Otra vez el poder.
Es que una pregunta fugaz relampaguea tanto en la conciencia de los que aman a la Presidenta como en la conciencia de los que se le oponen: ¿quién tiene el poder?, preguntan los tránsfugas. Y se contestan: ella. Y es mucho. Demasiado. Es peligroso.
Desde que ganó en octubre con el 54 % de los votos se encendieron todas las alarmas de la ratonera neoliberal.
- Sobre un padrón definitivo de 28.915.030 electores se registraron 22.955.070 votos, lo que importa un participación del 79,38 % del cuerpo electoral. El Frente para la Victoria obtuvo el 54,11 % de los votos, atrás venía el Frente Amplio Progresista con 16,81 %, más de 37 puntos de diferencia. 11.864.456 argentinos. Paliza.
Acostumbrados como estamos a que el poder sea invisible a los ojos ─pero no esencial y benéfico para el conjunto─ no nos damos cuenta de que el poder está como el sol en día nublado, ahí, cerquita, pero lejos, en esos autos blindados, esos edificios vidriados, las oficinas corporativas, los barrios lujosos de altas cercas y arboledas, los yates y countries de las afueras, y obviamente, afuera de nuestro territorio, lejos muy lejos...
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«Es que una pregunta fugaz relampagueó tanto en la conciencia de los que aman a la Presidenta como en la conciencia de los que se le oponen: ¿qué haríamos sin Cristina? ¿Qué haríamos todos los argentinos, sea cual fuere la posición de alabanza o de crítica que nos haya tocado ocupar frente a su inmenso poder? Si un poder tan inmenso como el de ella permitiera imaginar la posibilidad de su ausencia aunque fuera por segundos, cundiría como una corriente eléctrica una sensación de vacío porque, a esta altura de las circunstancias, cuesta pensar en un país que no gire en torno de Cristina...»
La Presidenta tiene un pedacito de poder, pero no tanto, aunque le alcanza para jugar el ajedrez político más debatido y criticado de la historia. Tiene millones de argentinos que la eligieron y la apoyan en su gestión, cosa que no sucede con niguna de las corbatas que manejan millones de dólares y vidas desde una reunión de directorio, un teclado o un teléfono. En esta partida interminable, nuestra mejor jugadora se enfrenta a los cráneos del neoliberalismo vernáculo y ajeno para dirimir el presente y el futuro de la patria. Nada menos.
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«Tras su extraordinaria victoria en las elecciones presidenciales y a las Cámaras, la presidenta tiene mayor capacidad de acción que ningún gobernante democrático anterior en Argentina, y está claro que va a utilizarlo. Toda ley conoce un desarrollo práctico que determina su verdadero alcance, pero a priori cabe decir que una excesiva concentración de poder en un mandatario ha sido frecuentemente malo en cualquier país, aunque sea formalmente democrático, como es el caso de un gran amigo de la señora Fernández, el presidente venezolano Hugo Chávez. La minoría, aunque no tenga los votos, puede en ocasiones tener la razón...»
Allende los mares, la prensa canalla ibérica hace causa común con los roedores corporativos caídos en desgracia desde que la democracia dejó de ser un tentempié para divertir a los poderes fácticos nativos.
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«As eleições de outubro passado na Argentina não apenas deram um segundo mandato à presidente Cristina Kirchner, como lhe permitiram recuperar a maioria na Câmara dos Deputados, perdida em 2009, e, com isso, assegurar a subordinação do Congresso Nacional aos ditames da Casa Rosada. Reempossada no começo do mês, Cristina não perdeu tempo em usar a supremacia política do governo para impor a sua agenda legislativa, em que se destacam propostas claramente destinadas a tolher a liberdade de expressão no país. Do ponto de vista do kirchnerismo, faz todo o sentido: com a oposição fragmentada por disputas paroquiais e desacreditada pela sua impotência em face do rolo compressor do oficialismo em todas as frentes, incluindo o Judiciário, sobrou um único obstáculo à transformação do país numa versão austral da "democradura" chavista: os setores da mídia que não se acoelharam diante dos atos de intimidação e de sua formidável prontidão para corromper...»
Aquí en el sur, los desinformadores paulistas le tiran una soga a sus socios argentos. El cambio de idioma no obsta para que entre tránsfugas defiendan las respectivas trapisondas.
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Surgen preguntas retóricas a borbotones: ¿A quién favorece que se crea en la corrupción de los políticos como causal de todos los males?
¿A quién favorece que se repita esta absurda consigna antipolítica, generación tras generación, como una verdad indiscutible?
¿A quién favorece una democracia domesticada por los poderosos grupos empresariales, corporativos y mediáticos aliados al capital especulativo transnacional que, generación tras generación, nos roban y pauperizan?
¿A quiénes favorece el ocultamiento de los verdaderos hacedores del mal, los cerebros civiles cómplices y responsables de negociados, genocidios, represiones, empréstitos, ajustes, crisis, desocupación, hambre, muerte?
¿Quiénes los eligen? ¿quiénes legitiman a los empresarios, yupis, brokers, CEOs, gerentes, patrones, latifundistas, cagatintas, chupamedias, periodistas independientes, cipayos y vendepatria?
El tiempo pasa, los gobiernos pasan. Ellos siempre están, allí, enriqueciéndose.
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