Muros, muchos muros. Hay muros de diferentes tipos. Muros visibles que se construyen de piedra y muros invisibles que tienen que ver con la falta de suministros. La escasez de agua, energía y alimentos también son otro muro que aísla, empobrece y desnutre.
También está el muro de la indiferencia, esa que mina los corazones y los empequeñece hasta hacerlos insignificantes. Metafórico o real es bastante común encontrárselo, no solo en mitad de conflictos armados, sino entre parejas, amigos o hermanos.
Hay muros hechos de agua, vidrio, alambre, ladrillos y todo tipo de materiales que te puedes imaginar. Muros que se pueden derrumbar con la levedad de un beso y muros que necesitan artillería pesada para tambalearse. Muros infranqueables y otros muy frágiles. Los que sirven para defenderse y los que son una declaración de guerra en toda regla.
Supongo que muchos de ustedes los han sufrido o disfrutado, pero si desconocen algunos, no puedo dejar de recomendarles esta selección de libros infantiles sobre muros que seguro les sugieran y despierten muchas sensaciones.
En el muro que nos presentan Arianna Squilloni y Guillermo Decurguez aka Decur, no se ven carteles de publicidad ni pintadas. En El constructor de muros un hombre encuentra un hermoso paraje con el que recrearse, pero un perro rompe la paz reinante y este decide elevar una pared para que el animal no le moleste. Lo mismo pasa con los jabatos y otros animales, así que el protagonista rápidamente se ve rodeado de cuatro paredes con una sola abertura para contemplar las vistas. Pero el gato irrumpe en el habítaculo de un salto y también tapia la ventana. Solo le queda despejado el techo que también acaba cubierto por culpa de los pájaros y sus excrementos. ¿Será por fin feliz el constructor de muros en su aislamiento?
Con esta fábula aparentemente sencilla, la autora italiana y el ilustrador argentino nos plantean con cierto humor el dilema del aislamiento desde una perspectiva metafórica donde lo físico y lo psicológico quedan conectados.
Como recursos a señalar tenemos unas guardas peritextuales, la presencia y ausencia de color para remarcar la idea del silencio, una narrativa más propia del cómic y los detalles que nos ayudan a desbordar el argumento.
Y háganme caso, es mejor despertarse con el ruido de una sirena que morir asfixiado por culpa de unos tapones en mitad de la noche.