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Porque los valores se van perdido en el

paso del tiempo

La crisis de los valores humanos es un concepto inestable que suele


desvincularse por la propagación de frases incultas que, suele basarse en el
tiempo que transcurre y las nuevas modalidades inestables que han surgido y
que hasta en nuestra forma de ser libres artísticamente están llegando a la
propagación perversa y perjudicial para la inestabilidad mental humana. pero
nos cuesta percatarnos de que dicha crisis está implicada en las relaciones
interpersonales. Por loque la crisis y formación de valores desde nuestro
proceso educativo y hacia la construcción de una cultura , la cual tendrá como
contexto teórico la formación de hábitos, desde la perspectiva de la ética
humana; a la vez de una formación primordial educativa para el balance social
y cultural de una nación agradable .los valores con el paso del tiempo se han
perdido por el desacuerdo una buena formación indispensable sin embargo los
conflictos interpersonales que se propagan

En el marco de la constitución de un mundo unido por la tecnología


satelital y la comunicación interactiva, las relaciones interpersonales cada día
requieren estar vinculadas férreamente a una ética que impulse la necesidad
de rescatar la dignidad de los pueblos, la aspiración a vivir en paz y armonía. A
ello no escapa el ejercicio de las diversas profesiones, pero sobre todo el
funcionamiento con ‘calidad de excelencia’ de las instituciones educativas. En
la pertinencia del comportamiento de las personas que hacen un centro
educativo como organización está implícita los valores que la persona posee y
el modo cómo valora a los demás, sobre todo en el plano moral: honestidad,
responsabilidad, respeto, tanto en su práctica como en su teoría. Así, el
funcionario académico, y en particular el docente, está encaminado a practicar
permanentemente la valoración de sus educandos en todos los niveles,
fundamentándose en el principio de la dignidad humana, en la libertad y
búsqueda de paz consigo mismo y de los que requieren sus servicios, en el
proceso de ayuda de un aquí y ahora basado en las decisiones conscientes y
más adecuadas al proceso adaptativo del otro en el mundo de la educación
moral emancipadora y humanista. De tal modo que la ética y la educación se
encuentran relacionadas en el proceso de participación democrática: dos
mundos individualizados que requieren establecer una empatía con honestidad,
compromiso y responsabilidad, de respeto a los proyectos de vida derivados de
la propia historia personal e institucional y donde en el ‘proceso de ayuda’ se
acude a un Código de Ética implícito en la relación de las partes: el docente y
el ser que requiere atención, como personas dignas. Por ello la idea de
considerar los valores y los principios éticos, en la dinámica educativa, cuando
en el proceso globalizante se destaca el consumismo que agobia y corroe la
dignidad humana (en crisis), entonces dichos elementos juegan un papel
mediador en la dignificación de la persona humana para la obtención del bien
común y la justicia social (Goodlad, 1992). Asimismo, la persona-organización
manejará las ‘tensiones’ posiblemente a partir de sus condiciones intra
psíquicas, es decir, la organización personal a partir de sus motivaciones y el
grado de desarrollo de los sistemas de pensamiento y acción que la
acompañan. Todo ello influye considerablemente en el grado en que la persona
responderá constructiva y

efectivamente a su ambiente físico y social. Porque cada vez más la persona debe ser
capaz de seleccionar, discriminar, ser asertiva, modificar y adaptarse a su medio (Gómez
Buendía, 1998). Efectivamente, vale tener presente que el requisito básico para la efectividad
del educador, en su humanista misión, es creer, de verdad, en sí mismo y en sus educandos. Es
creer, de verdad, en el ser humano.

El ser humano se relaciona con el entorno de múltiples maneras, a diferencia de las


otras especies animales que se encuentran determinadas biológicamente. En esta vinculación
con el mundo, nuestra especie genera cada vez más necesidades, que transforman a sus
miembros y su entorno. Así se va configurando el desarrollo humano y los diferentes tipos de
respuestas o comportamientos que asume, que tienden a ser formas reguladas de su
conducta, en este sentido, precisamente, entiende Freud la cultura (El malestar en la cultura,
1973) al afirmar que este término designa la suma de las producciones e instituciones que
distancian nuestra vida de la de nuestros antecesores animales y que sirven a dos fines:
proteger al hombre contra la naturaleza y regular las relaciones de los hombres entre sí.

referencia directa y específicamente a nuestra voluntad y deseo. Los valores no son


realmente tales, hasta que sean deseados o queridos por nosotros, hasta que se conviertan en
verdaderos motores, motivaciones o fines de nuestro actuar, porque, en sentido amplio, valor
es aquello que nos proponemos como fin de nuestro actuar o de nuestro proyecto de vida. El
problema justamente es descubrir si aquello que nos proponemos como fin contribuye
realmente a nuestro desarrollo y realización como personas libres y responsables, junto con
nuestros semejantes, ayudando a superar la crisis de valores, que es superar la crisis humana y
es, por lo mismo, objetivamente un valor de la ética. Entonces, el primer nivel en el
aprendizaje de valores es la atención educativa a los mismos, pues realmente en el universo
son muchas las realidades que solicitan nuestra voluntad y deseo. Si algo será incorporado
entre los valores de nuestra vida, será precisamente aquello en lo que prestamos atención. De
allí la importancia de que los educadores ayuden a sus educandos a poner atención en los
valores auténticos de su actuar y de sus vidas, lo que muchas veces implica una gran moralidad
didáctica y pedagógica. Asimismo, se debe crear como siguiente objetivo del aprendizaje de
valores, el interés, esto es, la capacidad de mantener la atención –fija en aquel valor o valores
que al mismo tiempo solicitan nuestra atención. Es preciso que trabajemos como docentes
para hacer cautivables al interés de los alumnos los valores que les proponemos. ¡Mantenerles
la vista fija en aquellos que por su bien deseamos que asimilen e incorporen en su axiología!. A
esto se suma el nivel propio del valor, el de la importancia. Nuestros valores son en definitiva
aquellas realidades a las que ya les hemos dado importancia en nuestra vida, que son ya parte
de nuestra axiología, que ya han sido asimilados como formando parte de nuestras
motivaciones y nuestros fines. Si decimos con sinceridad qué es en verdad lo que resulta
importante en nuestra vida para nosotros, aquello sin lo cual no podemos pasar, tenemos los
valores subjetivos que realmente motivan nuestro actuar como docentes o educandos, en los
diversos niveles educativos. Otro nivel sería el de jerarquización, pues no podemos querer
todo al mismo tiempo y con la misma intensidad, lo que sería más bien propio de los
adolescentes en ‘crisis’. Es precisamente por esto que ellas y ellos resultan muchas veces, en la
práctica, sumamente problemáticos. No saben que quieren, o mejor dicho, quieren muchas
cosas al mismo tiempo. Estudiar, estar en el recreo, ir al cine, visitar la pareja, etc. Los adultos
tenemos que jerarquizar los valores que tenemos, dándoles la mayor importancia a aquellos
que consideremos los fines más excelentes de nuestra vida, tomando también en cuenta
distintas circunstancias en la que ésta se desarrolla. Finalmente, existe el nivel de la
caracterización, pues hay valores que a cada uno de nosotros nos identifican, nos dan un
rostro de honradez, como para algunos docentes la capacidad de servicio. Deberíamos
preguntarnos qué valores tendríamos que proponer hoy a nuestros educandos, para contar
con personas que puedan realmente ser los agentes de los cambios que necesitamos, y estén
contentas y satisfechas consigo mismas.

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