Ensayo - para Qué Educar en Valores
Ensayo - para Qué Educar en Valores
Ensayo - para Qué Educar en Valores
La persona como sujeto histórico – social hace valoraciones y al hacerlo crea los valores,
y los bienes en los que aquellos se representan. Es decir, los valores son construcciones
que subsisten y se realizan en el ser humano, por y para éste. En consecuencia, las cosas
naturales o creadas por el sujeto, sólo adquieren un valor al establecerse la relación entre
aquellas y éste, quien las integra a su mundo como cosas humanizadas.
Se reconoce así, que los valores son cualidades peculiares, que poseen ciertas cosas
llamadas bienes, y se originan en la relación que se establece, entre el sujeto valorante y
el objeto valorado. Sin embargo, es necesario reconocer la existencia de valores con
respecto a los actos representativos de la conducta humana, esencialmente de la conducta
moral. Todo acto humano implica la necesidad de elegir entre varios actos posibles, por
ende, hay selección, pues preferimos uno a otro acto, el cual se nos presenta como un
comportamiento más elevado moralmente.
Por consiguiente, la valoración moral se nos presenta como un requisito esencial para
conferirle valor moral a los actos o productos humanos. Sólo lo que tiene significación
humana puede ser valorado moralmente. Esto permite al sujeto valorante asumir una
actitud aprobatoria o de rechazo a un acto u otro y lo hace como ser, que pertenece a un
grupo social y está inmerso en un contexto histórico- social determinado. A su vez, la
valoración favorece la creación de valores que actúan como directrices para la conducta
humana, pues son los que dan sentido y finalidad a la persona tanto individual como
social.
El aprendizaje de los valores se alcanza en la vida de relación con los demás; de esta
manera, las relaciones interpersonales se convierten en la plataforma del proceso de
formación de los mismos, por medio de las interacciones que se crean con personas
significativas, es decir, aquellas que dejan improntas importantes en la personalidad de
sus alteregos.
La vida de relación con los demás surge originalmente en el grupo familiar y se amplía
progresivamente con los demás grupos estructurantes de la sociedad. Los valores son
parte del acervo cultural de nuestros mayores. Es la verdadera herencia que nos legaron
nuestros: padres, maestros, o quienes ejercieron un rol significativo en nuestras vidas.
Las aseveraciones precedentes permiten señalar que nuestro perfil como educadores
exige considerar al estudiante como un ser biopsicosocial, poseedor de características
individuales, con su propia escala de valores a la que hay que respetar y esto exige
que el docente posea conocimiento de sí mismo y de los otros para poder establecer
una relación humanizante en el ámbito de la enseñanza formativa, como parte
integrante del complejo proceso de socialización por el que niños, jóvenes y adultos se
integran en la sociedad para ocupar su sitial en ella . Además, el ser humano vive en
constante relación con el medio ambiente, en el que están incluidas otras personas de
diferentes características, lo cual le exige un proceso de adaptación e implica que sea
capaz de asumir una actitud ponderada y ética ante situaciones presentes en el medio
externo, los cuales debe ir solucionando interpersonalmente para la convivencia con
su medio social, supeditado siempre al respeto de: reglas, normas, derechos y deberes
establecidos por la sociedad, y que deben ser cumplidas por el hombre.
Sin embargo, la realidad es otra, cuando vemos como día a día existe el alarmante
deterioro del medio ambiente por la mano del hombre, la violencia social está a la
orden del día lo que involucra la violación de los derechos humanos, a la propiedad, la
ausencia de justicia social, el consumismo exagerado, hambre, guerras, el consumo de
sustancias nocivas para la salud, entre otros problemas. Ante este escenario desolador,
el sistema educativo no debe ni puede permanecer ajeno a esta situación y se hace
imperante el fortalecimiento de la educación en valores.
Las valoraciones que las personas hacen sobre la salud son diversas. Cada quien le da
un significado diferente cuando se le pregunta sobre lo qué es la salud. Por ello es
frecuente escuchar que la salud es: estar bien, sentirse satisfecho, ser productivo, no
estar enfermo, ausencia de malestar, no presentar dolor.
El desarrollo de las potencialidades del ser humano, en su relación intrínseca con un
entorno en permanente cambio, puede alcanzarse a través de la educación en valores,
que debe iniciarse en la familia y continuarse en forma invariable, en los escenarios
donde la persona convive con otros, a lo largo de su vida. Por consiguiente, la prevención
debería ser el objetivo prioritario de cualquier política de salud pública y para esto es
necesario tener presente: “a) La capacidad de expresar los propios sentimientos b) El
nivel de satisfacción y motivación en el trabajo. c) Las posibilidades de relación y
asociación directas y personales”.
Al reflexionar sobre estos factores, consideramos que por ser la salud un valor, cada
persona le da el significado o importancia a la misma y toma decisiones con respecto a
la adopción de comportamientos que la protejan. El significado que la persona le dé a la
salud como un valor, va a estar arraigado en su conciencia si desde temprana edad en:
la familia, las instituciones de educación y en los medios de comunicación social; se
difunde la importancia que tiene la adopción de estilos de vida saludables como un
componente del cuidar de sí.
Dentro de este marco de ideas, la persona ser y estar saludable, requiere que la
protección de la salud como un valor, tenemos que aprenderla desde pequeños para
adoptar patrones saludables, vinculados a: la alimentación y nutrición, la higiene
corporal, el descanso y sueño, la recreación, entre otros patrones. Tales patrones
saludables ayudan a prevenir y/o minimizar desequilibrios en el estado de salud de la
persona. Desequilibrios que a la larga se convierten en patologías degenerativas de
naturaleza crónica que afectan a los sistemas: cardiovascular, respiratorio, renal,
digestivo, metabólico, mental, inmunológico y que la mayoría de las veces inutilizan a
la persona.
Además se requiere concienciar a las personas, en cualquier etapa de su ciclo vital, que
cada quien es responsable del mantenimiento de su propio estado de salud; por lo tanto,
como vivientes humanos holistas tenemos que desarrollar actitudes que lo favorezcan:
tener un alto concepto de sí mismo, valorar cada momento que vivimos, tenernos amor,
respeto; ser honestos y solidarios con nosotros mismos y mantener actitudes positivas
ante la vida.