Quisiera vivir 100 años y seguir aprendiendo, decía mi vieja. Este campeonato de futbol 2014, con 32 paises compitiendo en Brasil, ha dejado muy buenas enseñanzas, y no sólo deportivas... la primera es que perder no es fracasar.
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«... Yo no estoy encima de ellos, yo soy parte de ellos... muy orgulloso de mis jugadores, muy orgulloso que dejaron la piel en cada jugada, en cada partido... siempre pensamos así como decía usted que "la patria es el otro", que "el equipo es el otro", y una cosa fundamental... hablar del grupo que significa hablar de construcciones colectivas, que son mucho más importantes, y del aporte del individuo al grupo, y en pensar fundamentalmente en dar, no en recibir, en darle al otro para crear entre este grupo de jugadores un círculo virtuosos en el cual cada uno de ellos reciba de los 22 restantes...», dijo Alejandro Sabella.
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«... Nos fuimos con muchas dudas, pero volvimos con muchas certezas, no pudimos traer la Copa, pero hemos dejado valores para la gente, de cómo competir, de cómo hacerlo, ojalá que marquemos un camino, y se pueda seguir...», dijo Javier Mascherano.
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Quedó claro, además, que la alegría de millones se vio ensuciada por unos cuantos estúpidos en el Obelisco, comandados por otros malandras con cierto poder de desestabilización, con la complicidad de los medios masivos de confusión para crear mal humor social, que no quieren que ganemos la calle, que no quieren el festejo popular, y que siempre están tirando piedras desde la vereda de enfrente. Sí, también hay periodistas panqueques, y personas de a pie muy panqueques. Están los pesimistas, los todo negativo, y los idiotas...
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En la nota de Ernesto "TN baum" publicada en Infonews, "El Mundial que no se juega", dice:
"Parecen perogrulladas, razonamientos idiotas, cuestiones que ni deberían ser escuchadas.
"Sin embargo, por alguna razón extraña, personas muy inteligentes suelen caer en la estupidez de comparar el desempeño deportivo de una selección, especialmente cuando es la selección de futbol, con la calidad de vida de un país.
"En este Mundial, las palmas, en ese sentido, se las lleva un aviso de Presidencia de la Nación, intitulado “Nadie gana un mundial solo”. Arranca con un locutor en off que, sobre fondo de música épica, dice: “Nadie gana un mundial solo. Ni él (imagen de Messi), ni él (Batistuta) y hasta él necesito de una mano (el gol con la mano de Maradona en 1986). Porque el mundial no lo gana un jugador, ni un equipo. Lo gana un país entero”.
"Luego, el señor enumera: “Y para ganar hay que tener un país unido. Un país donde los que tienen un poco más puedan darle un poco a los que menos tienen. Un país que esté más sano que nunca, donde se premien la educación y el esfuerzo, donde el sueño de un casa propia deje de ser solo un sueño, donde quieran volver los que más saben, donde todos podamos ser un poco más iguales, un país donde viajar vuelva a ser un placer para todos los que quieran recorrerlo, un país que aprenda del pasado para garantizar un mejor presente, donde los recursos sean de la gente y para la gente...”, y así, hasta que grita: “Por eso, corramos, metamos, alentemos, gritemos, pongamos todo. Que a esta Argentina no la para nadie. Vamos Argentina. Que tenemos Patria”."
El pobre Ernesto es muy elemental, deficitario en comprensión de texto, no agarra la metáfora, menos el sinécdoque, la metonimia, y ni que hablar con el uso de la Hipérbole. Por eso no entiende qué significa la alegría popular, la potencia que se desata en juntar 40.000.000 de sonrisas para un mismo lado, el significado de socializar el conjunto, el equipo, el entre todos, y la mística que se necesita para levantar un país machucado durante 200 años de latrocinio, convertido en lenocinio por y para las clases altas enriquecidas en cipayas costumbres.
El pobre Ernesto se pregunta: "¿Para qué, entonces, mezclar las cosas: confundir la selección con un país y un país con un gobierno?"
Pero sólo vos te confundís TN Baum, como cuando te confundiste entre el más débil y el más fuerte, ¿te acordás?
Sería lindo que entendieras, que abrieras tu corazón gorila, y limpiaras tu conciencia tilinga que te empujan a escribir paparruchadas en el diario del sionista millonario.
Pero no da.
Es obvio que no da.
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«... Yo no estoy encima de ellos, yo soy parte de ellos... muy orgulloso de mis jugadores, muy orgulloso que dejaron la piel en cada jugada, en cada partido... siempre pensamos así como decía usted que "la patria es el otro", que "el equipo es el otro", y una cosa fundamental... hablar del grupo que significa hablar de construcciones colectivas, que son mucho más importantes, y del aporte del individuo al grupo, y en pensar fundamentalmente en dar, no en recibir, en darle al otro para crear entre este grupo de jugadores un círculo virtuosos en el cual cada uno de ellos reciba de los 22 restantes...», dijo Alejandro Sabella.
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«... Nos fuimos con muchas dudas, pero volvimos con muchas certezas, no pudimos traer la Copa, pero hemos dejado valores para la gente, de cómo competir, de cómo hacerlo, ojalá que marquemos un camino, y se pueda seguir...», dijo Javier Mascherano.
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Quedó claro, además, que la alegría de millones se vio ensuciada por unos cuantos estúpidos en el Obelisco, comandados por otros malandras con cierto poder de desestabilización, con la complicidad de los medios masivos de confusión para crear mal humor social, que no quieren que ganemos la calle, que no quieren el festejo popular, y que siempre están tirando piedras desde la vereda de enfrente. Sí, también hay periodistas panqueques, y personas de a pie muy panqueques. Están los pesimistas, los todo negativo, y los idiotas...
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En la nota de Ernesto "TN baum" publicada en Infonews, "El Mundial que no se juega", dice:
"Parecen perogrulladas, razonamientos idiotas, cuestiones que ni deberían ser escuchadas.
"Sin embargo, por alguna razón extraña, personas muy inteligentes suelen caer en la estupidez de comparar el desempeño deportivo de una selección, especialmente cuando es la selección de futbol, con la calidad de vida de un país.
"En este Mundial, las palmas, en ese sentido, se las lleva un aviso de Presidencia de la Nación, intitulado “Nadie gana un mundial solo”. Arranca con un locutor en off que, sobre fondo de música épica, dice: “Nadie gana un mundial solo. Ni él (imagen de Messi), ni él (Batistuta) y hasta él necesito de una mano (el gol con la mano de Maradona en 1986). Porque el mundial no lo gana un jugador, ni un equipo. Lo gana un país entero”.
"Luego, el señor enumera: “Y para ganar hay que tener un país unido. Un país donde los que tienen un poco más puedan darle un poco a los que menos tienen. Un país que esté más sano que nunca, donde se premien la educación y el esfuerzo, donde el sueño de un casa propia deje de ser solo un sueño, donde quieran volver los que más saben, donde todos podamos ser un poco más iguales, un país donde viajar vuelva a ser un placer para todos los que quieran recorrerlo, un país que aprenda del pasado para garantizar un mejor presente, donde los recursos sean de la gente y para la gente...”, y así, hasta que grita: “Por eso, corramos, metamos, alentemos, gritemos, pongamos todo. Que a esta Argentina no la para nadie. Vamos Argentina. Que tenemos Patria”."
El pobre Ernesto es muy elemental, deficitario en comprensión de texto, no agarra la metáfora, menos el sinécdoque, la metonimia, y ni que hablar con el uso de la Hipérbole. Por eso no entiende qué significa la alegría popular, la potencia que se desata en juntar 40.000.000 de sonrisas para un mismo lado, el significado de socializar el conjunto, el equipo, el entre todos, y la mística que se necesita para levantar un país machucado durante 200 años de latrocinio, convertido en lenocinio por y para las clases altas enriquecidas en cipayas costumbres.
El pobre Ernesto se pregunta: "¿Para qué, entonces, mezclar las cosas: confundir la selección con un país y un país con un gobierno?"
Pero sólo vos te confundís TN Baum, como cuando te confundiste entre el más débil y el más fuerte, ¿te acordás?
Sería lindo que entendieras, que abrieras tu corazón gorila, y limpiaras tu conciencia tilinga que te empujan a escribir paparruchadas en el diario del sionista millonario.
Pero no da.
Es obvio que no da.