En el juicio, las pruebas fueron
incuestionables, todas apuntaban a la culpabilidad hasta que el abogado sacó la
última. Nadie se había percatado hasta entonces de que al político le faltaba
una mano, y el letrado la tenía ahí, en una cajita que abrió frente al Juez:
«Esta mano fue cortada hace más de un mes. Es la que sujetaba el maletín que
todos han podido ver en la foto, tal como se puede observar por las marcas en
la piel. Con esto demuestro que este hombre es incorrupto». Y con razón, porque
la mano conservaba ese tono moreno rosado de la piel viva. Los de las filas de
más adelante pudieron tocarla, sentir su calor, algunos hasta estrecharla. Al
Juez no le quedó más remedio que dictar sentencia absolutoria. Nadie mencionó el olor a azufre que impregnaba la sala al paso del abogado defensor.
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La colina naranja
Explorando Lilliput
Pliegos volantes
En La colina naranja y Pliegos Volantes encontraréis los microrrelatos indignados de quienes no tienen blog y han querido participar ¡no os perdáis ninguno!