, por ejemplo, los impuestos y
fiscalidad de la inversión. En función de la estrategia que escojamos, aspectos
como el nivel de rotación de los activos o la manera de retribuir al inversor serán
fundamentales. Simplificando mucho, cada vez que cobremos un rendimiento (sea
la plusvalía de una venta, un dividendo, un reembolso de un fondo de inversión o
cualquier otro tipo de rendimiento) tributaremos en torno al 20%.
Por lo tanto, es un aspecto muy importante a la hora de calcular el retorno de la
inversión y decisivo en la elección del tipo de inversión que haremos. La fiscalidad
es una de las grandes limas de nuestra rentabilidad y hay que intentar minimizar
su desgaste.
Intermediarios
La otra gran lima con las comisiones de los brokers de bolsa. El broker no es más
que el intermediario que nos permite acceder a los activos. Para escoger un
broker hay que tener en cuenta tres aspectos fundamentalmente.
El primero y más importante es que el broker te genere confianza. Después de
todo le vamos a confiar nuestro dinero, así que qué menos que estar tranquilos
con su gestión. En este punto, conviene resaltar que cada país tiene una
legislación diferente en cuanto a la garantía de las inversiones, con lo cuál hay que
revisar bien las condiciones para ver cuáles se aplican.
El segundo, que sea adaptado para el tipo de operativa que queremos.  Hay
brokers adecuados para fondos de inversión, otros para acciones de empresas
extranjeras, otros sólo para nacionales… Hay brokers que depositan los activos en
el extranjero, con lo cual tienes que presentar los modelos 720, si superas los
50.000 €, y D-6… Hay brokers que funcionan mejor, brokers que funcionan peor…
Y el tercero que tenga unas comisiones razonables. Este punto es muy importante
porque hay grandes diferencias entre brokers.
Escoger es complicado porque no hay un broker perfecto. El barato normalmente
inspira poca confianza. El que percibimos como seguro porque esté amparado por
un gran banco normalmente será caro. Y si es barato y seguro al mismo tiempo,
entonces lo más probable es que sea extranjero y que tengas que presentar las
declaraciones de bienes en el extranjero.
Ya lo tenemos todo. ¿Y ahora?
Pues ahora empezar. Es el momento de lanzarse a la piscina y confiar en que
todo lo que hemos trabajado para decidir nuestra estrategia y la manera de llevarla
a la práctica dé sus frutos.
Vuelvo a insistir en la importancia de la psicología de la inversión. Si hemos hecho
todo este trabajo no tiene sentido que dudemos cuando el mercado se ponga
nervioso. En ese momento hay que volver a refrescar por qué estamos haciendo
lo que estamos haciendo y todos los argumentos que nos llevaron a pensar que la
estrategia es buena a largo plazo.
A partir de ahí la receta está muy clara: constancia, paciencia y tiempo. Ah, y
leer los cazadividendos. Aquí hablamos sobre todo esto para ayudarte en el
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