Por Antonia Martos
El viento devora
las burbujas (inmobiliarias).
Algunas escapan
para más tarde
- sin necesidad del tacto -
explotar por todas partes.
Una bestia
sin estómago
engulle inagotables
pisos desiertos.
Las grúas
petrificadas
quitan el sueño
a hombres
y mujeres
esclavos del dinero.
A plena luz del día
los matorrales violan
inmensas barras
de hormigón.
No hay dinero
para derruir,
de raíz,
los restos
de un paisaje
sin alma.
Es necesario
despertar
de la catástrofe
volver a lo esencial.
.
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Hace 4 días